2008-06-29
El Ojo del Profeta
¿Dónde está puesta nuestra confianza?
La pérdida de la selección nacional de fútbol ante El Salvador ha dejado triste a un número importante de nuestra población. Tristeza que se traduce en desgano, decepción y, en algunos casos, hasta en depresión. Pareciera que, para los afectados, se hubiera acabado el mundo.
Muchas fueron las esperanzas que se pusieron en la selección, a sabiendas que somos un país con una tradición y una práctica modestas del deporte del fútbol. Ayudados por la propaganda y el mercantilismo, la capacidad real del equipo se sobrevaloró y se levantaron falsas expectativas.
Como panameños vivimos nuestra panameñidad con orgullo y con pasión, pero eso no debe obnubilarnos ni creernos más de lo que somos. El deporte, la cultura y cuanto hagamos, forma parte de la vida terrena y es obra humana, así sin más. Por tanto, nuestra confianza en esas cosas debe estar acorde con la imperfección de nuestra humanidad. La verdadera confianza, esa que va más allá de nuestras fuerzas, solo puede estar puesta en una sola persona: Dios. Lo demás está propenso a los avatares de la vida mundana.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
¿Dónde está puesta nuestra confianza?
La pérdida de la selección nacional de fútbol ante El Salvador ha dejado triste a un número importante de nuestra población. Tristeza que se traduce en desgano, decepción y, en algunos casos, hasta en depresión. Pareciera que, para los afectados, se hubiera acabado el mundo.
Muchas fueron las esperanzas que se pusieron en la selección, a sabiendas que somos un país con una tradición y una práctica modestas del deporte del fútbol. Ayudados por la propaganda y el mercantilismo, la capacidad real del equipo se sobrevaloró y se levantaron falsas expectativas.
Como panameños vivimos nuestra panameñidad con orgullo y con pasión, pero eso no debe obnubilarnos ni creernos más de lo que somos. El deporte, la cultura y cuanto hagamos, forma parte de la vida terrena y es obra humana, así sin más. Por tanto, nuestra confianza en esas cosas debe estar acorde con la imperfección de nuestra humanidad. La verdadera confianza, esa que va más allá de nuestras fuerzas, solo puede estar puesta en una sola persona: Dios. Lo demás está propenso a los avatares de la vida mundana.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario