viernes, 25 de enero de 2008

Reglas de urbanidad al usar el celular

2007-01-27
A tiro de piedra
Reglas de urbanidad al usar el celular

El avance tecnológico nos ha impuesto un modo de vida particular, que afecta las relaciones interpersonales y sociales, e incide, también, en la actitud y el comportamiento del ser humano y su personalidad. Uno de esos adelantos, el teléfono celular, ha cambiado la manera de comunicarnos y ha creado patrones de conducta que resultan favorables o no, según la situación en que se suceden.

Al superar el fenómeno de la novedad y hacerlo cosa común en la sociedad, el teléfono celular de llamar la atención y, en algunos casos, comenzó a ser una molestia para las demás personas. El entusiasmo de los primeros días por contestar una llamada, ya no es tal. El sonido que hacía mover la cabeza al que estaba alrededor, para descubrir quién era el afortunado de poseer uno de esos aparatos, ya crispa los nervios; aunque todavía se voltea el cuello para detectar al impertinente y lanzarle una mirada de desaprobación. Más que orgullo, ahora da vergüenza que lo pesquen a uno con el celular sonando, cuando debería estar silenciado o apagado.

Decía Herbert Marshall McLuhan (1911 - 1981) que “el medio es el mensaje”, al referirse al contenido de las informaciones transmitidas por los medios de comunicación social, y a que la conducta del individuo era modelada por el medio mismo. Este sociólogo canadiense, católico, y gran comunicador, tenía como preocupación entender los medios, su estética y tecnología, y el que las personas aprendieran a entenderlo y a ser críticos ante el mensaje que difunden y el medio mismo. En lo referente al celular, el vaticinio de McLuhan de la aldea global y el acortamiento de la distancia sin espacio, se ha verificado en las comunicaciones telefónicas y la Internet.

Frente al uso extendido del teléfono celular, vale practicar algunas reglas en su uso. El aparato debe apagarse cuando estamos en alguna reunión o acto que involucre otras personas a quien pueda incomodarle el uso del celular. No se trata solamente de evitar que suene, sino toda acción que interrumpa nuestra conversación con otras personas, o distraiga su atención y la nuestra del propósito para el cual estamos reunidos. En reuniones de trabajo, conferencias, cines, entrevistas, o al atender a otra persona, es obligatorio apagar el teléfono celular.

Otra regla de urbanidad es evitar el abuso con las “llamadas perdidas”. Salvo que usted convenga de antemano con la persona, evita hacerlo. Una llamada de ese tipo a otro es un acto de grosería y mala educación, porque el mensaje que usted le pasa es: gasta tu plata o tus minutos, que yo no quiero gastar lo mío. Al llamar a otra persona, deje un breve mensaje si no le contesta; de esa manera le podrán responder su llamada o atenderle con prontitud. Si solo llama y cierra, la otra persona quizá no le conteste, porque desconoce el número o, simplemente, considera que es un asunto que puede esperar.

Hacer uso del teléfono celular implica brevedad. Las conferencias telefónicas se reservan para otro asunto que en realidad lo amerite, y no para saludos largos o charlas de café. No cometa el desatino de solicitarle a alguien su aparato, para hacer llamadas que no sean de urgencia. Los demás le apreciarán verdaderamente, si usted evita convertirse en el gorrón de turno que se aprovecha de otros porque nunca “tiene minutos”.

Muchas otras cosas podríamos decir como reglas de urbanidad en el uso del celular, pero menciono las que considero más urgentes. Usted elija las suyas, y comuníquelo a quienes le rodean o tratan con usted, para que sepan con claridad si usted no contesta llamadas perdidas, que sólo presta su celular para asuntos de urgencia, y que devuelve unicamente las llamadas que han dejado un recado. El medio es el mensaje, pero también podemos modificarlo si somos críticos del medio.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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