viernes, 25 de mayo de 2007

Diego de Artieda

2007-05-27
La Voz del Pastor
Diego de Artieda

En el artículo que con ocasión de la muerte de mi hermano Pablo publiqué en este semanario, mencionaba que había sido rector del seminario menor que nuestra comunidad tenía en el pueblo de Artieda. Una catequista de Changuinola me preguntó si ese pueblo tenía que ver con Diego de Artieda, fundador en Costa Rica de la ciudad de Esparza, de donde era oriunda ella. "No se, Diego de Artieda era natural de la villa de Esparza, en el valle de Salazar. En tanto que Artieda se halla en el de Urraul Bajo. Ambos en el Viejo Reino de Navarra", le dije.

El primero a quien le oí mencionar a Diego de Artieda, fue al padre Arturo Barbería. Los dos éramos nuevos en Bocas del Toro. Nos hallábamos en Guabito, visitando con el señor Morales a las familias católicas del lugar, cuando Arturo comentó: "el primer navarro que anduvo por estos parajes, fue Diego de Artieda, allá por el último cuarto del siglo XVI". ¿"Del linaje de la casa — palacio de Artieda"?, le pregunté. No me dio más detalles; pero sí dejó picada mi curiosidad.

Habrían de pasar varios años, hasta que el doctor Reverte, a quien seguimos en lo medular de este artículo, nos diera los primeros detalles sobre Diego de Artieda Chirino; colonizador, gobernador y capitán general de Costa Rica, sus ilusiones, proyectos y andanzas, en lo que hoy es la prelatura de Bocas del Toro. Había nacido, hacia 1530, en la Villa de Esparza, valle de Salazar, donde era común el apellido de Artieda. El de Chirino sigue siendo una incógnita, pues no hay documentos para conocer su procedencia.

Sabemos que en sus sueños mozos anduvo con el marino Miguel de Legazpi, en la conquista de las Filipinas y las Marianas, donde llegó a capitán de arcabuceros. Parece que ello excitó sus ansias de gloria y aventuras, pues en 1573 lo hallamos en El Pardo, firmando con el Rey Felipe II capitulaciones, para colonizar desde las bocas del río Desaguadero (hoy San Juan), hasta los confines de Veragua, en el Mar del Norte; y luego, tierra adentro, hasta el Mar del Sur, en cuyo territorio debería poblar tres ciudades. Artieda se obligaba a adquirir y aparejar, a sus expensas, tres navíos, con doscientos hombres, conocedores de diversos oficios, bien armados y con provisiones para un año. Se le nombraba gobernador de Costa Rica y Nicaragua, con dos mil ducados de sueldo al año, más la promesa del título de marqués, una vez realizada a satisfacción la empresa colonizadora.

Muy ilusionado deber estar Artieda con su proyecto y convencidos de su éxito, pues invirtió en él todos sus bienes y propiedades en Navarra, con sus ahorros de Filipinas, que sumaban más de veinte mil ducados. En abril de 1575, en Salúcar de Barrameda se hizo a la mar, llevando consigo a toda su familia. En un viaje azaroso, que él mismo califica de "siniestro", perdió dos naves en aguas del Mar Caribe, sus títulos de gobernador y casi la vida, pues hubo de salvarse a nado. Con todo, aún le quedaron arrestos para entrar en el río Desaguadero y por el lago de Nicaragua arribar a Granada, donde puso en astillero otros tres navíos, con los que ejecuta su proyecto.

En noviembre de 1577 salió con barcos y gente armada al Mar del Norte. Por la Boca del Drago entró a la bahía de Zorobaró (hoy del Almirante), de donde pasó a la de Abureméa (hoy laguna de Chiriquí), buscando "lugar decente" donde poder poblar. El ocho de diciembre entró en el río del Guaymí (hoy Krikamola), subió un par de leguas y habiendo hallado el "lugar decente", con la aquiescencia de sus huestes y el ceremonial de rigor, pobló la ciudad de Aritieda del Nuevo Reino de Navarra. Era, al parecer, el 5 de marzo de 1578.

Poco tiempo duró el Nuevo Reino de Navarra con Artieda su capital, que ante la hostilidad de la audiencia de Guatemala y lejos de los centros de abastecimiento, no pudo sostenerse. Por otro lado, merodeaba por las costas del Mar del Sur el pirata Francis Drake, por lo que el gobernador hubo de regresar por tierra a Cartago, para tomar las disposiciones defensivas pertinentes. Años más tarde, al continuar los pleitos con las autoridades de la audiencia, tuvo que desplazarse a Guatemala, donde en 1591 murió pobre, solo y en el más completo anonimato. Y nada quedó de Artieda ni del Nuevo Reino de Navarra, como no sean los añosos legajos en los archivos históricos.

Los misioneros franciscanos que lo acompañaron en su aventura, no dudaron en afirmar que Artieda "es muy buen cristiano y de buenos deseos. Celoso de la honra de Dios, desea acertar para que estos naturales vengan a la fe cristiana". Y un escritor moderno lo retrata así: "A fuer de buen navarro, Diego de Artieda fue un caballero cristiano, un hombre de bien, que sirvió con todas sus fuerzas al rey y a Dios".

¡Pobre de Diego de Artieda Chirini!. Con la esperanza de cubrirse de gloria y ser marqués, arriesgó su vida, perdió su familia y gastó todos sus bienes sin haber podido sacar adelante el Nuevo Reino de Navarra, que fue la verdadera ilusión de su vida. Su memoria perdura en Costa Rica, en la ciudad de Esparza, así llamada por él en recuerdo de su villa natal.

Mons. José Agustín Ganuza, o.a.r.
Prelado de Bocas del Toro

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