viernes, 1 de junio de 2007

¿Y después?

2007-06-03
A Tiro de Piedra
¿Y después?

San Felipe de Neri es un santo de origen florentino que dedicó su vida a atender a la juventud y a los desvalidos; caracterizado, también, por la alegría en el servicio del Señor. Fundador del Oratorio en el que congregaba a jóvenes que instruía en el canto y en la disciplina del cumplimiento del deber en pos de una vida sana y ávida de santidad. Recibió el sacerdocio a la edad de 36 años y vivió hasta los 80. Muy característico en él era preguntar ¿y después?, a todos aquellos que se daban más a los placeres y a la ociosidad.

Hace unos días fue la fecha de su memoria, el 26 de mayo, y el corregimiento que lleva su nombre en nuestra ciudad capital celebró en grande su patronal; quizá no al estilo de vida del santo, pero sí con particular alegría porque, dicen algunos, san Felipe era un hombre alegre y de buen humor; y esas son las virtudes que eligieron imitar, aunque con algunas variantes.

El sábado al final de la tarde, cuando nos preparábamos para iniciar la Vigilia de Pentecostés en el templo de Nuestra Señora de La Merced, escuchamos una alegre murga que venía entonando la melodía, al momento muy popular, cuyo estribillo reza: "oiga morena, yo quiero saber por qué no le gusto". Lo menos que podía imaginar era que venían arrastrando el anda con la imagen de san Felipe abordo, la que empujaban con apasionado entusiasmo. Cuando la tonada llegó al punto que dice: "le doy por arriba, le doy por abajo, y es por el gusto", como que cobraron más fuerzas, y con los brazos en alto los entusiastas seguidores del santo patrono le imprimieron mayor velocidad al anda, al punto que la imagen parecía danzar al son de la música, por causa del pavimento de ladrillo que la hacía vibrar y dar pequeños saltos.

Con toda la alegría y el entusiasmo de la vida terrenal, los sanfelipeños iban calle abajo por la Avenida Central, con rumbo a la Plaza de Catedral. Desde La Merced podía verse la imagen del san Felipe Neri, cuya encorvada figura, ataviada con sotana negra y birrete, parecía mover los hombros de arriba hacia abajo al son de la murga, cada vez que el corte de los ladrillos la hacía saltar.

Quizá el próximo año tengamos que instruir a los entusiastas celebrantes de esta patronal, para pasear al bueno de san Felipe de una manera más solemne y devota, de manera que sea más cónsona con las virtudes y la actitud de vida que lo distinguieron. Es cierto que san Felipe de Neri era alegre y le gustaba la música, pero esa alegría iba de la mano con su fe y su vida cristiana. Si algo hemos de imitar del santo florentino es, sin duda, su amor al trabajo y al prójimo, su fe, y su preocupación especial por la juventud. Tal vez así, se pueda evitar la trifulca que se formó avanzada la celebración, cuando jóvenes pandilleros del barrio decidieron arreglar sus diferencias de una manera poco santa. Por ahora sólo nos queda preguntarle: ¿Y después?

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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