sábado, 28 de febrero de 2009

Carnaval oficial

2009-02-22
A tiro de piedra
Carnaval oficial

Los fondos públicos que recibe la Junta de Carnaval podrían tener mejor uso, si se canalizaran hacia el desarrollo del turismo interno y externo, y se destinaran a cosas mejores que a pagar artistas y orquestas costosas que se llevan mucho y poco dejan.

Desde hace años escuchamos aquello del Carnaval oficial, para saber si el gobierno afloja la plata o no. Antes de la vorágine actual, que patrocina tarimas que deben costear otros bolsillos, era debate de opinión si la fiesta del rey Momo era oficial o no. En la actualidad, el tema poco polvo levanta, a no ser el ataque político sobre el dinero que se dispensa para los gastos carnavalescos, y que, indistintamente, todos los gobernantes, hasta la fecha, han criticado antes de subir al poder y usado la misma práctica al llegar al gobierno.

Si queremos sacarle provecho económico al Carnaval, como ocurre en Brasil, o cuando algún país organiza las Olimpíadas o el Mundial de Fútbol, tenemos que diseñar una estructura con ése fin. Lo primero sería crear un estatuto o ley marco, para regular la celebración de fiestas populares. Eso incluiría, además del Carnaval, las ferias y festivales que se realizan a lo largo del año en el país. Se exigiría ciertos requisitos, para el apoyo oficial y el uso de los fondos que se asignen para tal propósito.

Nuestro Carnaval no es ni la sombra de los de antaño. Las tarimas “oficiales” acabaron con la celebración popular. Hay que acabar con esa práctica malsana. Que la plata se reparta entre la capital y el interior; que los artistas foráneos los traigan las empresas de televisión, y que cada una monte su tarima a cuenta de sus patrocinadores. Si no los traen ellas, que lo traigan los empresarios del espectáculo, como debiera ser. El gasto de dinero estaría mejor justificado, si se usara para los premios a las comparsas, los disfraces, la promoción internacional, y la capacitación de los diversos protagonistas que le dan sentido cultural y colorido a la fiesta carnavalesca.

El Carnaval capitalino debe volver a la Vía España, porque es la ruta más idónea. Es accesible, tiene hoteles, restaurantes, cajeros automáticos, y otras facilidades. Pueden cerrarse algunas calles, para ubicar los quioscos de venta de comida, procurando que sea comida típica panameña y de las distintas minorías que conviven entre nosotros. Qué bueno sería ver presentaciones folclóricas y encontrar comida colombiana, peruana, española, italiana, india, china, y los platos nuestros tan variados. Hay que romper la rutina del chorizo y la hamburguesa, que poco arte o cultura autóctona culinario aportan.

Por allá por el interior, la eliminación de los carros cisternas en las plazas de los pueblos es urgente. Bien pueden mandarlos a otra área, para dejar las plazas centrales a la demostración de la cultura lugareña. Si algo mató al Carnaval panameño, en todo el territorio nacional, fue ese dúo asesino de la tarima bullanguera y chabacana, y del carro cisterna, que malgastan millones de balboas y poco o nada de edificante nos dejan.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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