martes, 26 de junio de 2007

Hay Juan, hay Juan

2007-06-24
La Voz del Pastor
Hay Juan, hay Juan

Hay Juan, hay Juan.

Con este grito se comunicaron casa a casa la llegada del Santo Patrono en 1840, ya "hay Juan", ya "hay Juan", ha llegado Juan.

Ya desde antes de 1569 se inicia la vida de la Iglesia en Azuero. Desde La Villa de Los Santos se difunde la Buena Nueva a toda la región circundante.

A mediados del siglo XVII, en "la otra banda del Río", empieza a dibujarse el entorno de lo que luego sería Chitré.

El Patriarca Matías Rodríguez, terrateniente, constructor de carretas, liberador de esclavos y catequista, después de un primer fallido intento hacia 1839, trae la primera Imagen del Patrono: "San Juan Bautista" – de origen francés y de gran calidad y que aún veneramos en la Catedral, junto con una campana que ahora reposa en el museo de Herrera. Era el 22 de junio de 1840.

Sólo los hombres a caballo y en carreta fueron a recibir la imagen al puerto de "piñolarito" – hoy desaparecido- , ya que aquel trayecto era peligroso para las mujeres por el ganado bravo y los lagartos que abundaban en los pantanos. La imagen que al final de aquel recorrido fue llevada en hombros por las mujeres, a la primera y la rústica Capilla construida por artesanos de Los Santos, se entroniza en ella como estímulo a la vida cristiana de sus primeros moradores y testimonio de sus valores.

Chitré fue luego erigida como Parroquia en el año de 1844, 4 años después de la llegada de la imagen de San Juan, por Mons. Juan José Cabarcas, quien le declaró oficialmente como el Patrono del nuevo pueblo y de la nueva Parroquia. El primer Cura Párroco de Chitré fue el Padre Esteban Guirior quien regentó la Parroquia entre 1845 y 1851.

La creación de la Parroquia de Chitré fue ratificada por el Obispo Juan Francisco del Rosario Manfredo y Ballestas, sucesor de Mons. Cabarcas el 19 de octubre de 1848, cuando se erigía el Distrito Parroquial de Chitré.

Chitré nace como familia, y con vocación de familia. Allí, cuentan los mayores, se compartía cuanto se tenía y en fiestas como éstas, todos se preocupaban y se renovaba la consigna de los fundadores de que en Chitré "nadie debía pasar hambre".

En este pueblo nuevo, bueno y sencillo, sin otro orgullo que el de ser buenos cristianos y su preocupación por los demás, nace un nuevo concepto de pueblo interiorano, con visión de futuro y sin miedo a su vocación histórica.

En este nuevo pueblo acogedor y de puertas abiertas, el Beato Juan XXIII constituye en 1962 la Sede de una nueva Diócesis, baluarte de la Nueva Evangelización en toda la península : "nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión".

Orgullo de los Chitreanos es su Iglesia Catedral iniciada por el Pbro. Melitón Martín a fines del siglo XIX y obra del Maestro Belarmino Urriola.

Hoy, como ayer, podemos decir: Chitré es Juan y Juan es Chitré.

Las alegres cabalgatas y festejos de nuestro pueblo, el recorrido que hiciéramos hace dos días con su imagen en carreta desde el puerto del "agallito", la lluvia que nos hacía pensar en el naufragio del Patriarca Matías Rodríguez, los pelícanos que se entrecruzaban y acompañaban con su vuelo los cantos y las oraciones, los gritos de "hay Juan", "hay Juan", que rememoraban los de antaño cuando se anunciaba a las casas lejanas que había llegado la imagen del Patrono, se constituyen no sólo en un recuento histórico de la vocación a la fe y caridad del pueblo chitreano orgulloso de sus ancestros, sino en la toma de conciencia de la misión y promisoria trayectoria de futuro a que está llamado.

Que San Juan Bautista interceda por nosotros.

Mons. Fernando Torres Durán
Obispo de la Diócesis de Chitré

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La cultura interiorana

2007-06-24
A tiro de piedra
La cultura interiorana

Viajar al interior del país siempre es una experiencia grata, porque podemos apreciar esa otra parte de nuestra cultura panameña que conserva la población de tierra adentro. Gente, campos, pueblos; juntos hacen una amalgama de panameñidad incomparable.

Cuando reparo en los cambios que se producen, sobre todo en el conjunto arquitectónico de los poblados, me entristece ver como perdemos ese patrimonio nacional. El estilo, las tejas, los huertos, las calles; todo muere para dar paso a lo moderno; a aquello que nos conecta con la cultura actual, pero que nos corta los lazos que nos unen a nuestra historia y a nuestras raíces.

Desde hace varios años abogo por una ley que cree un estatuto de conservación de las tradiciones populares, para que haya coherencia en ese sentido. Esfuerzos particulares, como en la ciudad de Penonomé, y los poblados de las provincias de Herrera, y Los Santos, todavía defienden la herencia cultural de esas regiones. Sin embargo, si el estado no lo asume, corremos el riesgo de perderla a causa de cualquier corriente modernizadora que sucumba ante el poder del dinero.

Urge fomentar el cuidado y la conservación del casco antiguo de cada pueblo interiorano, principalmente los que tienen historia y tradición colonial. Eso le hablará de nuestro pasado a las generaciones futuras, y a los turistas extranjeros que, se supone, alguna vez vendrán en oleada a nuestro suelo. Si tenemos algo que mostrar, será más lo positivo y lo ventajoso; si, por desidia, lo echamos a perder, todo será ruina, llanto, y crujir de dientes.

Qué bonito sería si conserváramos el estilo arquitectónico de los edificios públicos y las viviendas del interior, que se construyen en el centro de los poblados. ¡Qué lindo sería!. Lo moderno, aún siéndolo, también puede guardar los elementos básicos de lo antiguo. Lo he visto en Roma, Jerusalén, París, y otros sitios; si allá se puede, por qué aquí no.

Aún estamos a tiempo de salvaguardar buena parte de nuestro patrimonio cultural, si nos lo proponemos. Podemos empezar con apoyar los esfuerzos particulares existentes, y continuar con la concienciación y el fomento de la conservación del patrimonio cultural; tanto el tangible, como el intangible. Es grato viajar al interior, al menos ahora; pero no dejo de preguntarme si en algunos años seguirá siéndolo. El patrimonio cultural interiorano está en peligro de desaparecer; quién reparará el daño si lo perdemos. Hay panameños, y no pocos, que lo aprecian y quieren conservarlo; abramos un espacio para recoger sus ideas, y, tras una convocatoria, hagamos una legión de voluntarios que, bajo los ideales del civismo y el patriotismo, contribuyamos a mantener ese legado.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Los Medios si tienen responsabilidad

2007-06-24
Editorial
Los Medios si tienen responsabilidad

A raíz de la homilía del Señor Arzobispo José Dimas Cedeño el domingo, durante la celebración de la Cita Eucarística, algunos periodistas, columnistas, comentaristas, y voceros de medios de comunicación han dicho que los medios no inventan la realidad ni los periodistas la noticia. Es cierto, no las inventamos; pero sí las seleccionamos y le damos mayor o menor prominencia, según los intereses del medio.

El Señor Arzobispo, además de señalar esa situación, también exhortó y animó a los medios a usar la capacidad técnica y la pericia que poseen, para contribuir con la edificación de la sociedad y la recuperación de los valores morales. Nunca dijo que inventan la violencia, ni que son los causantes de ella. Sí dijo que son parte de la situación, por su influencia, y que pueden ayudar a agravar o a superar ese clima de violencia. Sin embargo, en esa discrecionalidad y selectividad que ejerce el medio, se ha destacado y mencionado más la denuncia del Arzobispo que la voz de esperanza que les da.

Si algo queda demostrado en esta oportunidad es, precisamente, el poder que tienen los medios de comunicación social de seleccionar aquella parte de los hechos que consideran importante, obviando aquella otra que, en su criterio editorial o empresarial, piensan que es irrelevante para su público. La violencia en los medios es real; basta con contar las explosiones, los tiros, los insultos, los golpes, los heridos, y los muertos que cada día muestran los programas y las noticias. A esa violencia está expuesto el público a cada instante. ¿Vale la pena, o no, hacer algo al respecto?

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Diferendo por la leche

2007-06-24
El Ojo del Profeta
Diferendo por la leche

La leche es un producto de primerísima necesidad para la población mundial. Miles de millones son los que dependen de ella, y de sus derivados, para su alimentación. Infantes, adultos y ancianos necesitan cada día de la adecuada porción que le asegure el nivel de nutrición esencial para su crecimiento y buen funcionamiento orgánico.

Cualquier alteración o amenaza en el proceso de producción y abastecimiento de la leche, angustia y estremece a la sociedad. Es lo que acontece en Panamá, donde el diferendo entre productores e industriales por el precio que se le paga a los segundos, mantiene la atención del público en alto.

Afortunadamente, en nuestro caso, los productores han escogido una vía de reclamo muy loable: en vez de desabastecer el mercado, para presionar, le venden la leche directamente al consumidor a un precio asequible. Sin embargo, mantener esta acción por mucho tiempo, también traería complicaciones y situaciones difíciles para otras personas. Lo propio sería que se pongan de acuerdo industriales y productores, en un resultado justo para unos y otros.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 15 de junio de 2007

Cristo «quiso quedarse con nosotros para ser el corazón palpitante de la Iglesia»

2007-06-17
La Voz del Pastor
Cristo «quiso quedarse con nosotros para ser el corazón palpitante de la Iglesia»

Publicamos la intervención de Benedicto XVI antes y después de rezar la oración mariana del Ángelus en el domingo 10 junio 2007 el que en muchos países celebraron la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús, el Corpus Christi.

Queridos hermanos y hermanas:
La solemnidad de este día, el Corpus Christi, que en el Vaticano y en otras naciones ya se celebró el jueves pasado, nos invita a contemplar el sumo Misterio de nuestra fe: la Santísima Eucaristía, real presencia del Señor Jesucristo en el sacramento del altar. Cada vez que el sacerdote renueva el sacrificio eucarístico, en la oración de consagración, repite: «Este e mi cuerpo…», «Esta es mi sangre». Lo dice prestando la voz, las manos y el corazón a Cristo, que quiso quedarse con nosotros para ser el corazón palpitante de la Iglesia.

Pero incluso después de la celebración de los divinos misterios el Señor permanece vivo en el tabernáculo; por esto se le alaba especialmente con la adoración eucarística, como he querido recordar en la reciente exhortación apostólica post-sinodal «Sacramentum caritatis» (Cf. números 66-69). Es más, se da un lazo intrínseco entre la celebración y la adoración. La santa misa, de hecho, es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia: «Nadie come de esta carne --escribe san Agustín-- si antes no la ha adorado» («Enarrationes in Psalmos» 98,9: CCL XXXIX, 1385). La adoración fuera de la santa misa continúa e intensifica lo que ya ha sucedido en la celebración litúrgica, y hace posible una acogida verdadera y profunda de Cristo.

En este día, en todas las comunidades cristianas, se celebra la procesión eucarística, particular forma de adoración pública de la Eucaristía, enriquecida por bellas y tradicionales manifestaciones de devoción popular. Quisiera aprovechar la oportunidad que me ofrece esta solemnidad de hoy para recomendar encarecidamente a los pastores y a todos los fieles la práctica de la adoración eucarística.

Expreso mi aprecio a los institutos de vida consagrada, así como a las asociaciones y confraternidades que se dedican a ella de manera especial: recuerdan a todos la centralidad de Cristo en nuestra vida personal y eclesial. Me alegra la constatación de que muchos jóvenes están descubriendo la belleza de la adoración, tanto personal como comunitaria. Invito a los sacerdotes a alentar en esto a los grupos juveniles, pero también a que les sigan para que las formas de la adoración comunitaria sean siempre apropiadas y dignas, con adecuados momentos de silencio y de escucha de la Palabra de Dios.

En la vida de hoy, con frecuencia ruidosa y dispersiva, es más importante que nunca recuperar la capacidad de silencio interior y de recogimiento: la adoración eucarística permite hacerlo no sólo en torno al «yo», sino más bien en compañía de ese «Tú» lleno de amor, que es Jesucristo, «el Dios cercano a nosotros».

Que la Virgen María, mujer eucarística, nos introduzca en el secreto de la auténtica adoración. Su corazón, humilde y sencillo, siempre vivía en recogimiento en torno al misterio de Jesús, en quien adoraba la presencia de Dios y de su Amor redentor. Que por su intercesión crezca en toda la Iglesia la fe en el Misterio eucarístico, la alegría de participar en la santa misa, especialmente en la dominical, y el empuje para testimoniar la inmensa caridad de Cristo.

S.S. Benedicto XVI
Vicario de Roma

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Mata el alacrán abuelita

2007-06-17
A tiro de piedra
Mata el alacrán abuelita

La triste muerte de dos niños provocada por picadura de alacrán nos revela la condición de vulnerabilidad en la que vive una parte de nuestra población. Que no había antídoto disponible en los centros de salud en donde acudieron primero, dice el periódico en que leí la noticia. Y me pregunto: ¿es necesario ese tipo de muerte?

Cuando tenía 12 ó 13 años me picó un alacrán en el muslo. Como pude ver el animal, cobré venganza inmediata: lo aplasté hasta hacerlo morir. Todo fue gritos en aquel momento. Unas vecinas buscaron alcohol; otras calentaron una cuchara al fuego; y creo que mi mamá trajo un frasco que contenía uno de esos bichos conservado en alcohol y otros ingredientes, que se guardaba para el caso de una picadura. Quizá el alacrán que me picó era menos mortal que el de los dos niños muertos; o, tal vez, no logró clavarme del todo su ponzoña porque no atravesó totalmente el "diablo fuerte" que yo vestía. Inclusive, otras vecinas sólo estaban pendientes de la reacción que podría yo tener como consecuencia de la picadura, y preguntaban constantemente si ya se me había "dormido la lengua", que se supone es uno de los síntomas que debía sentir. Pero no; mi lengua estaba tan despierta que al insistir ellas en preguntarme si ya se me había dormido, de mi boca salieron palabras no muy santas que me hicieron acreedor de la reprimenda y el castigo de rigor.

Después de la experiencia de dos niños fallecidos, y otro par hospitalizado, se impone un control de insectos riguroso; especialmente con los alacranes y otros arácnidos. Si hay alguna especie que está en reproducción acelerada, podremos disminuir el riesgo de otras muertes por picadura de esos animales. La población puede contribuir capturando algunos ejemplares, especialmente en las áreas donde se dieron los casos, y que luego serían enviados a los laboratorios oficiales para su estudio.

Atrapar un alacrán es algo que debe hacerse con cuidado. Nada de huirle a las tenazas y descuidarse con la cola. Luego de la picadura que sufrí, y que gracias a Dios no fue grave, me convertí en un cazador de esos bichos. Me armaba de unas tijeras o una pinza, y los agarraba por la cola. Algunas veces los metía en un frasco, y otras le cortaba la ponzoña y me ponía a jugar con ellos mostrándoles una "pajita" para que la prensaran con sus tenazas. Al final del juego morían atravesados por un largo alfiler, con el que solía darles muerte.

Esperamos que el asunto se tome en serio por parte de las autoridades sanitarias. Mientras lo hacen, y para no desesperar, cantemos: "El alacrán, cran, cran/ el alacrán, cran, cran/ ay, me va a picar. El alacrán, cran, cran/ el alacrán, cran, cran/ ay, me voy a hinchar. Mata el alacrán abuelita/ míralo que está en la batea/ míralo que bicho más feo/ que la guerra que hay en Corea".

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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La figura paterna

2007-06-17
Editorial
La figura paterna

El núcleo familiar como célula básica de la sociedad requiere de la figura paterna, para que sea completo, junto a la madre y los hijos. Esa constitución familiar, según nuestra doctrina y la ciencia social, es la ideal para que las personas se desarrollen y se realicen libre de situaciones que, en la adultez, las hagan vulnerables a los problemas sicológicos y afectivos que dan al traste con su autoestima y su identidad propia.

Nuestro país padece el mal social del hogar incompleto, en donde normalmente la ausencia de la figura paterna perjudica el normal desarrollo de los niños y niñas panameños. Las uniones de hecho, el incremento de los divorcios, y la procreación sin que medie el estado conyugal, y mucho menos el matrimonial, es un hecho sobre el que se habla mucho y se hace menos.

Al celebrar otro día del padre, y otra semana de la familia, urge reflexionar sobre la situación que vive la mayoría de nuestra población. Dios quiere que el hombre nazca, crezca y viva dentro de una familia. Así lo quiso para su Hijo Único, nuestro salvador Jesucristo, junto a José y María, y con eso nos dio el ejemplo que hemos de seguir los que en El creemos.

Defender la familia, promoverla, y protegerla, es nuestra tarea fundamental como creyentes y ciudadanos. Desde nuestra fe, porque es la Iglesia Doméstica y Santuario de la Vida; desde la ciudadanía, porque el estado panameño lo tiene como uno de sus fundamentos. Asumamos, pues, esta doble responsabilidad, para nuestro bien, el de la Iglesia, y el de la Nación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Del Pan Bendito un poquito

2007-06-17
El Ojo del Profeta
Del Pan Bendito un poquito

La celebración de la novena en honor a san Antonio de Padua, en diferentes lugares del país, nos hace reflexionar acerca de la abundancia de pan en unas mesas, y la carencia en otras, que se dan a lo largo del territorio nacional.

Muchos son los hambrientos que rara vez ven una dieta balanceada frente a ellos, y muchos son también quienes pocas veces comen las tres raciones diarias. De acuerdo con las cifras oficiales, más del 40% de nuestra población es pobre, y casi un tercio vive en condiciones de pobreza extrema. En un país con riqueza probada, donde en algunas partes se hace alarde de ella de manera visible, es un pecado grave que haya hambre en demasía.

El pan que vemos compartir al final de la liturgia de san Antonio, debe movernos a compartir el pan y los recursos que poseemos. En vez de amasar dinero en las cuentas bancarias, que se invierta para crear puestos de trabajo remunerados justamente. En vez del culto superfluo al dinero, que haya más generosidad en donar y asistir al pobre. Pidamos al Señor que nos dé el amor y la fortaleza de espíritu, para poder hacerlo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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La fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor

2007-06-10
La Voz del Pastor
La fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor

Este Domingo la Iglesia celebra con la mayor Solemnidad y fervor la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor. Esta celebración gozosa ubicada al término de la fiesta de pascua y Pentecostés quiere ser también una síntesis de toda la obra redentora realizada por Nuestro Señor Jesucristo. En efecto, el magisterio de la Iglesia nos ha enseñado siempre que la Eucaristía es la fuente y el culmen de su vida y de su misión. Toda la liturgia está orientada al misterio eucarístico.

Es cierto que bajo el aspecto histórico, la celebración de esta fiesta arranca solamente a partir del siglo XIII cuando un heresiarca negó la presencia real y sustancial de Jesús en el Santísimo Sacramento, la celebración solemne y popular insistía solamente en reafirmar la fe en esa presencia de Cristo bajo las apariencias de pan y vino. Por la reflexión teológica y la enseñanza constante de la Iglesia hoy celebramos esta importante fiesta litúrgica porque no sólo Jesús está presente en la Eucaristía (el Enmanuel) con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, sino también porque en nuestra celebración se actualiza en el aquí y ahora su sacrificio único con el cual pagó al padre la deuda de nuestros pecados y nos hizo partícipes de la vida divina y de su gloria eterna.

Además como hizo el Señor en la Última Cena cuando instituyó la Eucaristía con sus apóstoles, hoy él también nos invita a su banquete, signo y anuncio del Banquete de su reino, "cada vez que coméis de este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26). El siervo de Dios Juan Pablo 11 nos ha dejado uno de sus más hermosos legados: la Carta Encíclica "Ecclesia de Eucharistia", en donde recalca que nuestra Iglesia no sólo celebra la Eucaristía para hacer presente el sacrificio de Cristo, alimentarnos con su cuerpo y su sangre y reunirnos en torno a su mesa, sino que la Iglesia realmente vive de la Eucaristía, aquí está la fuente de su existencia, de su vida y de su misión.

Siempre se ha enseñado que la sangre yagua que brotaron del costado de Cristo, abierto por la lanza del soldado son signos de los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, y nacimiento de la Iglesia. Más recientemente Su Santidad el Papa Benedicto XVI nos ha regalado la exhortación apostólica "Sacramentun Caritatis", conclusión del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía, la cual inicia con estas palabras:

"Sacramento de la Caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable sacramento se manifiesta el amor más grande, aquel que impulsa a dar la vida por los propios amigos". Del mismo modo, en el sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos hasta el extremo, hasta dar su cuerpo y su sangre". (S.C. No. 1).

La fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor que se tendrá este domingo en todas las parroquias, del mundo católico así como también las Citas Eucarísticas que se celebran a nivel diocesano pone de manifiesto que la "Eucaristía es Constitutiva del ser y del actuar de la Iglesia". Al comer el cuerpo de Cristo, los cristianos damos fuerza y unidad al cuerpo místico que es la Iglesia. No podemos nunca separar a Cristo de la Iglesia. Por eso pedimos en la Santa Misa que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del cuerpo y la sangre de Cristo" (plegaria Eucarística No. 2).

Así como nuestra participación en la celebración eucarística nos une a Cristo y a su Iglesia, la celebración comunitaria de esta gran fiesta fortalece los vínculos de amor y unidad entre todos los que formamos esta Iglesia, llamada a ser signo de amor y armonía para la sociedad de hoy.

Mons. José Dimas Cedeño Delgado
Arzobispo de Panamá

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Apagón protestatario

2007-06-10
A tiro de piedra
Apagón protestatario
La protesta realizada por la televisión y la radio panameñas contra el cierre de Radio Caracas Televisión tuvo, en las palabras del canciller venezolano que visitó nuestro país por la asamblea de la OEA, un sabor amargo. Don Nicolás Maduro, nombre del funcionario vale, nos salió con aquello de que los medios panameños no apagaron su señal para pedir la soberanía sobre el Canal de Panamá, cuando estaba bajo el control de los Estados Unidos. Por supuesto que él ni estuvo ni aquí, ni parece conocer la historia del pueblo panameño acerca de ése tema.

Para comenzar, nuestro pueblo ha escrito páginas inolvidables en el libro de su historia y su lucha por recuperar el ejercicio de la soberanía en la otrora Zona del Canal. Muy pequeño era yo, pero recuerdo las imágenes del 9 de enero de 1964, tanto en la televisión como en los periódicos, y las voces que se levantaron en las diferentes emisoras. Ni hablar de las luchas anteriores, que basta consultar en las bibliotecas, particularmente en la Biblioteca Interamericana Simón Bolívar de la Universidad de Panamá, en donde el canciller Maduro –que aún parece estar verde en estos menesteres- podrá encontrar toda la información que desee.

Si quiere apagones, bien puede recurrir a los tantos que propició la dictadura panameña cuando cerró, clausuró y censuró medios de comunicación social. Y esos apagones, señor canciller chavista, los sufrimos en aras de la libertad. Los apagones son por la libertad, y no por una soberanía que obligaba, y obliga, a hablar y a tener encendida la luz y la llama del patriotismo. Pero del verdadero, y no del fingido. Otro apagoncito más: el de los obreros del IRHE en marzo de 1989 en la lucha contra el dictador Noriega.

Nos intenta ilustrar don Nicolás Maduro en materia de libertades, diciéndonos que la frecuencia utilizada por Radio Caracas Televisión tenía 53 años en su poder, y que debe dársele oportunidad a otro, para que la democracia sea ejercitada. Yo le preguntó al canciller de Chávez, ¿por qué su presidente, si piensa así, adula tanto a Fidel Castro, que lleva casi medio siglo en el poder sin darle oportunidad a otros?

La clausura de la frecuencia a RCTV atenta contra la libertad de expresión, aunque la medida esté revestida de legalidad. Y esa misma libertad que se le niega a una parte del pueblo venezolano, de ser informado por un canal de televisión contrario al régimen, paradojicamente don Nicolás Maduro la encontró aquí en Panamá, porque en vez de apagarlo, los medios panameños divulgaron sus nada felices palabras.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Corpus Christi

2007-06-10
Editorial
Corpus Christi

La acción de comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo es un hecho real que no admite explicación cosmética alguna. Es Cristo quien se da en el pan y el vino, más allá de todo simbolismo o metáfora que pueda traerse a colación.

Cristo es el Pan de Vida, con el que nos hacemos uno en la Eucaristía para poseer la vida eterna. Su cuerpo y su sangre son verdadera comida y verdadera bebida, cuya manducación y libación en estricto apego a la fe nos sacian eternamente. No sentimos, pues, más hambre ni sed.

Jesucristo, como pan vivo bajado del cielo, es el alimento superior que busca todo aquel que cree en Dios y en su Enviado. La afirmación de que hemos de comer su cuerpo y beber su sangre escandalizó a muchos en su tiempo, y aún en nuestros días hay quienes se escandalizan y no entienden como puede ser posible que Cristo esté presente en la Eucaristía.

Para nosotros no existe duda alguna, porque así lo creemos y lo profesamos como parte fundamental de nuestra fe. Allí también están, para quienes dudan, los milagros eucarísticos que se han producido en varias partes del mundo, y a los que la ciencia no encuentra explicación pero reconoce como auténtica carne y sangre de una persona humana.

Cristo se hizo hombre para salvarnos, se entregó como víctima para redimirnos del pecado, y se hizo alimento y bebida para darnos la vida eterna. Es el nuevo maná que libra de la muerte y del pecado, y que se da a toda la humanidad para que resucitemos con El en el último día. Cristo, hombre verdadero, comida verdadera, y Dios verdadero de Dios verdadero, nos invita, al igual que ayer, a comer su cuerpo y beber su sangre cada día, como sacramento y memorial suyo que nos guardan para la vida eterna y preparan su venida definitiva que nos llevará a la patria celestial para siempre.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Hay tiempo para todo

2007-06-10
El Ojo del Profeta
Hay tiempo para todo

Nos dice el Eclesiastés (cap. 3) que todo tiene su tiempo, y bien vale recordarlo cuando, por alguna razón, tenemos que protestar o manifestarnos en favor o en contra de algo. A ello agregaríamos que fuera del momento, también cada cosa tiene su lugar.

Aunque no fueron los únicos que salieron a la calle a manifestarse, los estudiantes del más conspicuo plantel secundario del país decidieron destruir la propiedad pública, y lanzarle pedradas a cuanto blanco se les ocurrió. Mucha energía derrochada, que bien pudo canalizarse de manera más edificante y provechosa.

La inquietud juvenil es natural y necesaria, para que pueda desarrollarse su sentido crítico, y expresar su parecer sobre lo que le afecta y le preocupa. Pero, también, la juventud precisa descubrir que hay más opciones que las piedras, las barricadas, y la candela, para hacerse sentir y practicar la libertad de expresión.

Corresponde a los dirigentes, especialmente a los que están fuera de los planteles, guiar y orientar a sus militantes, para alcanzar los nobles ideales que la juventud alberga en su corazón, que le permitan honrar la tradición y el dominio de la palabra que dieron origen y fama a la mole del templo del saber que se yergue tranquila a las faldas paternas del Ancón.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 1 de junio de 2007

El menor, la violencia y la familia

2007-06-03
La Voz del Pastor
El menor, la violencia y la familia

En fechas recientes, hechos de violencia protagonizados por menores de edad han convertido de nuevo en actualidad el problema. Los medios de comunicación se han ocupado grandemente de él, la opinión pública se ha manifestado en diversos debates y el conjunto de la sociedad se ha escandalizado. A la hora de atribuir responsabilidades, sería un error atenuar la responsabilidad moral e incluso penal por ser "menores de edad". No voy ahora a hacer la tarea de valorar los aciertos y errores de la legislación penal sobre el menor, pero sí de contribuir a llamar la atención sobre la forma ingenua y romántica con la que hoy se habla de los "menores", como si además de no tener edad penal no tuvieran capacidad para distinguir entre el bien y el mal. Cuánto más si se trata de homicidios.

Las reacciones de nuestra sociedad tendrían que ser más moderadas, menos alarmistas, no "criminalizar" a los adolescentes y sobre todo, no caer en la tentación de la hipocresía. Ante la tentación de buscar chivos expiatorios en la violencia de los videojuegos y películas, el culto a la agresividad de programas de televisión, o incluso las situaciones de marginación y exclusión que se dan en zonas de la ciudad de Panamá y otras ciudades, sería mucho más eficaz que no nos engañáramos y llamáramos a las cosas por su nombre. Aumentar la vigilancia o suprimir los videojuegos son soluciones tan simples como la de controlar externamente las agresiones que aparecen en las programaciones que emiten las televisiones en horarios infantiles.

Tendríamos que empezar distinguiendo entre ciertos niveles de violencia tolerable que siempre hay que gestionar por y como padres y educadores los que lo son, y ciertos niveles de agresividad juvenil intolerable que nunca puede quedar impune y que, en contextos socio-educativos, recibe el nombre de "acoso escolar" u otros nombres según el área de expresión de la agresividad.

Esta distinción no nos debe llevar a engaño y pensar que la agresividad o violencia intolerable puede solucionarse de manera técnica, aséptica o mecánica, conteniendo físicamente a los adolescentes más agresivos, aumentando el número de centros de internamiento, promoviendo penas educativas ejemplares o aumentando el número de represores por metro cuadrado. Ninguno de los países que se ha enfrentado a estas situaciones ha encontrado la varita mágica con la que transformar los casos de acoso o violencia intolerable en casos de violencia tolerable. Todos se han visto obligados a situar las coordenadas del problema dentro de los patrones educativos de la moral cívica de sus comunidades. No son agresiones privadas que tengan que resolverse entre particulares, son problemas que ponen a prueba las convicciones morales que están presentes en los espacios públicos educativos y en los espacios familiares.

Aunque la situación de violencia fuera alarmante, más preocupante es el deterioro de las convicciones morales que están presentes en los espacios públicos educativos. Un deterioro al que sólo prestamos atención cuando la opinión pública convierte en noticia la violencia juvenil, cuando se tiene el problema dentro de casa porque se había dado descuido de los hijos, o cuando se nos ofrece la posibilidad de intervenir directamente en la organización de los espacios educativos a través de las asociaciones de padres, las reuniones escolares o los debates que generan los cambios educativos.

Para evitar este deterioro, además de prestar más atención a los patrones educativos que se transmiten a los hijos, se debería afrontar la violencia juvenil con más valentía moral. Una valentía que requiere trabajar en tres campos que, a su vez, interactúen entre sí. En primer lugar, luchando contra el analfabetismo emocional de las nuevas generaciones que no saben lo que son las virtudes del autodominio, la templanza y la obediencia. Cada vez es mayor el número de adolescentes que se están aprovechando de estilos educativos negligentes donde no hay sentido de la norma, donde la inmediatez del placer, del tener y del aparentar han desterrado el sentido de la responsabilidad y de la laboriosidad.

En segundo lugar, hablando en serio de la autoridad de los maestros y peofesores. En los cambios en cuanto al papel del docente, se habla mucho y, con razón, con giros semánticos como "facilitador" o "función tutorial", pero qué hay de la autoridad que precisa el oficio de educador. Puede que en las discusiones sobre la acción ante la violencia adolescente sobren palabras e intereses particulares y falten maestros capaces de generar confianza en valores comunes.

A todo lo anterior añadamos algo capital: nuestra sociedad panameña debería prestar más atención a las pautas educativas de la vida familiar. Es lamentable que los hijos se comuniquen cada vez mejor con las máquinas electrónicas y cada vez peor con las personas, es lamentable que sean tan bajos sus umbrales de frustración y los padres estén o ausentes o dispuestos a adelantarse a sus deseos y exigencias. No son mejores padres quienes menos disciplina y autoridad tienen, sino quienes se toman más en serio la difícil tarea de establecer límites razonables a los deseos de sus hijos, pero, sobre todo, los que, sin sermones, ofrecen en su popia persona un modelo de conducta ética para sus hijas e hijos.

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar

¿Y después?

2007-06-03
A Tiro de Piedra
¿Y después?

San Felipe de Neri es un santo de origen florentino que dedicó su vida a atender a la juventud y a los desvalidos; caracterizado, también, por la alegría en el servicio del Señor. Fundador del Oratorio en el que congregaba a jóvenes que instruía en el canto y en la disciplina del cumplimiento del deber en pos de una vida sana y ávida de santidad. Recibió el sacerdocio a la edad de 36 años y vivió hasta los 80. Muy característico en él era preguntar ¿y después?, a todos aquellos que se daban más a los placeres y a la ociosidad.

Hace unos días fue la fecha de su memoria, el 26 de mayo, y el corregimiento que lleva su nombre en nuestra ciudad capital celebró en grande su patronal; quizá no al estilo de vida del santo, pero sí con particular alegría porque, dicen algunos, san Felipe era un hombre alegre y de buen humor; y esas son las virtudes que eligieron imitar, aunque con algunas variantes.

El sábado al final de la tarde, cuando nos preparábamos para iniciar la Vigilia de Pentecostés en el templo de Nuestra Señora de La Merced, escuchamos una alegre murga que venía entonando la melodía, al momento muy popular, cuyo estribillo reza: "oiga morena, yo quiero saber por qué no le gusto". Lo menos que podía imaginar era que venían arrastrando el anda con la imagen de san Felipe abordo, la que empujaban con apasionado entusiasmo. Cuando la tonada llegó al punto que dice: "le doy por arriba, le doy por abajo, y es por el gusto", como que cobraron más fuerzas, y con los brazos en alto los entusiastas seguidores del santo patrono le imprimieron mayor velocidad al anda, al punto que la imagen parecía danzar al son de la música, por causa del pavimento de ladrillo que la hacía vibrar y dar pequeños saltos.

Con toda la alegría y el entusiasmo de la vida terrenal, los sanfelipeños iban calle abajo por la Avenida Central, con rumbo a la Plaza de Catedral. Desde La Merced podía verse la imagen del san Felipe Neri, cuya encorvada figura, ataviada con sotana negra y birrete, parecía mover los hombros de arriba hacia abajo al son de la murga, cada vez que el corte de los ladrillos la hacía saltar.

Quizá el próximo año tengamos que instruir a los entusiastas celebrantes de esta patronal, para pasear al bueno de san Felipe de una manera más solemne y devota, de manera que sea más cónsona con las virtudes y la actitud de vida que lo distinguieron. Es cierto que san Felipe de Neri era alegre y le gustaba la música, pero esa alegría iba de la mano con su fe y su vida cristiana. Si algo hemos de imitar del santo florentino es, sin duda, su amor al trabajo y al prójimo, su fe, y su preocupación especial por la juventud. Tal vez así, se pueda evitar la trifulca que se formó avanzada la celebración, cuando jóvenes pandilleros del barrio decidieron arreglar sus diferencias de una manera poco santa. Por ahora sólo nos queda preguntarle: ¿Y después?

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Apoyemos al Seminario

2007-06-03
Editorial
Apoyemos al Seminario

Desde hace cuatro décadas la Iglesia arquidiocesana realiza la Cena de Pan y Vino, para recaudar fondos en favor del sostenimiento material del Seminario Mayor San José. A cargo de un grupo de seglares, hombres y mujeres, la actividad es una tradición en nuestra comunidad eclesial.

Cuantiosos son los gastos que demanda la formación de nuestros futuros sacerdotes, tanto en lo académico como en su alimentación, necesidades básicas, albergue, mantenimiento de las edificaciones e instalaciones, material didáctico, y otros. Por tal motivo, es de vital importancia el apoyo de los fieles de la Iglesia para la vida del Seminario; no sólo en el aspecto monetario y material, sino en la promoción de las vocaciones sacerdotales y en cultivar el necesario amor por el centro de formación sacerdotal.

El Seminario es la matriz donde se gestan los presbíteros que necesitan las diócesis, por lo que descuidarlo, o verlo con desidia y desinterés, vendría a ser como un acto que impide el nacimiento de aquellos que, en el ministerio sacerdotal, tienen la sagrada misión de cuidar de las almas y pastorear al pueblo de Dios en su itinerario terrenal hacia la vida eterna.

Que cada quien, según su conciencia y sus posibilidades, se haga benefactor del Seminario Mayor San José, para coadyuvar en la construcción del reino de Dios, y en la formación de los obreros que el Señor necesita para enviar a su mies.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Libertad de expresión

2007-06-03
El Ojo del Profeta
Libertad de expresión

El cierre de una televisora venezolana nos recuerda la época en que la dictadura panameña censuró y clausuró forzosamente a los medios de información del país. Sufrimos en carne propia las consecuencias de quien se arrogó el derecho de gobernar autoritariamente, e imponer por la fuerza su voluntad, en contra del estado de derecho y de las libertades públicas.

Lo actuado por el mandatario venezolano, aunque legalizado, constituye un atentado contra la libertad del hombre. Decir que el asunto sólo compete a Venezuela es doloroso, porque lo que atañe y es común a toda la humanidad no es potestad exclusiva de una nación, y menos de un gobernante.

Comprendemos que para un gobierno como el nuestro, presionado por una reunión continental de estados, sea difícil pronunciarse al momento sobre el tema. Sin embargo, el lenguaje diplomático ofrece la fórmula para hacerlo, sin que ello afecte gravemente el compromiso inmediato que tiene el país. Todo está en saber ejercitar ese arte, para que podamos cumplir con la defensa de la libertad y la democracia, sin menoscabo de lo que nos proponemos en nuestra política exterior.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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