viernes, 6 de junio de 2008

El Sagrado Corazón de Jesús

2008-06-01
La Voz del Pastor
El Sagrado Corazón de Jesús

La devoción al Sagrado Corazón expresa el latido vital del Espíritu Santo como alma de la Iglesia. Al tener presente que Jesucristo tiene corazón sitúa de hecho la humanidad del Señor como un contexto necesario y determinante.

En el Corazón de Jesús se resume la personalidad entera del Señor: no sólo los sentimientos, sino toda una riqueza que abarca mucho más. Esta devoción nos ayuda a percibir la humanidad de Jesucristo, nos habla de una humanidad vigoroso y unitaria.

Los sentimientos que forman parte de nuestra humanidad muchas veces son manipulados por la sociedad de consumo; así por ejemplo, para un trabajo publicitario se toma en cuenta estudios sobre los sentimientos. Incluso en este tiempo de política se toma en cuenta los sentimientos para vender a un candidato.

No cabe duda de que también los sentimientos suscitado por la experiencia religiosa pueden convertirse en atractivo alimento de sensibilidad, y por tanto, reducible a deseables reiteraciones o a convenientes fórmulas de escapismos. Tal es así que es fácil vivir de experiencias religiosas sin compromisos personales ni sociales. Por lo tanto es necesario formar al ser humano sobre el valor de los sentimientos para evitar su manipulación.

No es de extrañar que en algunas corrientes de la espiritualidad cristiana, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús haya derivado a veces hacia el fenómeno de la emoción religiosa. El Sagrado Corazón de Jesús se representa con una llama que arde en su cúspide y una corona de espinas que lo ciñe. No podía quizás expresarse con simbolismo más claro que el amor de Jesucristo por nosotros reviste la dimensión de un sacrificio sangrante y doloroso.

El amor, en efecto, a mucha distancia de las ternuras cerradas en sí mismo, se sustenta en el sacrificio por el que es posible salir de sí mismo y entregarse. Amar implica, antes que nada, el compromiso de entregarse a fondo por el bien del otro, de la persona amada. Esa es la estructura básica también del amor cristiano.

Entonces hay que volver a Jesucristo, hombre verdadero y perfecto, como a la fuente para la comprensión del hombre. El Corazón de Jesús da la medida del corazón humano auténtico. El Corazón de Jesús ama con generosidad torrencial, comprensión inagotable, abnegación plena. Lo que hay en el Corazón de Jesús, como fundamento de su amor, es mansedumbre y humildad, como manifestación de su capacidad de entrega.

De hecho, de esta festividad del Sagrado Corazón de Jesús, deberíamos aprender la necesidad de practicar la virtud de la mansedumbre, ya que es una virtud desconocida. Muchas veces es tomada como equivalente a falta de personalidad, pequeñez y timidez de ánimo. La mansedumbre implica una serena madurez de ánimo, no es debilidad sino entereza. Comprende y tolera ampliamente las actitudes, dichos y hechos de los demás. No se amarga por eso, no cierra el corazón a nadie. Que esta festividad nos ayude a crecer en la fidelidad, la humildad y la mansedumbre.

Mons. Audilio Aguilar Aguilar
Obispo de la Diócesis de Colón - Kuna Yala


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