viernes, 25 de mayo de 2007

Diego de Artieda

2007-05-27
La Voz del Pastor
Diego de Artieda

En el artículo que con ocasión de la muerte de mi hermano Pablo publiqué en este semanario, mencionaba que había sido rector del seminario menor que nuestra comunidad tenía en el pueblo de Artieda. Una catequista de Changuinola me preguntó si ese pueblo tenía que ver con Diego de Artieda, fundador en Costa Rica de la ciudad de Esparza, de donde era oriunda ella. "No se, Diego de Artieda era natural de la villa de Esparza, en el valle de Salazar. En tanto que Artieda se halla en el de Urraul Bajo. Ambos en el Viejo Reino de Navarra", le dije.

El primero a quien le oí mencionar a Diego de Artieda, fue al padre Arturo Barbería. Los dos éramos nuevos en Bocas del Toro. Nos hallábamos en Guabito, visitando con el señor Morales a las familias católicas del lugar, cuando Arturo comentó: "el primer navarro que anduvo por estos parajes, fue Diego de Artieda, allá por el último cuarto del siglo XVI". ¿"Del linaje de la casa — palacio de Artieda"?, le pregunté. No me dio más detalles; pero sí dejó picada mi curiosidad.

Habrían de pasar varios años, hasta que el doctor Reverte, a quien seguimos en lo medular de este artículo, nos diera los primeros detalles sobre Diego de Artieda Chirino; colonizador, gobernador y capitán general de Costa Rica, sus ilusiones, proyectos y andanzas, en lo que hoy es la prelatura de Bocas del Toro. Había nacido, hacia 1530, en la Villa de Esparza, valle de Salazar, donde era común el apellido de Artieda. El de Chirino sigue siendo una incógnita, pues no hay documentos para conocer su procedencia.

Sabemos que en sus sueños mozos anduvo con el marino Miguel de Legazpi, en la conquista de las Filipinas y las Marianas, donde llegó a capitán de arcabuceros. Parece que ello excitó sus ansias de gloria y aventuras, pues en 1573 lo hallamos en El Pardo, firmando con el Rey Felipe II capitulaciones, para colonizar desde las bocas del río Desaguadero (hoy San Juan), hasta los confines de Veragua, en el Mar del Norte; y luego, tierra adentro, hasta el Mar del Sur, en cuyo territorio debería poblar tres ciudades. Artieda se obligaba a adquirir y aparejar, a sus expensas, tres navíos, con doscientos hombres, conocedores de diversos oficios, bien armados y con provisiones para un año. Se le nombraba gobernador de Costa Rica y Nicaragua, con dos mil ducados de sueldo al año, más la promesa del título de marqués, una vez realizada a satisfacción la empresa colonizadora.

Muy ilusionado deber estar Artieda con su proyecto y convencidos de su éxito, pues invirtió en él todos sus bienes y propiedades en Navarra, con sus ahorros de Filipinas, que sumaban más de veinte mil ducados. En abril de 1575, en Salúcar de Barrameda se hizo a la mar, llevando consigo a toda su familia. En un viaje azaroso, que él mismo califica de "siniestro", perdió dos naves en aguas del Mar Caribe, sus títulos de gobernador y casi la vida, pues hubo de salvarse a nado. Con todo, aún le quedaron arrestos para entrar en el río Desaguadero y por el lago de Nicaragua arribar a Granada, donde puso en astillero otros tres navíos, con los que ejecuta su proyecto.

En noviembre de 1577 salió con barcos y gente armada al Mar del Norte. Por la Boca del Drago entró a la bahía de Zorobaró (hoy del Almirante), de donde pasó a la de Abureméa (hoy laguna de Chiriquí), buscando "lugar decente" donde poder poblar. El ocho de diciembre entró en el río del Guaymí (hoy Krikamola), subió un par de leguas y habiendo hallado el "lugar decente", con la aquiescencia de sus huestes y el ceremonial de rigor, pobló la ciudad de Aritieda del Nuevo Reino de Navarra. Era, al parecer, el 5 de marzo de 1578.

Poco tiempo duró el Nuevo Reino de Navarra con Artieda su capital, que ante la hostilidad de la audiencia de Guatemala y lejos de los centros de abastecimiento, no pudo sostenerse. Por otro lado, merodeaba por las costas del Mar del Sur el pirata Francis Drake, por lo que el gobernador hubo de regresar por tierra a Cartago, para tomar las disposiciones defensivas pertinentes. Años más tarde, al continuar los pleitos con las autoridades de la audiencia, tuvo que desplazarse a Guatemala, donde en 1591 murió pobre, solo y en el más completo anonimato. Y nada quedó de Artieda ni del Nuevo Reino de Navarra, como no sean los añosos legajos en los archivos históricos.

Los misioneros franciscanos que lo acompañaron en su aventura, no dudaron en afirmar que Artieda "es muy buen cristiano y de buenos deseos. Celoso de la honra de Dios, desea acertar para que estos naturales vengan a la fe cristiana". Y un escritor moderno lo retrata así: "A fuer de buen navarro, Diego de Artieda fue un caballero cristiano, un hombre de bien, que sirvió con todas sus fuerzas al rey y a Dios".

¡Pobre de Diego de Artieda Chirini!. Con la esperanza de cubrirse de gloria y ser marqués, arriesgó su vida, perdió su familia y gastó todos sus bienes sin haber podido sacar adelante el Nuevo Reino de Navarra, que fue la verdadera ilusión de su vida. Su memoria perdura en Costa Rica, en la ciudad de Esparza, así llamada por él en recuerdo de su villa natal.

Mons. José Agustín Ganuza, o.a.r.
Prelado de Bocas del Toro

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Hace 100 años

2007-05-27
A Tiro de Piedra
Hace 100 años

Dice el cantautor que de entre las tantas cosas bellas que hacen la patria, está el "cariño que aún guardas después de muerta la abuela". Quizá no sean palabras que merezcan grabarse en los anales de la historia, pero sí que quedan grabadas en el corazón de todo aquel que tuvo la dicha de ser arrullado en el regazo de esa mujer que fue madre de su madre, o madre de su padre, como en mi caso.

Mi abuela, de estar aún viva, cumpliría 100 años este domingo 27 de mayo, Solemnidad de Pentecostés. Nacida en 1907, murió para la vida terrena y nació para la eterna el 18 de febrero de 1998. Hago memoria de ella en este momento, reviviendo tantos instantes que pasé junto a ella; a Dios gracias por los muchos años que fueron. Desde las idas al "mercado grande" hasta las prolongadas charlas con ella, siendo yo ya un hombre. Cada uno de ellos los recuerdo con gratitud y cariño.

Es grande la huella dejada en mí por mi abuelita Clementina. Las primeras oraciones que aprendí, los remedios cuando me enfermaba, la manzana que me compraba cada día al llevarme al primer grado de escuela (nos habíamos venido a vivir con ella mi hermana mayor y yo para iniciar la escuela en la capital), sus caricias tomándome la cara entre sus manos -cosa que hizo hasta su muerte-, y su frase eterna cuando lo hacía: "lindo mi papa". Era el nieto consentido; no porque me lo creyera por mi mismo, sino porque me lo decía con frecuencia.

Recuerdo el pequeño altar que discretamente mantenía en su casa, con las estatuillas de san Antonio, san Judas Tadeo, la Virgen del Carmen, la de Lourdes, y los cuadros de la Santísima Trinidad y de la Virgen del Perpetuo Socorro que invocaba con frecuencia. Sus acostumbrados rezos del rosario que con ella aprendí; y la oración del Angel de la Guarda que todavía acostumbro recitar. De aquellas estatuillas, la de la Virgen de Lourdes tenía un pozo, en el que la abuela echaba algunas monedas. Cuando estaba escasa, iba al altar y las recuperaba diciendo: "Virgencita, préstame". Yo muy atento la veía en aquel acto impregnado de devoción y de necesidad. Un día estaba yo jugando con los "santitos", y la abuela, siempre vigilante de mis travesuras, me sorprende en el preciso instante que estoy sacando las monedas y repitiendo como ella: "virgencita, préstame". Con su acostumbrado cariño y sentido del humor -santeña al fin-, me quita la imagen y las monedas y me dice: "no le pida a la virgencita, que usted no le da".

Hago memoria de esto y más en el centenario de su natalicio. Muchos años vivió, y mucho cariño dejó. Su sonrisa, su blanca cabellera, su figura menuda. ¡Qué gran recuerdo! Te querré siempre, abuelita.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Encuentro de culturas

2007-05-27
Editorial
Encuentro de culturas

La evangelización de América ocurre dentro de un contexto de conquista y colonización, pero al final diferenciada de los posteriores objetivos políticos y económicos de la corona española y del resto de las potencias europeas que llegaron después del imperio español. Por tanto, es irresponsable e injusto juzgar la misión evangelizadora con la misma visión que se juzga toda la acción de conquista y colonización del reino español.

Con las recientes palabras del Papa Benedicto XVI, en las que enaltece la riqueza de la cultura cristiana americana, expresada en el arte, la música, la literatura, y las tradiciones religiosas, ahora quieren venir algunos a distorsionar y atacar a la Iglesia Católica con argumentos falaces y sofismas que nacen de su animadversión hacia el catolicismo.

Ninguno niega que hubo casos en que coincidieron conquistadores y misioneros, cuando tenían su propia interpretación del papel que ejercían; pero ninguna persona sensata y estudiosa de la historia cristiana de América niega, ni mucho menos desconoce, que donde hubo esas fallas misioneras sobreabundó la defensa y el respeto por la dignidad de los indígenas que eran mancillados, esclavizados y maltratados. Fue la Iglesia la primera que se rebeló contra esas prácticas, aún a riesgo de la vida de muchos misioneros.

Aquellos que ahora se erigen en jueces de la evangelización de América cometen el grave error de juzgar, con la visión actual, lo que debe juzgarse a la luz del contexto histórico de la humanidad de aquel tiempo. Su juicio es injusto y amañado; y en no pocos casos carente de autoridad moral. Hubo colonización y conquista, ciertamente; pero también hubo encuentro de culturas, con todas sus luces y sombras, tal como el que se diera, en su momento, en el mundo antiguo. Si sólo se funda el juicio en prejuicios y estereotipos, el juzgador nada más verá lo que le conviene; y eso, exactamente, es lo que acontece en esta oportunidad.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Pobreza de todo

2007-05-27
El Ojo del Profeta
Pobreza de todo

La nueva tragedia incendiaria ocurrida en Curundú pone de manifiesto la pobreza total que se vive en esa comunidad. La pauperización material está a la vista y alcanza a toda la población del área; la carencia de valores, en tanto, es relativa y golpea duramente a una porción de los moradores.

Es doloroso ver que mientras unos trabajan con ahínco para satisfacer sus necesidades básicas de manera honrada, y alcanzar su realización como persona humana, otros se dedican al pandillerismo, la droga, y el pillaje contra sus propios vecinos; especialmente en medio de la tragedia, cuando intentan salvar sus enseres y otros desalmados se los roban.

Hombres y mujeres de Curundú, en su condición de ancianidad, adultez, juventud y niñez, están expuestos a la misma realidad de miseria y pobreza; pero no todos se inspiran en los mismos principios y valores. Como sociedad tenemos que ofrecer la oportunidad de acceder a la educación, la salud, la vivienda, y el trabajo dignos a la población de los barrios pobres; pero toda solución quedará incompleta si no inculcamos en ella los valores morales y cívicos que le haga apreciarse y respetarse a sí misma y al resto de la sociedad.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 18 de mayo de 2007

Id y bautizad a todas las gentes

2007-05-20
La Voz del Pastor
Id y bautizad a todas las gentes

Este fue el último mandato que nos dejó nuestro Señor Jesucristo por medio de sus discípulos antes de subir al cielo; estamos celebrando la fiesta de la Ascensión al cielo y eso nos recuerda que este mandato es de actualidad y debemos cumplirlo como cristianos que somos.

Deseo compartir con ustedes la experiencia vivida en el congreso que celebró los cincuenta años de la encíclica "FIDEI DONUM" del Papa Pío XII, quien en su momento exhortaba a la Iglesia entera a la evangelización desde el compromiso de los sacerdotes, llamados Fidei Donum para llevar la Buena Nueva de la Salvación en tierras de misión; el objetivo en aquel momento era el Continente africano. Sabemos y conocemos que toda la Iglesia es misionera y todo cristiano tiene la misión de ser portador del Evangelio para todos aquellos que no conocen a Jesucristo.

En esa perspectiva conocemos que en nuestros centros de formación seminarística se hace muy poco énfasis y casi nada sobre nuestra labor misionera; debemos tener conciencia que muchos laicos en nuestro mundo tienen un espíritu más misionero que nuestros propios sacerdotes y eso nos debe cuestionar mucho, ya que somos los primeros que tendríamos que salir adelante, en cuanto a disponibilidad, para ir a la misión ad gentes, que tanto nos pide la iglesia hoy. Sabemos y conocemos que las dos terceras partes de la humanidad no conoce a Jesucristo y eso debe cuestionar nuestra propia respuesta a la llamada del Señor.

A nuestro pueblo panameño debe ser de mucha apertura el poder vivir la experiencia del laicado Fidei Donum que se orienta a la evangelización en tierras de misión; en estos momentos en que la Iglesia latinoamericana vive su momento de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida es interesante interpelarnos sobre la cantidad de misioneros. Religiosos, religiosas, sacerdotes o laicos viven esa experiencia en otras latitudes del mundo y cómo se compromete la iglesia local en nuestra provincia eclesiástica para mantener vivo el espíritu de estas personas donde sea que se encuentren.

Sería lamentable reconocer que no tenemos personas capacitadas para llevar el Evangelio a otras latitudes del mundo por falta de generosidad o de disponibilidad para ir por el mundo entero y cumplir la misión que Cristo nos encomendó.

Según palabras del Papa Pío XII, él exhortaba a todos los cristianos a propagar agradecida y generosamente la fe recibida. Pero esta fe recibida se queda muchas veces en nuestro pueblo fiel en una fe encerrada en sí misma y temerosa, sin esa fuerza del Espíritu que nos impulsa a superar las barreras que el mundo quiera imponernos y salir con una fuerza arrolladora a convencer al mundo entero de la dinamicidad de nuestra fe que transforma y cambia los corazones débiles y agobiados por el peso de las angustias y sufrimientos de cada día.

En muchos momentos de nuestra historia damos la sensación de estar anclados en realidades del pasado y no ver el dinamismo que imprime el Espíritu del Señor que nos lleva hacia un amplio proceso teológico, pastoral y vital que aspira a lograr la madurez de nuestras iglesias, que el decreto Ad Gentes calificó de JOVENES. Aparte de eso, todos, sin excepción, somos responsables de la misión de la iglesia; esto quiere decir que no podemos quedarnos dentro de una realidad territorial, sino ver todo el contexto de nuestra iglesia universal y abrir los corazones para una misión que no se queda en lo folclórico de una realidad muy propia, por el contrario se abre a una realidad de amor y respeto a nuestras culturas, asumiéndolas desde la experiencia del amor que Cristo nos dejó como expresión de nuestra vivencia evangelizadora.

Es importante que nuestro pueblo panameño tome conciencia de su misión dentro de la catolicidad de la iglesia de Jesucristo y asumamos nuestra misión desde la experiencia de vida con un compromiso más estable de nuestra fe y un deseo de contribuir, dentro de la humanidad, a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y la hacen partícipe de la gran expresión de ser imagen de un Dios que es amor, confianza, solidaridad y fraternidad.

Que el Dios de la vida y de nuestra historia nos haga superar las barreras que nos impiden vivir la fraternidad y el respeto entre nosotros y que nuestra Madre, bajo la advocación de Santa María la Antigua nos acompañe en nuestro caminar hacia la gran misión continental que trabajaremos desde las conclusiones de la reunión de Aparecida.

Mons. Pedro Hernández Cantarero
Obispo Apostólico de Darién

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Educación sexual

2007-05-20
A Tiro de Piedra
Educación sexual

El tema de la sexualidad y en especial la formación que se imparte, o se pretende impartir, en las escuelas provoca polémica y debate que no en todos los casos se corresponden con una sana intención de argumentar con bases sólidas los puntos de vista que se expresan.

Una de las actitudes que notamos en algunos defensores de la sexualidad sin límites es endilgarle a la Iglesia y a los cristianos la oposición a educar acerca del tema. Con esta falacia inician su argumentación, la que enriquecen con ataques personalizados y ejemplos particulares que pretenden restarle autoridad a la posición de los católicos.

La Iglesia no se opone a la educación sexual, sino que cuestiona el contenido y los métodos de esa educación, cuando pretenden presentar la sexualidad desde un enfoque utilitarista y hedonista del sexo y sus diversas manifestaciones. Si bien el sexo produce placer, como parte del estímulo natural del género humano, no es menos cierto que la persona está llamada a ir más allá del placer mismo, para encaminarse hacia la realización plena como persona misma, tanto en su dignidad como en su aspecto espiritual. El ser humano que sólo se da al placer, acaba por perderse a sí mismo en aquella otra dimensión humana que completa su parte corporal o física.

Ninguno puede negar que para la ciencia, al menos, existe la doble dimensión del hombre, en tanto ser humano, que está compuesta de su cuerpo y su raciocinio; para los creyentes está, además, el alma y el espíritu. A todas ellas se agrega la fe y la moral, que rigen las creencias, el pensamiento, el comportamiento y la actuación de la persona humana. No somos una masa de carne y de hueso, a la que debemos alimentar con la comida y los placeres. Somos más que eso, y allí radica la diferencia en el enfoque de la sexualidad que unos y otros tenemos.

Cuando recibamos alguna información relacionada con la educación sexual, por lo menos debemos tomar en consideración dos cosas: si lo que se dice es acorde con nuestras creencias y nuestros principios morales; y si se plantea bajo el argumento que la Iglesia se opone y por ello está en una época atrasada. Si en el primer caso es contrario, entonces la rechazaremos. Si el segundo caso expone este argumento, debemos desecharlo por falta de seriedad.

Toda educación sexual debe procurar la comprensión de diversos fenómenos biológicos, psicológicos, y sociológicos; y no sólo buscar instruir sobre el placer sexual. El sexo es parte de la vida del ser humano, y tiene un propósito más sublime que mero placer, cuya duración efímera obliga a repetirlo una y otra vez sin llenar el vacío que se produce en la dimensión intangible de la persona humana. Y esta última parte es de la que menos hablan los acérrimos defensores de la sexualidad que buscan el placer, y no la vida integral del ser humano.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Un mal que se agrava

2007-05-20
Editorial
Un mal que se agrava

La muerte de un infante que fue picado por un alacrán, y que no pudo ser tratado a tiempo por falta del antídoto apropiado en un centro hospitalario, nos conmueve y golpea muy fuerte en la conciencia, porque ninguna persona, y menos un niño, merece morir de esa forma.

Indudablemente que algo ocurre en la Caja de Seguro Social, que afecta el buen servicio hospitalario de la institución. Son muchas las quejas y pocas las soluciones a los problemas que el asegurado denuncia. Las fallas y los errores tienen un precio muy alto en vidas, para que continúe ignorándose el clamor ciudadano. Si las autoridades de la Caja no actúan, que lo hagan las autoridades nacionales, porque la situación, más que resolverse, se agrava.

Sabemos que la renuncia o la destitución de funcionarios no repara el mal causado, pero al menos le da al asegurado y al resto de la población la confianza de que con los nuevos responsables la situación podría mejorar.

Creemos que ha llegado el momento de tomar decisiones al respecto; no para complacer las voces que piden renuncias de aquí y de allá, sino para corregir males futuros que podrían ser peores. Le hemos dado un voto de confianza a los funcionarios del ramo, con todo lo ocurrido anteriormente, y no vemos cambio positivo. ¿Hace falta esperar más?

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Devoción Mariana

2007-05-20
El Ojo del Profeta
Devoción Mariana

Dios quiso que su Hijo se encarnará de una joven virgen humilde de Nazaret, para salvar al mundo y redimir de todos sus pecados a la humanidad. La devoción por la Madre de Dios, como la llamamos, acompaña el caminar de la Iglesia desde los primeros tiempos. María, la madre de Cristo, nos ha sido dada a conocer por la Tradición de la Iglesia.

No es de extrañar, entonces, que la multitudinaria peregrinación que este año reunió a más de medio millón de devotos de la Virgen, con motivo de los 90 años de su aparición en Fátima, haya asombrado al mundo. Santa María, Madre del Redentor, es el modelo del creyente, e inspiración de los hijos de la Iglesia.

Auxilio de los cristianos, María ruega ante su hijo por todo aquel que la invoca. Así como alegró a los tres pastorcitos de aquel pequeño pueblo, hace casi un siglo, hoy es también alegría de todos los que buscan cobijarse en su manto maternal, para, por medio de ella, conducirse hasta Cristo

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 11 de mayo de 2007

La comunión en la Iglesia

2007-05-13
La voz del Pastor
La comunión en la Iglesia

"No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mi. Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn. 17,20- 21).

Para hablar de la "comunión" en la Iglesia muchas veces hemos citado el texto anterior del evangelista San Juan. Donde Jesús antes de su misterio pascual, suplica al Padre por la unidad de sus discípulos, presentes y futuros. La Iglesia ha interpretado siempre este texto como un gran desafío y reto en su misión evangelizadora a través de los tiempos: Muy bien lo exhortó el Papa Juan Pablo II al inicio de este milenio: "Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo". (Novo millennlo ineunte, 43).

La comunión encanta y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia. Es el fruto y la manifestación de aquel amor que, surgiendo del corazón del eterno Padre, se derrama en nosotros a través del Espíritu que Jesús nos da (cfr. Rm 5,5) para hacer de todos nosotros "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). Realizando esta comunión de amor, la Iglesia se manifiesta como "sacramento", o sea, "signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano" (cfr. NMI 43).

En definitiva, la comunión tiene su origen en la comunión Trinitaria, que nos hace participar de ella, principalmente, a través del misterio pascual de Cristo, que nos inserta en él por medio del bautismo. "La Iglesia es signo de comunión porque sus miembros, como sacramento, participan de la misma vida de Cristo, la verdadera Vid (Jn 15, 5). Y así, por la comunión con Cristo, Cabeza del cuerpo Místico, entramos en comunión viva con todos los creyentes... Esta comunión existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe manifestarse a través de signos concretos, como podría ser: la oración en común de unos por otros, el impulso a las relaciones entre las Conferencias Episcopales. Los vínculos entre los Obispos, las relaciones y la mutua hermandad entra las diócesis y las parroquias, y la mutua comunicación de agentes de pastoral para acciones misionales especificas" (Ecclesia in America, 33).

La necesidad de la comunión en la Iglesia tiene algunas exigencias que hay que tomar en cuenta, ya que la ley eclesiástica nos señala que para estar en plena comunión en la Iglesia Católica... los bautizados se unen a Cristo dentro de la estructura visible...a través de los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos y del régimen eclesiástico. (CIC 205).

Es decir, que estos elementos de profesar una sola fe, recibir los mismos sacramentos, y aceptar las normas de la Iglesia emitidas por la legitima autoridad, son necesarias para vivir esa comunión muy necesaria en este Pueblo de Dios que es la Iglesia Católica.

Todos estamos llamados a manifestar esa comunión querida y suplicada por Cristo. Todos somos responsables de procurar entre los cristianos esa comunión, tomando en cuenta que en nosotros debe prevalecer el testimonio del amor "el amor es divino porque proviene de Dios y a Dios nos une, y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea "todo para todos" (Benedicto XVI; Deus Caritas esto 18).

Mons. Audilio Aguilar Aguilar
Obispo de Colón - Kuna Yala
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La era sintética

2007-05-13
A tiro de piedra
La era sintética

Comienza la era sintética del fútbol panameño con la instalación de la grama artificial en varios estadios y campos de juego del país. Atrás quedarán los acostumbrados charcos y el guacho de lodo que se forma luego del aguacero. Una nueva época se cierne sobre nuestras canchas, y, es posible, que un nuevo tipo de futbolista nazca de todo ese cambio.

La incursión más reciente es en la Plaza Amador, que será decorada con la grama sintética dentro de poco. Hace un par de días pasé por allí, rumbo a la novena de san Pancracio que se celebra en La Merced, y pude ver parte del material que anticipa el futuro de la cancha placina y pone el hito que le marca el límite final de su pasado. Aunque siento respeto y admiración por la Plaza Amador, no soy placino. Me atreví a jugar un par de veces en ese terreno, y sufrí los rigores del castigo que se infligía al foráneo. Yo venía del punto que hace frontera entre san Felipe, Santa Ana, y El Chorrillo; de la Calle 12 Oeste. La mayoría de mis amigos de escuela y juego eran de los alrededores de la Plaza de Herrera, porque asistí a la escuela Nicolás Pacheco, justo enfrente de esta plaza. No era placino, pero sentía y siento orgullo por aquel sitio y lo que representa en tradición e historia.

Con la nueva cancha sintética ya no se verá la nube de polvo que solía adornar una estrecha jugada de gol. El resonar de la pared cuando la pelota se estrellaba en ella (porque eran pocas las veces que el marco lucía mallas), y los gritos de la multitud de espectadores que se agolpaban alrededor de la cerca de alambre, quizá continúen, pero faltará aquel sabor a tierra que manchaba los uniformes y la piel de los jugadores.

Nace ahora la época sintética, y queda en el pasado la Plaza Amador de León "Cocoliso" Tejada, "Quique Loco", Chabela, el "Toro" Aguirre, Hacha, "Nananina" Chú, y mis contemporáneos Ricardo "Halcón" Buitrago y Eleuterio "Tello" Arosemena. También otros tantos conocidos "de vista", que dejaron su recuerdo en el escenario placino. Muy poco jugué en ese sitio, pero sí acudía con frecuencia, especialmente después de las tardes de natación en la piscina adyacente, feudo indiscutible de "Toto" Bárcenas.

Pienso que ningún jugador panameño está completo, si no patea un balón en la "Plaza". Es un sitio histórico, y meca de una cultura popular que se extingue entre un mal entendido progreso y la maldad que traen consigo el vicio y la droga. Se va la cancha de tierra y arenilla, y llega el césped artificial. Ya no será polvorienta y negruzca, sino de un verde sintético que no se marchita con el cambio de estación. La polvareda no saludará el gol anotado por algún muchacho, pero retumbará el golpe de la pelota contra el muro de la cerca perimétrica, y continuará oyéndose el grito de los espectadores detrás de la malla de alambre, cuando emocionados griten: ¡goool!

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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Cual sexualidad

2007-05-13
Editorial
Cuál sexualidad

El documento guía para docentes sobre "Sexualidad sana y sin VIH/SIDA" que intenta introducir en la educación de los cuarto, quinto y sexto grado, y que se venía ensayando en unas 80 escuelas, tiene como primer elemento cuestionable la ausencia de consulta amplia con la comunidad y la ciudadanía.

En una época que se caracteriza por el reclamo de la participación de la población en temas importantes como el ambiente, la ecología, las inversiones públicas, y las leyes que afectan la libertad de expresión, por mencionar algunos ejemplos, es inconcebible que en el tema de la educación sexual como parte integral de la instrucción pública, la consulta ciudadana sea pobre o nula.

Aparte de lo anterior, también es cuestionable que el documento dirigido supuestamente a educar sobre la sexualidad, soslaye temas tan vitales como la promiscuidad y el uso de una misma aguja para inyectarse drogas entre varias personas; temas tan fundamentales para la prevención del contagio del VIH/SIDA.

Una lectura a la guía mostrará, también, que el enfoque de la sexualidad que presenta está dirigido más al placer que a la relación formal y permanente entre parejas. Eso nos lleva a preguntarnos, ¿cuál sexualidad promueve? ¿cuál sexualidad se le quiere enseñar a nuestros hijos?. Los padres de familia, y la comunidad entera, tienen todo el derecho de participar en la suerte de un documento como ése; tanto en su contenido como en su uso. Menos que esto es inaceptable.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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Recolección de basura

2007-05-13
El Ojo del Profeta
Recolección de basura

Cada vez se complica más la recolección de basura en la ciudad de Panamá, y el signo más evidente es la acumulación de los desperdicios en varias zonas citadinas. Los malos olores y el riesgo de enfermedades, por la proliferación de insectos y alimañas, alteran la vida de la comunidad y entrañan un peligro sanitario grave.

A pesar de la tasa de aseo que se cobra por el servicio, y que algunos sectores consideran que es más alta de lo necesario, la situación no se resuelve. El largo trayecto que deben hacer los camiones hasta el punto de disposición de la basura, lo demorado del tráfico, y el trazado urbano de la ciudad, complican aún más la solución del problema.

Necesitamos de un sistema de recolección de basura eficaz y apropiado, que involucre a la DIMA y a las autoridades locales, con la posibilidad de desarrollar pequeñas y medianas empresas que recojan, reciclen, y procesen la basura, según la experiencia y propósito de cada una. Es tiempo de un cambio real y efectivo, que depende de la voluntad y la visión comunitaria de quienes tienen la decisión en sus manos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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martes, 8 de mayo de 2007

¿Sectas o iglesias?

2007-05-06
La Voz del Pastor
¿Sectas o iglesias?

En las visitas pastorales, en ocasiones surge la pregunta por parte de alguno de los fieles, inquieto por la presencia en su zona de lugares de culto no católicos y con actitudes anticatólicas. Entre especialistas en sociología de la religión y en teología podemos encontrar respuestas con diversos matices, pero en lo práctico del día a día lo que siempre hay que recomendar en la conducta católica es nunca faltar a la caridad, nunca devolver insulto por insulto; por esto, si alguien pueda sentirse ofendido porque a su grupo le llamemos "secta", busquemos otra manera de llamarlos.

No me estoy refiriendo a las llamadas iglesias protestantes históricas, como la episcopaliana, la luterana, la metodista, ni tampoco a la bautista y mucho menos a la Iglesia ortodoxa. A pesar de las diferencias, conservamos con ellas muchas cosas en común. La referencia es principalmente a aquellas iglesias evangélicas de aparición más reciente, pero con muchas subdivisiones y que son las que más chocan con nuestra fe católica. Se caracterizan por interpretar la Biblia al pie de la letra, por poner en el centro de su doctrina la acción del Espíritu Santo, por anunciar el fin del mundo y la pronta venida de Cristo, y por su poca o nula sensibilidad ecuménica. Entre ellos cada cristiano lee la Biblia a su modo, sin tomar en cuenta la tradición y la enseñanza de la Iglesia católica.

Sin embargo, las más preocupantes dentro de las anticatólicas, y no por su relativo éxito de público, sino por lo que nos importa que es el Evangelio, son los grupos neo-pentecostales, fruto de la renovación pentecostal de los años sesenta y setenta. Aun cuando comparten lo esencial de la doctrina del pentecostalismo clásico, se desmarcan de él en virtud de ciertos elementos: la centralidad de la teología de la prosperidad material, la exhibición del bienestar económico de los pastores, la muy exigida obligación del diezmo, la inversión en los medios de comunicación como medio de evangelización, la hipermediatización de los rituales de sanación, etc.; promesas del paraíso en la tierra en un contexto de creciente empobrecimiento.

Su teología de la prosperidad material como signo de la bendición divina resulta atractiva para algunos empresarios, pero también para jóvenes en busca de salidas y para gente en búsqueda de la salud o un empleo o resolver un problema con su pareja, en fin, necesidades de todo tipo. Según esta teología o ideología religiosa de la prosperidad, la vida en abundancia que brota de la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte no es primeramente un asunto del más allá, sino del más acá; se manifiesta en las riquezas, la salud, el pres-tigio, la prosperidad, etc. de aquí que el pago obligatorio del diezmo responde a una lógica dominante según la cual quien da generosamente a la iglesia (o al pastor) será a su vez generosamente colmado por Dios. Así, los ricos son invitados a dar generosamente con la esperanza de hacer prosperar sus negocios; los pobres, por su parte, se desprenden de lo poco que tienen con la esperanza de recibir el ciento por uno.

Ahora bien, también es cierto que muchas personas van en busca, no sólo de la salud y del pan de cada día, sino además de un poco de calor humano. En las asambleas de oración y alabanza pueden al menos cantar, bailar, tomar la palabra, dar libre curso a sus emociones. Es una teología del éxito que aunque no asuma en su seriedad las ilusiones de los pobres ni contribuya a resolver el problema de la pobreza, resulta seductora porque al menos hace soñar con un cambio procedente directamente de Dios.

Estamos en tiempo pascual y en nuestra celebración de la pasión y muerte de nuestro Señor semanas atrás, hemos vivenciado que no se puede escamotear la realidad de la Cruz en la vida cristiana, en el seguimiento como discípulos del Señor, trabajando para que en El nuestro pueblo panameño tenga vida. No se trata de soluciones mágicas, sino de dejarnos inspirar por el Evangelio pleno del Señor, que hemos recibido a través de los apóstoles, y con imaginación, estudio, constancia impregnar la vida pública y la vida privada de los valores del Reino. También, con la alegría que procede del Resucitado y con el espíritu fraterno que nace del costado de Cristo, hacer más acogedoras nuestras parroquias, nuestras reuniones comnunitarias, nuestras celebraciones. Tenemos que crecer en fraternidad y en solidaridad.

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar de Panamá
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Las Bóvedas

2007-05-06
A Tiro de Piedra
Las Bóvedas

El complejo amurallado al extremo del viejo barrio de San Felipe aún conserva esa magia cautivadora para propios y extraños. En uno de mis acostumbrados paseos por el Casco Antiguo de la ciudad, ya no tan frecuentes como antes, veo los vientos de cambio. Artesanos, buhoneros, cantantes populares, un muchacho indígena con un mono tití al hombro, y un vendedor de pinturas que habla resueltamente en inglés con los turistas. Apacible en ratos, concurrido en otros momentos, el monumento guarda los recuerdos de nuestra historia colonial y republicana, y la memoria de quienes vivimos nuestra niñez en el viejo barrio.

Me asomo por una de sus barandas, que antiguamente arrullaban los cañones que defendían la ciudad, y veo la formación rocosa sobre la cual se asienta la fortaleza. Rocas color ocre que quedan al descubierto con la marea seca. Son las mismas por las que caminó mi padre y mis tíos en su niñez, al igual que mis hermanos y yo. Bajo ellas encontrábamos cangrejos, caracoles, y otras criaturas marinas. Hacia mi derecha, la "pocita chiricana", donde tantos muchachos practicamos las primeras brazadas aprovechando la bajamar. A lo lejos, Amador, con su nuevos edificios; verdaderos esperpentos que afean el paisaje. Hubiera sido mejor construir con el estilo canalero, y preservar el paisaje arquitectónico del lugar. La calzada cambia, y ya no es aquella que veía desde el último piso de mi escuela Nicolás Pacheco, y que miraba con el deseo de recorrerla un día, porque en aquellos tiempos se impedía el paso por causa de la base militar estadounidense que allí operaba.

Las Bóvedas, o Plaza de Francia, es un rincón de la ciudad encantador. Las viejas celdas de cuando era la Cárcel de Chiriquí, albergan ahora un restaurante y tiendas de curiosidades. El gallo sobre el obelisco nos recuerda el esfuerzo francés por construir el Canal de Panamá. En el arco techado, y labrado en piedra, la historia de la vía acuática. La estatua de Pablo Arosemena preside, por tamaño, el resto de los bustos de los personajes que el sitio rememora. El antiguo edificio de la Corte Suprema, y que sirvió de Asamblea Nacional, alberga ahora al Instituto de Cultura, cuya entrada está custodiada por dos antiguos cañones coloniales. Al frente, la embajada francesa, a cuyo costado hay una galería o salón cultural que no pude visitar en esta ocasión.

Por los alrededores de Las Bóvedas, pequeños restaurantes le dan hospitalidad a los visitantes. Las casas y los edificios restaurados contrastan con los que todavía necesitan ese auxilio. Y lo más importante, el resto de nuestro pueblo que aún permanece en el área, entre la incertidumbre y la nostalgia de la inminente partida de un pedazo de ciudad que de lo popular se transmuta en zona de habitantes ricos, que le traerá el aburrimiento de los zaguanes cerrados y el silencio de aquellos que, por su "buena" educación, reprimen el grito y el bullicio de una panameñidad populachera poco instruida, pero llena de vida y alegría desbordante.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Sectas peligrosas

2007-05-06
Editorial
Sectas peligrosas

La libertad religiosa es un derecho de toda persona, que incluye manifestar su creencia publicamente sin ser molestado. Sin embargo, cuando una religión prédica una fe de manera violenta, y la intenta imponer de igual forma, ya deja de ser algo bueno para la población.Una fe seria busca el bienestar individual y colectivo de quienes la profesan, fundamentado en la paz, el amor y el respeto; tanto para uno mismo como para los demás. Por eso preocupa cuando algunos grupos hacen lo contrario, y hasta pretenden convencer a la gente que su líder es un dios. Por lo general, este tipo de actividad religiosa viene acompañada de acción proselitista agresiva, sectarismo, y convulsión social en el área en la que se entroniza.

Tal es el caso de la secta que opera en un poblado de Chimán, y puesta en evidencia por un canal de televisión local. Los conflictos entre los lugareños, la actitud agresiva contra las autoridades locales, y el reclutamiento forzoso de menores de edad son, entre otros, algunos elementos que entrañan peligro entre esa población.

Compete a las autoridades nacionales observar, evaluar, y actuar conforme a lo que acontece. Una cosa es la libertad religiosa, que apoyamos y defendemos, y otra muy distinta que cualquier persona o grupo venga presentándose en nombre de un líder que se cree un dios, y que a su criterio, antojo, y capricho, impone leyes y prácticas religiosas que no en todos los casos hacen bien.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Panamá y la Santa Sede

2007-05-06
El Ojo del Profeta
Panamá y la Santa Sede


Desde sus inicios la República de Panamá se ha manifestado como un país predominantemente católico, en donde el cristianismo ha hecho aportes valiosos en la educación y la cultura, además de la vida social y política del país. Iglesia y Estado han sabido convivir, respetándose mutuamente, en un accionar que procura el progreso y el bien común de la nación.

Por eso nos alegra que el Señor Vicepresidente Samuel Lewis Navarro haya expresado, personalmente, ante el Santo Padre, el deseo del estado panameño de tenerlo como huésped en nuestra tierra en alguna visita.

Ingente es la obra apostólica y social que lleva adelante la Iglesia Católica en nuestro suelo, en favor de miles de necesitados; obra que se hace sin aspavientos ni publicidad, y que se fundamenta en el amor hacia el prójimo desvalido y marginado. Y aún cuando el Papa no pueda visitarnos, esperamos que ese deseo del estado panameño de tenerlo entre nosotros, no se apague y se traduzca en mayor esfuerzo coadyuvante hacia la acción misionera y caritativa de la Iglesia Católica en Panamá.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico