viernes, 27 de junio de 2008

Mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes reunidos en Quebec

2008-06-29
La Voz del Pastor
Mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes reunidos en Quebec

Con motivo del Congreso Eucarístico Internacional Benedicto XVI dirigió un mensaje a los jóvenes reunidos en Quebec este fin de semana.

Queridos jóvenes:

Estoy muy contento de saludaros desde Roma y de aseguraros mi oración en estos momentos en los que estáis reunidos con motivo del 49º Congreso Eucarístico Internacional de Quebec. Me alegra constatar vuestra atención por el misterio de la Eucaristía, "don de Dios para la vida del mundo", como lo subraya el tema del Congreso. Os invito a meditar sin cesar en este "gran misterio de la fe", como lo proclamamos en cada misa, después de la consagración.

Ante todo, en la Eucaristía revivimos el sacrificio del Señor en la tarde de su vida, con la que salva a todos los hombres. De esta manera, estamos junto a él y recibimos en abundancia las gracias necesarias para nuestra vida cotidiana y nuestra salvación. La Eucaristía es, por excelencia, el gesto de amor de Dios por nosotros. ¿Qué hay más grande que dar la vida por amor? En esto, Jesús es el modelo del don total de sí mismo, camino por el que nosotros debemos caminar siguiéndole.

La Eucaristía es, también, un modelo de vida cristiana, que debe conformar toda nuestra existencia. Cristo nos convoca para reunirnos, para constituir la Iglesia, su Cuerpo en el mundo. Para acceder a las dos mesas, la de la Palabra y la del Pan, tenemos que acoger antes el perdón de Dios, don que nos vuelve a poner de pie en nuestro camino cotidiano, que restablece en nosotros la imagen divina y que nos muestra hasta qué punto somos amados. Después, como en el caso del fariseo Simón, en el Evangelio de Lucas, Jesús nos dirige sin cesar la palabra a través de la Escritura: "tengo algo que decirte" (7, 40).

En efecto, toda palabra de la Escritura es para nosotros una palabra de vida, que debemos escuchar con suma atención. En particular, el Evangelio constituye el corazón del mensaje cristiano, la revelación total de los misterios divinos. En su Hijo, la Palabra hecha carne, Dios nos lo ha dicho todo. En su Hijo, Dios nos ha revelado su rostro de Padre, un rostro de amor, de esperanza. Nos ha mostrado el camino de la felicidad y de la alegría. Durante la consagración, momento particularmente intenso de la Eucaristía, pues en él recordamos el sacrificio de Cristo, estáis llamados a contemplar al Señor Jesús, como santo Tomás: "Señor mío y Dios mío" (Juan 20, 28).

Después de haber recibido la Palabra de Dios, después de haberos alimentado con su cuerpo, dejaos transformar interiormente y recibir de él vuestra misión. En efecto, os envía al mundo para llevar su paz y ser testigos de su mensaje de amor. No tengáis miedo de anunciar a Cristo a los jóvenes de vuestra edad. Enseñadles que Cristo no es un impedimento para vuestra vida ni para vuestra libertad; por el contrario, mostradles que os da la verdadera vida, que os hace libres para luchar contra el mal y hacer de vuestra vida algo bello.

No olvidéis que la misa dominical es un encuentro de amor con el Señor sin el cual no podemos vivir. Cuando le reconocéis "al partir el pan", como los discípulos de Emaús, os convertís en sus compañeros. Os ayudará a crecer y a dar lo mejor de vosotros mismos. Recordad que en el pan de la Eucaristía Cristo está real, total y substancialmente presente. En el misterio de la Eucaristía, en la misa y durante la adoración silenciosa ante el santísimo Sacramento del altar, podréis encontrarle de una manera privilegiada. Si abrís todo vuestro ser y toda vuestra vida a la mirada de Cristo, no quedaréis oprimidos; por el contrario, descubriréis que sois amados de una manera infinita. Recibiréis el poder que necesitáis para edificar vuestras vidas y tomar las decisiones que se os presentan en la vida diaria. Ante el Señor, en el silencio de vuestros corazones, algunos de vosotros os sentiréis llamados a seguirle de una manera más radical en el sacerdocio o en la vida consagrada. No tengáis miedo de escuchar esta llamada y de responder con alegría. Como dije en la inauguración de mi pontificado, Dios no les quita nada a aquellos que se entregan totalmente a él. Por el contrario, les da todo. Saca lo mejor de cada uno de nosotros, de manera que nuestras vidas puedan florecer verdaderamente.

A vosotros, queridos jóvenes, y a todos los participantes en el Congreso Eucarístico Internacional de Quebec, os imparto afectuosamente mi bendición apostólica.

S.S. Benedicto XVI
Obispo de Roma

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No basta con soñar

2008-06-29
A tiro de piedra
No basta con soñar

La eliminación del equipo nacional de fútbol para clasificarse al mundial de Sudáfrica 2010 es ocasión de lamentaciones y recriminaciones. Algunos, aún, no aceptan la realidad de haber quedado fuera de la competición. La verdad, fuera de aceptarlo o no, es una: estamos eliminados.

¿Qué y por qué pasó? Las respuestas son varias; el resultado, el mismo. Si no tenemos proyecto, ¿cómo pretendemos alcanzar la meta anhelada? La publicidad, la movilización de los fanáticos, la arenga televisiva que logró soliviantar el ánimo de la población, no fueron suficiente. No se gana en la pantalla; se gana en el campo de juego. No se clasifica con los gritos, la cuña sentimental y bonita, ni con el entusiasmo de la barra; se obtiene el pase al mundial de fútbol con goles. Así es el asunto.

En mi opinión, como aficionado al fútbol y jugador de solar, calle y cancha escolar, en mis tiempos mozos, la estrategia fue la que suele emplearse en la situación que existía antes de los goles de El Salvador, pero se falló en la táctica. Tácticamente, la selección debió trasladar el juego hacia el espacio de la cancha que defendían los salvadoreños y que estaba en mejor estado. En vez de eso, se replegó hacia su lado, que estaba lleno de charcos. En ese escenario, la pelota no corría con facilidad y se favorecía al contrario, que buscaba el ataque y las faltas. Aún con nueve jugadores, más el portero, pudo haberlo hecho adelantando las líneas con cuatro en la defensa, tres al medio y los dos delanteros un poco atrás, para apoyar al medio campo, además de jugar por los laterales para ganar tiempo y evitar los saques desde la meta. El error se pagó caro.

Si pensamos en el país, lo mismo nos ocurre en muchos planes y programas. Buena o aceptable estrategia, y táctica equivocada. Dicho en otras palabras: una cosa es la planificación, y otra la ejecución. Uno el evento previsto; otra la conducta de la autoridad o la población.

No basta con soñar, sino hacer el sueño posible. Soñamos con una selección de fútbol clasificada para el mundial, pero poco hicimos para hacerlo posible. Soñamos con un gran país, pero el trabajo y el empeño por lograrlo es inútil. Soñemos, sí; pero hagamos posible que sea realidad.

La federación de fútbol debe fijarse una meta clara. Si es el 2014, que se trabaje desde ya. Que se busque un técnico organizador, para los dos próximos años, para que trabaje con jugadores entre los 14 y los 20 años de edad. Al terminar el mundial del 2010, que contrate un buen técnico para que trabaje los 4 años hacia el 2014, de esos que han quedado libres entre las selecciones mundialistas. Así sí podremos soñar y hacer posible el sueño. Lo mismo vale para los funcionarios y el país. Y, hablando de sueños posibles, librémonos de la pesadilla de los diputados buseros. Ni uno más en la Asamblea. Cero votos para ellos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Sucesión apostólica

2008-06-29
Editorial
Sucesión apostólica

El pontificado que nos viene desde Simón Pedro, cuando Cristo lo eligió para ser la piedra sobre la cual edificaría su iglesia, está personificado hoy en la figura de Benedicto XVI. Tras 265 papas, la sucesión apostólica continúa como signo visible del ministerio petrino confiado por Jesús a San Pedro.

Nuestra Iglesia Católica y Apostólica, mantiene viva la tradición del pontificado, porque entendemos que la misión pastoral de los sucesores de los apóstoles, sólo puede ser posible por la imposición de manos que conecta a los ministros a esa primera imposición que nuestro Señor Jesucristo hizo sobre el discípulo Simón Pedro. Y el Papa y los Obispos, como sucesores, tienen la misión de transmitir y resguardar las enseñanzas que los apóstoles recibieran directamente de Cristo.

Por eso, el cristianismo no puede estar desconectado o desentenderse de esa sucesión apostólica. Ser Pastor de la Iglesia es un cargo que está muy lejos de adquirirse con la propia voluntad o el estudio a la manera de una carrera cualquiera. Es necesario ser elegido y enviado, para que exista una legitimidad apostólica y una sucesión coherente y conectada desde Jesús, a través de Pedro y sus sucesores que, por la imposición de manos, han recibido el ejercicio de su misión como pastores de almas.

Al celebrar el día del Papa, no hacemos más que conmemorar el gesto de Jesús con Pedro, de darle la misión de cuidar de su Iglesia hasta que El vuelva. Profesemos, pues, con confianza: “La Iglesia es una, santa, católica y apostólica”.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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¿Dónde está puesta nuestra confianza?

2008-06-29
El Ojo del Profeta
¿Dónde está puesta nuestra confianza?

La pérdida de la selección nacional de fútbol ante El Salvador ha dejado triste a un número importante de nuestra población. Tristeza que se traduce en desgano, decepción y, en algunos casos, hasta en depresión. Pareciera que, para los afectados, se hubiera acabado el mundo.

Muchas fueron las esperanzas que se pusieron en la selección, a sabiendas que somos un país con una tradición y una práctica modestas del deporte del fútbol. Ayudados por la propaganda y el mercantilismo, la capacidad real del equipo se sobrevaloró y se levantaron falsas expectativas.

Como panameños vivimos nuestra panameñidad con orgullo y con pasión, pero eso no debe obnubilarnos ni creernos más de lo que somos. El deporte, la cultura y cuanto hagamos, forma parte de la vida terrena y es obra humana, así sin más. Por tanto, nuestra confianza en esas cosas debe estar acorde con la imperfección de nuestra humanidad. La verdadera confianza, esa que va más allá de nuestras fuerzas, solo puede estar puesta en una sola persona: Dios. Lo demás está propenso a los avatares de la vida mundana.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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martes, 24 de junio de 2008

El Año Paulino y La Misión

2008-06-22
La Voz del Pastor
El Año Paulino y La Misión

Comentando 1 Co 16, 19, el papa Benedicto XVI recordaba: “Ese tipo de reunión es precisamente la que en griego se llama ekklesìa -en latín "ecclesia", en italiano "chiesa", en español "iglesia"-, que quiere decir convocación, asamblea, reunión (…) en la primera mitad del siglo I, y en el siglo II, las casas de los cristianos se transforman en auténtica "iglesia".

Lo que el Papa Benedicto XVI señala tiene su germen en las opciones misioneras de San Pablo y su puesta en práctica, que han sido claves a lo largo del bimilenio que ahora comenzamos a celebrar. No es extraño que el Documento de Aparecida 156, por ejemplo, en su concepción de discípulos misioneros, de una Iglesia misionera, de comunidades discípulos misioneros, destaque la pertenencia a una comunidad concreta. ¿Cómo ser discípulo misionero sin una vivencia concreta de la fe en una comunidad concreta?

Lo imprescindible de la vida comunitaria en el seguimiento de Jesús es claro en los evangelios y en los demás escritos del Nuevo Testamento. Allí también se destaca una de las opciones que tomó San Pablo y que tuvo repercusiones trascendentales para la vida de la Iglesia y su obra misionera: las comunidades paulinas se reúnen en “casas”. La casa es la forma social y económica elemental no sólo de la antigüedad y del Nuevo Testamento, sino probablemente de toda cultura sedentaria preindustrial.

Hoy hablamos de la familia como “iglesia doméstica”, y tendemos a entenderla como poco o nada más allá de padres e hijos. En los tiempos paulinos la “casa” abarcaba mucho más, hasta las personas que trabajaban en relación con la familia, los invitados, y muchos más; la clave de la sociedad era la “casa”. A veces la conversión implicaba la ruptura con la propia casa, pero para ser admitido en otra cristiana: “Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa (casa es el englobante)... quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas...” (Mc 10,29 ss).

En San Pablo encontramos completa claridad en sus principios teóricos, con enorme carga de renovación, y a un padre de comunidades-casa que enseña evangélicas normas prácticas. El acepta el sistema social, pero para imbuirlo de espíritu cristiano. De esta forma la fe cristiana no se aprecia en un primer plano como un principio de transformación social, pero desarrolla su capacidad de innovación histórica en el seno de las relaciones intracomunitarias y ellas como fermento de transformación hacia el Reino de Dios. Así el cristianismo siguió creciendo en tiempos de persecuciones y luego también, cuando las persecuciones oficialmente cesaron. La labor de San Pablo fue decisiva para la misma existencia de la Iglesia posterior.

Pablo evitó el camino de la secta que se separa del mundo y crea su propio sistema de convivencia, así logró que la misión se entendiera como ir al mundo y no en invitar a que el mundo venga a la secta. Así mismo evitó el camino de la radicalidad para muy pocos, al modo del espiritualismo entusiasta, con lo que logró que no se cayera en entender misionar como limitarse a “los selectos”. El proceso de encarnación que generó San Pablo tuvo abundantísimos frutos durante siglos hasta en las más variadas expresiones de la cultura.

Nuestras reuniones en veredas, en apartamentos, en casas, hasta en diversos grupos esparcidos en el templo parroquial o en sus salones (cuando los hay), tienen un fondo de enorme sabor paulino. Que en nuestro renovado espíritu misionero, San Pablo nos acompañe y nos siga enseñando a vivir como discípulos misioneros de Jesús en comunidades misioneras.

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar

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Mejor sin ellos

2008-06-22
A tiro de piedra
Mejor sin ellos

El paro de transporte convocado por un sector de conductores y algunos supuestos usuarios nos demuestra, una vez más, que el sistema urbano de transporte colectivo de pasajeros está mejor sin ellos. La amenaza, la violencia y la pillería se impusieron, en algunos casos, al deseo de otros conductores que querían hacer su trabajo y transportar a los usuarios.

Todos tenemos el derecho a reclamar y a protestar; pero no a obligar al otro, bajo amenaza y daño físico y material, a acuerpar nuestra postura frente a un hecho o situación. Al parecer, todavía hay entre nosotros individuos que no aceptan ni admiten que otros piensen diferente a ellos, y se creen con el derecho de agredir, intimidar y, en algún casos, a intentar matar o perpetrar este hecho.

Me daba dolor e indignación ver cómo algunos sujetos, ante la acción casi impotente de la policía, bajaban a los pasajeros de los autobuses y coaccionaban, bajo amenaza y obra, a los conductores que prestaban el servicio. ¿Es así como quieren convencernos de sus razones? Si eso pretenden, con muy pocos contarán para sus fines. Y si no cambian de actitud, tal vez hasta los que le dan la razón hoy los abandonen mañana.

Lo que vimos muchos panameños es el reflejo de lo cotidiano: el conductor grosero, el pavo perequero, el sujeto que al volante atropella y arrasa con lo que esté a su paso, y el busero que para donde le da la gana, se sale de ruta cuando le da la gana, e irrespeta las señales de tránsito cuando le da la gana. En otras palabras: el abusador que se cree dueño y señor de la avenida.

Panamá no se merece ni conductores ni propietarios de buses como los que están cometiendo esos actos. Deben ser erradicados del sistema, sin contemplaciones. Que se queden los que toman en serio y respetan su oficio; que los hay y son la mayoría en el país, en especial los del interior y las llamadas rutas internas. El problema, y lo sabemos, está en los diablos rojos de la capital y algunos de la ruta de Colón; en el resto de las rutas ése comportamiento es la excepción y no la regla.

En cuanto al gobierno, fuera de lo que esperamos que haga, debería diseñar un plan de contingencia para cuando los buseros declaran paros como el de estos días. Los ministerios y las entidades deben identificar a los funcionarios que tienen vehículos y saber cuántos pueden transportar a otros compañeros, donde los recogerán y modificar el horario de entrada y salida. También debería utilizar los vehículos oficiales, para transportar al resto de los funcionarios que necesitan transporte, con instrucciones claras de dónde serán recogidos y las horas respectivas. De esa manera, el resto de los transportes privados que pueda el usuario conseguir, se descargaría en parte y sería más fácil para la población transportarse.

Tenemos que enfrentar, con ingenio y firmeza, a los que todavía se creen los amos del país, como ahora ciertos dueños y conductores de autobús. Y no se nos olvide: Ni un busero más para diputado.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Irreverencia y sacrilegio

2008-06-22
Editorial
Irreverencia y sacrilegio

La libertad de expresión y la artística consisten en expresar la opinión y el sentir de toda persona, sin que sea molestada ni limitada en cuanto al ejercicio de ese derecho; pero ello no implica que, si la persona incurre en la violación del derecho ajeno, quede libre de responsabilidad y de acarrear con la consecuencia de sus actos.

Dos ejemplos de esa situación lo tenemos en la publicación de una caricatura y en un programa de chistes, en un diario y una televisora locales, que, por querer causar risa o ridiculizar a tres políticos, ofenden y caen, la una y el otro, en una acción irreverente y sacrílega; y, quizá, sin medir el alcance de sus acciones. Si es así, con ello nos demuestran, también, y, probablemente, sin tener conciencia plena de lo que hacen, el nivel de calidad profesional y el don de gentes que los adorna.

Quien reclama libertad y derechos para sí, debe, quiera o no, defender y respetar la libertad y el derecho ajeno. Recurrir a la injuria y la ofensa contra su prójimo denota, y con tristeza lo vemos, la degradación moral y la pobreza de valores que sufre el victimario o autor de lo que censuramos.

Si algo de nobleza queda en el corazón de quienes han incurrido en la conducta que aquí aludimos, la rectificación y la disculpa no se harán esperar. De proceder así, se engrandecerían ante el público y el resto de la sociedad; en caso contrario, ya quedaría demostrado de qué material está hecha su conciencia. No vamos a explicar nada.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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La violencia atenta contra la razón

2008-06-22
El Ojo del Profeta
La violencia atenta contra la razón

La conducta de algunos quejosos que participaron en la protesta de hace unos pocos días, en rechazo del proyecto "Transmóvil" propuesto por el gobierno para la modernización del transporte colectivo en la capital, devino en violencia y en actos poco edificantes.

Un autobús incendiado, llantas pinchadas, golpes, ultrajes a los pasajeros, amenazas y atentados contra la integridad física de las personas, daños materiales y perjuicios incalculables es el triste fruto de tan insensata e indolente acción.

Quien tiene la razón no necesita recurrir a la violencia para reclamar un derecho; pero quien no la tiene y, además, recurre a la violencia como medio, deberá, más temprano que tarde, recurrir a la mentira como regla. Cuídense, pues, aquellos que ahora, por la pasión y la emoción han escogido el camino de la violencia, no vaya a ser que luego tengan que tomar el de la mentira; y mentira y violencia son pasaje seguro a la perdición.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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“No todo el que me dice “Señor, Señor…”

2008-06-15
La Voz del Pastor
“No todo el que me dice “Señor, Señor…”

El evangelista Mateo nos presenta a Jesús como el nuevo Moisés, legislador y conductor del Pueblo de Dios. Su evangelio está estructurado en cinco grandes discursos que recuerdan la disposición del Pentateuco.

Otro detalle significativo de su evangelio son las citas de reflexión, que quieren mostrar que el misterio de Cristo está latente en el Antiguo Testamento (A.T.), y se hace patente en el Nuevo: Jesucristo es el Mesías anunciado y esperado en el A.T. Todo ello obedece a que los destinatarios de su anuncio son cristianos procedentes del judaísmo.

Así como Moisés, legislador y liberador de Israel, recibió las tablas de la ley en el monte Sinaí, Jesús, en el monte de las bienaventuranzas, promulga la nueva ley, la del Reino de los cielos y su justicia, ley interior, ley del Espíritu. La artificialidad del dato salta a la vista en el hecho de que Lucas ubica en una llanura su versión de las bienaventuranzas.

El primer discurso de Jesús, nuevo Moisés, se conoce como Sermón del Monte. Está dirigido a sus discípulos, es decir a los que lo aceptan como maestro.

El título de rabí o maestro estaba reservado para los que eran capaces de instruir al pueblo acerca de la ley. Y ésta era tenida por norma de conducta y fuente de vida. Así lo transparenta el Deuteronomio cuando coloca al discípulo ante dos caminos para que elija la bendición y la vida o la maldición y la muerte (cf Dt 11:26-28; 30:15-20).

Se entiende que nadie en su sano juicio va a elegir conscientemente la maldición y la muerte. Pero es que el pecado se presenta siempre con rostro atractivo, pero seductor, es decir, engañador. La parábola de la caída de los primeros padres muestra la transgresión propuesta como un fruto grato a los ojos y sabroso al paladar, que, sobre todo cautiva la razón, porque promete hacernos semejantes a Dios. He ahí la seducción.

Para vencerla es necesario contar con una luz que haga patente el engaño del seductor. Éste es el papel de la ley, como instrucción o revelación de Dios, que muestra cómo conducirse como miembro fiel de su pueblo. En definitiva, una norma de conducta que se convierte en fuente de vida. Por eso el Deuteronomio insiste en la importancia de conocer, recordar y observar la ley, valiéndose de todos los recursos: filacterias en brazos y frente, su fijación en las jambas de las puertas, su evocación en el descanso o el movimiento y su transmisión a la prole. Jesús, tentado por el adversario para que se desvíe del camino de la vida, lo rechaza enérgicamente apoyándose en la ley.

Pero para que la ley se convierta en fuente de vida es necesario cumplirla íntegramente, como observa, con razón, san Pablo. No basta con conocer sus preceptos. Hace falta fuerza para cumplirlos. Aquí se ubica la novedad que aporta el nuevo Moisés, que no ha venido a abolir la ley, sino a perfeccionarla con el don del Espíritu, Maestro interior, Defensor en la misión y Señor y Dador de vida (cf Mt 5: 17-19).

El don del Espíritu, anunciado por Jeremías (31:31-34) y Ezequiel (36:24-28), entre otros, es el que garantiza, en definitiva la posibilidad de conducirnos como miembros del Pueblo de Dios, sus hijos y hermanos de Jesucristo. El sermón del Monte desafía a los discípulos a cultivar una relación con Dios que supere la de escribas y fariseos y, en consecuencia, los haga aptos para “entrar en el Reino de los cielos” (cf Mt 5:20). Esto exige superar la ley mosaica, que promete vida, a partir de la observancia de una norma externa, con la nueva ley del Espíritu, Amor fiel que nos hace hijos de Dios, capaces de producir “el fruto del Espíritu: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia” (Gal 5:22).

Al final del Sermón del Monte reaparece el tema de los dos caminos en la parábola del constructor prudente y del insensato. No basta con invocar al Señor y recordar las obras extraordinarias que hayamos podido realizar en su nombre. Lo que importa es que por la fe y la obediencia a la nueva ley, la del Espíritu, transmitida por Jesús, “entremos en el Reino de los cielos”, participemos aquí y ahora de la vida del mismo Dios, a quien reconocemos como Padre y Soberano, Dios con nosotros, por medio de Jesús, el Emmanuel.

Mons. Oscar Mario Brown J.
Obispo de la Diócesis de Santiago

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Cultura de barrio

2008-06-15
A tiro de piedra
Cultura de barrio

Con la práctica del nuevo urbanismo recuperamos al concepto de barrio, en donde los espacios de vivienda, negocios, esparcimiento y lugares públicos abiertos facilitan la integración de la comunidad y la realización de sus actividades. Una ciudad con barrios, es una ciudad mejor planificada y con más probabilidades de ofrecer mejor calidad de vida a sus habitantes.

El barrio es más humano que un asentamiento disperso o distribuido en viviendas individuales, en los que se está muy lejos del vecino o en un estado de privacidad que no es tal. El barrio integra; la barriada o urbanización, como también la conocemos, individualiza y desafecta.

La vivienda del barrio es adosada, con áreas comunes y características de iluminación y ventilación apropiadas. En una urbanización también esto puede lograrse, al menos desde el punto de vista arquitectónico, pero no es la norma entre nosotros. Las nuevas barriadas, comparadas con otras más antiguas como Betania o San Francisco, muestran diferencias notables y elementos urbanísticos que las ponen en desventajas con respecto a las más viejas.

Un barrio, además, crea una cultura que pasa de una generación a otra. Los muchachos mayores le enseñan a los chicos costumbres que, a su vez, heredaron de sus padres y abuelos. Una marca en la calle, la acera o la pared que servía de referencia para el juego de fútbol, béisbol, frontenis, o cualquier otro, pasan de uno a otro grupo de pobladores. Igual ocurre con las historias que se van tejiendo, al punto que quienes no las vivieron las conocen por referencia describiendo hechos, situaciones y sitios con la misma precisión que sus protagonistas.

Vivir en un barrio es una experiencia rica en historia, costumbres y amistades. Grandes y chicos se conocen con mayor facilidad y los establecimientos que hacen parte de la vida cotidiana están allí, al alcance de la mano. La panadería, la peluquería o el salón de belleza, la abarrotería, el artesano, la lavandería y la tienda de videos son parte del entorno. Hay más calor humano que en un centro comercial distante y sin arraigo. El barrio es más solidario y acogedor que la barriada.

Tenemos en el nuevo urbanismo la ilusión de recuperar la cultura barrial. Tenemos la oportunidad de darle a la ciudad un sentido más auténtico de lo citadino. Tenemos la esperanza de darnos un mejor ambiente y un mejor nivel de calidad de vida. El nuevo urbanismo nos reta a asumirlo libremente, antes que se nos imponga como necesidad. Depende de nosotros cómo y cuándo lo adoptaremos para nuestras ciudades.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Ser padre

2008-06-15
Editorial
Ser padre

La paternidad en nuestro país se caracteriza por la ausencia del padre en la mayoría de los hogares, lo que convierte en afortunados a quienes cuentan con la figura paterna en su vida familiar, y en desheredados de su amor y protección a los que carecen de ella.

Un hogar sin padre es un hogar disfuncional, como lo llaman ahora, y un espacio familiar en el que los niños y niñas pierden la oportunidad de crecer y desarrollarse bajo el amparo y la formación del cuidado paterno y materno, porque ambas figuras son irreemplazables en su función y su misión dentro del núcleo familiar.

Para nosotros los cristianos es vital formar una familia a la manera de Dios, para vivir a plenitud nuestra humanidad. Ser padre, en este sentido, significa amar a la esposa y a los hijos como Cristo ama a su Iglesia y como el Padre nos ha amado, al darnos a su Hijo Único nacido en el seno de la familia de Nazaret conformada con José y María que recibieron con amor a Jesús Emmanuel.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Atención durante desastres

2008-06-15
El Ojo del Profeta
Atención durante desastres

La atención a la población tras los efectos de un desastre natural es fundamental para los afectados. Mientras más rápida y eficaz sea la ayuda, mayor índice de mitigación se alcanzará. Es importante, pues, contar con el personal capacitado y el equipo adecuado para lograr la eficacia y la eficiencia en estos casos.

Pero esas condiciones se darán, siempre y cuando la organización de los cuerpos de asistencia sea óptima. Estaciones de monitoreo del comportamiento del clima y movimientos telúricos, redes de comunicación inalámbrica y satelital, equipamiento adecuado de las cuadrillas de rescate, planes de prevención y recursos logísticos de diverso orden son necesarios y dependen de la planificación apropiada.

Nuestro país es vulnerable frente a algunos eventos, pero la preparación y los recursos materiales de los organismos de asistencia y rescate son limitadas. Los voluntarios del Cuerpo de Bomberos, Cruz Roja y Sinaproc, entre otros, cumplen heroicas jornadas y corren grandes riesgos para ayudar a las víctimas de los desastres. Esperamos que, con el mismo afán, su altruismo y su esfuerzo le sean correspondidos por parte de quienes deben proveerles de los recursos que requieren para su buena labor.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 6 de junio de 2008

Dejemos a los niños un futuro de esperanza

2008-06-08
La Voz del Pastor
Dejemos a los niños un futuro de esperanza

"El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre" enseña el catecismo de la Iglesia Católica. Y añade el papa León XIII: Un bien útil, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana.

El trabajo es necesario para formar y mantener una familia, adquirir el derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la familia humana. La consideración de las implicaciones morales que la cuestión del trabajo comporta en la vida social, lleva a la Iglesia a indicar la desocupación como una verdadera calamidad social.

El trabajo es un bien que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La "plena ocupación" es, por lo tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común.

El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social, por ello se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral. El reconocimiento y la tutela de los derechos de las mujeres dependen de la organización del trabajo que debe tener en cuenta la dignidad y la vocación de la mujer "Cuya promoción, enseña León XIII, exige que el trabajo se estructure de manera que no debe pagar su promoción con el abandono y perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un papel insustituible".

Y también los niños deben tener su trabajo específico como todo ser humano; pero con todos los acondicionamientos que exige su tierna edad. Así por ejemplo, los mandatos de los papás, los recados de las personas mayores, las pequeñas faenas de la casa como el cuidado del jardín, la limpieza de algunas áreas domésticas, el cuidado de los animalitos domésticos, etc. Pero el trabajo específico de los niños está primordialmente en la escuela: desde los primeros escarceos en el kinder, pasando por la primaria, hasta las últimas facetas de la secundaria. Así, mientras el papá y la mamá se afanan en el trabajo, o tal vez en el trajín del hogar, los niños desarrollan sus deberes, su trabajo, en la escuela. Es necesario que todo ser humano, desde su más tierna edad, vaya tomando conciencia de su deber fundamental: "trabajarás la tierra con el sudor de tu frente". Y desde la más tierna edad hay que sensibilizar, en el corazón de los niños, sus deberes y sus derechos.

Desafortunadamente, el trabajo infantil y de menores en sus formas intolerables, constituye un tipo de violencia menos visible, pero no por ello menos intolerable. Una violencia que, más allá de todas las implicaciones políticas, económicas y jurídicas, sigue siendo esencialmente un problema moral. Ya el Papa León XIII advertía en famosa encíclica Rerum Novarum: "En cuanto a los niños se ha de evitar cuidadosamente y sobre todo, que entren en talleres antes de que la edad haya dado el suficiente desarrollo a su cuerpo a su inteligencia y a su alma. Puesto que la actividad precoz agota, como a las hierbas tiernas, las fuerzas que brotan de la infancia, con lo que la constitución de la niñez vendría a destruirse por completo".

La plaga del trabajo infantil, a más de cien años de distancia, todavía no ha sido eliminada.

Su Santidad Juan Pablo II, de feliz memoria, en su mensaje de paz del primero de enero de 1996, refiriéndose a los niños, decía: "he querido poner claramente de relieve las condiciones con frecuencia dramáticas en que viven muchos niños de hoy. Lo considero un deber: ellos serán los adultos del Tercer Milenio. Sin embargo no pretendo ceder al pesimismo, ni ignorar los elementos que invitan a la esperanza. Es sobre todo en casa donde, antes incluso de cualquier palabra, los pequeños deben experimentar, en el amor que los rodea, el amor de Dios por ellos, y aprender que El quiere paz y comprensión recíproca entre todos los seres humanos llamados a formar una única y gran familia".

Y concluía el Papa: ¡Unámonos todos para acabar con cualquier forma de violencia! ¡Creemos las condiciones para que los pequeños puedan recibir como herencia de nuestra generación un mundo más unido y solidario!

Mons. Carlos María Ariz, cmf.
Obispo Emérito de la Diócesis de Colón - Kuna Yala

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¿Negligencia o intención?

2008-06-08
A tiro de piedra
¿Negligencia o intención?

El domingo anterior hice mención de una multa de tránsito que me impuso un sargento de la policía de apellido Sierra, quien junto a otros dos agentes, una de ellos mujer, se dedicaban a cazar conductores a una distancia de más de 200 metros del puente elevado frente a la entrada de Burunga, en dirección hacia la ciudad de Panamá. Decía, también, que tenía mis sospechas acerca de la operación que realizaban, y que yo consideraba que no había cometido la infracción. Volví, vi y comprobé mi sospecha.

Vuelvo sobre el tema, porque quiero que sea como una denuncia pública. Recorrí cuidadosamente el área, para comprobar si en realidad había yo cometido la infracción de ir a exceso de velocidad en una zona de 80 kilómetros por hora, a los 95 k.p.h. que, según el sargento Sierra, marcó su radar cuando pasaba con mi vehículo. El resultado fue negativo. El sargento Sierra, y el resto de los agentes que le acompañaban la tarde del domingo 25 de mayo, no tenían razón en su afirmación.

En el trayecto, al salir de la autopista Arraiján – La Chorrera, hay una señal que pide conducir a 80 k.p.h. Más adelante, al pasar los entronques, hay un letrero amarillo en forma de rombo, mucho más grande que la señal de 80 kilómetros, que dice: Reasuma la velocidad. Desde allí hasta el punto en que se instaló el sargento Sierra, con los agentes que lo acompañaban en el autopatrulla 80076, NO HAY MAS SEÑALES.

Ya comprobado lo anterior, las preguntas que me hago son: ¿Hubo negligencia en la actuación de los agentes? ¿Hubo mala intención? En el primer caso, el asunto merece una reprimenda y una sanción disciplinaria; en el segundo, deben confesar cuál era su intención y, posiblemente, la baja deshonrosa por falta de honestidad y por corrupción al ejercer su cargo.

La policía es una institución que debe inspirar confianza y actuar de manera honesta y transparente, porque en ella los ciudadanos ponemos nuestra fiabilidad para que nos cuide y proteja en su deber de brindarnos la seguridad pública. Cuando un policía dice que ve un letrero blanco y con letras negras de 3 pies cuadrados, pero no ve uno de fondo amarillo y letras negras con una dimensión de casi 16 pies cuadrados, la cosa está mal. Si vio el más pequeño y menos notorio, ¿porqué no vio el más grande y llamativo?

Ese asunto me olió mal desde el principio; por eso fui a comprobarlo. Me impusieron una multa, a mí y a otros más, no sé si fue por negligencia o por corrupción. Quedará, también, registrada en mi historial de conductor y me descontarán puntos por la falsa infracción. ¿Quién me resarcirá ese daño? Si alguna autoridad lee esto, y espero que así sea, que haga justicia y saque de circulación a esos agentes que, al momento, no sé si son incompetentes o una cuadrilla de bellacos propensos a practicar la corrupción policial que tanto daño le hace a la institución y a los ciudadanos que somos víctimas de tan inmoral proceder.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Política costosa

2008-06-08
Editorial
Política costosa

El llamado a los políticos hecho por el Señor Arzobispo, en su homilía durante la recién celebrada Cita Eucarística, para que gasten menos dinero en sus campañas electorales merece la reflexión y la acción no sólo de los candidatos, sino de los propios electores.

La tempranera campaña, y el natural sentido de competencia y rivalidad política, empujan a los partidos y candidatos a incrementar su propaganda en pos del apoyo de quienes pueden darle el voto en las primarias de sus partidos y en las elecciones generales del mes de mayo de 2009.

Resulta poco coherente que se hable de pobreza y su solución, por parte de algún candidato, cuando éste participa, directa o indirectamente, del despilfarro de dinero que se percibe en costosa parafernalia propagandística y publicitaria. Triste ejemplo da quien gasta más de lo necesario en promover su candidatura, cuando quienes tienen que elegirlo apenas si alcanzan a cubrir las necesidades básicas y carecen de otras cosas que le ayudarían a vivir en mejor condición.

Ojalá el llamado del Arzobispo sea atendido con presteza, e incorporado en el pacto ético que, se supone, los candidatos quieren apoyar y signar. De esa manera tendremos un punto de referencia para el límite de los gastos de campaña electoral, que desde hace tiempo resulta muy cuestionado por lo chocante y lesivo para la salud moral de la patria.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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¿Estamos preparados?

2008-06-08
El Ojo del Profeta
¿Estamos preparados?

El trágico accidente del helicóptero del Servicio Aéreo Nacional, ocurrido hace unos días, puso a prueba la capacidad de nuestras autoridades y de los medios de comunicación social del país, frente a una situación de esa magnitud.

Fue evidente la falta de equipo adecuado para el personal de rescate y del cuerpo de bomberos, que trabajó arduamente durante varias horas, con exiguos recursos. Tenemos una doble deuda con ellos: de gratitud, por su labor heroica; y de compromiso moral y social para dotarlos con el material y el equipo adecuado que les permita desarrollar eficazmente sus tareas como rescatistas y bomberos.

La mala nota, tristemente, se la llevan algunos reporteros, especialmente de la televisión, que por perseguir la primicia y prevalecer sobre su competidor, dieron un espectáculo lamentable que bien merece una evaluación seria del trabajo informativo que se realiza en casos como la tragedia acaecida.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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El Sagrado Corazón de Jesús

2008-06-01
La Voz del Pastor
El Sagrado Corazón de Jesús

La devoción al Sagrado Corazón expresa el latido vital del Espíritu Santo como alma de la Iglesia. Al tener presente que Jesucristo tiene corazón sitúa de hecho la humanidad del Señor como un contexto necesario y determinante.

En el Corazón de Jesús se resume la personalidad entera del Señor: no sólo los sentimientos, sino toda una riqueza que abarca mucho más. Esta devoción nos ayuda a percibir la humanidad de Jesucristo, nos habla de una humanidad vigoroso y unitaria.

Los sentimientos que forman parte de nuestra humanidad muchas veces son manipulados por la sociedad de consumo; así por ejemplo, para un trabajo publicitario se toma en cuenta estudios sobre los sentimientos. Incluso en este tiempo de política se toma en cuenta los sentimientos para vender a un candidato.

No cabe duda de que también los sentimientos suscitado por la experiencia religiosa pueden convertirse en atractivo alimento de sensibilidad, y por tanto, reducible a deseables reiteraciones o a convenientes fórmulas de escapismos. Tal es así que es fácil vivir de experiencias religiosas sin compromisos personales ni sociales. Por lo tanto es necesario formar al ser humano sobre el valor de los sentimientos para evitar su manipulación.

No es de extrañar que en algunas corrientes de la espiritualidad cristiana, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús haya derivado a veces hacia el fenómeno de la emoción religiosa. El Sagrado Corazón de Jesús se representa con una llama que arde en su cúspide y una corona de espinas que lo ciñe. No podía quizás expresarse con simbolismo más claro que el amor de Jesucristo por nosotros reviste la dimensión de un sacrificio sangrante y doloroso.

El amor, en efecto, a mucha distancia de las ternuras cerradas en sí mismo, se sustenta en el sacrificio por el que es posible salir de sí mismo y entregarse. Amar implica, antes que nada, el compromiso de entregarse a fondo por el bien del otro, de la persona amada. Esa es la estructura básica también del amor cristiano.

Entonces hay que volver a Jesucristo, hombre verdadero y perfecto, como a la fuente para la comprensión del hombre. El Corazón de Jesús da la medida del corazón humano auténtico. El Corazón de Jesús ama con generosidad torrencial, comprensión inagotable, abnegación plena. Lo que hay en el Corazón de Jesús, como fundamento de su amor, es mansedumbre y humildad, como manifestación de su capacidad de entrega.

De hecho, de esta festividad del Sagrado Corazón de Jesús, deberíamos aprender la necesidad de practicar la virtud de la mansedumbre, ya que es una virtud desconocida. Muchas veces es tomada como equivalente a falta de personalidad, pequeñez y timidez de ánimo. La mansedumbre implica una serena madurez de ánimo, no es debilidad sino entereza. Comprende y tolera ampliamente las actitudes, dichos y hechos de los demás. No se amarga por eso, no cierra el corazón a nadie. Que esta festividad nos ayude a crecer en la fidelidad, la humildad y la mansedumbre.

Mons. Audilio Aguilar Aguilar
Obispo de la Diócesis de Colón - Kuna Yala


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Picardía

2008-06-01
A tiro de piedra
Picardía

La policía como institución es para mí uno de los pilares de la sociedad humana, porque es el conjunto de normas que la rige para garantizar el orden público. Por extensión, también se aplica el término al cuerpo uniformado que vela por el cumplimiento de las reglas de sana convivencia social. Pero, cuando los agentes de policía actúan de manera censurable, entonces pienso que tenemos el deber ciudadano de llamar la atención sobre el hecho.

Tal es el caso de un grupo de agentes comandados por el sargento Sierra, que, a bordo del autopatrulla 80076, se dedicó a “cazar” conductores en la autopista de Arraiján, de camino hacia Ciudad de Panamá por la ruta del Centenario. Según el sargento y sus comandados, esa es zona de 80 k.p.h. y todo el que excedía esa velocidad, cometía una infracción y merecía una multa. Todo habría estado bien, si no me hubiera percatado de lo selectivo que eran, y de la pesca en río revuelto que parecía la operación.

Cuando me detuvieron por, según ellos, ir a exceso de velocidad, mi primera reacción fue de asombro. No acostumbro a conducir a más de 100 kilómetros por hora en autopista y, desde hace algún tiempo, por economizar combustible, lo hago entre 70 y 90 kilómetros por hora. Al pedirme la licencia y decirme que iba a velocidad excesiva, mi respuesta fue firme y decidida: “con seguridad vengo a menos de 100”. Usted venía a 95 k.p.h. y esta es área poblada. De inmediato pregunté: y el camión que venía a mi lado, ¿a qué velocidad venía? El iba a menos que usted, dijo la mujer policía que ayudaba al sargento. Guardé prudente silencio, porque el asunto ya me olía mal.

Después de pasearse mi licencia de uno a otra y preguntarme dónde trabajaba, me hicieron esperar. Mientras lo hacía, el sargento, muy ufano, me mostraba la pantalla del radar, y ordenaba detener a más conductores: este viene a 84 y ese otro a 83. Le pregunté: ¿Acaso no hay un límite de tolerancia? Guardó silencio. Hice otra pregunta: ¿por qué no se colocan más abajo para hacer esto? Su respuesta me aclaró sus intenciones, y me limité a esperar hasta que me entregaron la multa.

Reanudé mi marcha pensando en qué otros lugares de la autopista sería más útil el esfuerzo del sargento y sus compañeros. Frente a ellos, a pesar de la cerca perimetral, la gente camina a la orilla de la vía. Hay un letrero que pide a los conductores una velocidad menor que el paño contrario, pero al parecer el sitio no es importante, a pesar que frente a sus ojos los autos corren a más del doble de la velocidad marcada en la señal. Igual el entronque del Centenario y la autopista hacia La Chorrera, o el cruce de Vacamonte, o los pasos improvisados de donde salen los carros temerariamente a la vía rápida. Allí, ni hay policías ni Sierra que se interese: 80076 ¡Lotería!

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Cita Eucarística

2008-06-01
Editorial
Cita Eucarística

Hace 37 años la Iglesia panameña celebró por primera vez la Cita Eucarística, coincidiendo con la solemnidad de Corpus Christi, como un espacio para rescatar el sentido sacramental y litúrgico de este memorial; pero, sobre todo, para que los feligreses pudieran hacer manifestación pública de su fe como Cuerpo Místico de Cristo.

En la actualidad, la Cita Eucarística se ha extendido al resto de las diócesis, y en esta ocasión, en la Arquidiócesis de Panamá, se celebra el domingo siguiente a la solemnidad, como colofón de la conmemoración del Corpus Christi que ha tenido lugar en todas las comunidades parroquiales.

La Iglesia Sacramento, junto a su Pastor, se congrega en la acción de gracias más grande: la Eucaristía. De esta manera da testimonio público de su fe en Cristo, y de que está resucitado y reina. La Cita Eucarística es un acto que alcanza más allá de la liturgia; es el pueblo de Dios que vive y actúa, movido por el Espíritu, como sal y fermento en esta porción de humanidad que está representada en la patria panameña.

Dios Padre nos guíe siempre en este caminar hacia la fe y la santidad, para que podamos dar buenos frutos como tierra fecunda que acoge la semilla de su Palabra. Que suscite entre nosotros las vocaciones necesarias para el sacerdocio, la vida religiosa y la consagración a una vida de servicio en el Señor, como cristianos fieles y como la luz que estamos llamados a ser para iluminar las tinieblas del mundo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Abastecimiento de Agua

2008-06-01
El Ojo del Profeta
Abastecimiento de Agua

La calidad de vida de la población mundial tiene como uno de sus elementos de medición el abastecimiento de agua potable. Poder proveerse del líquido, tan necesario en lo biológico como en lo social, es un asunto que tiene prioridad en la obligación que tiene cada estado del mundo con sus habitantes.

El recurso agua es cada vez más escaso, desde el punto de vista del consumo humano. La desforestación y la contaminación ambiental han dado al traste con muchas fuentes de agua, que otrora abastecían a las poblaciones del planeta. Ahora, los puntos de abastecimiento quedan más lejanos, y la calidad del líquido está comprometida por los contaminantes que presenta y la limitación para su tratamiento adecuado y posterior distribución.

Nuestro país aún cuenta con abundantes reservas de agua, aunque su calidad y acceso no estén cuantitativamente a la par. El precioso recurso hídrico debe ser conservado y usado racionalmente, para evitarnos situaciones futuras de escasez; experiencia que ya viven algunas comunidades del istmo. Proteger la vida también incluye a la naturaleza, por ser la creación de Dios que le ha sido confiada al hombre para cuidarla y sacar de ella su sustento y hacerla su morada terrena.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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