2008-06-22
A tiro de piedra
Mejor sin ellos
El paro de transporte convocado por un sector de conductores y algunos supuestos usuarios nos demuestra, una vez más, que el sistema urbano de transporte colectivo de pasajeros está mejor sin ellos. La amenaza, la violencia y la pillería se impusieron, en algunos casos, al deseo de otros conductores que querían hacer su trabajo y transportar a los usuarios.
Todos tenemos el derecho a reclamar y a protestar; pero no a obligar al otro, bajo amenaza y daño físico y material, a acuerpar nuestra postura frente a un hecho o situación. Al parecer, todavía hay entre nosotros individuos que no aceptan ni admiten que otros piensen diferente a ellos, y se creen con el derecho de agredir, intimidar y, en algún casos, a intentar matar o perpetrar este hecho.
Me daba dolor e indignación ver cómo algunos sujetos, ante la acción casi impotente de la policía, bajaban a los pasajeros de los autobuses y coaccionaban, bajo amenaza y obra, a los conductores que prestaban el servicio. ¿Es así como quieren convencernos de sus razones? Si eso pretenden, con muy pocos contarán para sus fines. Y si no cambian de actitud, tal vez hasta los que le dan la razón hoy los abandonen mañana.
Lo que vimos muchos panameños es el reflejo de lo cotidiano: el conductor grosero, el pavo perequero, el sujeto que al volante atropella y arrasa con lo que esté a su paso, y el busero que para donde le da la gana, se sale de ruta cuando le da la gana, e irrespeta las señales de tránsito cuando le da la gana. En otras palabras: el abusador que se cree dueño y señor de la avenida.
Panamá no se merece ni conductores ni propietarios de buses como los que están cometiendo esos actos. Deben ser erradicados del sistema, sin contemplaciones. Que se queden los que toman en serio y respetan su oficio; que los hay y son la mayoría en el país, en especial los del interior y las llamadas rutas internas. El problema, y lo sabemos, está en los diablos rojos de la capital y algunos de la ruta de Colón; en el resto de las rutas ése comportamiento es la excepción y no la regla.
En cuanto al gobierno, fuera de lo que esperamos que haga, debería diseñar un plan de contingencia para cuando los buseros declaran paros como el de estos días. Los ministerios y las entidades deben identificar a los funcionarios que tienen vehículos y saber cuántos pueden transportar a otros compañeros, donde los recogerán y modificar el horario de entrada y salida. También debería utilizar los vehículos oficiales, para transportar al resto de los funcionarios que necesitan transporte, con instrucciones claras de dónde serán recogidos y las horas respectivas. De esa manera, el resto de los transportes privados que pueda el usuario conseguir, se descargaría en parte y sería más fácil para la población transportarse.
Tenemos que enfrentar, con ingenio y firmeza, a los que todavía se creen los amos del país, como ahora ciertos dueños y conductores de autobús. Y no se nos olvide: Ni un busero más para diputado.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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A tiro de piedra
Mejor sin ellos
El paro de transporte convocado por un sector de conductores y algunos supuestos usuarios nos demuestra, una vez más, que el sistema urbano de transporte colectivo de pasajeros está mejor sin ellos. La amenaza, la violencia y la pillería se impusieron, en algunos casos, al deseo de otros conductores que querían hacer su trabajo y transportar a los usuarios.
Todos tenemos el derecho a reclamar y a protestar; pero no a obligar al otro, bajo amenaza y daño físico y material, a acuerpar nuestra postura frente a un hecho o situación. Al parecer, todavía hay entre nosotros individuos que no aceptan ni admiten que otros piensen diferente a ellos, y se creen con el derecho de agredir, intimidar y, en algún casos, a intentar matar o perpetrar este hecho.
Me daba dolor e indignación ver cómo algunos sujetos, ante la acción casi impotente de la policía, bajaban a los pasajeros de los autobuses y coaccionaban, bajo amenaza y obra, a los conductores que prestaban el servicio. ¿Es así como quieren convencernos de sus razones? Si eso pretenden, con muy pocos contarán para sus fines. Y si no cambian de actitud, tal vez hasta los que le dan la razón hoy los abandonen mañana.
Lo que vimos muchos panameños es el reflejo de lo cotidiano: el conductor grosero, el pavo perequero, el sujeto que al volante atropella y arrasa con lo que esté a su paso, y el busero que para donde le da la gana, se sale de ruta cuando le da la gana, e irrespeta las señales de tránsito cuando le da la gana. En otras palabras: el abusador que se cree dueño y señor de la avenida.
Panamá no se merece ni conductores ni propietarios de buses como los que están cometiendo esos actos. Deben ser erradicados del sistema, sin contemplaciones. Que se queden los que toman en serio y respetan su oficio; que los hay y son la mayoría en el país, en especial los del interior y las llamadas rutas internas. El problema, y lo sabemos, está en los diablos rojos de la capital y algunos de la ruta de Colón; en el resto de las rutas ése comportamiento es la excepción y no la regla.
En cuanto al gobierno, fuera de lo que esperamos que haga, debería diseñar un plan de contingencia para cuando los buseros declaran paros como el de estos días. Los ministerios y las entidades deben identificar a los funcionarios que tienen vehículos y saber cuántos pueden transportar a otros compañeros, donde los recogerán y modificar el horario de entrada y salida. También debería utilizar los vehículos oficiales, para transportar al resto de los funcionarios que necesitan transporte, con instrucciones claras de dónde serán recogidos y las horas respectivas. De esa manera, el resto de los transportes privados que pueda el usuario conseguir, se descargaría en parte y sería más fácil para la población transportarse.
Tenemos que enfrentar, con ingenio y firmeza, a los que todavía se creen los amos del país, como ahora ciertos dueños y conductores de autobús. Y no se nos olvide: Ni un busero más para diputado.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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