tag:blogger.com,1999:blog-6008271691918206842023-11-15T08:53:08.150-08:00Panorama Católico en Línea - PanamáSemanario de la Iglesia Católica de Panama. Fundado en 1985 por Monseñor Marcos Gregorio McGrath. Director Actual Luis Alberto Díaz Arroyo.Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.comBlogger561125tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-11422859752018167092010-01-05T08:11:00.000-08:002010-01-05T08:23:57.490-08:00Si quieres promover la paz, protege la creación<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2010-01-03<br />Ventana Pontificia<br /><strong>Si quieres promover la paz, protege la creación</strong><br /><br /><em>Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la celebración de la XLIII Jornada Mundial de la Paz</em><br /><br />1 de enero de 2010<br /><br />Con ocasión del comienzo del Año Nuevo, quisiera dirigir mis más fervientes deseos de paz a todas las comunidades cristianas, a los responsables de las Naciones, a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo. El tema que he elegido para esta XLIII Jornada Mundial de la Paz es: Si quieres promover la paz, protege la creación. El respeto a lo que ha sido creado tiene gran importancia, puesto que «la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios», y su salvaguardia se ha hecho hoy esencial para la convivencia pacífica de la humanidad. En efecto, aunque es cierto que, a causa de la crueldad del hombre con el hombre, hay muchas amenazas a la paz y al auténtico desarrollo humano integral —guerras, conflictos internacionales y regionales, atentados terroristas y violaciones de los derechos humanos—, no son menos preocupantes los peligros causados por el descuido, e incluso por el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado. Por este motivo, es indispensable que la humanidad renueve y refuerce «esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos».<br /><br /><strong>En la Encíclica Caritas in veritate</strong> he subrayado que el desarrollo humano integral está estrechamente relacionado con los deberes que se derivan de la relación del hombre con el entorno natural, considerado como un don de Dios para todos, cuyo uso comporta una responsabilidad común respecto a toda la humanidad, especialmente a los pobres y a las generaciones futuras. He señalado, además, que cuando se considera a la naturaleza, y al ser humano en primer lugar, simplemente como fruto del azar o del determinismo evolutivo, se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de la responsabilidad. En cambio, valorar la creación como un don de Dios a la humanidad nos ayuda a comprender la vocación y el valor del hombre. En efecto, podemos proclamar llenos de asombro con el Salmista: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?» (Sal 8,4-5). Contemplar la belleza de la creación es un estímulo para reconocer el amor del Creador, ese amor que «mueve el sol y las demás estrellas».<br /><br />Hace veinte años, al dedicar el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz al tema Paz con Dios creador, paz con toda la creación, el Papa Juan Pablo II llamó la atención sobre la relación que nosotros, como criaturas de Dios, tenemos con el universo que nos circunda. «En nuestros días aumenta cada vez más la convicción —escribía— de que la paz mundial está amenazada, también [...] por la falta del debido respeto a la naturaleza», añadiendo que la conciencia ecológica «no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas». También otros Predecesores míos habían hecho referencia anteriormente a la relación entre el hombre y el medio ambiente. Pablo VI, por ejemplo, con ocasión del octogésimo aniversario de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en 1971, señaló que «debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el hombre] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación». Y añadió también que, en este caso, «no sólo el ambiente físico constituye una amenaza permanente: contaminaciones y desechos, nuevas enfermedades, poder destructor absoluto; es el propio consorcio humano el que el hombre no domina ya, creando de esta manera para el mañana un ambiente que podría resultarle intolerable. Problema social de envergadura que incumbe a la familia humana toda entera».<br /><br /><strong>Sin entrar en la cuestión de soluciones técnicas específicas</strong>, la Iglesia, «experta en humanidad», se preocupa de llamar la atención con energía sobre la relación entre el Creador, el ser humano y la creación. En 1990, Juan Pablo II habló de «crisis ecológica» y, destacando que ésta tiene un carácter predominantemente ético, hizo notar «la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad». Este llamamiento se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración. ¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenómenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales? ¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven —y con frecuencia también sus bienes— a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado? ¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales? Todas éstas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo.<br /><br />No obstante, se ha de tener en cuenta que no se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella, ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación. Por tanto, resulta sensato hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere también, y sobre todo, la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son patentes desde hace tiempo en todas las partes del mundo.<br /><br /><strong>La humanidad necesita una profunda renovación cultural</strong>; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos. Las situaciones de crisis por las que está actualmente atravesando —ya sean de carácter económico, alimentario, ambiental o social— son también, en el fondo, crisis morales relacionadas entre sí. Éstas obligan a replantear el camino común de los hombres. Obligan, en particular, a un modo de vivir caracterizado por la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y formas de compromiso, apoyándose con confianza y valentía en las experiencias positivas que ya se han realizado y rechazando con decisión las negativas. Sólo de este modo la crisis actual se convierte en ocasión de discernimiento y de nuevas proyecciones.<br /><br />¿Acaso no es cierto que en el origen de lo que, en sentido cósmico, llamamos «naturaleza», hay «un designio de amor y de verdad»? El mundo «no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar [...]. Procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad»[9]. El Libro del Génesis nos remite en sus primeras páginas al proyecto sapiente del cosmos, fruto del pensamiento de Dios, en cuya cima se sitúan el hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza del Creador para «llenar la tierra» y «dominarla» como «administradores» de Dios mismo (cf. Gn 1,28). La armonía entre el Creador, la humanidad y la creación que describe la Sagrada Escritura, se ha roto por el pecado de Adán y Eva, del hombre y la mujer, que pretendieron ponerse en el lugar de Dios, negándose a reconocerse criaturas suyas. La consecuencia es que se ha distorsionado también el encargo de «dominar» la tierra, de «cultivarla y guardarla», y así surgió un conflicto entre ellos y el resto de la creación (cf. Gn 3,17-19). El ser humano se ha dejado dominar por el egoísmo, perdiendo el sentido del mandato de Dios, y en su relación con la creación se ha comportado como explotador, queriendo ejercer sobre ella un dominio absoluto. Pero el verdadero sentido del mandato original de Dios, perfectamente claro en el Libro del Génesis, no consistía en una simple concesión de autoridad, sino más bien en una llamada a la responsabilidad. Por lo demás, la sabiduría de los antiguos reconocía que la naturaleza no está a nuestra disposición como si fuera un «montón de desechos esparcidos al azar»[10], mientras que la Revelación bíblica nos ha hecho comprender que la naturaleza es un don del Creador, el cual ha inscrito en ella su orden intrínseco para que el hombre pueda descubrir en él las orientaciones necesarias para «cultivarla y guardarla» (cf. Gn 2,15)[11]. Todo lo que existe pertenece a Dios, que lo ha confiado a los hombres, pero no para que dispongan arbitrariamente de ello. Por el contrario, cuando el hombre, en vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios, lo suplanta, termina provocando la rebelión de la naturaleza, «más bien tiranizada que gobernada por él». Así, pues, el hombre tiene el deber de ejercer un gobierno responsable sobre la creación, protegiéndola y cultivándola.<br /><br />Se ha de constatar por desgracia que numerosas personas, en muchos países y regiones del planeta, sufren crecientes dificultades a causa de la negligencia o el rechazo por parte de tantos a ejercer un gobierno responsable respecto al medio ambiente. <strong>El Concilio Ecuménico Vaticano II</strong> ha recordado que «Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos». Por tanto, la herencia de la creación pertenece a la humanidad entera. En cambio, el ritmo actual de explotación pone en serio peligro la disponibilidad de algunos recursos naturales, no sólo para la presente generación, sino sobre todo para las futuras[15]. Así, pues, se puede comprobar fácilmente que el deterioro ambiental es frecuentemente el resultado de la falta de proyectos políticos de altas miras o de la búsqueda de intereses económicos miopes, que se transforman lamentablemente en una seria amenaza para la creación. Para contrarrestar este fenómeno, teniendo en cuenta que «toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral», es también necesario que la actividad económica respete más el medio ambiente. Cuando se utilizan los recursos naturales, hay que preocuparse de su salvaguardia, previendo también sus costes —en términos ambientales y sociales—, que han de ser considerados como un capítulo esencial del costo de la misma actividad económica. Compete a la comunidad internacional y a los gobiernos nacionales dar las indicaciones oportunas para contrarrestar de manera eficaz una utilización del medio ambiente que lo perjudique. Para proteger el ambiente, para tutelar los recursos y el clima, es preciso, por un lado, actuar respetando unas normas bien definidas incluso desde el punto de vista jurídico y económico y, por otro, tener en cuenta la solidaridad debida a quienes habitan las regiones más pobres de la tierra y a las futuras generaciones.<br /><br />En efecto, <strong>parece urgente lograr una leal solidaridad intergeneracional</strong>. Los costes que se derivan de la utilización de los recursos ambientales comunes no pueden dejarse a cargo de las generaciones futuras: «Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana. La solidaridad universal, que es un hecho y beneficio para todos, es también un deber. Se trata de una responsabilidad que las generaciones presentes tienen respecto a las futuras, una responsabilidad que incumbe también a cada Estado y a la Comunidad internacional». El uso de los recursos naturales debería hacerse de modo que las ventajas inmediatas no tengan consecuencias negativas para los seres vivientes, humanos o no, del presente y del futuro; que la tutela de la propiedad privada no entorpezca el destino universal de los bienes; que la intervención del hombre no comprometa la fecundidad de la tierra, para ahora y para el mañana. Además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y aquellos altamente industrializados: «la comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro». La crisis ecológica muestra la urgencia de una solidaridad que se proyecte en el espacio y el tiempo. En efecto, entre las causas de la crisis ecológica actual, es importante reconocer la responsabilidad histórica de los países industrializados. No obstante, tampoco los países menos industrializados, particularmente aquellos emergentes, están eximidos de la propia responsabilidad respecto a la creación, porque el deber de adoptar gradualmente medidas y políticas ambientales eficaces incumbe a todos. Esto podría lograrse más fácilmente si no hubiera tantos cálculos interesados en la asistencia y la transferencia de conocimientos y tecnologías más limpias.<br /><br />Es indudable que uno de los principales problemas que ha de afrontar la comunidad internacional es el de los recursos energéticos, buscando estrategias compartidas y sostenibles para satisfacer las necesidades de energía de esta generación y de las futuras. Para ello, es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso. Al mismo tiempo, se ha de promover la búsqueda y las aplicaciones de energías con menor impacto ambiental, así como la «redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos». La crisis ecológica, pues, brinda una oportunidad histórica para elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global siguiendo una dirección más respetuosa con la creación y de un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad. Por tanto, desearía que se adoptara un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana.<br /><br /><strong>Para llevar a la humanidad hacia una gestión del medio ambiente</strong> y los recursos del planeta que sea sostenible en su conjunto, el hombre está llamado a emplear su inteligencia en el campo de la investigación científica y tecnológica y en la aplicación de los descubrimientos que se derivan de ella. La «nueva solidaridad» propuesta por Juan Pablo II en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, y la «solidaridad global», que he mencionado en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009, son actitudes esenciales para orientar el compromiso de tutelar la creación, mediante un sistema de gestión de los recursos de la tierra mejor coordinado en el ámbito internacional, sobre todo en un momento en el que va apareciendo cada vez de manera más clara la estrecha interrelación que hay entre la lucha contra el deterioro ambiental y la promoción del desarrollo humano integral. Se trata de una dinámica imprescindible, en cuanto «el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad». Hoy son muchas las oportunidades científicas y las potenciales vías innovadoras, gracias a las cuales se pueden obtener soluciones satisfactorias y armoniosas para la relación entre el hombre y el medio ambiente. Por ejemplo, es preciso favorecer la investigación orientada a determinar el modo más eficaz para aprovechar la gran potencialidad de la energía solar. También merece atención la cuestión, que se ha hecho planetaria, del agua y el sistema hidrogeológico global, cuyo ciclo tiene una importancia de primer orden para la vida en la tierra, y cuya estabilidad puede verse amenazada gravemente por los cambios climáticos. Se han de explorar, además, estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias, así como es preciso preparar políticas idóneas para la gestión de los bosques, para el tratamiento de los desperdicios y para la valorización de las sinergias que se dan entre los intentos de contrarrestar los cambios climáticos y la lucha contra la pobreza. Hacen falta políticas nacionales ambiciosas, completadas por un necesario compromiso internacional que aporte beneficios importantes, sobre todo a medio y largo plazo. En definitiva, es necesario superar la lógica del mero consumo para promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. La cuestión ecológica no se ha de afrontar sólo por las perspectivas escalofriantes que se perfilan en el horizonte a causa del deterioro ambiental; el motivo ha de ser sobre todo la búsqueda de una auténtica solidaridad de alcance mundial, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común. Por otro lado, como ya he tenido ocasión de recordar, «la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales. La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y guardar la tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre, y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios».<br /><br />Cada vez se ve con mayor claridad que el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros, los estilos de vida y los modelos de consumo y producción actualmente dominantes, con frecuencia insostenibles desde el punto de vista social, ambiental e incluso económico. Ha llegado el momento en que resulta indispensable un cambio de mentalidad efectivo, que lleve a todos a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales, la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones». Se ha de educar cada vez más para construir la paz a partir de opciones de gran calado en el ámbito personal, familiar, comunitario y político. Todos somos responsables de la protección y el cuidado de la creación. Esta responsabilidad no tiene fronteras. Según el principio de subsidiaridad, es importante que todos se comprometan en el ámbito que les corresponda, trabajando para superar el predominio de los intereses particulares. Un papel de sensibilización y formación corresponde particularmente a los diversos sujetos de la sociedad civil y las Organizaciones no gubernativas, que se mueven con generosidad y determinación en favor de una responsabilidad ecológica, que debería estar cada vez más enraizada en el respeto de la «ecología humana». Además, se ha de requerir la responsabilidad de los medios de comunicación social en este campo, con el fin de proponer modelos positivos en los que inspirarse. Por tanto, ocuparse del medio ambiente exige una visión amplia y global del mundo; un esfuerzo común y responsable para pasar de una lógica centrada en el interés nacionalista egoísta a una perspectiva que abarque siempre las necesidades de todos los pueblos. No se puede permanecer indiferentes ante lo que ocurre en nuestro entorno, porque la degradación de cualquier parte del planeta afectaría a todos. Las relaciones entre las personas, los grupos sociales y los Estados, al igual que los lazos entre el hombre y el medio ambiente, están llamadas a asumir el estilo del respeto y de la «caridad en la verdad». En este contexto tan amplio, es deseable más que nunca que los esfuerzos de la comunidad internacional por lograr un desarme progresivo y un mundo sin armas nucleares, que sólo con su mera existencia amenazan la vida del planeta, así como por un proceso de desarrollo integral de la humanidad de hoy y del mañana, sean de verdad eficaces y correspondidos adecuadamente.<br /><br /><strong>La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación</strong> y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente relacionada con la cultura que modela la convivencia humana, por lo que «cuando se respeta la “ecología humana” en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia». No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos: el libro de la naturaleza es único, tanto en lo que concierne al ambiente como a la ética personal, familiar y social. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás. Por eso, aliento de buen grado la educación de una responsabilidad ecológica que, como he dicho en la Encíclica Caritas in veritate, salvaguarde una auténtica «ecología humana» y, por tanto, afirme con renovada convicción la inviolabilidad de la vida humana en cada una de sus fases, y en cualquier condición en que se encuentre, la dignidad de la persona y la insustituible misión de la familia, en la cual se educa en el amor al prójimo y el respeto por la naturaleza. Es preciso salvaguardar el patrimonio humano de la sociedad. Este patrimonio de valores tiene su origen y está inscrito en la ley moral natural, que fundamenta el respeto de la persona humana y de la creación.<br /><br />Tampoco se ha de olvidar el hecho, sumamente elocuente, de que muchos encuentran tranquilidad y paz, se sienten renovados y fortalecidos, al estar en contacto con la belleza y la armonía de la naturaleza. Así, pues, hay una cierta forma de reciprocidad: al cuidar la creación, vemos que Dios, a través de ella, cuida de nosotros. Por otro lado, una correcta concepción de la relación del hombre con el medio ambiente no lleva a absolutizar la naturaleza ni a considerarla más importante que la persona misma. El Magisterio de la Iglesia manifiesta reservas ante una concepción del mundo que nos rodea inspirada en el ecocentrismo y el biocentrismo, porque dicha concepción elimina la diferencia ontológica y axiológica entre la persona humana y los otros seres vivientes. De este modo, se anula en la práctica la identidad y el papel superior del hombre, favoreciendo una visión igualitarista de la «dignidad» de todos los seres vivientes. Se abre así paso a un nuevo panteísmo con acentos neopaganos, que hace derivar la salvación del hombre exclusivamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista. La Iglesia invita en cambio a plantear la cuestión de manera equilibrada, respetando la «gramática» que el Creador ha inscrito en su obra, confiando al hombre el papel de guardián y administrador responsable de la creación, papel del que ciertamente no debe abusar, pero del cual tampoco puede abdicar. En efecto, también la posición contraria de absolutizar la técnica y el poder humano termina por atentar gravemente, no sólo contra la naturaleza, sino también contra la misma dignidad humana.<br /><br /><strong>Si quieres promover la paz, protege la creación</strong>. La búsqueda de la paz por parte de todos los hombres de buena voluntad se verá facilitada sin duda por el reconocimiento común de la relación inseparable que existe entre Dios, los seres humanos y toda la creación. Los cristianos ofrecen su propia aportación, iluminados por la divina Revelación y siguiendo la Tradición de la Iglesia. Consideran el cosmos y sus maravillas a la luz de la obra creadora del Padre y de la redención de Cristo, que, con su muerte y resurrección, ha reconciliado con Dios «todos los seres: los del cielo y los de la tierra» (Col 1,20). Cristo, crucificado y resucitado, ha entregado a la humanidad su Espíritu santificador, que guía el camino de la historia, en espera del día en que, con la vuelta gloriosa del Señor, serán inaugurados «un cielo nuevo y una tierra nueva» (2 P 3,13), en los que habitarán por siempre la justicia y la paz. Por tanto, proteger el entorno natural para construir un mundo de paz es un deber de cada persona. He aquí un desafío urgente que se ha de afrontar de modo unánime con un renovado empeño; he aquí una oportunidad providencial para legar a las nuevas generaciones la perspectiva de un futuro mejor para todos. Que los responsables de las naciones sean conscientes de ello, así como los que, en todos los ámbitos, se interesan por el destino de la humanidad: la salvaguardia de la creación y la consecución de la paz son realidades íntimamente relacionadas entre sí. Por eso, invito a todos los creyentes a elevar una ferviente oración a Dios, Creador todopoderoso y Padre de misericordia, para que en el corazón de cada hombre y de cada mujer resuene, se acoja y se viva el apremiante llamamiento: Si quieres promover la paz, protege la creación.<br /><br />Vaticano, 8 de diciembre de 2009<br />BENEDICTUS PP. XVI<br /><br />S .S. Benedicto XVI<br />Obispo de Roma<br /><br />Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-84587698774344755232010-01-05T08:08:00.000-08:002010-01-05T08:11:28.283-08:00¿Invasión o liberación?<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2010-01-03<br />A tiro de piedra<br /><strong>¿Invasión o liberación?</strong><br /><br />El 9 de enero se cumplen 20 años de la Misa Campal que oficiara el entonces Arzobispo de Panamá, Monseñor Marcos Gregorio McGrath, para conmemorar la Gesta del 9 de Enero de 1964 y por el sufragio de los muertos en la Invasión del 20 de diciembre de 1989.<br /><br />Aquella mañana nos congregamos cientos de fieles en la Vía Ricardo J. Alfaro, cerca del centro comercial El Dorado, próximo a Fuerte Clayton, principal cuartel de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. A 20 días de la intervención norteamericana, con las tropas invasoras rondando por todas partes, le desaconsejaban al Arzobispo McGrath a realizar aquella concentración. Nos reunió a un grupo de sus colaboradores más cercanos, y nos comunicó su deseo de llevar adelante ese acto. La razón principal, y por la que, también, se aconsejaba no realizarlo, era que no podíamos pasar por alto el recuerdo del 9 de Enero. La mayoría, de forma abrumadora, decidimos acuerpar la intención del Arzobispo. Y así se hizo.<br /><br />El pueblo católico fue convocado, y respondió masivamente. Se calculó, en aquel momento, que alrededor de 5,000 personas acudieron al llamado. En un ambiente que aún mostraba los efectos de la Invasión, particularmente el “Saqueo”, se celebró la Misa. A excepción de la feligresía católica, ninguna institución u organización asumió la responsabilidad patriótica e histórica de la conmemoración del 9 de Enero. Ni siquiera la combativa izquierda del país, que prefirió guardar distancia y no arriesgarse. Esos, que por años se habían tomado el 9 de Enero para sí, ahora lo pasaban por alto por mera conveniencia.<br /><br />Durante su homilía, Monseñor McGrath habló de los muertos, de la reconciliación y la reconstrucción del país, de la justicia y la democracia, y, por supuesto, del significado del 9 de Enero. En su conclusión, el Arzobispo McGrath aludió al recuerdo futuro, en nuestra historia, de la Invasión, como si fuera más una liberación, salvaguardando nuestra libertad y nuestra soberanía. La frase fue sacada de contexto por una agencia de noticias, y nunca fue corregida. Desde entonces, ha quedado la polémica entre Invasión o liberación. Hago constar que personalmente llevé el texto de la homilía a las agencias de noticia y a los medios de comunicación, una vez terminada la Misa Campal. Pedimos la corrección inmediata y, unos días después, la reiteramos. Fue infructuoso. A partir de allí, se opina y condena, según el cristal con que cada crítico mira.<br /><br />Cito, para beneficio de los lectores, el párrafo completo de la parte de aquella homilía de 9 de enero de 1990: “Recordemos en este momento a los fallecidos durante los eventos de estos días: panameños, norteamericanos, civiles y militares. ¡Que descansen en paz! ¡Que su sacrificio no haya sido en vano! Que la presencia militar extranjera en nuestro suelo en estos momentos sea recordada por la historia más como una liberación; que en nada restrinja ni disminuya para el futuro todos los atributos propios de la libertad y soberanía de Panamá, en todo su territorio; y que dé lugar a la pacífica y justa relación entre Panamá y los Estados Unidos, en el consorcio de los demás pueblos del mundo y sobre todo de las Américas”.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-2940368851143846592010-01-05T08:05:00.000-08:002010-01-05T08:08:04.813-08:00La Epifanía del Señor<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2010-01-03<br />Editorial<br /><strong>La Epifanía del Señor</strong><br /><br />Celebramos este domingo la manifestación de Jesús a los Magos, en el humilde portal de Belén. Allí, en lecho de paja y envuelto en pañales, el Rey de reyes, en la fragilidad de un niño recién nacido, es adorado por quienes supieron acoger el anuncio del Mesías que llega de parte de Dios.<br /><br />Los Magos, interpretando los astros, descubren este acontecimiento. Sin ser creyentes, como el pueblo de Israel, saben discernir entre lo importante y lo pasajero. Abandonan su comodidad cortesana, atraviesan páramos y desiertos, y se arriesgan ante los peligros de los salteadores de camino y el poder monárquico de Herodes. Y lo más asombroso aún, no se decepcionan de encontrar al rey que buscaban, en la pobreza y el ambiente de un establo que se debatía entre la improvisada cuna del Salvador del Mundo y el muladar propio del lugar.<br /><br />Estos personajes de la Navidad cristiana nos interpelan hoy. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a dejar nuestra comodidad para ir en pos de Cristo? ¿Quiénes nos arriesgaríamos a hacer camino, entre el peligro y el miedo de perder los bienes y la vida por Jesús? ¿Cómo actuaríamos frente al hecho de esperar un portento por parte de Dios, y encontrarnos con lo humilde y lo aparentemente frágil de su respuesta?<br /><br />A semejanza de los Magos, aprendamos a reconocer el anuncio del Redentor que viene a nuestras vidas, a pesar de nuestra falta de compromiso o conocimiento profundo de la fe. A ejemplo de Jesús Niño, confiémonos en la fuerza protectora del Padre Dios, que se manifiesta en su Iglesia y en sus Santos. Vivamos, hermanos, en la humildad y la sencillez de aquel pesebre que el Señor quiere poner en nuestro corazón, para ser acogido y descansar en él como un día lo hizo en Belén de Judá.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-82808461573226206062010-01-05T08:03:00.000-08:002010-01-05T08:05:48.868-08:00Los Reyes Magos<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2010-01-03<br />El Ojo del Profeta<br /><strong>Los Reyes Magos</strong><br /><br />Una de las tradiciones que casi hemos perdido es la de los Reyes Magos, debido a la influencia de factores foráneos que descristianizan la Navidad. La jornada transcurre sin pena ni gloria para unos, porque no les dice nada, y a otros ya les pasó el espíritu navideño que dejaron escapar al caer la noche del 25 de diciembre. Sólo en algunos de nuestros pueblos, como Macaracas, la tradición permanece como fiesta litúrgica y de regocijo popular.<br /><br />¿Por qué hemos dejado perder esta costumbre? Cualquiera que sea la respuesta, difícilmente explicará la razón de tal situación. Lo que sí sabemos es que comenzó con el desprecio de lo cristiano en la vida de la sociedad, para imponer el paganismo bajo el sofisma de que se trata de una fantasía religiosa. Es preciso que abramos los ojos ante esta realidad, y recuperemos el sentido de una celebración que nos acerca a Dios, en su Hijo hecho niño, y que nos puede servir como ejemplo de sal y de luz para un mundo que busca a Dios en cosas equivocadas.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-80955848025189761012009-12-29T06:02:00.000-08:002009-12-29T06:06:05.760-08:00Sagrada Familia<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-27<br />La Voz del Pastor<br /><strong>Sagrada Familia</strong><br /><br />Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, podemos adentrarnos en una reflexión necesaria para nuestros pueblos en Panamá donde la realidad familiar ha ido perdiendo su dimensión más profunda y trascendental, debido a la influencia de lo temporal, de lo desechable y descartable, donde nadie se siente obligado para vivir un compromiso cristiano más firme y auténtico, trabajando por la fidelidad y perseverancia en la permanencia de lo cristiano en las realidades mayores que nos pide nuestra Iglesia. Nosotros, los bautizados debemos tomar conciencia de nuestro deber cristiano y luchar por transformar la imagen de nuestras familias, tratando de descubrir aquellos valores transmitidos por nuestros antepasados que debemos rescatar para seguir adelante y hacer de nuestra realidad una expresión que responde al amor generoso de un Dios cercano y misericordioso.<br /><br />El Papa Benedicto XVI en su carta Encíclica “Caritas in Veritate”, hablando de la familia humana, profundiza sobre el problema del individualismo permanente de nuestro mundo y las corrientes humanas y de carácter religioso que llevan a la persona a vivir dimensiones solitarias, donde se busca un encuentro con lo oculto y lo sincrético sin pensar en la integración comunitaria, a pesar de lo mucho que se habla de globalización y de la cercanía en que se presenta la comunicación, el ser humano sigue viviendo un mundo solitario, sin relación con la trascendencia y buscando nuevos métodos que lo introduzcan en lo desconocido y la novedad del momento, esto nos lleva a destruir la dignidad de la persona, pasando por encima de ella y destruyendo sus valores que deben estar por encima de la novedad en los nuevos descubrimientos científicos.<br /><br />La comunidad humana nos pone en alerta para tratar de asumir aquellas expresiones que se han dejado de lado para iniciar nuevos procesos de integración, se habla mucho de la recuperación de la comunión de la persona, ya que una de las pobrezas más grandes en que puede estar imbuido el ser humano es la soledad; aunque debemos tener claro que todo tipo de pobreza surge del aislamiento y la exclusión de las personas; cuando erradicamos de nosotros la experiencia del amor, entonces vivimos una tragedia muy grande que puede llevar al suicidio, tanto del ser humano, como de la misma familia. Nosotros nos alienamos cuando vivimos solos o nos aislamos de la sociedad. De ahí que muchas de las dificultades para sacar adelante la familia es la autoexclusión de la persona y su poca capacidad de pensar y de tener grandes fundamentos para la vida.<br /><br />Si nos ponemos a analizar la manera como surgió el núcleo familiar, podemos llegar a la conclusión que siempre se ha partido de la comunión, el diálogo, la solidaridad y la subsidiariedad, como elementos importantes que nunca se deben dejar de lado. Cuando faltan estos elementos nos comenzamos a autoexcluir y a ensimismarnos entre nosotros mismos, dejando de lado muchos valores que, debido a su exclusión de nuestros ambientes, nos llevan a la destrucción de la persona y a la pérdida de la importancia de la familia dentro de la sociedad. Esto no es bueno en ningún estado de vida, aún los monjes del desierto tuvieron momentos de encuentro, de diálogo y de escucha comprensiva para llegar a descubrirse como personas dentro de la soledad del retiro voluntario para buscar el proyecto de Dios en sus vidas.<br /><br />En esta época de nuevos descubrimientos científicos, de luchas por incluir dentro de la sociedad a aquellas personas que no entran dentro del ámbito de la normalidad del género humano, de buscar los nuevos rostros dolientes de la época y de tantas reivindicaciones, la familia ocupa el primer lugar en esa búsqueda de salvar su dignidad y de buscar sus fundamentos para que recupere su ser propio dentro de la sociedad y todos, como cristianos, seamos abanderados en la búsqueda del bien común de la comunidad familiar.<br /><br />Para eso debemos tomar ejemplo en la familia de Nazaret y en la comunidad Trinitaria, para poder darle un sentido trascendental a la familia como expresión del amor de Dios manifestado en la persona que busca la comunidad entre los seres humanos para ser imagen y expresión del Dios vivo y verdadero que busca el bien y la planificación de la persona en sociedad.<br /><br />Que la Sagrada Familia nos siga inspirando para que nuestra comunidad familiar panameña vuelva a recuperar el horizonte de su dignidad y seamos capaces de descubrir cuánto bien nos hace el construir una familia unida y comunitaria para crear un ambiente social necesario para nuestros hijos y un futuro mejor para la sociedad entera.<br /><br />Mons. Pedro Hernández Cantarero, cmf<br />Obispo del Vicariato Apostólico de Darién<br /><br />Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-43207900553180435702009-12-29T05:59:00.000-08:002009-12-29T06:02:47.527-08:00Otro año que pasa<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-27<br />A tiro de piedra<br /><strong>Otro año que pasa</strong><br /><br />Una canción popular para esta época de fin de año dice así: “Otro año que llega y otro que se va, dejando muchas promesas, nada de prosperidad. Tanto trabajar y no tengo ná, pero que tanto trabajar y no tengo ná”.<br /><br />Al igual que ese canto, la vida de muchas personas transcurre año tras año, porque sus proyectos están fundados en metas materiales. Sabedoras de sus limitaciones financieras, aquellas insisten en pensar que la situación económica les cambiará de la nada. Apuestan a la suerte y el azar, soñando con ganarse la lotería o el primer premio de alguna rifa. Quieren casa, carro, muebles nuevos, y cuanta cosa el dinero pueda comprar, pero sin hacer propósito de cambio personal. Y de esa forma resultan más los decepcionados que los afortunados.<br /><br />En vez de pedirle a Dios el discernimiento y la gracia para aprender un oficio, estudiar una carrera, capacitarse para conseguir un mejor empleo, o sabiduría para administrar sus bienes, persiguen cosas que están fuera de su alcance o son producto de la casuística. Eligen, sin tener conciencia plena, el camino equivocado que lleva a la frustración y la perdición.<br /><br />Si nos atenemos a las promesas de prosperidad de nuestra imaginación y de otras personas, acabamos como dice la canción. Ponemos la esperanza en uno y otro año, para al final ver cómo el tiempo se nos ha ido sin aprovecharlo. Trabajamos en vano, al endeudarnos y pasarnos gran parte de nuestra vida pagando deudas y malgastando el dinero, porque nos dejamos arrastrar por la vanidad del mundo, aparentando y adquiriendo bienes innecesarios.<br /><br />Otro año que llega, es verdad, pero esta vez procuremos poner nuestra confianza en quien sí cumple sus promesas: Dios. Miremos la humildad de la Familia de Nazaret, e imitémosla. Saquemos cuenta de nuestras deudas, para cancelarlas. Quizá no podamos hacerlo en un año, sino en varios, pero es mejor que pasarnos mucho más tiempo pagando el nuevo endeudamiento. Intentemos cubrir primero nuestras necesidades de alimento, vestido y vivienda, y luego lo demás. Pongámonos prioridades y, con lo que sobra, nos damos aquellos placeres que sean moralmente legítimos. Poco o mucho, se disfrutan más si no nos endeudamos por ellos.<br /><br />Dios quiere la felicidad para sus hijos, pero esa felicidad no está en el lujo y la opulencia, ni en ningún tipo de bienes o recompensa material. No es eso lo que nos da la vida ni nos trae la felicidad. Busquemos dentro de nosotros mismos, y encontraremos la respuesta. Son las cosas de arriba las que hemos de desear primero, y todo lo demás se nos dará por añadidura.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-40858882293422244312009-12-29T05:55:00.000-08:002009-12-29T05:59:36.387-08:00La familia como iglesia doméstica<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-27<br />Editorial</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;"><strong>La familia como iglesia doméstica</strong><br /><br />Desde antiguo la familia ha sido la base de la sociedad. Clanes, tribus, pueblos y naciones están conformados por múltiples núcleos familiares. Sin familia, difícilmente podría subsistir la sociedad. Seríamos una legión de individuos sin nexos ni intereses comunes, porque sería el individualismo lo que primaría, empujándonos hacia el precipicio de la ley del más fuerte.<br /><br />La familia, quiso Dios, es el lugar donde se aprende el amor, se aprende la lengua, las costumbres, se transmite la fe. Aunque la familia se forma de la unión de un hombre y una mujer, ella tiene una misión mucho más grande y profunda. Desde el punto de vista de la fe, la familia es la iglesia doméstica en donde se conoce a Dios y se vive la expresión más sublime del sentido de comunidad.<br /><br />En la actualidad, la institución familiar es atacada con saña y con el aguijón del sofisma de la corriente mundana que busca destruirla. Falsos conceptos de familia quieren imponerse, a través de legalismos y enunciación de supuestos derechos, que no son más que la ponzoña del demonio.<br /><br />A ejemplo de la Familia de Nazaret, que también vivió la persecución de los príncipes de este mundo, que buscaban su aniquilación, los cristianos enfrentamos el desafío de defender la familia. No con armas ni mentiras, sino con la fe firme en Dios de conformar familias que sean verdaderas iglesias domésticas, para la salvación del mundo y la instauración del Reino de Dios.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-27464837942795889912009-12-29T05:51:00.000-08:002009-12-29T05:55:25.253-08:00Memoria histórica<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-27</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">El Ojo del Profeta<br /><strong>Memoria histórica</strong><br /><br />Resguardar la historia de la nación es una obligación de las autoridades y de la población, porque de esa forma podemos pasar de generación a generación los sucesos, la forma de vida, el conocimiento, los acontecimientos que alguna vez marcaron la vida de nuestro pueblo y nuestra sociedad. Mas que el simple cumplimiento de un protocolo o práctica común de los estados, la memoria histórica constituye la fuente del saber que nos habla de nuestro origen, de lo que hemos hecho, y de lo que nos identifica como nación.<br /><br />En ese sentido, la promesa gubernamental de cuidar y potenciar el Archivo Nacional es bienvenida. La desidia de las autoridades y la indolencia de algunos historiadores y usuarios que lo depredaban y vandalizaban sin misericordia. Quiera Dios y esta promesa se cumpla y se extienda a otras instituciones que custodian la historia panameña, como las parroquias, los museos, las escuelas y bibliotecas públicas diseminadas por el país, y que también necesitan la ayuda y la asistencia de expertos en conservación de archivos y documentos antiguos e históricos. Es un patrimonio intangible y de una riqueza invaluable, difícil de recuperar si lo dejamos perder.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-84459764578920447122009-12-21T07:35:00.000-08:002009-12-21T07:40:09.377-08:00Benedicto XVI: “Leer en el sufrimiento una experiencia del Adviento”<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-20<br />Ventana Pontificia<br /><strong>Benedicto XVI: “Leer en el sufrimiento una experiencia del Adviento”</strong><br /><br /><em>Publicamos parte del discurso que Benedicto XVI dirigió el pasado domingo a los enfermos y al personal médico y asistencial de la Casa de Caridad del Sagrado Corazón de Jesús de Roma.</em><br /><br />¡Queridos hermanos y hermanas!<br /><br />He aceptado con gusto la invitación a hacer una visita a la Casa-Asilo de la Fundación Roma y estoy muy contento de estar entre vosotros. Dirijo mi cordial saludo al Cardenal Vicario Agostino Vallini, a los Excelentísimos Obispos Auxiliares y a los Sacerdotes presentes.<br /><br />Agradezco mucho al Profesor Emmanuele Emanuele, Presidente de la Fundación Roma, y a Don Leopoldo dei Duchi Torlonia, Presidente del Círculo de San Pedro, por las significativas palabras que me han dirigido amablemente.<br /><br />Con ellos saludo a la Dirección de la Casa-Asilo de la Fundación Roma, a su Presidente, el Señor Alessandro Falez, al Personal sanitario, de enfermería y administrativo, a las Hermanas y a cuantos prestan de diversas maneras su servicio en esta venerable institución.<br /><br />Muestro un particular aprecio a los Voluntarios del Círculo de San Pedro, de los que conozco el celo y la generosidad con los que llevan ayuda y consuelo a los enfermos y a sus familiares. La Casa-Asilo de la Fundación Roma nació en 1998, con la denominación de Casa de Caridad del Sagrado Corazón, por iniciativa del entonces Presidente General del Círculo de San Pedro, Don Marcello dei Marchesi Sacchetti, a quien saludo con viva y grata deferencia.<br /><br />La tarea de esta institución es el cuidado de los pacientes terminales, para aliviar el sufrimiento tanto como sea posible y acompañarles con cariño durante la enfermedad. Los internos de la Casa-Asilo, en once años, han pasado de tres a más de treinta, con un seguimiento diario por parte de los médicos, las enfermeras y los voluntarios. A ellos debemos añadir los noventa asistidos a domicilio.<br /><br />Todo ello contribuye a hacer de la Casa-Asilo de la Fundación Roma, que con el tiempo se ha enriquecido con la Unidad de Alzheimer y con un proyecto de asistencia experimental dirigido a personas afectadas por la Esclerosis Lateral Amiotrófica, una realidad particularmente significativa, en el panorama de la sanidad romana.<br /><br />¡Queridos amigos! Sabemos que algunas graves patologías producen inevitablemente en los enfermos momentos de crisis, de desfallecimiento y una seria confrontación con su situación personal. Los progresos en las ciencias médicas a menudo ofrecen los instrumentos necesarios para afrontar este desafío, al menos en lo que se refiere a los aspectos físicos. Sin embargo, no siempre es posible encontrar cura para cada enfermedad y, en consecuencia, en las casas de acogida y en las estructuras sanitarias de todo el mundo nos tropezamos a menudo con el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas incurables, y muchas veces en fase terminal.<br /><br />Hoy, la prevalente mentalidad de la máxima eficacia tiende a menudo a marginar a estas personas, considerándolas una carga y un problema para la sociedad. Quien tiene sentido de la dignidad humana sabe, en cambio, que deben ser respetados y apoyados mientras afrontan la dificultad y el sufrimiento ligado a su estado de salud.<br /><br />Con ese objetivo, hoy se recurre cada vez más a la utilización de los cuidados paliativos, que pueden aliviar el dolor derivado de la enfermedad y ayudar a las personas enfermas a vivirla con dignidad. Sin embargo, además de los indispensables cuidados clínicos, hay que ofrecer a los enfermos gestos concretos de amor, de cercanía y de cristiana solidaridad para salir al encuentro de su necesidad de comprensión, de consuelo y de constante ánimo.<br /><br />Es lo que se realiza con éxito aquí, en la Casa-Asilo de la Fundación Roma, que coloca en el centro de su compromiso el cuidado y la acogida urgente de los enfermos y de sus familias, en consonancia con lo que enseña la Iglesia, la cual, a través de los siglos, se ha mostrado siempre como madre amorosa de los que sufren en el cuerpo y en el espíritu.<br /><br />Al complacerme por la encomiable obra desarrollada, deseo alentar a cuantos, haciéndose iconos concretos del buen samaritano, que “tiene compasión y cuida del prójimo” (cf Lc 10,34), ofrecen cotidianamente a sus acogidos y a sus congénitos una asistencia adecuada y atenta a las necesidades de cada uno.<br /><br />Queridos enfermos, queridas familias, acabo de conoceros personalmente y he visto en vuestros ojos la fe y la fuerza que os sostienen en las dificultades. He venido para ofrecer a cada uno un concreto testimonio de cercanía y de afecto. Os aseguro mi oración, y os invito a encontrar en Jesús apoyo y consuelo, para no perder nunca la confianza y la esperanza. Vuestra enfermedad es una prueba bien dolorosa y singular, pero ante el misterio de Dios, que ha asumido nuestra carne mortal, adquiere su sentido y se convierte en don y ocasión de santificación.<br /><br />Cuando el sufrimiento y las molestias se vuelvan más fuertes, pensad que Cristo os está asociando a su cruz porque quiere decir a través vuestro una palabra de amor a cuantos han perdido el camino de la vida y, encerrados en su propio vacío egoísmo, viven en el pecado y en la lejanía de Dios. De hecho, vuestro estado de salud da testimonio de que la vida verdadera no está aquí, sino cerca de Dios, donde cada uno de nosotros encontrará su alegría si humildemente ha seguido los pasos del hombre más verdadero: Jesús de Nazaret, Maestro y Señor.<br /><br />El tiempo de Adviento, en el que estamos inmersos, nos habla de la visita de Dios y nos invita a prepararle el camino. A la luz de la fe podemos leer en la enfermedad y en el sufrimiento una particular experiencia del Adviento, una visita de Dios que de manera misteriosa viene al encuentro para liberar de la soledad y del sinsentido y transformar el dolor en momento de encuentro con Él, de esperanza y de salvación.<br /><br />El Señor viene, ¡está aquí, junto a nosotros! Que esta certeza cristiana nos ayude a comprender también la “tribulación” como la manera como Él puede salir al encuentro y convertirse para cada uno en el “Dios cercano” que libera y salva.<br /><br />La Navidad, para la que nos estamos preparando, nos ofrece la posibilidad de contemplar al Niño Santo, la luz verdadera que viene a este mundo para manifestar “la gracia salvadora de Dios a todos los hombres (Tt 2,11). A él, con los sentimientos de María, nos confiamos totalmente a nosotros mismos, nuestra vida y nuestras esperanzas.<br /><br />S. S. Benedicto XVI<br />Obispo de Roma<br /><br />Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-90612951805646267352009-12-21T07:10:00.000-08:002009-12-21T07:35:19.632-08:00Mis recuerdos de la Invasión<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-20<br />A tiro de piedra<br /><strong>Mis recuerdos de la Invasión</strong><br /><br />Han pasado 20 años desde la Invasión estadounidense a Panamá el 20 de diciembre de 1989. Mucho se ha dicho y mucho se dice; peor aún, quedan heridas abiertas que difícilmente sanarán. Relato parte de mi experiencia.<br /><br />Aquella fecha vivía (yo) frente al Hotel Colón, por las calles B y 12 Oeste, cerca del Café Coca Cola y la Plaza de Santa Ana, a 10 calles y a menos de un kilómetro de distancia del Cuartel Central de la Guardia Nacional, ubicado en El Chorrillo. Los tiros, los cañonazos, el vuelo de los helicópteros y aviones, los gritos de la gente, y las llamas, estuvieron al alcance de mis oídos y de mi vista.<br /><br />Esa noche llegué a casa a las 10:30 y media hora después llamó uno de mis hermanos. Los “gringos se metieron”, nos dijo. Nos asomamos al balcón, pero todo estaba desierto. Pasados unos minutos, se escucha un rumor como de marea. Era un gentío que venía con chiquillos, bolsas y tamugas en brazos. Reconozco a uno que le decíamos Bemba, y me confirma que los soldados gringos estaban en El Límite, conminando a las Fuerzas de Defensa a rendirse. También me dijo asombrado: “mucha gente se ha quedado a mirar, en vez de huir”.<br /><br />Un rato después, los Macho de Monte, en sus motocicletas y con su sombrero montuno a la pedrada y el lanzacohetes a la espalda, arriaban a la gente que huía de El Chorrillo, para alejarla de lo que, menos de una hora después, sería la zona de guerra. A todo esto, nada en la televisión.<br /><br />A las 12:30 de la noche se escuchó el vuelo de un helicóptero. No se podía ver, pero el sonido delataba que pertenecía a las fuerzas estadounidenses. Los años previos de guerra sicológica, ya nos habían enseñado a discernir entre el equipo bélico de aquellos y el de los panameños. Diez minutos después, los disparos de fusilería y ametralladora se escuchaban. Rastreo la televisión: nada. El canal ocho pasaba un musical de Michael Jackson. Diez para la una, un cañonazo fuerte. Tras unos breves minutos, se desató el fuego de artillería y no paró hasta las 2:30 de la madrugada. Para la 1:00 de la mañana, sale el presidente George Bush comunicando al mundo que había ordenado la invasión a Panamá. En el canal dos local, apareció el logo del Comando Sur y una voz en español advertía a la población que no saliera de sus casas ni se asomará a las ventanas o a los balcones. El cintillo de la clave “chácara” se vio poco, y no tuvieron tiempo de pasar la alerta de combate. Sólo el canal ocho pasaba la clave “delta” de los gringos.<br /><br />Las llamas que provenían del cuartel central no tardaron en aparecer. Hice contacto con ACAN-EFE, y transmitía con el sonido de los cañonazos de fondo. Fabio Agrana, al otro lado de la línea, apenas podía creerlo. Igual hice para la agencia UCAN News de Filipinas. A las 4:30 de la madrugada, se reanudó el bombardeo. Luego, más brevemente, a las 6:30 de la mañana.<br /><br />Ya de día, disparos esporádicos. Luego, el saqueo de la Avenida Central y los comercios aledaños. Al mediodía vemos los primeros soldados gringos por el Casco Antiguo. La Invasión estaba consumada, y el fuego que se desató a la aurora del 20 de diciembre de 1989, ya había consumido El Chorrillo. Esos son mis recuerdos de aquella noche.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-30657519598663345612009-12-21T07:03:00.000-08:002009-12-21T07:10:37.969-08:0020 años después<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-20<br />Editorial<br /><strong>20 años después</strong><br /><br />Hace 20 años Panamá tuvo la experiencia de la Invasión decretada por los Estados Unidos, que se cobró con cientos de muertos y daños materiales multimillonarios. Los recuerdos siguen frescos y aún quedan tareas pendientes por cumplir. Una deuda social que, en justicia, debe saldarse.<br /><br />Mucho sufrió el pueblo antes, durante y después de aquel fatídico acontecimiento. Mezquinos intereses, soberbia política, apego al poder, y desprecio por la voluntad popular impidieron otra salida menos cruenta y sangrienta. El precio que se pagó por la recuperación de la democracia fue alto y no puede ser olvidado. La historia, también debe ser contada y enseñada libre de sesgos y acomodamientos ideológicos, que la trastocan y la desvirtúan, y que sólo sirven para satisfacer el ego de quien recurre a ellos. A cada quien hay que dar lo que le corresponda, tanto en justicia como en verdad.<br /><br />Son dos décadas en las que hemos avanzado, nos hemos estancado, y hemos retrocedido en algunos aspectos. En mora estamos con algunos puntos plasmados en aquella Agenda de Reconstrucción Civilista, que fue el compromiso de los dirigentes que, de manera abrumadora, el pueblo apoyó y respaldó. Justicia, trabajo, salud. educación, vivienda, seguridad pública, y paz social, son promesas que aún faltan por cumplir plenamente.<br /><br />Que la sangre derramada, antes y durante la Invasión, no haya sido en vano. Que tanto esfuerzo por reconstruir el país no se pierda. Y que la democracia recobrada, aún con todos sus desengaños y sueños fallidos, se mantenga firme en la mente, la voluntad y el corazón del pueblo panameño. La Invasión estuvo en manos de otros, en las nuestras está construir nuestra liberación como sociedad, pueblo y nación, con respeto y dignidad para todas las personas que compartimos esta tierra istmeña.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-46410148868687750902009-12-21T07:00:00.000-08:002009-12-21T07:03:10.879-08:00¿Qué celebramos?<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-20<br />El Ojo del Profeta<br /><strong>¿Qué celebramos?</strong><br /><br />Cada celebración en la vida del hombre y de la humanidad tiene un por qué, un fundamento, una razón. Conmemorar y celebrar un acontecimiento importante busca mantener presente la memoria de lo ocurrido, para que sea aprendido, recordado y transmitido de una generación a otra. De allí la importancia de ser fieles a la historia y a los hechos, para que no haya desvíos ni desvaríos en cuanto a la razón de ser de la celebración.<br /><br />En la confección de los adornos y piezas instaladas en la Cinta Costera, para celebrar la Navidad, se incluyen figuras que poco o nada tienen que ver con la Navidad. Duendes, sirenas, ratones, y otros personajes de historietas, están de más. Lo que resultaría apropiado para otra ocasión deviene en esperpentos, cuando se les hace pasar por símbolos navideños. Podrán algunas ser muy bonitas, desde el punto de vista artístico, pero son inapropiadas y están fuera de tono. La Navidad tiene un centro: Cristo; al que acompaña un pueblo representado en los pastores y los reyes magos, junto a las celestiales figuras de los ángeles. De celebrarse, ha de ser así. Hacer otra cosa es trastocar su verdadero sentido.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-34297635297179430322009-12-14T12:03:00.000-08:002009-12-14T12:06:30.716-08:00La doctrina eucarística, sabiduría milenaria<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-13<br />Ventana Pontificia<br /><strong>La doctrina eucarística, sabiduría milenaria</strong><br /><br /><em>Ofrecemos parte de la catequesis del Papa Benedicto XVI el miércoles 9 de diciembre, durante la audiencia general, a los peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI</em>.<br /><br />Queridos hermanos y hermanas:<br /><br />Hoy conoceremos a otro monje benedictino del siglo XII. Su nombre es Ruperto de Deutz, una ciudad cercana a Colonia, sede de un famoso monasterio. Ruperto mismo habla de su propia vida en una de sus obras más importantes, titulada La gloria y el honor del Hijo del hombre, que es un comentario parcial al Evangelio de Mateo. Aún niño, fue acogido como “oblato” en el monasterio benedictino de San Lorenzo en Lieja, según la costumbre de la época de confiar a uno de los hijos a la educación de los monjes, pretendiendo hacer un don a Dios. Ruperto amó siempre la vida monástica. Aprendió bien pronto la lengua latina para estudiar la Biblia y para gozar de las celebraciones litúrgicas. Se distinguió por su integrísima rectitud moral y por el fuerte apego a la Sede de san Pedro.<br /><br />Su tiempo estuvo marcado por los enfrentamientos entre el Papado y el Imperio, a causa de la llamada “lucha de las investiduras”, con la que –como he señalado en otras catequesis– el Papado quería impedir que el nombramiento de los obispos y el ejercicio de su jurisdicción dependieran de las autoridades civiles, que estaban guiadas ante todo por motivaciones políticas y económicas, y no ciertamente pastorales. El obispo de Lieja, Otberto, se resistía a las directrices del Papa, y mandó al exilio a Berengario, abad del monasterio de San Lorenzo, precisamente por su fidelidad al Pontífice. (…)<br /><br />Escritor fecundo, Ruperto ha dejado numerosísimas obras, aún hoy de gran interés, también porque participó en varias importantes discusiones teológicas de su tiempo. Por ejemplo, intervino con determinación en la controversia eucarística, que en 1077 había llevado a la condena de Berengario de Tours. Este había dado una interpretación reduccionista de la presencia de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía, definiéndola como sólo simbólica.<br /><br />En el lenguaje de la Iglesia no había entrado aún el término “transustanciación”, pero Ruperto, utilizando a veces expresiones audaces, se hizo decidido defensor del realismo eucarístico y, sobre todo en una obra titulada De divinis officiis (Los oficios divinos), afirmó con decisión la continuidad entre el Cuerpo del Verbo encarnado de Cristo y el presente en las Especies eucarísticas del pan y del vino. Queridos hermanos y hermanas, me parece que en este punto debemos también pensar en nuestro tiempo; también hoy existe el peligro de redimensionar el realismo eucarístico, es decir, de considerar la Eucaristía casi como solo un rito de comunión, de socialización, olvidando muy fácilmente que en la Eucaristía está presente realmente Cristo resucitado -con su cuerpo resucitado – que se pone en nuestras manos para hacernos salir de nosotros mismos, incorporarnos a su cuerpo inmortal y guiarnos así a la vida nueva.<br /><br />Como otros teólogos del Medioevo, también Ruperto se preguntaba: ¿por qué el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, se hizo hombre? Algunos, muchos, respondían explicando la encarnación del Verbo con la urgencia de reparar el pecado del hombre. Ruperto, en cambio, con una visión cristocéntrica de la historia de la salvación, ensancha la perspectiva, y en una obra suya titulada La glorificación de la Trinidad sostiene la postura de que la Encarnación, acontecimiento central de toda la historia, había sido prevista desde la eternidad, aún independientemente del pecado del hombre, para que toda la creación pudiese alabar a Dios Padre y amarlo como una única familia reunida en torno a Cristo, el Hijo de Dios.<br /><br />Como otros teólogos del Medioevo, también Ruperto se preguntaba: ¿por qué el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, se hizo hombre? Algunos, muchos, respondían explicando la encarnación del Verbo con la urgencia de reparar el pecado del hombre. Ruperto, en cambio, con una visión cristocéntrica de la historia de la salvación, ensancha la perspectiva, y en una obra suya titulada La glorificación de la Trinidad sostiene la postura de que la Encarnación, acontecimiento central de toda la historia, había sido prevista desde la eternidad, aún independientemente del pecado del hombre, para que toda la creación pudiese alabar a Dios Padre y amarlo como una única familia reunida en torno a Cristo, el Hijo de Dios. Él ve entonces en la mujer encinta del Apocalipsis toda la historia de la humanidad, que está orientada a Cristo, así como la concepción está orientada al parto, una perspectiva que ha sido desarrollada por otros pensadores y valorada también por la teología contemporánea, la cual afirma que toda la historia del hombre y de la humanidad es concepción orientada al parto de Cristo.<br /><br />En la interpretación de la Biblia, Ruperto no se limita a repetir la enseñanza de los Padres, sino que muestra su originalidad. Él, por ejemplo, es el primer escritor que ha identificado a la esposa del Cantar de los Cantares con María santísima. Así su comentario a este libro de la Escritura se revela como una especie de summa mariológica, en la que se presentan los privilegios y las excelentes virtudes de María. (…)<br /><br />Ruperto, además, procura insertar su doctrina mariológica en la eclesiológica. En otras palabras, él ve en María santísima la parte más santa de la Iglesia entera. De ahí que mi venerado predecesor, el papa Pablo VI, en el discurso de clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, proclamando solemnemente a María Madre de la Iglesia, citó precisamente una proposición tomada de las obras de Ruperto, que define a María como portio maxima, portio optima – la parte más excelsa, la parte mejor de la Iglesia (cfr In Apocalypsem 1.7, PL 169,1043).<br /><br />De estas rápidas pinceladas nos damos cuenta de que Ruperto fue un teólogo fervoroso, dotado de gran profundidad. Como todos los representantes de la teología monástica, supo conjugar el estudio racional de los misterios de la fe con la oración y con la contemplación, considerada como la cumbre de todo conocimiento de Dios. Él mismo habla alguna vez de sus experiencias místicas, como cuando confía la inefable alegría de haber percibido la presencia del Señor: “En ese breve momento –afirma– experimenté qué verdadero es eso que él mismo dice: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (De gloria et honore Filii hominis. Super Matthaeum 12, PL 168, 1601). También nosotros podemos, cada uno de su propia forma, encontrar al Señor Jesús, que incesante-mente acompaña nuestro camino, se hace presente en el pan eucarístico y en su Palabra para nuestra salvación.<br /><br />S. S. Benedicto XVI<br />Obispo de Roma<br /><br />Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-48467176035605263092009-12-14T12:00:00.000-08:002009-12-14T12:03:04.492-08:00La auténtica Navidad<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-13<br />A tiro de piedra<br /><strong>La auténtica Navidad</strong><br /><br />El tiempo navideño es esperado por millones de pobladores del mundo; sin embargo, la espera es diferente, según la fe y la motivación de las personas. Mientras unos celebran el nacimiento de Jesús, otros se dedican al festejo mundano y a engrosar las arcas de sus negocios.<br /><br />Para nosotros los cristianos la Navidad se ha de vivir de forma auténtica, procurando mantener como centro de la celebración a Cristo que se hace hombre, para hacer morada entre nosotros. Toda acción de parte nuestra debe tender hacia la figura de Jesús Niño, que nace de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo. Este misterio, manifestado en Belén, tenemos que anunciarlo al mundo y enseñarlo a nuestros hijos y familiares.<br /><br />Ante tanta distorsión de la Navidad, los esfuerzos tienen que redoblarse. Nuestras casas han de ser ejemplo para los demás, tanto en los signos cristianos navideños, como en la actitud de amor y paz cristiana que asumamos. Un hogar decorado con sencillez y símbolos auténticamente cristianos, apegados al relato evangélico, llamará la atención de los otros y ayudará a comprender el significado real de la fiesta que celebramos. Pero más importante y llamativo será el modo en que nuestra conducta le diga al otro que Cristo está en mí, que él me transforma, y que por Él me hago más humano y solidario.<br /><br />Si queremos contribuir a preservar el auténtico sentido de la Navidad, cada uno de nosotros puede hacerlo a través de cosas sencillas. Podemos confeccionar tarjetas de felicitación para los amigos y vecinos, con la frase “Feliz Navidad”, y brevemente citar el Evangelio, con un mensaje que diga que Cristo es la Navidad. Podemos programar una reunión sencilla, con alguna lectura bíblica propia del tiempo, cantos bien escogidos, y hacer una breve explicación de los signos que usamos en casa. Nada de regaños ni larga charla; mas bien algo humilde y ameno, que atraiga y motive.<br /><br />Nuestra celebración debe ser alegre, no ruidosa. Comer y beber con moderación, y compartir con aquel que no tiene ni comida ni amistad. Salgamos a reconciliarnos con quien hayamos tenido alguna diferencia o enemistad, para dar razón de nuestra esperanza en este tiempo. Acerquémonos a nuestra parroquia o templo que frecuentamos, para ayudar en las posadas y los demás actos de preparación para la Navidad. Acordémonos de donar alguna bolsa de alimentos para los pobres, medicinas para los enfermos, artículos de aseo para los reclusos, y leche y pañales para los niños lactantes. Que esto sea de lo primero en nuestra lista de compras.<br /><br />La Navidad se vive mejor si lo interior de nosotros mismos está tan bien cuidado y arreglado como el exterior de nuestra apariencia u hogar. A imitación de Cristo, procuremos hacer morada con los que nos rodean, para que experimentemos una Navidad diferente, una Navidad auténtica.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-49840432549342681062009-12-14T11:57:00.000-08:002009-12-14T12:00:13.130-08:00Uso abusivo de armas<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-13<br />Editorial<br /><strong>Uso abusivo de armas</strong><br /><br />Muchas son las veces en que hemos advertido sobre la tenencia masiva y el abuso en el uso de armas de fuego, por las consecuencias que acarrea para las personas y la sociedad. Poco caso se ha hecho a este señalamiento, y en otros aspectos, ninguno. Falta, sin duda, mayor acción de la autoridad y más responsabilidad por parte de la población armada.<br /><br />El reciente incidente protagonizado por el director de un reconocido colegio, vuelve a poner sobre el tapete el tema de la posesión de armas de fuego. En un momento de ira, por un hecho de poca monta, se dispara contra alguien desarmado, con el consiguiente trauma y las consecuencias que el hecho acarrea para la víctima y el victimario.<br /><br />Larga es la cadena de muertos y heridos que ocasiona el uso abusivo de las armas, en la que se entremezclan los asesinos y delincuentes con quienes, por causa de un acto irracional, también, se hacen criminales sin habérselo propuesto. Triste es la historia de unos y otros, al igual que el saldo de dolor y sangre que dejan como producto de sus actuaciones.<br /><br />Ojalá el hecho que nos ocupa sirva para apresurar la aprobación de una legislación que controle más la posesión y el uso de las armas de fuego, para disuadir a sus propietarios y a quienes las obtienen de manera ilegal, a que no sean utilizadas con fines aviesos. Quiera Dios que este nuevo llamado no caiga en saco roto.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-81386632799440899342009-12-14T11:54:00.000-08:002009-12-14T11:56:55.603-08:00Patrimonio cultural<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-12-13<br />El Ojo del Profeta<br /><strong>Patrimonio cultural</strong><br /><br />A lo largo de la historia diferentes aspectos y situaciones de la humanidad han quedado plasmados en diversas obras de arte, que ayudan a conocer la vida de las naciones y los pueblos en determinado momento. Muchas de esas obras reposan en museos, al alcance de todo el que quiera verla o estudiarla, otras no, porque son “propiedad” de particulares, especialmente de personas con poder y dinero abundante.<br /><br />Las principales obras y testimonios, como los manuscritos, deben pasar de las manos privadas a los museos, para que puedan ser apreciadas por el resto de los mortales. De manera especial las que se han obtenido de manera ilícita, producto del contrabando y el crimen. Poco aprovecha que estén en manos de un puñado de individuos, en vez de estar al alcance de la mayoría.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-76858713636651278772009-12-07T09:57:00.000-08:002009-12-07T10:02:02.491-08:00La Inmaculada Concepción de María, en la pedagogía divina<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-12-06<br />La Voz del Pastor<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>La Inmaculada Concepción de María, en la pedagogía divina<br /><br /></strong>En la bula Ineffabilis Deus, de Pío LX (1846 – 1878), del 8 de diciembre de 1854, este pontífice promulga el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Esto significa que la Iglesia declara pública y solemnemente que esta doctrina ha sido revelada por Dios. He aquí sus palabras textuales:<br /><br />“…Para honor de la santa e individua Trinidad, para gloria esplendor de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la religión cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, la de los santos apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, está revelada por Dios, y, por consiguiente, ha de ser creída firme y constantemente por todos los fieles.<br /><br />Con respecto a este dogma, resulta interesante percibir la pedagogía seguida por Dios, para llevar a la Iglesia a formularlo. Podemos hablar de una preparación remota, seguida de una próxima y otra inmediata. Posteriormente vendrán el cumplimiento, el seguimiento y las consecuencias.<br /><br />La prelación remota y fundamental se encuentra en las Sagradas Escrituras, en textos como Efesios 1, 3-8:<br /><br />“Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.<br /><br />El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él, por el amor.<br /><br />El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos adoptivos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.<br /><br />En él, hemos sido redimidos por su sangre, y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento”.<br /><br />En este texto, hay que destacar la bendición que el Padre nos comunica por el misterio pascual de Cristo. Esta se explicita en las proposiciones siguientes: En él, hemos sido elegidos, antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e inmaculados ante Dios. En Cristo, hemos recibido la condición de hijos adoptivos de Dios, y en él, hemos alcanzado la redención y el perdón de los pecados.<br /><br />Todos los cristianos, pues, somos hombres y mujeres “benditos”, en Cristo, por medio de los sacramentos de iniciación cristiana: el bautismo, la confirmación y la primera eucaristía. Somos herederos de todos los bienes consignados en el párrafo anterior. María, miembro supereminente de la raza humana y de la Iglesia, es “bendita entre todas la mujeres”, con todas las prerrogativas que de allí se siguen, porque Dios ha querido aplicarle anticipadamente los méritos de la pasión, muerte y resurrección de su Hijo: Ella es la primera redimida, desde el momento de su concepción. Ha recibido directamente de Dios lo que los demás recibimos, por mediación de la Iglesia, en los sacramentos de iniciación cristiana.<br /><br />En su saludo, el arcángel Gabriel la llama “llena de gracia”, “kejaritomene” (agraciada), un participio perfecto, pasivo y femenino, griego, que indica una acción que empieza en el pasado, se prolonga en el presente, y queda abierta al futuro. Ya, en ese momento, María es la plena de gracia, como condición habitual, y el Señor está con ella, prescindiendo de lo que responda a la propuesta de Dios para el futuro. Por eso, el mensajero la exhorta a la alegría (cf Lc 1:28).<br /><br />De cara al futuro, Gabriel le anuncia el designio salvífico de Dios para toda la humanidad y su participación en esta obra. Evangelizada, María escucha, cree y responde con asentimiento absoluto. En ese momento, se encarna el Verbo de Dios en sus purísimas entrañas. Ha sido doblemente bendecida por su participación en el misterio de Cristo, misterio de salvación: primero, porque Dios la ha preservado de toda mancha de pecado original, desde su concepción. Luego porque ha respondido con fe y obediencia a la buena noticia de su futura maternidad virginal par la salvación del mundo.<br /><br />Portadora de la alegría del Evangelio, la comparte con los de casa, como evangelizadora. Rebosante del Espíritu Santo, su prime Isabel la acoge jubilosa y la proclama bendita entre las mujeres, como bendito es el fruto de sus entrañas. También la declara dichosa, porque ha creído que lo que el Señor le ha dicho se cumplirá (cf Lc 1, 39-45).<br /><br />De igual manera, la alegría de María evangelizadora se hace patente en su cántico de alabanza: Asegura que todas las generaciones la proclamarán bienaventurada, precisamente porque Dios, omnipotente se ha fijado en la humildad de su sierva para hacer grandes en ella y por ella. (cf Lc 1, 46-50). El arco de esta acción del Altísimo abarca el pasado, el presente y el futuro.<br /><br />A partir del siglo II, la fe en la Inmaculada Concepción de María ha estado implícita en la fe de la Iglesia. A partir del siglo V empieza a explicitarse esta verdad. A fines del siglo VII o comienzos del VIII, empieza a celebrarse en Oriente la fiesta de la concepción de María. En los siglos posteriores, esta celebración se extiende a Irlanda, Inglaterra, Francia, Bélgica, España y Alemania. En el siglo XVIII, Clemente XI (1700 – 1721) la declara fiesta de precepto para la Iglesia universal, y, en el siglo XIX (8 de diciembre de 1854), Pío IX sanciona, con su supremo magisterio, una doctrina que siempre había estado implícita en la fe de la Iglesia, como ya hemos visto.<br /><br />La providencia divina condujo a la Iglesia a madurar esta doctrina con una sabia pedagogía. La afinó con la revelación de la Medalla milagrosa a santa Catalina Labouré el 27 de noviembre de 1830, y la corroboró con las apariciones de Nuestra Señora a santa Bernardita Soubirous, en Lourdes, a partir del 11 de febrero de 1858.<br /><br />Catalina Labouré era una hermana de la caridad de san Vicente de Paúl. En la fecha susodicha, se le apareció la Virgen, y le recomendó que acuñaran una medalla que mostrara en el anverso la imagen de María milagrosa rodeada de la frase: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”. En el reverso, aparecerían las iniciales MA y una cruz que tendría en la base el sagrado corazón de Jesús y el corazón inmaculado de María. En el perímetro, iría una corona de estrellas.<br /><br />La Virgen prometió ayudas especiales a quienes llevaran esta medalla y pidieran con fe su auxilio en el combate contra el pecado.<br /><br />En Lourdes, la Virgen se apareció 18 veces a santa Bernardita, desde el 11 de febrero al 16 de julio de 1858. El 25 de marzo Bernardita le preguntó su nombre, y la dulce Señora le respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.<br /><br />Este dogma nos recuerda que es posible y necesario construir un mundo nuevo, del cual hayamos desterrado el pecado y la injusticia, donde Dios sea todo en todos, y reine como soberano absoluto, como reina en el corazón inmaculado de María. La Iglesia, Reino de Cristo, es signo de este reino e instrumento para construirlo. Cristo debe reinar hasta someter a todos sus enemigos, recapitular todas las cosas en sí mismo, y entregar su reino al Padre (cf 1 Cor 15, 20-28).<br /><br />¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a tu auxilio, en la lucha contra el pecado, la opresión, la injusticia y todos los enemigos del Reino de Dios!<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Mons. Oscar Mario Brown<br />Obispo de Santiago</span><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-51102407447695968812009-12-07T09:51:00.000-08:002009-12-07T09:53:56.583-08:00Los derechos humanos son para todos<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-12-06<br />A tiro de piedra<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Los derechos humanos son para todos<br /><br /></strong>El mundo actual se desgañita clamando por los derechos humanos de las naciones y las minorías, hasta extiende derechos a las plantas y los animales, pero permanece impávido ante la persecución y el asesinato de los cristianos.<br /><br />Casi sin darnos cuenta guardamos silencio ante la masacre que se cobra la vida de miles de cristianos anualmente, en los países donde son perseguidos y asesinados. Sudán, Irak, Yemén, India, Somalia, Argelia, y otros, son parte de esa orgía de sangre que se ensaña contra los cristianos. En algunos casos el genocidio es comparable al ocurrido en los tiempos de Hitler contra los judíos y que, aún 70 años después nos asombra.<br /><br />Dar muerte a una persona por el solo hecho de ser cristiano, ya es cosa común en algunos de esos países. En la mayoría se les restringe el derecho al trabajo, se les despoja de sus viviendas, se les humilla y maltrata públicamente, a causa de su fe. A esta oleada se suma la cristianofobia en Europa, que busca arrancar todo signo y vínculo histórico que represente al cristianismo, con el apoyo de gobiernos y autoridades que complacen a los seguidores de esa corriente, por acomodo político.<br /><br />A pocos días de conmemorarse el día de los derechos humanos, yo me pregunto si hay total motivo para celebrarlo. Gobiernos y grupos de individuos que enarbolan la bandera de los derechos humanos son, al mismo tiempo, conculcadores o cómplices de la cristianofobia que se ha desatado en nuestro tiempo. ¿Que la religión es un asunto de recámara? ¡Mentira! El artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice claramente: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de con-ciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.<br /><br />Si lo anterior es realmente así, ¿de dónde habrán sacado que una alumna no puede llevar un crucifijo o un turbante a su escuela? ¿Cómo pueden permanecer los líderes mundiales indiferentes ante la persecución y el asesinato de miles de cristianos cada año? ¿Por qué callan los medios de comunicación tal atrocidad?<br /><br />Los derechos humanos son para todos los habitantes del mundo, no para unos cuantos bellacos que controlan el poder, especialmente el de la libertad de información y de expresión. Hay un despertar a través de los nuevos medios, y la verdad se conoce cada día más. Después de la persecución y la tribulación viene la redención, lo que sabemos muy bien los cristianos. No necesitamos el poder económico, ni tampoco el poder de una bomba en manos de un suicida; nos basta con nuestra esperanza y nuestra fe. Al final, sin dinero y sin terror, triunfaremos y extenderemos las manos y los brazos a los que hoy nos persiguen, porque nuestra meta es aquella por la que vino Cristo: la reconciliación entre todos los hombres y mujeres y del mundo con Dios.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-19202654321125128052009-12-07T09:48:00.000-08:002009-12-07T09:54:40.590-08:00Día de la Madre<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-12-06<br />Editorial<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Día de la Madre<br /><br /></strong>La figura de la madre es tenida en alta estima por la sociedad global, porque ella representa el amor, el cuidado, y el tesoro más preciado de todo lo creado. No en vano, por extensión, se le denomina así a la naturaleza, a la patria, a la escuela. Aún nosotros, los cristianos, llamamos santa y madre a la iglesia fundada por Cristo Jesús.<br /><br />Panamá, al igual que el resto del mundo, dedica un día a exaltar la figura de la madre. En nuestro caso, la fecha coincide con la festividad de la Inmaculada Concepción de María, Madre del Salvador, después que un movimiento popular, que encontró su baluarte en Penonomé, pidiera, insistentemente, que el 8 de diciembre fuera declarado como día de la madre en nuestro país.<br /><br />Somos, sin duda, afortunados en tener esta doble celebración en esta fecha. La madre de cada hombre y mujer panameños, y la madre de Jesús y madre de los creyentes, María Inmaculada y llena de gracia. Reflexionar sobre la figura y la influencia de ambas en nuestras vidas es, al menos, un pensamiento obligado en la jornada que le dedicamos.<br /><br />A ejemplo de la Virgen de Nazareth, desde este espacio deseamos a todas las madres de Panamá, y a todas las personas, indistintamente de su género, que sientan en sus corazones el amor maternal por la humanidad entera, que procuren siempre llevar en sus vidas el amén permanente ante la voluntad de Dios Padre Todopoderoso, para que su reino se haga vida entre nosotros.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-31163183268651537502009-12-07T09:46:00.000-08:002009-12-07T09:48:39.120-08:00Mantengamos la tenacidad<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-12-06<br />El Ojo del Profeta<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Mantengamos la tenacidad<br /><br /></strong>El flagelo mundial del narcotráfico destruye millones de vidas en el mundo, ya sea por resultar víctimas de él o por involucrarse en tan despreciable actividad. El daño en muertes, heridos, adictos, prisioneros, familias desmembradas, lesión moral y material, alcanza un tamaña inconmensurable.<br /><br />Los esfuerzos legítimos que se hagan para detener esa práctica criminal, aunque costosos, estarán bien justificados en la medida que la actividad delictiva se controle y mitigue. La responsabilidad, aunque recaiga legalmente en la autoridad, también le cabe al resto de la sociedad. Y la mejor manera de contribuir en la lucha contra ese crimen es resistirse tenazmente al consumo de drogas, al soborno velado que compra conciencias, y a su endiosamiento social.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-70012376533589184982009-12-07T09:41:00.000-08:002009-12-07T09:45:32.038-08:00Benedicto XVI: Evangelizar los nuevos areópagos<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-11-29<br />Ventana Pontificia<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Benedicto XVI: Evangelizar los nuevos areópagos<br /></strong>Mensaje del Papa al Prefecto de la Congregación para la Evangelización del los Pueblos<br /><br /><em>Publicamos a continuación el Mensaje que el Papa ha dirigido al cardenal Ivan Dias, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cuya asamblea plenaria ha comenzado hoy en la Universidad Urbaniana de Roma, con el tema “San Pablo y los nuevos aerópagos”</em>.<br /><br />Al Venerado Hermano señor cardenal Ivan Dias<br /><br />Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos<br /><br />Con ocasión de la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, deseo dirigirle, señor cardenal, mi cordial saludo, que de buen grado hago extensivo a los arzobispos, a los obispos y a cuantos toman parte en ella. Saludo también al secretario, al secretario adjunto, al subsecretario y a todos los colaboradores de este dicasterio. Uno la expresión de mis sentimientos de aprecio y de gratitud por el servicio que hacéis a la Iglesia en el ámbito de la misión ad gentes.<br /><br />El tema que afrontáis en este encuentro, "San Pablo y los nuevos areópagos", también a la luz del Año Paulino concluido hace poco, ayuda a revivir la experiencia del Apóstol de los Gentiles cuando en Atenas, tras haber predicado en numerosos lugares, se dirigió al areópago y anunció allí el Evangelio usando un lenguaje que hoy podríamos definir ‘inculturado’ (cfr Hch 17,22-31).<br /><br />Ese areópago, que entonces representaba el centro de la cultura del culto pueblo ateniense, hoy – como diría mi venerado predecesor Juan Pablo II - “puede ser asumido como símbolo de los nuevos ambientes en los que se debe proclamar el Evangelio” (Redemptoris missio, 37). En efecto, la referencia a ese acontecimiento constituye una invitación apremiante a saber valorar los "areópagos" de hoy, donde se afrontan los grandes desafíos de la evangelización. Queréis analizar este tema con realismo, teniendo en cuenta los muchos cambios sociales ocurridos. Un realismo apoyado por el espíritu de fe, que ve la historia a la luz del Evangelio, y con la certeza que tenía Pablo de la presencia de Cristo resucitado. Resuenan confortadoras también para nosotros las palabras que Jesús le dirigió en Corinto: "No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal” (Hch 18,9-10). De manera eficaz, el Siervo de Dios Pablo VI dijo que no se trata solo de predicar el Evangelio, sino de “alcanzar y casi sacudir con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación” (Enseñanzas XIII, [1975], 1448).<br /><br />Es necesario mirar a los “nuevos areópagos” con este espíritu; algunos de ellos, en la actual globalización, se han vuelto comunes, mientras que otros siguen siendo específicos de algunos continentes, como se ha visto también en la reciente Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos. La actividad misionera de la Iglesia debe por tanto orientarse hacia estos centros neurálgicos de la sociedad del tercer milenio. No debe infravalorarse la influencia de una difundida cultura relativista, las más de las veces carente de valores, que entra en el santuario de la familia, se infiltra en el ámbito de la educación y en otros ámbitos de la sociedad y los contamina, manipulando las conciencias, especialmente las juveniles. Al mismo tiempo, sin embargo, a pesar de estas insidias, la Iglesia sabe que el Espíritu Santo está siempre en acción. Se abren de hecho nuevas puertas al Evangelio y se va extendiendo en el mundo el anhelo de una auténtica renovación espiritual y apostólica. Como en otras épocas de cambios, la prioridad pastoral es mostrar el verdadero rostro de Cristo, Señor de la historia y único Redentor del hombre. Esto exige que cada comunidad cristiana y la Iglesia en su conjunto ofrezcan un testimonio de fidelidad a Cristo, construyendo pacientemente esa unidad querida por Él e invocada por todos sus discípulos. La unidad de los cristianos hará, de hecho, más fácil la evangelización y la confrontación con los desafíos culturales, sociales y religiosos de nuestro tiempo.<br /><br />En esta empresa misionera podemos mirar al apóstol Pablo, imitar el “estilo” de vida y el mismo “espíritu” apostólico centrado totalmente en Cristo. Con esta completa adhesión al Señor, los cristianos podrán más fácilmente transmitir a las futuras generaciones la herencia de la fe, capaz de transformar también las dificultades en posibilidades de evangelización. En la reciente Encíclica Caritas in veritate quise subrayar que el desarrollo económico y social de la sociedad contemporánea necesita recuperar la atención a la vida espiritual y una “seria consideración de las experiencias de confianza en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divinas, de amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida del prójimo, de justicia y de paz... El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre Nuestro” (n. 79).<br /><br />Señor cardenal, mientras agradezco el servicio que este dicasterio hace a la causa del Evangelio, invoco sobre usted y sobre cuantos toman parte en la presente Asamblea Plenaria la ayuda de Dios y la protección de la Virgen María, Estrella de la evangelización, mientras envío de corazón a todos mi Bendición Apostólica.<br /><br />En el Vaticano, 13 de noviembre de 2009.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">S.S. Benedicto XVI<br />Obispo de Roma</span><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-81022750073178017912009-12-07T09:38:00.000-08:002009-12-07T09:41:06.910-08:00Día del Maestro<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-11-29<br />A tiro de piedra<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Día del Maestro<br /><br /></strong>Creo que todo ser humano que haya pasado por la escuela recordará con afecto la maestra de sus primeros grados. La maestra, al igual que la madre y la abuela, son de esas mujeres inolvidables en la vida nuestra.<br /><br />Dentro de un par de días conmemoraremos el Día del Maestro, en el que escucharemos loas y críticas a esas figuras, algunas infundadas, otras no. En una fecha tal lo menos que quisiéramos escuchar son cuestionamientos y condenas, pero el mundo actual ya ni distingue, y menos respeta, los momentos que son para conmemorar y no para criticar y condenar. Lo mismo nos da armar el pereque o el jolgorio en un día solemne que en cualquier otro. Eso nos deshumaniza, sin darnos cuenta o tener conciencia plena del hecho.<br /><br />Yo quiero, en esta ocasión que se nos viene por delante, recordar a mis maestras. La del primer grado, que me parecía la más bonita. Mayra Correa, era su nombre, y varias veces me regañó. Con razón, creo. Me copié, y me puso un cero. Era yo hablantín, y me mandaba a callar. Prohibió las idas al baño, hasta que tocara el recreo, y me oriné en el salón. No hice la tarea un día, y me preguntó por qué. Mi respuesta: mi lápiz no tiene punta. ¿Y usted no tiene sacapunta?, replicó. No tengo, contesté. Y ¿en su casa no hay cuchillos? Sí, dije, pero no me dejan tocarlos. Perdió la paciencia, y me dio un reglazo en la mano. Por lo demás, era un amor y regalaba sonrisas a todos. Nos dolió cuando se casó y dejó la escuela.<br /><br />Mi maestra del segundo grado, Georgina Torres. Una chinita regañona, pero que nos quería mucho. Recuerdo que una vez me golpeó un grandote de quinto, repetidor y pendenciero. Me fui llorando al salón, y volví hecho una furia. Lo azoté con la hebilla de la correa, hasta que nos separaron. Llegó mi maestra a la dirección, y era como una leona feroz a la que le tocan su cachorro. Al final del año escolar me regaló el primer libro de mi vida, con una leyenda que decía: por su aplicación en segundo grado. Ese volumen de las “Fábulas de Esopo” me lo leí una y mil veces. Fue el premio por ser el alumno de mayor índice académico de toda la escuela.<br /><br />La de tercero, Telsy de Cano. Un poco nerviosa, pero buena maestra. Me lanzó el cepillo de borrar el tablero, porque yo hablaba mucho. Lo vi venir y lo desquité. El resultado: golpeó a la niña que se sentaba detrás, y no sabía qué hacer. Y la de cuarto grado, Angélica Cornejo. Esa fue la que se enfermó. Al volver, le cantábamos y la abrazábamos sin cesar. Recuerdo que me dio un cinco de nota, por haber recogido lo que estaba tirado y arreglado las bancas. La de quinto, María Zamora de Córdoba. ¡Ay, cómo me hizo sufrir! Pero también sufrió, y no me alcanza el espacio para decirlo todo.<br /><br />Y Kela, la de sexto, ¡qué maestra! Supo sacar todo mi potencial académico y artístico. Raquel de Serracín era su nombre. Nunca me regañó ni le hice travesuras. La lloramos al despedirnos, y cuanto me enseñó, lo llevó muy profundo en el corazón. Feliz Día del Maestro a todas aquellas mujeres (y hombres), que abrazan con amor tan noble vocación.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-70704898117446210152009-12-07T09:35:00.000-08:002009-12-07T09:38:41.912-08:00Personas con discapacidad<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-11-29<br />Editorial<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Personas con discapacidad<br /><br /></strong>Dios nos ha creado iguales en dignidad y la ley de los hombres declara que todo ser humano tiene igualdad en derecho, ninguno, pues, es más ni menos que su semejante, ante Dios y ante los hombres. Ninguna persona, por tanto, debe ser traída a menos o ser privilegiada, por condición de sexo, raza, religión, cultura, recurso económico, o posición ideológica o política.<br /><br />Las personas con discapacidad, sin embargo, luchan denodadamente por el reconocimiento de su dignidad y sus derechos. A pesar que han ganado algunos espacios, todavía queda mucho por hacer, especialmente en el campo de la formación cívica del resto de la sociedad. Más que la actitud de humanidad frente a ellas, se trata de la propia conciencia, que nos mueve a tratar al semejante como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos.<br /><br />Por eso conmueve tanta indolencia, cuando nuestras vías públicas, instalaciones de centros comerciales, edificios y lugares públicos carecen de los medios adecuados para el desplazamiento y uso de las personas con discapacidad. Duele aún más, cuando algunos, saludables y en pleno goce de su capacidad física, se apropian de los estacionamientos, sanitarios, y otros sitios reservados para las personas con discapacidad.<br /><br />Al dedicarse el día 3 de diciembre próximo a las personas con discapacidad, urgimos a la sociedad entera a reflexionar acerca de lo que el resto de la población hace con respecto a aquellas. Más que a las personas discapacitadas, es a nosotros mismos a quienes nos servirá interiorizar esta situación, para procurar construir un ambiente solidario y más humano.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-15352853359363734792009-12-07T09:33:00.000-08:002009-12-07T09:35:47.008-08:00Prevalencia del VIH SIDA<span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><div align="justify"><span style="font-family:Arial;font-size:130%;">2009-11-29<br />El Ojo del Profeta<br /></span><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>Prevalencia del VIH SIDA<br /><br /></strong>El reciente informe de ONUSIDA revela la prevalencia en el contagio del VIH/SIDA en nuestro país y otras regiones del mundo. A pesar de los esfuerzos de las autoridades de salud, la situación parece incontrolable en muchos lugares. Insuficiencia de recursos, incapacidad gubernamental, y actitudes excluyentes de algunos ante otras soluciones fuera de la ciencia, complican y retrasan la efectividad de los esfuerzos.<br /><br />Ya es sabido que el comportamiento promiscuo de la población es un factor determinante para controlar el avance de la pandemia, y que sólo es modificable a través de la formación y la educación, que incluye la conversión de vida. Es en esta última cuestión donde la Iglesia y las religiones del mundo pueden contribuir con mayor eficacia y experiencia. El problema es asunto de todos, y, si es de todos, no debe excluirse a quien conoce profundamente el comportamiento humano, y puede coadyuvar para modificar los hábitos promiscuos de las personas.<br /><br /></span></span><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-family:arial;">Ir a </span></span><a href="http://www.blogger.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div></span>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-600827169191820684.post-36195018321492616752009-11-23T13:59:00.000-08:002009-12-07T09:32:19.049-08:00¡Ven Señor Jesús!<div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">2009-11-22<br />La Voz del Pastor<br /><strong>¡Ven Señor Jesús!</strong><br /><br />El tiempo litúrgico de adviento tiene una doble finalidad: Nos prepara para celebrar la Navidad, es decir, la conmemoración del primer advenimiento o venida del Hijo de Dios entre los hombres, para que los hombres llegaran a ser hijos de Dios. También nos exhorta a estar preparados y vigilantes, en la espera de una segunda venida del Señor, también llamada parusía. En la primera venida, se cumple el misterio pascual del Señor: su encarnación, pasión, muerte y resurrección. Se anuncia la llegada del Reino de Dios. Se envía a la Iglesia, con la fuerza del Espíritu, a anunciar el misterio pascual del Señor, y a llamar a todas las naciones a la conversión para el perdón de los pecados, en el nombre de Jesús. El tiempo de la Iglesia es el tiempo de la misión, el tiempo que media entre la ascensión del Señor y su segunda venida o parusía. Es el tiempo del protagonismo del Espíritu.<br /><br />Todos los evangelios terminan con el mandado misional: Así, en Mateo, por ejemplo, el Señor nos dice: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y ense-ñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo (Mt 28:18-20)<br /><br />Desde el inicio de su evangelio, Mateo nos anuncia que el Señor está con nosotros, como Enmanuel, Dios con nosotros, para cumplir el oráculo del profeta Isaías: “la doncella está encinta, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel”. (Is 7:14). En este oráculo del siglo VIII a. C., que en su sentido literal se refiere a Ezequías, descendiente de Ajaz, rey de Judá, Mateo discierne un sentido mesiánico más profundo, y anuncia que la virgen dará a luz al Enmanuel, Jesús el Salvador.<br /><br />Junto con las aguas mansas de Siloé, el hijo de la doncella era el signo de que Dios no había olvidado las promesas a la casa de David, representada en este momento por Ajaz. Este debía confiar en Dios, y no temblar ante las amenazas de los reyes de Siria e Israel, ni buscar refugio en un rey pagano, como Tiglat Pileser III, rey de Asiria. Esta fue la exhortación del profeta Isaías, pero el rey no quiso confiar en la fidelidad de Dios a su palabra.<br /><br />Los dos signos ofrecidos eran expresión de la debilidad humana. Por eso interpelaban fuertemente a Ajaz para que creyera que en la debilidad se muestra el poder de Dios. Mateo enmarca su evangelio en esta doble alusión a la presencia continua de Dios con nosotros (Mt 1:23 y 28:20), primero como un niño débil y luego como el Mesías, Rey escarnecido y crucificado. Nos llama a la fe en un Dios que se ha hecho pequeño para engrandecernos a nosotros. En su evangelio, la figura de los pequeños adquiere especial relevancia. Los discípulos del Enmanuel son precisamente los que eligen hacerse pequeños, y se identifican con los pequeños del mundo: los pobres, marginados y excluidos. El Señor de hoy, de ayer y de siempre, que vendrá, en gloria y majestad, está presente en ellos: los hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos, encarcelados y carentes de techo, es decir, todos los que el mundo juzga como insignificantes (cf Mt 25:31-46).<br /><br />El Adviento tiene presente también esta segunda venida del Señor, donde se nos pedirá cuenta de nuestra intendencia como administradores y promotores del Reino de Dios, don y tarea recibidos en la primera venida. Por eso, es un tiempo de penitencia y conversión, de vigilancia y oración, de espera y misión, porque el Señor vendrá como ladrón en la noche. Aguardamos su segunda venida con esperanza activa, es decir, comprometida aquí y ahora en promover el Reino, mediante la gestión de los asuntos temporales con espíritu evangélico, como los criados que no saben en qué momento del día o de la noche llegará su Señor. Ante el pasado, el presente y el futuro, los cristianos tenemos una actitud optimista, que descansa en el realismo de la fe en el misterio pascual del Señor, el que se encarnó, padeció, murió, resucitó, reina glorioso, y volverá en la plenitud del Reino.<br /><br />En el Adviento, pues, nos preparamos para conmemorar la primera venida del Señor y para celebrar anticipadamente su segunda venida o parusía.<br /><br />En las dos primeras semanas de Adviento, se enfatiza la segunda venida del Señor. Así lo transparenta la oración colecta del Domingo Primero de Adviento: “Señor, despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia, para que, puestos a su derecha el día del juicio, podamos entrar en el Reino de los cielos, por N.S.J.C.”<br /><br />La misma intención palpita en la oración colecta del Segundo Domingo de Adviento: “ Que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan, Señor, prepararnos para la venida de tu Hijo, y que la sabiduría que viene del cielo, nos disponga a recibirlo y a participar de su propia vida”.<br /><br />En el Tercer Domingo de Adviento, ya empieza a introducirse la memoria de la primera venida, cuando decimos como Iglesia: “Mira, Señor, a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría.”<br /><br />Y finalmente, en el Cuarto Domingo de Adviento, polariza la atención la encarnación del Verbo: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros que, por el anuncio del ángel, hemos conocido el misterio de la encarnación de tu Hijo, y concédenos, por su pasión y por su cruz, llegar a la gloria de la resurrección”.<br /><br />Durante las tres primeras semanas de Adviento, el misal romano permite elegir entre el primer y el tercer prefacio de la oración eucarística. Así el primero recuerda que “al venir (Cristo) por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de salvación trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.<br /><br />”En el prefacio del Tercer Domingo le decimos a Dios: “Tú has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo,... aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo... , y prosigue luego con una descripción prolija de aquel día futuro.<br /><br />Los prefacios segundo y cuarto están reservados para el Cuarto Domingo de Adviento y para las ferias privilegiadas, el decir las eucaristías del día 17 de diciembre hasta el 24 en la mañana. En ellos, se subraya el papel de María en el misterio de la encarnación.<br /><br />En el prefacio segundo, se destaca que “Cristo... a quien todos los profetas anunciaron y la virgen esperó con inefable amor de madre..., nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento...<br /><br />”Finalmente, el cuarto prefacio nos anuncia que “en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz... En María, madre de todos los hombres, la maternidad... se abre al don de una vida nueva..., se ha desbordado la misericordia”.<br /><br />Luis Alberto Díaz<br />Director de Panorama Católico<br /></span><a href="mailto:diazlink@primada.org"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">diazlink@primada.org</span></a><br /><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Ir a </span><a href="http://www.panoramacatolico.com/"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Panorama Católico Edición Digital</span></a></div>Panorama Catolicohttp://www.blogger.com/profile/08759573277073464645noreply@blogger.com0