viernes, 22 de febrero de 2008

Corrupción y nuestro ser discípulos

2008-02-24
La Voz del Pastor
Corrupción y nuestro ser discípulos

La percepción de corrupción en los dominios de la política y de la economía, se ha vuelto un lugar común y, hasta en ocasiones, un juicio temerario, por presuponer corrupción sin algún tipo de prueba de ello. Precisamente, la desconfianza en instituciones de la vida pública procede de esta percepción de corrupción. Ahora bien, aunque la corrupción la asociemos a las esferas de lo político y de lo económico y es así como en los medios de comunicación se acostumbra a hablar de ella, por el daño que ocasiona, ella es también una cuestión ética; es decir, se trata de una opción ¿por el bien o por el mal?

La corrupción consiste en realizar transacciones no éticas o ilegales, entre dos o más agentes y que perjudican a un tercero. Hay una transacción mala entre dos partes y una infidelidad a un tercero; no es lo mismo que un robo.

Supongamos que alguien de una administración pública hace una componenda ilegítima con una empresa para la adjudicación de un contrato; las dos partes están perjudicando al pueblo, son infieles a él, y, en particular, a los más pobres, que son los que más necesitan los apoyos del Estado.

Todavía más, la corrupción es pecado y ocasión para más agravantes de pecado; es decir, la corrupción es camino de muerte, negación del Dios de la Vida, que se nos ha revelado en Cristo Jesús. Daña a las personas y daña al orden social. Pecado personal y pecado social, no mera cuestión político-económica. Puede ser de mucha utilidad volver a leer la exhortación apostólica Reconciliación y Penitencia, del siervo de Dios Juan Pablo II.

Se dice que un Estado burocratizado es un incentivo para la corrupción; que donde hay que realizar muchos trámites para una gestión, hay una invitación a la corrupción, pero hay otras situaciones. También, por ejemplo, en tiempos cercanos a elecciones generales, las tentaciones para el que teme perder el puesto, pueden ser muy grandes, sin embargo, no es fatal caer en ellas; está en juego una libre opción.

Leyes y reglamentos son ayuda para impedir la corrupción, pero son insuficientes y siempre hay el riesgo de que no se cumplan; de la impunidad. El cero corrupción pareciera no de este mundo, pero no es excusa para no tomar las medidas que ayuden a hacerla lo más imposible que se pueda.

Dentro de esta Cuaresma, revisemos nuestras vidas personales y ciudadanas. Hace falta la conversión del corazón. Es imprescindible la formación de la conciencia moral y ésta es una tarea, en primer lugar, de la familia. ¿Nuestras familias panameñas las cumplen? Los padres, ellos, ¿tienen también formadas sus conciencias? Tarea de familia, de la escuela del hogar, pero también de la Iglesia. Los sacerdotes y todos los católicos, debemos poner particular cuidado en el cumplimiento de esta docencia de la formación de la conciencia moral.

Vale para la corrupción y vale para toda conducta humana porque toda conducta tiene una dimensión ética; para el católico, además, coherencia con la fe que profesa. Cuando entre panameños nos quejamos de males que vemos en la vida pública, quizás estamos lanzando piedras a nuestro propio tejado, porque esos males, ¿no serán producto de negligencias en la vida familiar y en nuestra labor como personas responsables?

Mons. Pablo Varela
Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Panamá

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Derechos posesorios

2008-02-24
A tiro de piedra
Derechos posesorios

La rebatiña por la tierra que se ha formado en Panamá es de pavor, porque mucha gente pierde sus terrenos entre la compra desmedida y la bellaquería de algunos que, sin ningún empacho, se apoderan de lo que no les pertenece y lo venden a terceros. ¿Qué hace el gobierno? Poco, que yo sepa, y deja el asunto a la libre oferta y demanda, o en manos de unos tribunales en los que el pobre desplatado poco puede hacer para que le reconozcan sus derechos.

He sabido de varios casos en los que las personas venden sus derechos posesorios por unos cuantos miles, cuando su tierra vale muchísimo más; se gastan el dinero; y luego quedan como precaristas en las ciudades del interior o la capital. En otros casos, vecinos del lugar venden lotes y fincas ajenos a extranjeros, hasta que aparece el verdadero dueño y se forma el lío. También hay casos como el de un político sinvergüenza, ex alcalde de Arraiján, que quiere despojar a una humilde mujer de su propiedad, para favorecer a un extranjero vecino de ella. El político ya tiene varios casos como éste en su haber. Me gustaría saber lo que dirá la gente de su partido, cuando aparezca el caso en los medios de comunicación y vayan a pedir votos prometiendo honestidad en el manejo de la cosa pública.

Es preciso que el gobierno tome medidas efectivas y urgentes, por el interés social que implica la situación. Las denuncias de los lugareños, especialmente los que viven cerca de las costas, son cada vez más abundantes.

La propiedad privada debe respetarse, pero también debe protegerse al débil de los abusadores y los delincuentes catastrales. Mañana será tarde y, en caso de que el asunto continúe a la libre oferta y demanda, el ambiente de impunidad, denegación de justicia, y de desprecio al principio de subsidiariedad, provocará que la población busque su propia solución en la defensa de sus derechos; cosa que por lo general desemboca en la violencia.

Nuestra población rural, o poseedora de tierras bajo derecho posesorio y aún con título de propiedad, necesita de apoyo y orientación estatal y de la sociedad civil organizada. Tenemos que evitar que continúe siendo víctima de especuladores y de la bellaquería de algunos, entre ellos delincuentes catastrales, que la despoja de su patrimonio y la empuja a un estado de total pobreza e indefensión social, porque parte importante de ella ni siquiera tiene una educación completa ni un oficio o profesión que le permita ganarse el sustento en otro ambiente distinto del que deja.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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23 años de periodismo católico

2008-02-24
Editorial
23 años de periodismo católico

Hace exactamente 23 años, en el mismo día y mes, Panorama Católico comenzó formalmente su publicación como periódico eclesial. El principio de esta obra apostólica se debatía entre el entusiasmo, la fe y la esperanza de unos, y los sombríos vaticinios de otros. Luego de dos décadas y un tercio, lo primero a superado, con creces, a los malos augurios.

Durante todo este tiempo hemos vivido una historia rica en hechos y experiencias. Hemos tenido alegrías y tristezas; aciertos y yerros; luces y sombras. Todo ha valido la pena, sin dudas. Hemos visto el caminar de la Iglesia, en su dimensión universal y local, y hemos procurado registrar los acontecimientos más sobresalientes de ese andar.

La Nueva Evangelización, el nacimiento de la Jornada Mundial de la Juventud, el Quinto Centenario de la Evangelización de América, la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, las dos últimas décadas del fructífero pontificado de Juan Pablo II, su muerte, y el día a día de la Iglesia panameña, son, entre muchos ya, los temas que quedan plasmados en casi 30,000 páginas y más de 15,000,000 (quince millones) de ejemplares vendidos en las parroquias que conforman el territorio nacional.

Al cumplir nuestros primeros 23 años de periodismo católico, rogamos a Dios Padre que nos permita continuar la marcha; que nos ayude a mejorar en cada edición; y que nos envíe su Espíritu Santo para renovar el entusiasmo, la fe, y la esperanza con los que nos llamó a trabajar en esta obra.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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La Obra de Dios

2008-02-24
El Ojo del Profeta
La Obra de Dios

Cuando contemplamos el cielo y vemos el universo creado por la Mano de Dios, nos asombramos y sentimos empequeñecidos. El hombre, aunque es la máxima criatura de Dios, se apoca ante lo grandioso de las estrellas y los planetas. La obra de Dios supera todo entendimiento y toda ciencia humana, porque el ser humano es incapaz de comprenderla y contenerla.

Si hace pocos días nos maravillamos con el eclipse de luna, cuánto más nos maravillaremos al reconocer el inmenso amor de Dios por la humanidad. Así como sólo podemos contemplar los astros, sin poder tocarlos; de la misma forma, sin tocar, podemos sentir y experimentar la misericordia y el amor de Dios Padre, manifestada en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Vivimos un tiempo litúrgico en el que se nos llama a la Oración, la Penitencia, el Ayuno, y la Limosna material y espiritual. Es en esas prácticas que tenemos el comienzo de la vida nueva, la conversión, que Dios quiere para nosotros. Cielo y tierra pasarán; más su Palabra no pasará.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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viernes, 15 de febrero de 2008

¡Nosotros serviremos al Señor!

2008-02-17
La Voz del Pastor
¡Nosotros serviremos al Señor!

Cuaresma es el tiempo santo que la iglesia dedica a preparar concienzudamente la solemnidad de la pascua del Señor- su pasión, muerte, resurrección y envío del Espíritu Santo- y nuestra participación en ella, por los sacramentos de iniciación cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía.

Por eso, la Iglesia destaca el significado de estos sacramentos, más un sacramento de recuperación, el de la penitencia o reconciliación, para los que han caído de la gracia inicial.

De igual manera, se acentúa en esta época la preparación de los catecúmenos que recibirán la iniciación el Sábado Santo, cuando los ya iniciados renovarán solemnemente sus compromisos bautismales.

La exhortación a convertirnos y creer en el Evangelio que escuchamos el Miércoles de Ceniza, es un llamado a volver al hogar paterno y recuperar nuestra identidad de hijos en el Hijo de Dios, sacerdote y Cordero de Dios, profeta y maestro, rey y pastor.

El Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, recibido en la iniciación cristiana es quien nos vincula con Jesús, el Cristo o ungido con el Espíritu. En Él somos otros cristos. Recordemos que, en Israel, inicialmente sólo los reyes y los sacerdotes eran ungidos con el Espíritu. Posteriormente también lo fueron los profetas.

El rey, ungido del Señor, no era un potentado absoluto, como en otras naciones orientales, sino el lugarteniente del Señor, fiel y compasivo, lento a la cólera y rico en misericordia. Israel ora por el rey para que en sus días florezca la justicia y haya prosperidad. Y confía en que él librará al pobre que suplica, al humilde indefenso; se apiadará del pobre desvalido y rescatará a los indigentes librándolos de la violencia y la opresión (cf sal. 72).

El rey debe ser como el rostro humano del Señor, fiel y misericordioso, y lo será en la medida en que brille en él la fidelidad y la obediencia a los preceptos de la alianza. Saúl fue destronado precisamente por su desobediencia, y David se salvó, porque supo hacer penitencia por sus muchos y graves pecados.

El Siervo del Señor de los cuatro cánticos del profeta Isaías es un modelo de conducta para el rey, en cuanto encarnación de la personalidad corporativa de la nación: Ungido por el Señor para liberar a cautivos y oprimidos, reunir a los hijos dispersos de Israel y ser luz para las naciones, carga con los pecados del pueblo, a pesar de su inocencia. Enviado a salvar a los hombres, es obediente hasta la muerte, por eso recibe una multitud en herencia (cf Is 53). En el libro de Daniel, es el hombre que viene sobre las nubes, y recibe gloria, honor y poder, de manos del anciano. (Dan 7:14).

En todos estos casos, se trata de tipos y figuras de Jesús, el Cristo o Ungido del Señor, obediente a Dios hasta la muerte, y muerte de cruz, por lo que ha sido confirmado en la función de Señor y Mesías, ante el cual se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo (cf Fil 2: 6-11).

Este es el Siervo del Señor, presentado en el bautismo, en quien Dios se complace. Por el bautismo, Dios nos ha destinado a reproducir la imagen de su Hijo, llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos (cf Rom 8:29). Animados por su Espíritu, que nos configura con él, podemos rechazar enérgicamente las insinuaciones del seductor para reclamar el homenaje de nuestra obediencia, que sólo a Dios debemos. En nuestro paso por la vida escucharemos al seductor proponernos "ser como Dios", si le obedecemos a él. Por eso importa desenmascararlo, como Jesús, mediante la Sagrada Escritura, en el desierto; o con la fuerte reprensión a Pedro, cuando quiso desviarlo de su vocación y misión (cf Mt 16).

Nos convertimos, en definitiva, cuando decidimos obedecer al Señor, a todo lo largo de nuestra vida, y no al mundo o a los ídolos. Esta fue la opción de Josué y su familia, en Siquen (Jos 24); Y la de Pedro y Juan frente a los tribunales que pretendían impedirles anunciar a Jesucristo como Salvador (cf Hch 3:1-26). También debe ser la nuestra en nuestros días en que múltiples seductores se empeñan en convencernos de que el camino hacia la plena realización humana, "ser como Dios", pasa por el pecado, conversión a la criatura y aversión a Dios, obediencia a la criatura y rebeldía ante Dios.

Sin embargo, Jesús, ungido con el Espíritu, y obediente a Dios, que pasó por el mundo liberando a cautivos y oprimidos y predicando la buena noticia del Reino a los pobres, unido a Dios, su Padre, nos enseña, que Dios se complace en compartir su propia vida, engendrando nuevos hijos, por la fe en Jesús, Hijo de Dios y Mesías obediente, en quien se deleita. ¡Que él, Camino, Verdad y Vida nos enseñe a vivir así nuestro bautismo!, como auténticos discípulos y misioneros suyos.

Mons. Oscar Mario Brown J.
Obispo de Santiago de Veraguas

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Protestas

2008-02-17
A tiro de piedra
Protestas

Desde mi época escolar y universitaria he insistido en la forma pacífica de protesta, y me he opuesto a las manifestaciones violentas, porque considero que eso desvirtúa el reclamo que hacemos. La única ocasión en que recuerdo haber lanzado una piedra, fue en 1976, cuando el entonces ministro de Hacienda, Ernesto Pérez Balladares, encabezaba el establecimiento del impuesto de transferencia de bienes muebles conocido como el 5 por ciento. En la euforia juvenil, lanzamos ladrillos a un pelotón de policías que querían llevarse presos a uno de los nuestros que había resbalado y caído a la calle.

Fuera de aquella experiencia, participé en muchas marchas y protestas, siempre y cuando no se tornaran violentas. No comparto esa forma de reclamar. Tampoco estoy de acuerdo con el cierre de calles. Esta posición me buscaba problemas en la universidad, porque no era compartida por los grupos que tradicionalmente dirigen las protestas en la Universidad de Panamá.

El largo camino recorrido en protestas, desde la escuela, la universidad, la lucha contra la dictadura, y la militancia gremial, me han permitido ver algunas cosas como, por ejemplo: los agitadores que provocan la violencia, la conexión entre grupos que aparentan ser independientes unos de otros, la ejecución de tácticas del pequeño grupo que comanda, y la intención oculta que algunos llevan a las manifestaciones. Por eso, tanto la represión de la policía como la violencia de los agitadores profesionales, son cosa casi segura en aquellas protestas que convocan ciertos sectores en particular.

Los ciudadanos debemos exigir que toda protesta o manifestación se realice de manera pacífica. Nada de violencia. Nada de agitadores. Nada de represión innecesaria. No nos dejemos conmover por sentimentalismos ni afectivismo; procuremos discernir. Ningún reclamo ni ninguna defensa del estado de derecho justifica una muerte; ni ninguna muerte justifica más violencia y más muertes. Tan responsable es el que sacrifica la vaca, como el que le amarra la pata.

Razón tienen los obreros del Suntracs en reclamar el reglamento de seguridad que ayude a prevenir accidentes. También estaría justificada una huelga o paralización de labores en los sitios de construcción. Pero salir a la calle a afectar a otros que no tienen que ver con el asunto ni pueden solucionarlo, es un acto censurable e injustificado. Si escogieran el camino correcto, de seguro otros los apoyaríamos. Si eligen el rumbo equivocado, entonces tenemos que censurarlos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Los frutos de la violencia

2008-02-17
Editorial
Los frutos de la violencia

Los recientes disturbios ocurridos en la capital y varias ciudades del país, cuyos principales protagonistas han sido los obreros del sindicato de trabajadores de la construcción y la policía nacional, ponen de manifiesto que el diálogo y la negociación son superados, en este caso, por lo que se considera el derecho de protestar cerrando calles e impidiendo el paso, y por lo que se entiende como legitimidad del uso de la fuerza.

Ambas actitudes desembocan en violencia, independientemente del concepto o la justificación que se argumente. Y esa violencia no soluciona ni aprovecha; más bien divide y alimenta rencores. Esa violencia se salda, como en este caso, con la sangre de los muertos y heridos que ha dejado. Sangre que es del mismo color para uno y otro bando, derramada por la convicción de defender un derecho y por la obligación de preservar el orden público.

El conjunto de palos, bloques, llantas incendiadas, trozos de muro, perdigones, gases lacrimógenos, balazos, y varillas utilizados como arma, ¿de qué han servido? Esos instrumentos en manos de sus usuarios ¿qué fruto han dado? Ni unos ni otros son culpables, desde el punto de vista de su razón. Pero tampoco son del todo inocentes. Ya sea por defender un derecho, o por preservar el orden público, ningún acto de violencia está plenamente justificado.

Hacemos, desde aquí, un llamado a la cordura y a la concordia. Que hagamos del diálogo y la negociación, la vía usual de resolver las diferencias y todo conflicto. Al final eso es lo único que quedará por hacer, y es mejor abocarse a ello primero, que hacerlo después con la carga de los frutos que produce la violencia.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Seguridad en la construcción

2008-02-17
El Ojo del Profeta
Seguridad en la construcción

El auge de la construcción en Panamá es alabado por algunos sectores y considerado como un signo del progreso del país. Mucho es el bien que hace esta actividad ofreciendo empleo, generando trabajo indirecto, y dándole un aspecto renovado al ambiente urbano de la ciudad capital y otras ciudades del interior. También provoca daño ambiental, destroza calles, contribuye a congestionar el tráfico durante y después de terminar los edificios, y es escenario de accidentes por descuidos y por desatender las reglas de seguridad.

No en vano los vecinos de las construcciones, los activistas civiles, y los trabajadores de la construcción se quejan por el incumplimiento de las normas de seguridad. Los trabajadores, en particular, han realizado protestas en estos días, porque aún está por ponerse en práctica el reglamento de seguridad en las construcciones.

Si queremos vivir en paz, especialmente en una ciudad plagada de construcciones, debemos volver al principio de respetar al otro, y no hacerle aquello que no me gusta que me hicieran a mí. Que la seguridad sea más que arneses, mallas, y equipo seguro, sino la calidad en los materiales, la vivienda ventilada y con buena iluminación, el espacio para el esparcimiento y el peatón; pero, sobre todo, el evitar lograr los propios fines por encima de cualquier cosa y de cualquiera de mis semejantes.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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jueves, 14 de febrero de 2008

Itinerario Cuaresmal

2008-02-10
La Voz del Pastor
Itinerario Cuaresmal

Ya en el umbral de la importante época de la cuaresma conviene que hagamos un alto en el camino para reflexionar sobre el significado y los programas que todos debemos cumplir a fin de cosechar abundantes frutos espirituales en esta nueva oportunidad que el Señor nos regala.

Necesitamos en primer lugar comprender que estamos preparándonos para celebrar (no sólo recordar o conmemorar) el misterio pascual, es decir, la muerte y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. Por él hemos sido regenerados y hemos pasado de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz.

En este tiempo litúrgico de Cuaresma dedicaremos cuarenta días a vivir un programa muy especial que nos ayudará a redescubrir y valorar el sentido del cristianismo, viendo en él no sólo un conjunto de verdades reveladas, normas éticas o unos cuantos ritos o ceremonias externas que nos recuerdan el pasado. Se trata de un nuevo modo de pensar y de vivir según el modelo de Jesucristo.

Necesitamos urgentemente una "metanoia", es decir una verdadera y sincera conversión.

Al contemplar el misterio de la cruz en el que todo un Dios hecho hombre sufre, se inmola para la salvación del género humano, descubrimos el eterno amor de nuestro Padre Dios y sobre todo su infinita misericordia. Esta consideración nos tiene que llevar a responder al amor divino con nuestro propio amor y a manifestar a nuestros hermanos el amor y la misericordia que de Dios recibimos.

El Santo Padre Benedicto XVI nos ha presentado un mensaje claro y conciso como medio de vivir fructuosamente este Sagrado tiempo de Cuaresma. Nos ha recordado tres grandes áreas para nuestra actividad cristiana, las cuales si las tomamos en serio nos llevarán a la conversión y a la profunda y verdadera renovación de la mente y del corazón; es decir, la oración, el ayuno y la limosna.

El Papa en su mensaje cuaresmal, se concentra en este último punto: la limosna. Tenemos que recuperar y purificar el concepto de LIMOSNA. No debemos entenderla como tradicionalmente lo hemos hecho, en sentido peyorativo, entendiéndola como dar lo que nos sobra. No se trata de dar lo que ya no nos sirve y de lo cual tenemos que deshacernos poniéndolo en manos de los demás. En este sentido, estaríamos utilizando a los más necesitados como un cesto de basura degradando así su condición y su dignidad de hijos de Dios y de hermanos nuestros.

Nos recuerda el Papa que dar limosna es ante todo "compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina". Esto lo hacemos en forma concreta en la colecta cuaresmal en favor de los programas de la Pastoral Social de cada Diócesis cuyo objeto es ayudar de muchas maneras a los más desprotegidos. No debemos ayudar a los más pobres para tranquilizar nuestra conciencia humillándolos y despreciando su valor humano y cristiano. Los ayudamos y tratamos de promover su dignidad y su condición de hijo de Dios.

Nos recuerda el Santo Padre, y ésto es fundamental: "no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino ADMINISTRADORES, por tanto no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama a cada uno de nosotros a ser medio de su providencia hacia el prójimo". "Los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal" (cat. de la Ig. Cat.No.2404).

Al compartir con los demás algo de lo mucho que Dios nos ha dado gratuitamente hagámoslo sin buscar gloria humana o recompensa terrenal. "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha" (Mateo 6, 3-4). "La preocupación del discípulo es que todo vaya a la Gloria de Dios". Si cuando ayudamos nos buscamos a nosotros mismos perderemos la recompensa en el reino de los cielos. ("Brille así vuestra luz para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos" (Mateo 5, 16).

Compartir con alegría nuestros bienes con los más necesitados es la verdadera limosna evangélica, no es simple filantropía sino expresión de la caridad y esto exige conversión. "Sirve de bien poco", añade el Santo Padre, "dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello".

El Apóstol Pablo nos recuerda unas palabras de Jesús, las que hay que tener siempre ante nuestros ojos: "hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hechos 20, 35). San Pedro también nos dice que la caridad cubre multitud de pecados" (1 Pedro 4, 18).

Finalmente nos dice el Santo Padre que "la limosna acercándonos a los demás nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los demás".

Aprovechamos esta cuaresma para reiniciar nuestra conversión y participar con mayor eficacia del misterio pascual.

Mons. José Dimas Cedeño Delgado
Arzobispo Metropolitano

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Una visita a La Atalaya

2008-02-10
A tiro de piedra
Una visita a La Atalaya

Acabo de hacer un viaje a La Atalaya, como ya es costumbre aquí en el periódico. Es la visita previa a la gran romería que tiene su cenit el primer domingo de Cuaresma. Lo que pudiera parecer algo rutinario, no lo es. Atalaya, como se le llama comúnmente, siempre nos deja algo nuevo. Este año no es la excepción: conocimos al sacristán de monseñor Juan José Cánovas, gran impulsor de la famosa romería al Nazareno; y a una de las lugareñas de mayor edad, que a sus 102 años aún conserva toda su lucidez.

Desde muy pequeño he sido aficionado a hablar con los ancianos, por el conocimiento y la experiencia que le dan sabiduría. Allí, con don Ismael Valdés y doña Encarnación Marín, me sentía a gusto. El, bautizado y casado por monseñor Cánovas, contaba con fruición su experiencia con ese gran cura de almas. Lo que más recuerda de él es su caridad con los enfermos, y los largos viajes a caballo por los poblados lejanos de la circunscripción parroquial. Mamá-otra, o Chon, como llaman a doña Encarnación, habló muy poco. Su voz fuerte. Su mirada viva reflejada en sus ojos negros. Su hospitalidad. Toda su personalidad así reflejada, complementada con su hablar pausado, frases escuetas y directas, y su franqueza patente.

Atalaya, con su basílica menor, una de las dos existentes en el país (la segunda es la de Don Bosco, en la capital), ha visto llegar a los romeros desde la época colonial. Por mucho tiempo la romería se celebró sólo durante el Primer Domingo de Cuaresma. Con Cánovas y los padres Cruzados de San Juan, se extendió desde el Miércoles de Ceniza hasta el domingo primero de Cuaresma.

Frente al templo, que está orientado hacia el mar porque era el antiguo camino de entrada al pueblo, al que se llegaba por vía marítima, hay una pequeña construcción que aparenta venir desde la colonia. Es una casita que, según doña Chon, sirvió de escuela. De hecho, ella asistió a la primaria allí. También pudo haber sido cuartel militar o cárcel. Al comentárselo a don Ismael, me dijo que de niño había escuchado que sirvió de prisión. Hoy es un depósito municipal, en el que se guarda materiales y las figuras del Nacimiento que levanta el pueblo para Navidad. El repello y las reparaciones recientes, le ha dañado se estructura de ladrillos cocidos.

La Atalaya, población de la que hablaba mi abuela Clementina con veneración, cada vez que se acercaba la fecha de la romería y preparaba su viaje hacia allá, merece mayor atención. Ya sea por su historia, o por su cercanía a la zona turística de Mariato, ningún esfuerzo sería en vano por dotarla de la infraestructura y los servicios que la potencien como punto obligado de parada para propios y extraños.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Al fin de cuentas

2008-02-10
Editorial
Al fin de cuentas

Acabó el jolgorio carnavalesco con su alegría momentánea y sus penas, dejando tras de sí un cúmulo de historias de dichas pasajeras, accidentes, toneladas de basura, y devolviéndonos a la realidad cotidiana que debemos afrontar en lo individual y lo colectivo, después de varios días de letargo nacional impuesto por lo feriado o por la fuerza de los acontecimientos.

El pueblo se dedicó a vivir estos días, según el sentir y el pensar de cada quien. Mientras unos participaban del ambiente bullanguero, otros buscaban la paz y la meditación. Mientras había quien zarandeaba el cuerpo entre el gentío que saltaba al ritmo de una comparsa o murga, otros más preferían las reuniones familiares o el paseo tranquilo y renovador lejos del bullicio.

Pasado el Carnaval, ahora empezamos la Cuaresma. Es el momento de hacernos el examen de conciencia que nos dirá cómo hemos caminado hasta el momento; qué hemos hecho de beneficioso, o perjudicial; y cómo enmendaremos los errores de cara a nuestra fe. Al igual que en otros casos, algunos buscarán los caminos del Señor de una manera más comprometida y madura; otros, en cambio, serán impulsados por su religiosidad. Unos guardarán el ayuno y practicarán la abstinencia en su alimentación; otros comerán pescado, irán en pos de las palmas benditas, y visitarán los siete templos.

Cualquiera que haya sido nuestra historia en estos días carnavalescos, y cualquiera que sea durante la Cuaresma, de todo hemos de responder ante Dios. Al fin de cuentas, sólo El conoce el fondo de nuestros corazones, y juzgará justamente lo que somos y lo que hacemos, según nuestra fe y la conciencia con la que realizamos nuestras obras, al procurar hacer su voluntad.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Lo que nos dejo el carnaval

2008-02-10
El Ojo del Profeta
Lo que nos dejo el carnaval

Todo en la vida tiene un propósito, y hay tiempo para todo en la vida. Una persona, un país, y una sociedad tienen una misión y una vocación. Descubrir lo que somos, y saber lo que queremos ser, es un ejercicio constante de discernimiento que nos ayuda en nuestro caminar personal y comunitario.

Ya pasó el carnaval, y es justo preguntarnos qué nos dejó. ¿Satisfacciones? ¿Progreso? ¿Luto? ¿Dolor? ¿Qué?. El jolgorio, las borracheras, el desenfreno, y la inmoralidad, convivieron con la inocencia de los niños, la alegría espontánea de algunos, y el esparcimiento de otros tantos. Unos resolvieron, por un rato, su necesidad económica; otros perdieron su diario sustento por la paralización de labores.

Ahora nos toca evaluar lo acontecido. ¿Valió la pena? ¿Tenemos que mejorar algo? ¿Qué cosas hemos de cambiar?. Respuestas a todo esto habrá, sin duda, para censurar o justificar lo hecho. Sin embargo, el reto verdadero está en saber diferenciar si ha sido sólo vanidad de vanidades, o el intento por darle el valor cultural que merece el carnaval, erradicando todo aquello que sobra y que incita a vivir esos días por el mero placer de dar rienda suelta a lo que sabemos es dañino para nosotros mismos como hijos de Dios y como nación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Ustedes son del mundo; pero no del todo

2008-02-03
La Voz del Pastor
Ustedes son del mundo; pero no del todo

Al finalizar el pasado año litúrgico, el 30 de noviembre del 2007, fiesta de san Andrés, Su Santidad Benedicto XVI nos sorprendió con una hermosa carta encíclica sobre la esperanza. Nos decía el Papa: "El Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza, vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva".

En estos momentos difíciles por los que atraviesa nuestro mundo, nada más oportuno que este mensaje de esperanza.

Nos encontramos en plenos carnavales donde el "rey Momo", es decir: el "libertinaje" se apodera de nuestras calles en un derroche que rebasa todos los instintos humanos, a campo abierto, en busca de una hipotética felicidad que se espera y anhela; pero que, cuando nos parece alcanzarla, se esfuma dejándonos un vacío en lo más profundo de nuestro ser.

El Papa cita un texto de san Gregorio Nacianceno profundamente orientador. "En el mismo momento en que los Magos, guiados por la estrella, adoraron al nuevo Rey, Cristo, llegó el fin para la astrología, porque, desde entonces, las estrellas giran según la órbita establecida por Cristo". Entonces, sigue diciendo el Santo Padre, "el inexorable poder de los elementos materiales ya no es la última estancia; ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres. El cielo no está vacío. La vida no es el amplio producto de las leyes y de la casualidad de la materia, sino que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo, hay una voluntad personal, hay un Espíritu que, en Jesús, se ha revelado como Amor". Amor del Buen Pastor: "El Señor es mi pastor nada me falta, aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo". (Sal 22, 1-4).

Saber que existe Aquel que me acompaña, incluso en la muerte y que con "su vara y su cayado me sosiega", de modo que "nada temo" era la nueva esperanza que brotaba en la vida de todos los creyentes.

Los cristianos, como seres humanos vivimos en el mundo, pero, nos dice el evangelio de Juan. "No sois de este mundo" Si pertenecierais al mundo, el mundo os querría como a cosa suya, pero como no pertenecéis al mundo sino que, al elegirlos yo, os saqué del mundo, por eso el mundo os odia" (Juan 15, 18-19).

En realidad, sí somos de este mundo porque nacimos y vivimos en él. Pero, como decía un eminente teólogo: "Somos del mundo, pero no del todo", y esta es una diferencia, tal vez pequeña, pero sustancial.

El cristiano que se siente verdadero hijo de Dios y, por ende, heredero del Reino de los Cielos, debe pisar la tierra, pero poniendo los ojos en el cielo; porque todo lo terreno: riqueza, fama, diversión, es caduco y pasa; en cambio, el reino de Dios permanece para siempre.

Y así, el poeta José María Pemán describía ese ideal de sencillez y esperanza en "El elogio de la vida sencilla".

"No voy de la gloria en pos
ni torpe ambición me afana
y, al nacer cada mañana,
tan sólo le pido a Dios:
casa limpia en que albergar,
pan tierno para comer,
un libro para leer
y un Cristo para rezar.
Que el se afana y se agita
nada encuentra que le llene
y el que menos necesita
tiene más que el que más tiene".


Mons. Carlos María Ariz
Obispo Emérito de la Diócesis de Colón - Kuna Yala

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Desabastecimiento de combustible

2008-02-03
A tiro de piedra
Desabastecimiento de combustible

La escasez en el aprovisionamiento de gasolina al público provocado por una petrolera, nos ha dejado con un sabor amargo. A pesar de las explicaciones de la empresa y de la autoridad competente, las dudas quedan y la sensación de desprotección, también. El asunto empeora cuando ocurre, justamente, en el momento en que el precio al consumidor disminuye.

El abastecimiento de combustible, y del resto de la energía, es una actividad estratégica para todo estado. Dejarla totalmente en manos de los particulares, o con un endeble o ausente control estatal, es provocar el caos en un momento crítico. En el caso de Panamá, la autoridad transita entre el poco poder coercitivo y la actitud blandengue; lo que deja en la indefensión a los concesionarios independientes y al consumidor.

Cuando escuchamos que no habrá multa, porque la empresa Shell tenía en inventario combustible, más indefensos nos sentimos. Tener el combustible y no surtir a sus estaciones de gasolina es, en la práctica, como si no tuviera el inventario. Se supone, o al menos eso cree el consumidor, que la reserva de combustible que debe tener la distribuidora es para garantizarle al público el aprovisionamiento. Si no hubo aprovisionamiento, ¿de qué vale el carburante en los tanques de almacenamiento?

Hay, en esta situación, algunas prácticas de las empresas petroleras que perjudican al consumidor. No mantener los tanques de las gasolineras con el combustible suficiente, como aparentemente ha sido el caso que nos ocupa, es un atentado contra el consumidor. Una cosa es el barco que se retrasó; y otra, que no hayan cargado el combustible desde el punto de su reserva, en Colón, hasta las estaciones de gasolina. Que yo sepa, los barcos navegan en el mar, y no se desplazan por vía terrestre.

Otra práctica de monopolio disfrazado es el control sobre las gasolineras, la mayoría propiedad de las petroleras. Con esto son, al mismo tiempo, distribuidoras y expendedoras al por menor. El control del mercado lo completan con los contratos que hacen firmar a los concesionarios independientes, negándose a abastecerlos cuando quieren quebrarlos, amparándose en un pacto que les da toda la ventaja a las petroleras. ¿Dónde queda el principio de libre competencia? Si esto no es monopolio, ¿qué es?

Así están las cosas en lo referente al abastecimiento de combustible. Cuando sube el precio, todo marcha perfectamente; cuando baja, mil y una excusas para reconocerle al consumidor lo rebajado.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Seguridad pública

2008-02-03
Editorial
Seguridad pública

Las autoridades están instituidas para defender la vida, honra y bienes de los asociados. Al menos ese es el enunciado constitucional, y sobre el cual debe inspirarse toda acción y toda ley que emane de los poderes públicos y de quienes ocupan cargos con mando y jurisdicción en el país.

El tema de la seguridad pública vuelve a caldear el ambiente, por los delitos y actos criminales, entre los que sobresale el asesinato, que se suceden con frecuencia últimamente. La situación provoca que se levanten voces de protesta y reclamo; algunas de la comunidad que se siente amenazada en su vida e integridad física y material, y otras, en función de su papel político de gobierno u oposición, según sea el caso.

Instaurar un estado de paz y seguridad pública implica, entre otras cosas, la acción efectiva de las autoridades y la cooperación ciudadana. Mientras escuchamos condenas y justificaciones, muy poco se avanza en aquel sentido. Sanciones más duras podrían disuadir o infundir temor, pero son cosa muerta si no se actúa. Tenemos que atender el asunto de manera integral: prevención, coerción, persecución, y administración de justicia expedita y ejemplar.

Sabido es que para resolver el problema necesitamos, al menos, de dos elementos: voluntad y confianza. Voluntad para ejecutar un plan preventivo de educación ciudadana, de promoción de valores, y de erradicación del ocio que incita a hacer el mal; y confianza en la actuación diligente y eficaz de las autoridades administrativas, policiales, y judiciales. Y en estas últimas, particularmente, para que eviten toda dilación, tecnicismo, formalismo, y actos de corrupción, que traen la ley a menos y la convierten en un medio inútil para impartir la justicia que la sociedad reclama.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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Detrás del solaz y el esparcimiento

2008-02-03
El Ojo del Profeta
Detrás del solaz y el esparcimiento

La iniciativa de ofrecer conciertos al aire libre es un gesto plausible, porque llena una necesidad dentro de nuestra población, huérfana, en muchos casos, de actividades sanas que cultiven el aprecio por la cultura y el arte del buen ver y oír.

Sin embargo, detrás de estos actos se esconde una realidad que pocos perciben. La falta de espacios públicos adecuados, la pobre formación intelectual y cultural para apreciar el arte que se presenta, y el abandono de una práctica urbanística que ofrezca a los habitantes un conjunto arquitectónico agradable, acogedor, integracionista, y habitablemente funcional, es lo que se evidencia cuando, ante un concierto o acto cultural público y masivo, se hace presión sobre los pocos y reducidos espacios abiertos con que cuenta la ciudad.

Aquello que debiera ser solaz y esparcimiento general, para algunos es una tortura. Ver el entorno de tu lugar de residencia o de trabajo invadidos, destruido y ensuciado, contaminado con el ruido excesivo, la droga y el licor, o plagado de vulgaridad por una parte de los asistentes, es repugnante. Ojalá y entre los tantos planes de desarrollo urbanístico, se pueda ampliar la cantidad de espacios públicos abiertos, y se eduque a nuestra gente para contribuir a elevar el nivel cultural y la calidad de los actos que se presentan y, sobre todo, de sus asistentes.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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