2008-06-15
A tiro de piedra
Cultura de barrio
Con la práctica del nuevo urbanismo recuperamos al concepto de barrio, en donde los espacios de vivienda, negocios, esparcimiento y lugares públicos abiertos facilitan la integración de la comunidad y la realización de sus actividades. Una ciudad con barrios, es una ciudad mejor planificada y con más probabilidades de ofrecer mejor calidad de vida a sus habitantes.
El barrio es más humano que un asentamiento disperso o distribuido en viviendas individuales, en los que se está muy lejos del vecino o en un estado de privacidad que no es tal. El barrio integra; la barriada o urbanización, como también la conocemos, individualiza y desafecta.
La vivienda del barrio es adosada, con áreas comunes y características de iluminación y ventilación apropiadas. En una urbanización también esto puede lograrse, al menos desde el punto de vista arquitectónico, pero no es la norma entre nosotros. Las nuevas barriadas, comparadas con otras más antiguas como Betania o San Francisco, muestran diferencias notables y elementos urbanísticos que las ponen en desventajas con respecto a las más viejas.
Un barrio, además, crea una cultura que pasa de una generación a otra. Los muchachos mayores le enseñan a los chicos costumbres que, a su vez, heredaron de sus padres y abuelos. Una marca en la calle, la acera o la pared que servía de referencia para el juego de fútbol, béisbol, frontenis, o cualquier otro, pasan de uno a otro grupo de pobladores. Igual ocurre con las historias que se van tejiendo, al punto que quienes no las vivieron las conocen por referencia describiendo hechos, situaciones y sitios con la misma precisión que sus protagonistas.
Vivir en un barrio es una experiencia rica en historia, costumbres y amistades. Grandes y chicos se conocen con mayor facilidad y los establecimientos que hacen parte de la vida cotidiana están allí, al alcance de la mano. La panadería, la peluquería o el salón de belleza, la abarrotería, el artesano, la lavandería y la tienda de videos son parte del entorno. Hay más calor humano que en un centro comercial distante y sin arraigo. El barrio es más solidario y acogedor que la barriada.
Tenemos en el nuevo urbanismo la ilusión de recuperar la cultura barrial. Tenemos la oportunidad de darle a la ciudad un sentido más auténtico de lo citadino. Tenemos la esperanza de darnos un mejor ambiente y un mejor nivel de calidad de vida. El nuevo urbanismo nos reta a asumirlo libremente, antes que se nos imponga como necesidad. Depende de nosotros cómo y cuándo lo adoptaremos para nuestras ciudades.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Cultura de barrio
Con la práctica del nuevo urbanismo recuperamos al concepto de barrio, en donde los espacios de vivienda, negocios, esparcimiento y lugares públicos abiertos facilitan la integración de la comunidad y la realización de sus actividades. Una ciudad con barrios, es una ciudad mejor planificada y con más probabilidades de ofrecer mejor calidad de vida a sus habitantes.
El barrio es más humano que un asentamiento disperso o distribuido en viviendas individuales, en los que se está muy lejos del vecino o en un estado de privacidad que no es tal. El barrio integra; la barriada o urbanización, como también la conocemos, individualiza y desafecta.
La vivienda del barrio es adosada, con áreas comunes y características de iluminación y ventilación apropiadas. En una urbanización también esto puede lograrse, al menos desde el punto de vista arquitectónico, pero no es la norma entre nosotros. Las nuevas barriadas, comparadas con otras más antiguas como Betania o San Francisco, muestran diferencias notables y elementos urbanísticos que las ponen en desventajas con respecto a las más viejas.
Un barrio, además, crea una cultura que pasa de una generación a otra. Los muchachos mayores le enseñan a los chicos costumbres que, a su vez, heredaron de sus padres y abuelos. Una marca en la calle, la acera o la pared que servía de referencia para el juego de fútbol, béisbol, frontenis, o cualquier otro, pasan de uno a otro grupo de pobladores. Igual ocurre con las historias que se van tejiendo, al punto que quienes no las vivieron las conocen por referencia describiendo hechos, situaciones y sitios con la misma precisión que sus protagonistas.
Vivir en un barrio es una experiencia rica en historia, costumbres y amistades. Grandes y chicos se conocen con mayor facilidad y los establecimientos que hacen parte de la vida cotidiana están allí, al alcance de la mano. La panadería, la peluquería o el salón de belleza, la abarrotería, el artesano, la lavandería y la tienda de videos son parte del entorno. Hay más calor humano que en un centro comercial distante y sin arraigo. El barrio es más solidario y acogedor que la barriada.
Tenemos en el nuevo urbanismo la ilusión de recuperar la cultura barrial. Tenemos la oportunidad de darle a la ciudad un sentido más auténtico de lo citadino. Tenemos la esperanza de darnos un mejor ambiente y un mejor nivel de calidad de vida. El nuevo urbanismo nos reta a asumirlo libremente, antes que se nos imponga como necesidad. Depende de nosotros cómo y cuándo lo adoptaremos para nuestras ciudades.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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