sábado, 28 de febrero de 2009

El sufrimiento de los inocentes

2009-02-22
La Voz del Pastor
El sufrimiento de los inocentes

La última jornada mundial del enfermo, celebrada el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, reflexionó sobre el niño enfermo y sufriente. Recordó, en su mensaje, el Santo Padre que “hay pequeños seres humanos que llevan en su cuerpo las consecuencias de enfermedades invalidantes, y otros que luchan con males que siguen siendo incurables, no obstante el progreso de la medicina y la asistencia de buenos investigadores y profesionales de la salud. Hay niños heridos en el cuerpo y en el alma debido a los conflictos y las guerras, y otros que son víctimas inocentes del odio de personas adultas insensatas. Existen los niños “de la calle”, privados del calor de una familia y abandonados a sí mismos, y menores profanados por gente abyecta que viola la inocencia, y provoca en ellos una herida psicológica que los marcará por el resto de sus vidas. Además, no podemos olvidar, dice el Santo Padre, el incalculable número de menores que mueren debido a la sed, al hambre, a la carencia de asistencia sanitaria, así como también los pequeños exiliados y prófugos que, junto con sus padres, abandonan su propia tierra en búsqueda de mejores condiciones de vida”. (Mensaje XVII Jornada Mundial del Enfermo).

Con estas rápidas pinceladas, el Santo Padre nos ha descrito un problema de hoy y de siempre: el sufrimiento de los inocentes. La matanza de los santos inocentes ordenada por Herodes para eliminar al niño Jesús es un paradigma emblemático de esta realidad, en cuanto afecta a los niños. El libro de Job y algunos salmos y otros libros sapienciales la desarrollan como el sufrimiento del justo.

Y es que los sabios antiguos pensaban que la observancia estricta de la ley debía acarrear bendiciones, así como la conducta contraria derivaba en maldiciones. Véase, por ejemplo, el texto de los dos caminos, en el Deuteronomio (30:15-20), y el salmo 128, donde se afirma que el hombre que teme al Señor será bendito, comerá del fruto de su trabajo y le irá bien. Su mujer será parra fecunda en medio de su casa; y sus hijos, racimos de olivo alrededor de su mesa. Y, en el salmo 37, el orante asegura que, a pesar de su vejez, nunca ha visto a un justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan. Sino que, por compadecerse y dar prestado, tendrá una descendencia bendita (vv.25 y 26).

Esto es lo que se conoce como el “dogma de la retribución”: La observancia estricta de la ley, norma de conducta, es fuente infalible de vida.

Ya en el libro del Eclesiastés o Qohélet se cuestiona este dogma, al subrayar que la vida del justo como la del inicuo termina en la muerte. Si no hay nada más allá de la muerte, todo es vanidad y vacío.

El libro de Job se plantea el tema del sufrimiento del justo observante de la ley. Enseña que hay un dolor que no brota necesariamente de la desobediencia a la ley. Puede surgir para aquilatar la virtud del justo, si es gratuita o interesada. Lo primero recuerda que todo es gracia. Lo segundo pretende exigir derechos delante de Dios por la propia virtud. Despojado de su hacienda y sus hijos, herido en su cuerpo con úlceras purulentas a pesar de su virtud, Job llega a creerse víctima de grave injusticia, y no vacila en desafiar a Dios a ir a un juicio donde Job puede probar su justicia.

El libro de Job no aporta una solución definitiva al problema del sufrimiento del justo, pero nos prepara para acoger el sufrimiento vicario, es decir, el que se asume en substitución de otros. Éste fue el sufrimiento del Siervo del Señor inocente por los pecadores, que mereció que Dios le diera una multitud en herencia (Is 52:13-53:12). Cristo es este Siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz, al que Dios da el título que supera todo título: Señor y Mesías. Y a su nombre se dobla toda rodilla en cielo, en la tierra y en el abismo (cf Flp. 2:6-11).

Mons. Oscar M. Brown J.
Obispo de Santiago

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Carnaval oficial

2009-02-22
A tiro de piedra
Carnaval oficial

Los fondos públicos que recibe la Junta de Carnaval podrían tener mejor uso, si se canalizaran hacia el desarrollo del turismo interno y externo, y se destinaran a cosas mejores que a pagar artistas y orquestas costosas que se llevan mucho y poco dejan.

Desde hace años escuchamos aquello del Carnaval oficial, para saber si el gobierno afloja la plata o no. Antes de la vorágine actual, que patrocina tarimas que deben costear otros bolsillos, era debate de opinión si la fiesta del rey Momo era oficial o no. En la actualidad, el tema poco polvo levanta, a no ser el ataque político sobre el dinero que se dispensa para los gastos carnavalescos, y que, indistintamente, todos los gobernantes, hasta la fecha, han criticado antes de subir al poder y usado la misma práctica al llegar al gobierno.

Si queremos sacarle provecho económico al Carnaval, como ocurre en Brasil, o cuando algún país organiza las Olimpíadas o el Mundial de Fútbol, tenemos que diseñar una estructura con ése fin. Lo primero sería crear un estatuto o ley marco, para regular la celebración de fiestas populares. Eso incluiría, además del Carnaval, las ferias y festivales que se realizan a lo largo del año en el país. Se exigiría ciertos requisitos, para el apoyo oficial y el uso de los fondos que se asignen para tal propósito.

Nuestro Carnaval no es ni la sombra de los de antaño. Las tarimas “oficiales” acabaron con la celebración popular. Hay que acabar con esa práctica malsana. Que la plata se reparta entre la capital y el interior; que los artistas foráneos los traigan las empresas de televisión, y que cada una monte su tarima a cuenta de sus patrocinadores. Si no los traen ellas, que lo traigan los empresarios del espectáculo, como debiera ser. El gasto de dinero estaría mejor justificado, si se usara para los premios a las comparsas, los disfraces, la promoción internacional, y la capacitación de los diversos protagonistas que le dan sentido cultural y colorido a la fiesta carnavalesca.

El Carnaval capitalino debe volver a la Vía España, porque es la ruta más idónea. Es accesible, tiene hoteles, restaurantes, cajeros automáticos, y otras facilidades. Pueden cerrarse algunas calles, para ubicar los quioscos de venta de comida, procurando que sea comida típica panameña y de las distintas minorías que conviven entre nosotros. Qué bueno sería ver presentaciones folclóricas y encontrar comida colombiana, peruana, española, italiana, india, china, y los platos nuestros tan variados. Hay que romper la rutina del chorizo y la hamburguesa, que poco arte o cultura autóctona culinario aportan.

Por allá por el interior, la eliminación de los carros cisternas en las plazas de los pueblos es urgente. Bien pueden mandarlos a otra área, para dejar las plazas centrales a la demostración de la cultura lugareña. Si algo mató al Carnaval panameño, en todo el territorio nacional, fue ese dúo asesino de la tarima bullanguera y chabacana, y del carro cisterna, que malgastan millones de balboas y poco o nada de edificante nos dejan.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Nuestros 24 años

2009-02-22
Editorial
Nuestros 24 años

Hace 24 años vio la luz Panorama Católico, tras varios años de intento por dotar a la Iglesia arquidiocesana de un medio impreso, desde que dejara de publicarse El Lábaro, cuya vida se extendió por 10 años, en gran parte de la década de los años 50 del siglo pasado, y del cierre editorial de la revista Senda.

Lo que empezó como un proyecto plagado de entusiasmo, pero carente de recursos materiales, se ha prolongado por casi 5 lustros. Desde el principio traspasó los límites de la Arquidiócesis, y se convirtió en un periódico nacional. Dio el salto de quincenario a semanario, en pleno apogeo de la crisis política que vivió el país en la segunda mitad del decenio de 1980 constituyéndose, en aquel tiempo, en el único medio independiente que circulaba en el país, tras el cierre forzoso de los periódicos seculares adversos a la dictadura de entonces.

Durante toda nuestra existencia hemos sido testigos de acontecimientos decisivos de la vida nacional, tanto a lo interno del ambiente eclesial como allende a él. Todo eso plasmado en las casi 30,000 páginas que hemos publicado y en más de quince millones de ejemplares que han circulado en todos estos años.

Nuestra mayor satisfacción, como periodistas y equipo de trabajo, está en el servicio que brindamos al pueblo cristiano de Panamá y a nuestra Iglesia. Damos gracias a Dios por todo este tiempo que nos ha regalado como periódico católico, y, principalmente, por todas las personas de buena voluntad que han dedicado tiempo, talento y esfuerzo en la labor, el aporte editorial, la distribución y la difusión de Panorama Católico.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Vida carnavalesca

2009-02-22
El Ojo del Profeta
Vida carnavalesca

La existencia del hombre tiene su expresión en su trabajo, su pensamiento y su actitud, en los que pone en juego sus sentimientos y emociones. Todo lo que haga conforme a eso, lo puede conducir a su realización como persona humana o a su desdicha, según el camino que elija. Su vivir, también, se manifiesta en sus alegrías y sus tristezas, y en lo que considera sus triunfos y sus fracasos. Es, en suma, un levantarse y un caer cotidiano, de acuerdo con sus convicciones, sus valores y sus principios.

En estos días de Carnaval, todo el ser de la persona se pone a prueba. Jóvenes y adultos acarrearán con la consecuencia de sus actos, según obren y actúen. Quien conserve la sensatez y la mentalidad sana, verá los frutos de su buen juicio; y el que decida transitar por caminos tortuosos, cosechará el fruto amargo de lo sembrado. La vida carnavalesca, que incita al placer y al desenfreno, es el sendero de la perdición, vedado para aquel que aspira a las cosas de arriba. Las sendas del Señor son rectas; la del impío es ancha y se pierde.

Vivir este tiempo es un reto para el cristiano, en cuanto a ser sal y luz para los demás. El Carnaval, como fiesta mundana, debe ser sacado del paganismo que arrastra en su equipaje el desborde de sexo y placeres profanos, para enfocarlo en el realce cultural de la nación. Al menos, así, tendrá sentido como fiesta que ocupa tiempo y consume recursos y que aún permanece en la dimensión de lo sin sentido.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 13 de febrero de 2009

Panamá en Elecciones ¿Cambio de gobierno o búsqueda del poder?

2009-02-15
La Voz del Pastor
Panamá en Elecciones ¿Cambio de gobierno o búsqueda del poder?

El punto de partida más adecuado para acercarnos a lo que es la política es el hecho de que la sociedad no es homogénea. Su heterogeneidad se manifiesta a muchos niveles: existen diferencias raciales y culturales, hay factores socioeconómicos y diferencias de mentalidad, o ideológicas, que se expresan en formas distintas de entender el mundo o en diferentes sistemas de valores que pueden tener una connotación religiosa o carecer de ella. Estas diferencias son, sin duda, una fuente permanente de disgustos.

Pues bien, la política consiste en el esfuerzo por encaminar la solución de esos conflictos. Más en concreto, lo que se pretende es evitar que los mismos se resuelvan por la fuerza y la violencia: es decir, que en esas luchas sociales, que son inevitables, no terminen imponiéndose siempre la ley del más fuerte. La política no aspira, por consiguiente, a negar el conflicto, sino a encauzarlo, a conducirlo a una salida donde impere alguna forma de racionalidad para que no tenga que imponerse simplemente la fuerza.Según esto, la política puede definirse como el conjunto de actividades encaminadas a la creación, modificación o mantenimiento de un orden global de convivencia mediante el uso o la conquista del poder.

La mera exigencia de este orden global de convivencia revela la preocupación ética por armonizar el bien particular de cada uno.

Por eso, nos rebelamos cuando percibimos que la búsqueda del poder político no actúa por el bien de todos, sino que actúa al servicio de intereses particulares o partidistas.

Insistimos en la adopción de una ética política como exigencia garante de que los partidos y movimientos políticos avancen hacia formas de una convivencia ciudadana y unos intereses políticos, fuente y origen de unas elecciones honestas y eficaces a favor de todo nuestro pueblo.

Desafortunadamente, la presente campaña política nos está dejando un ambiente de sabor amargo con tantas ofensas mutuas entre los diversos candidatos y esparcidas pródigamente por los distintos medios de comunicación. Pensemos que esos aspirantes a los diferentes puestos de la Patria, ridiculizados y degradados por inculpaciones mutuas y aireados cómicamente, y con una solapada ironía de “hazme reír”, serán, a partir de las próximas elecciones, nuestras autoridades nacionales responsables del gobierno, de la convivencia y del bienestar de todos los panameños.

Y me pregunto: ¿ qué respeto nos van a inspirar el nuevo Sr. Presidente, o Presidenta, de la República, y las demás autoridades, ante las ridiculeces, las acusaciones y la sorna de que han sido objeto en las diarias ediciones de los distintos medios de comunicación?

¿No sería más provechoso que nos hablaran y pusieran de relieve las cualidades, profesiones y experiencias de los nuevos candidatos a fin de que nos ayudaran a emitir un voto más cualificado en beneficio de toda la comunidad panameña?

Desafortunadamente, nuestros votos van casi todos dañados por el egoísmo interesado de “vender mi voto” sin percatarnos de los efectos desastrosos que pueden dañar gravemente nuestro futuro nacional.

Entonces no nos quejemos de las futuras autoridades porque la culpa será totalmente nuestra.

Mons. Carlos María Ariz, c.m.f

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Amor y amistad

2009-02-15
A tiro de piedra
Amor y amistad

El amor más grande es dar la vida por sus amigos, como lo hizo y nos enseña Jesús. Amor y amistad, en Él, van unidos. Nosotros, seres mortales, también, tenemos en muy alta estima el amor y la amistad. Pero, ¿amor y amistad tendrán hoy ese significado profundo? No lo hemos, más bien, tergiversado y reducido, en gran medida, a hacerlo sinónimo de apareamiento y relación interesada para escalar socialmente?

Cuando dos seres se aman, se dan el uno al otro, en el matrimonio y en la amistad. Los esposos, en el tiempo, son amigos; los amigos, en la distancia, se hacen mucho más que hermanos. Es un lazo fuerte que resiste muchos embates y, en las pruebas más duras, resiste y perdura. Darse uno a la persona que ama es morir. Morir al interés propio, a la ambición, al deseo, y a lo que quisiéramos para nosotros pero que damos voluntariamente al ser amado. Amar y ser amigo es compartir la comida, dando la parte mejor al otro; es ceder el mejor lugar al que sentimos parte nuestra; es sacrificarse o perder algo a favor del ser querido.

Al llegar otro día del amor y la amistad, tengo mucho que agradecer a Dios, por las personas que amo y por los amigos. Gente tan cercana en los momentos alegres y tristes, en el éxito y el fracaso, en la fortuna y el infortunio. En los momentos decisivos de mi vida, allí han estado. Los amigos fieles, que acuden pronto a la herida sin necesidad de llamarlos. La familia de sangre y afinidad, que acompaña siempre. Con todos y cada uno comparto dos cosas fundamentales: el amor y la fe. Eso es lo que nos une.

Más allá de mi limitado entorno, miro hacia el mundo. Mucho se habla de amor, pero en términos vacuos y engañosos. Las películas, los poemas y la literatura, son un mundo contaminado y degradado. Las obras exquisitas se confunden en un mar de sofismas que las ahoga; que esconde intenciones aviesas en palabras falaces. Para estos sin sentido, el amor se reduce al placer y el apetito sexual. Ya no hay alma ni suspiros; sólo jadeos y sudor. Es como si no existiera el amor más allá de un lecho ocasional. El supuesto amor libre no es más que un vivir sin compromiso, porque así se pueden levantar los bártulos y largarse con otra pareja que, probablemente, gustará, a su tiempo, del abandono. Igual la supuesta amistad, que sólo funciona cuando se está en la buena. Es una actitud utilitarista y de acomodo, que temprano o tarde pasará su factura.

Necesitamos abrir los ojos ante lo mundano. Bastante ya nos ha arrebatado esa corriente, para que nos quite el sentimiento sublime del amor y la amistad. No nos perdamos en el regalito futil y en el beso protocolar, tan común en esta época. El ser amado y el amigo verdadero no esperan nada de eso; aprecian la felicitación que sale del corazón y el abrazo sincero. La persona que ama da y no espera nada a cambio. Igual el amigo. Así es la gente que amo y me ama; así son mis amigos. Esos amigo de siempre, con quienes comparto el mismo sentimiento.

Que este Día del Amor y de la Amistad sea para cada uno de nosotros realmente eso. Sin nada cosmético. Sin la hipocresía del cumplimiento social. Cada quien sabe quienes son sus amigos y quienes le aman. Y si no lo sabe, que caiga en desgracia y lo sabrá al momento. Quien encuentra el amor y un amigo, encuentra el más grande de los tesoros.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Debate electoral

2009-02-15
Editorial
Debate electoral

Un elemento importante en el proceso de elecciones es el debate entre los candidatos, para conocer su pensamiento y actitudes frente al cuestionamiento de sus adversarios. Más que un mero intercambio de frases retóricas, se trata de constatar la capacidad de confrontar ideas con respeto, hidalguía, pleno conocimiento y dominio de los temas que deberá atender, como autoridad, cada uno de los aspirantes a los puestos de elección popular.

Por eso, cuando un candidato decide ausentarse o rechazar una oportunidad de debate, especialmente cuando organismos serios y confiables lo convocan, como es el caso de la Iglesia, es un claro síntoma del que será su comportamiento en el ejercicio del poder. Hablará cuando le favorezca; atenderá a los demás cuando le convenga; y manejará las situaciones incómodas con silencio o indiferencia premeditadamente. Quizá, por la idiosincrasia y pobre madurez electoral de nuestro pueblo, esa actitud reste poco o ningún voto; pero no libra al candidato o candidata de su verdadero yo.

Si queremos madurar en materia de elección democrática de nuestros gobernantes, debemos exigir a los candidatos y partidos un debate permanente sobre los temas nacionales. Debate que, en todo momento, debe darse con apego fiel al respeto que los demás merecen, y a la franqueza y veracidad en su argumento y su discurso.

Esperamos que en el tiempo que aún resta, los candidatos a puestos de elección, particularmente los que aspiran a la Presidencia de la República, se decidan a exponer sus ideas y planes de gobierno, en un debate sano, que sirva para la edificación de la nación y de la sociedad política de la que ellos, sin excepción, forman parte.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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El perdón

2009-02-15
El Ojo del Profeta
El perdón

Desde antiguo el hombre civilizado reconoce el valor del perdón. Es un acto que reconcilia a las partes, tras ser reconocida la culpa u ofensa por una parte, y tras renunciar la otra a cualquier venganza o satisfacción por el daño que se le ha ocasionado. Para que sea completo el perdón, una y otra parte deben asumir el compromiso que le corresponde.

En un acto oficial, se esperaba que el representante del gobierno pidiera perdón en nombre del estado panameño por la desaparición y muerte forzosas de Heliodoro Portugal, tal como lo ha mandado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en una sentencia.

Lamentablemente, no resultó así; por lo que el perdón ni se ha pedido ni se ha otorgado.

Son muchas las heridas que dejó la dictadura militar durante los 21 años que duró; heridas que están abiertas y que, a pesar de los esfuerzos durante los últimos años por saber la verdad y lograr la reconciliación, aún permanecen abiertas. Como estado, Panamá está en deuda con su pueblo, y no sólo con los familiares de los muertos y otras víctimas, por la violación sistemática de los derechos humanos durante la dictadura. Corresponde a las autoridades, el presidente en primer lugar, pedir perdón en nombre del estado. Quizá este momento, por causa del torneo electoral, no sea propicio; pero, una vez cumplido el periodo electoral, el paso debe darse sin dilación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 6 de febrero de 2009

Jóvenes, testigos de la esperanza

2009-02-08
La Voz del Pastor
Jóvenes, testigos de la esperanza

Bajo el lema: ¡«Jóvenes, testigos de la esperanza», hemos sentido y vivido en Chitré, durante estos cuatro días la presencia del Señor! El Espíritu del Señor, que nos ha congregado en el discipulado, nos envía al testimonio y a la misión.

La “esperanza”, es una palabra clave, una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras « fe » y « esperanza » parecen intercambiables.

La oración, la reflexión y las motivaciones para iniciar una vida nueva, que han animado nuestro caminar, nos llaman a “salir con valentía, convertidos, al Encuentro del Señor” desde nuestras realidades, aún desde las más difíciles y hasta crueles. Porque: que “mi fuerza es el Señor”. Estamos llamados a ser testigos consecuentes de la fe. En cada etapa y momento de nuestra vida hemos de responder como cristianos.

El Santo Padre Benedicto XVI, nos enseña así “el discipulado de la esperanza”:
“Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios sí me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, yo siempre puedo hablar con Dios. Cuando ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Dios sí puede ayudarme. Si me veo relegado, Dios siempre está conmigo. El que reza nunca está solo. Dios está con él” (Spes Salvi 32.)

Una vez más, con devoción y afecto, hago referencia a las palabras que el Santo Padre Juan Pablo II dirigió en el año de 2003 a nuestros jóvenes congregados en Chitré. “La Iglesia les llama a ser sal y a ser luz. Les llama a ser testigos y a transformar el mundo presente. Les alienta a perseverar en el camino emprendido y a ser testigos audaces del Evangelio de Jesús, respondiendo con un "sí" convencido y valiente al llamado que Jesús hace a cada uno a seguirlo como apóstoles entre los demás jóvenes”.

Jóvenes, la Iglesia les envía a ser apóstoles entre los jóvenes de Panamá. La Iglesia les envía a Uds. a “ser testigos de la esperanza”. La Iglesia les envía a ser misioneros de los jóvenes de nuestra Patria. La Iglesia les envía a evangelizar a Panamá que es un País Joven con una población mayoritariamente joven. La Iglesia les anima a comprometerse en la construcción de un mundo fiel a Dios y les anima a comprometerse en la edificación de una sociedad solidaria, justa y fraterna, que sea más digna de] hombre y para el hombre.

Jóvenes, “testigos de la esperanza”, que construyamos el Panamá que todos queremos y que todos merecemos. La Iglesia, espera de Ustedes una generosa respuesta a la invitación de ser amigos de Jesús y amigos entre sí de una forma auténtica, leal y desinteresada, siendo "alegres como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, deseosos de oración, de «sentido» y de amistad verdadera" (Novo millenio ineunte”)

María, estrella de la esperanza
“Tu, María, estuviste en la comunidad de los creyentes que en los días después de la Ascensión oraban unánimes en espera del don del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14), que recibieron el día de Pentecostés. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino”. (Spes Salvi 50.)

Queridos jóvenes, gracias por su presencia. Anuncien el Mensaje del Señor con valentía en sus parroquias y en sus comunidades. Como “testigos de la esperanza”, vayan y anuncien la “Buena Nueva” en el nombre del Señor.

Mons. Fernando Torres Durán
Obispo de Chitré

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Jornada mundial del enfermo

2009-02-08
A tiro de piedra
Jornada mundial del enfermo

En coincidencia con la festividad mariana de Nuestra Señora de Lourdes, el 11 de febrero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo, para llamar la atención acerca de la situación que padecen las personas enfermas alrededor del mundo. La condición de millones de seres humanos en el planeta, que padecen alguna enfermedad grave, no siempre es la mejor ni la más digna: hecho lamentable y doloroso.

Un sector de la población que mayormente sufre por la enfermedad es el de las personas ancianas, quienes, aparte del padecimiento de los males físicos, se encuentran con un mundo que reniega de la ancianidad y el sufrimiento. Cientos de miles de ancianos son abandonados en los hospitales y los asilos, mientras que se extiende y se inculca el pensamiento de la eutanasia y la reclusión en sitios donde sólo les queda vivir de sus recuerdos y esperar la muerte.

Todo enfermo merece ser tratado con dignidad, respeto y amor; y cada cristiano y ser humano es responsable por aquellos que sufren y no pueden valerse por sí mismos. Lo que hagamos con cada persona enferma, lo hacemos con Cristo. Visitar y asistir al enfermo es un deber cristiano, pero, también, es un acto de humanidad. El creyente está obligado en esto por su fe; el no creyente, por su solidaridad humana.

Que en esta Jornada Mundial del Enfermo, ya próxima, el Señor nos ayude a reflexionar sobre los sufrimientos de todos aquellos hombres y mujeres que, en su enfermedad, comparten la pasión de Cristo y se constituyen, al cruzarse en nuestro camino, en acontecimiento para ayudarnos a alcanzar nuestra propia salvación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Lobos con piel de oveja

2009-02-08
Editorial
Lobos con piel de oveja

Hace unos días un grupo de personas se apostó frente al edificio del arzobispado, para gritar improperios e injuriar a cuanto sacerdote y fiel católico se le ocurrió. Bajo el argumento de condenar la pedofilia, no hacían más que propagar la mentalidad de una secta extranjera malsana.

Me detuve un rato para observarlos y tratar de darme cuenta de quiénes eran. Observé que tenían como identificación el número 666 que corresponde a la bestia. Cuando sostuve una de sus volantes en mis manos, la fotografía de un supuesto pastor puertorriqueño, de apellido Miranda, me saltó a la vista. Lo reconocí de inmediato: es aquel que dice ser Jesucristo personificado, y me lo confirmó el nombre del grupo al que pertenecían los agitadores: Ministerio Internacional Creciendo en Gracia. No había duda para mí; son seguidores de Miranda.

Los insultos y las injurias que proferían me hizo preguntarme: ¿dónde está la gracia? ¿de qué gracia hablan? ¿cuál crecimiento persiguen? Para mí eran provocadores; los mismos que el año pasado vociferaban al paso de la procesión de Don Bosco. Su objetivo es claro; buscan establecerse en el país, para lo cual aprovechan toda acción pública que los catapulte hacia los medios de comunicación. Esa es su estrategia proselitista, que usan en otros países. Copan los medios y saturan el espacio de la Internet con cuanto enlace tengan oportunidad.

Su líder, Miranda, fue convicto a los 19 años de edad por robo. Fue expulsado de varias congregaciones evangélicas, por errores doctrinales en su predicación. Cuando se abrió camino solo, primero dijo que era un ángel. Tiempo después dijo que era la reencarnación de san Pablo. En el año 2005 dijo que Jesucristo se había fusionado con su persona, lo que le convirtió, según él, en Cristo hombre. En 2007 se autoproclamó el anticristo, y adoptó el símbolo 666. ¿Cómo puede ser tantas cosas o tantas reencarnaciones o una divinidad?

Uno de los pilares de su doctrina, y que de manera entusiasta repetía el hombre que manejaba el megáfono frente al arzobispado, es que el diablo no existe, ni el pecado. Si el diablo no existe, ¿cómo puede su líder ser el anticristo? Si el pecado no existe, ¿cómo pueden decir que los curas y los católicos son pecadores? Con una prédica tal, bien hicieron los pentecostales y otros evangélicos en expulsarlo como pastor de sus congregaciones.

Cuando una mujer que trabaja en el arzobispado se les acercó, para pedirles que dejaran de gritar tanto, le dijeron que ellos tenían derecho a la libertad de expresión. Pero, ¿acaso esa libertad permite que se injurie a otro a las puertas de su propia casa? En mi turno, al pasarles al lado, cuando me ofrecieron la volante que repartían, sólo me limite a decirles: quién de ustedes puede lanzar la primera piedra, si también tienen sus pecados. Por un momento enmudeció el que me entregaba la volante, pero al rato reaccionó contra el celibato, aunque ya no con tanto brío.

Estos provocadores sin duda seguirán con su proselitismo y, a pesar que ahora enfilan sus ataques hacia los católicos, su predicación e ideología es herética y ofensiva para todos los cristianos de distinto rito y denominación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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El daño al inocente

2009-02-08
El Ojo del Profeta
El daño al inocente

El reconocimiento de los derechos humanos es un gran avance para la humanidad, tras siglos de lucha y denuncia en su favor. Lo que proclamaba la enseñanza judeo cristiana desde sus inicios, la cultura política del hombre lo reconoció plenamente después de 20 siglos, con la declaración de las Naciones Unidas.

Sin embargo, en los albores de este siglo XXI, algunas expresiones de reclamo de esos derechos, se olvidan de los derechos ajenos. Tal es el caso de la actual protesta salarial de un grupo de empleados públicos, que conculca el derecho a la salud, y, por ende, a la vida, de decenas de miles de personas que esperan tratamiento y alivio de sus enfermedades.

Ningún reclamo de un derecho puede ser lícito, al menos moralmente, si las acciones para conseguirlo dañan al inocente. Es tiempo de buscar formas novedosas de protestar y reclamar el propio derecho sin conculcar y desconocer el derecho de los demás.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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martes, 3 de febrero de 2009

Es necesario ir de Pablo a Cristo

2009-02-01
La Voz del Pastor
Es necesario ir de Pablo a Cristo

Homilía de Monseñor José Domingo Ulloa en la celebración de la Conversión San Pablo, durante este Año Paulino, en la Parroquia de San Pablo Apóstol de La Locería.

En el año paulino que estamos celebrando, contemplamos de manera particular la figura del Apóstol san Pablo. Este año es una gracia para la Iglesia, pero a condición de que no nos quedemos en san Pablo, en su personalidad o en su doctrina. Es necesario ir de Pablo a Cristo: aprender de san Pablo, aprender la fe, aprender a Cristo.

Hay una experiencia decisiva en la vida de San Pablo, que vale en cierto modo también para nosotros: es su conversión en el camino a Damasco, que celebramos este domingo 25 de enero. Después de un periodo en el que persiguió brutalmente a la Iglesia y a los cristianos, este suceso hizo que su vida sufriera un viraje, un cambio total de perspectiva. A partir de entonces comenzó a considerar "pérdida" y "basura" todo aquello que antes constituía para él el máximo ideal (cf. Flp 3, 7-8)

¿Qué fue lo que sucedió? Tanto los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 4-23) como las referencias que el mismo Pablo hace en sus cartas coinciden en que en el camino hacia Damasco tuvo lugar un encuentro personal con el Resucitado: Jesús resucitado habló a san Pablo, lo llamó al apostolado, hizo de él un verdadero apóstol, testigo de la Resurrección, con el encargo específico de anunciar el Evangelio a los paganos. Al mismo tiempo, san Pablo aprendió que, a pesar de su relación inmediata con el Resucitado, debía entrar en la comunión de la Iglesia, debía hacerse bautizar, debía vivir en sintonía con los demás Apóstoles. Sólo en esta comunión con todos podía ser un verdadero apóstol (cf. 1 Co 15, 11).

Este encuentro personal con Jesucristo cambió todo su ser y toda su vida. Este viraje en su vida no fue fruto de un proceso psicológico, de una maduración intelectual y moral, sino que llegó desde fuera, del encuentro con Jesucristo.

Este encuentro fue muerte y resurrección para él mismo: murió una existencia suya y nació otra nueva con Cristo resucitado. Ese acontecimiento ensanchó su corazón, lo abrió a todos. Al abrirse a Cristo con todo su corazón, se hizo capaz de entablar un diálogo amplio con todos, se hizo capaz de hacerse todo a todos.

Por eso también nosotros sólo seremos auténticos cristianos si nos encontramos realmente con Cristo.

Ciertamente Cristo no se nos mostrará de forma irresistible y luminosa como a san Pablo; pero podemos encontrarnos con Jesucristo en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración, en la vida litúrgica de la Iglesia, y, sobre todo, en la Eucaristía, donde el Señor está verdaderamente presente y nos espera.

Sólo en esta relación personal con Cristo nos convertiremos realmente en cristianos y heraldos del Evangelio. Pues sólo quien experimenta el amor gratuito y misericordioso de Dios en Jesucristo, siente también el encargo, la necesidad, de anunciar Su Evangelio.

Hermanos: No imaginemos la conversión de Pablo como un cambio moral, al modo de aquellos hombres que dicen: "yo antes era alcohólico y mujeriego, pero encontré a Jesús, y ahora soy sobrio y no tengo ojos sino para mi esposa". No fue así ni parecido en el caso de la conversión que hoy celebramos con toda la Iglesia. Pablo no se convirtió de los vicios a una vida sana. He aquí su relato: "aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como ustedes muestran ahora" (Hch 22,3). No son las palabras de un vicioso, sino de un hombre altamente piadoso que vivió con singular ardor su convicción religiosa.

La conversión infundió en Saulo una fe que lo hace ser misionero incansable; enciende en su alma un ardor de caridad que le obliga a transmitir a los demás la verdad que ha encontrado; le da la fuerza para ser, tanto de palabra como de obra, un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de San Pablo? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios... Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que le llevó a considerar todo basura y estiércol comparado con Cristo.

No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que convirtió a San Pablo, para que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.

Mons. José Domingo Ulloa M., osa
Obispo Auxiliar

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Nuestro modelo democrático

2009-02-01
A tiro de piedra
Nuestro modelo democrático

La polarización del torneo electoral es una práctica peligrosa para el sistema democrático, porque impide que las minorías electorales puedan tener representación en los órganos de gobierno. Y digo polarización, porque la cuestión dista mucho de ser bipartidismo.

Cuando en una sociedad democrática las opciones electorales se polarizan, sin que haya visos de revertir la situación en la próxima elección, sobrevienen amenazas para la democracia. De repetirse la polarización, o caer en el bipartidismo, el primer síntoma es el desinterés en el sufragio, cuya primera manifestación será el abstencionismo. Luego sobreviene la apatía hacia los asuntos públicos y la gestión de gobierno, lo que crea una mentalidad del “da lo mismo quien suba al poder”. El tercer elemento, y el más peligroso de todos, es que surja un líder “libre de atavismos partidistas” que prometa cambiar las cosas, pero que al final buscará, por todos los medios, perpetuarse en el poder. Ya lo vimos con Fujimori, y lo vemos con Morales, Chávez y Correa.

Nuestra realidad electoral presenta un escenario polarizado; a tal punto que no existe otra opción posible. En esta vuelta, la llamada “tercera fuerza” está ausente. Si contamos las 7 elecciones generales, desde 1964 a la fecha, vemos que 4 de 3 tienen un denominador común: la marcada polarización. Para gente como yo, que empezamos a votar en los años ochenta, el factor concomitante es: derrotar al PRD. ¿Hasta cuándo?

En la actual coyuntura, fácilmente vemos que existe un partido fuerte, el PRD, y una legión de partidos que tienen que unirse para derrotarlo. En esta oportunidad esa alianza es desproporcionada, en número de partidos de oposición, para enfrentar al grupo oficialista. Es una alianza fuerte en los números, pero endeble en la estructura partidaria y en su fundamento. Fuera de la derrota del adversario, ningún compromiso o lazo fuerte asegura su unidad. Es un edificio construido sobre la arena, que promete mucho y proyecta un colapso inminente.

Urge reformar el sistema electoral, para fraccionar la escogencia de las autoridades. Si seguimos con el actual sistema, en que todo el poder se pone en juego el mismo día y el ganador se lleva todo durante 5 años, el régimen democrático se irá al traste. El deterioro en la participación democrática, a través de los partidos, es visible al comparar las últimas tres elecciones con la venidera. En calidad y cantidad, los candidatos actuales están en desventaja. Es un retroceso en la vida democrática, y lo que viene podrá ser peor o mejor, según la actitud ciudadana que asumamos.

Después de este período electoral, la tarea debe ser la reforma integral del sistema de elección de nuestras autoridades ejecutivas y legislativas. Es imprescindible acabar con ese “todo por el todo” que nos rige, si queremos profundizar en nuestro régimen democrático y hacer más vigorosa nuestra democracia participativa. Seguir votando para derrotar o mantener al PRD en el poder es aberrante. Cuando esta campaña termine, el momento propicio habrá llegado. De nosotros depende cambiar el rumbo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Desposeídos

2009-02-01
Editorial
Desposeídos

La pobreza extrema es uno de los males que la humanidad, a lo largo de su historia moderna, aún debe resolver. Tanto en las zonas rurales como urbanas, la falta de ingresos suficientes y la escasa o nula atención en salud, educación, vivienda y servicios públicos, mantienen a millones de habitantes del mundo en una situación de vida paupérrima.

En nuestro medio, más de un tercio de la población sufre las consecuencias de la pobreza. Personas sin ingreso fijo e insuficiente, monto de pensión o de jubilación por debajo del nivel básico para vivir decorosamente, gente que habita en viviendas inadecuadas o sin ellas, y numerosas personas sin formación e instrucción para desempeñar un oficio o profesión, son los indicadores de una parte del país que sale a flote en las protestas y cierres de vías.

A pesar de los esfuerzos hechos, durante casi 4 lustros, y los recursos destinados para disminuir la pobreza, todavía vemos esos ejemplos de pobreza extrema en el país. A unos meses de empezar un nuevo lustro de gestión gubernamental, el desafío será el de enfocarse más en el desarrollo del recurso humano. Es en esta tarea donde, quizá, está el complemento para que se haga más patente la labor de disminuir notablemente la extrema pobreza.

De poco sirven, a lo largo del tiempo, las viviendas o los bienes materiales entregados a los pobres, si está ausente el factor primordial para conservarlos: la aptitud de la persona misma. Es cuestión de poner la atención y la voluntad, para alcanzar, de ambos lados, la meta de reducir la pobreza extrema en Panamá.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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El respeto al derecho ajeno

2009-02-01
El Ojo del Profeta
El respeto al derecho ajeno

El principio de igualdad entre los seres humanos es el sustento de los derechos y las libertades para cada hombre y mujer del planeta. Su respeto y defensa es inherente a la justicia y la paz, que constituyen el pilar de la sociedad humana. Cuando el trato de igualdad hacia el otro, que los cristianos profesamos en el amor al prójimo como a uno mismo, es violentado, se afecta gravemente la convivencia pacífica y se hiere, en lo más profundo, la esencia de humanidad que tenemos como hijos de Dios y persona humana.

La actual alianza de grupos de oposición debe, al menos, atenuar el ataque y la injuria que, en esa parte de los aspirantes al poder, se ha dado hasta la fecha. Sin embargo, tal unión está lejos de garantizar que el tratamiento entre bandos contrarios, como oficialismo y oposición, pueda darse bajo un clima de respeto e intercambio de ideas libres de todo gesto amenazante o actitud agresiva. Al fin y al cabo, el antagonismo principal en la lucha por el poder, continúa como realidad en la que unos quieren mantenerse en el poder y otros quieren acceder a él.

Quien aspire a la paz, debe practicar el respeto hacia los demás. Allí, en ese campo, nos hacemos iguales los unos con los otros, sin que medie condición social o preferencia partidaria. Que ese respeto sea dado en estricta reciprocidad, para el bien de los candidatos, de sus seguidores, y del resto de la sociedad panameña.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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