viernes, 11 de mayo de 2007

La comunión en la Iglesia

2007-05-13
La voz del Pastor
La comunión en la Iglesia

"No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mi. Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn. 17,20- 21).

Para hablar de la "comunión" en la Iglesia muchas veces hemos citado el texto anterior del evangelista San Juan. Donde Jesús antes de su misterio pascual, suplica al Padre por la unidad de sus discípulos, presentes y futuros. La Iglesia ha interpretado siempre este texto como un gran desafío y reto en su misión evangelizadora a través de los tiempos: Muy bien lo exhortó el Papa Juan Pablo II al inicio de este milenio: "Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo". (Novo millennlo ineunte, 43).

La comunión encanta y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia. Es el fruto y la manifestación de aquel amor que, surgiendo del corazón del eterno Padre, se derrama en nosotros a través del Espíritu que Jesús nos da (cfr. Rm 5,5) para hacer de todos nosotros "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). Realizando esta comunión de amor, la Iglesia se manifiesta como "sacramento", o sea, "signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano" (cfr. NMI 43).

En definitiva, la comunión tiene su origen en la comunión Trinitaria, que nos hace participar de ella, principalmente, a través del misterio pascual de Cristo, que nos inserta en él por medio del bautismo. "La Iglesia es signo de comunión porque sus miembros, como sacramento, participan de la misma vida de Cristo, la verdadera Vid (Jn 15, 5). Y así, por la comunión con Cristo, Cabeza del cuerpo Místico, entramos en comunión viva con todos los creyentes... Esta comunión existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe manifestarse a través de signos concretos, como podría ser: la oración en común de unos por otros, el impulso a las relaciones entre las Conferencias Episcopales. Los vínculos entre los Obispos, las relaciones y la mutua hermandad entra las diócesis y las parroquias, y la mutua comunicación de agentes de pastoral para acciones misionales especificas" (Ecclesia in America, 33).

La necesidad de la comunión en la Iglesia tiene algunas exigencias que hay que tomar en cuenta, ya que la ley eclesiástica nos señala que para estar en plena comunión en la Iglesia Católica... los bautizados se unen a Cristo dentro de la estructura visible...a través de los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos y del régimen eclesiástico. (CIC 205).

Es decir, que estos elementos de profesar una sola fe, recibir los mismos sacramentos, y aceptar las normas de la Iglesia emitidas por la legitima autoridad, son necesarias para vivir esa comunión muy necesaria en este Pueblo de Dios que es la Iglesia Católica.

Todos estamos llamados a manifestar esa comunión querida y suplicada por Cristo. Todos somos responsables de procurar entre los cristianos esa comunión, tomando en cuenta que en nosotros debe prevalecer el testimonio del amor "el amor es divino porque proviene de Dios y a Dios nos une, y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea "todo para todos" (Benedicto XVI; Deus Caritas esto 18).

Mons. Audilio Aguilar Aguilar
Obispo de Colón - Kuna Yala
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