2007-06-17
El Ojo del Profeta
Del Pan Bendito un poquito
La celebración de la novena en honor a san Antonio de Padua, en diferentes lugares del país, nos hace reflexionar acerca de la abundancia de pan en unas mesas, y la carencia en otras, que se dan a lo largo del territorio nacional.
Muchos son los hambrientos que rara vez ven una dieta balanceada frente a ellos, y muchos son también quienes pocas veces comen las tres raciones diarias. De acuerdo con las cifras oficiales, más del 40% de nuestra población es pobre, y casi un tercio vive en condiciones de pobreza extrema. En un país con riqueza probada, donde en algunas partes se hace alarde de ella de manera visible, es un pecado grave que haya hambre en demasía.
El pan que vemos compartir al final de la liturgia de san Antonio, debe movernos a compartir el pan y los recursos que poseemos. En vez de amasar dinero en las cuentas bancarias, que se invierta para crear puestos de trabajo remunerados justamente. En vez del culto superfluo al dinero, que haya más generosidad en donar y asistir al pobre. Pidamos al Señor que nos dé el amor y la fortaleza de espíritu, para poder hacerlo.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
Del Pan Bendito un poquito
La celebración de la novena en honor a san Antonio de Padua, en diferentes lugares del país, nos hace reflexionar acerca de la abundancia de pan en unas mesas, y la carencia en otras, que se dan a lo largo del territorio nacional.
Muchos son los hambrientos que rara vez ven una dieta balanceada frente a ellos, y muchos son también quienes pocas veces comen las tres raciones diarias. De acuerdo con las cifras oficiales, más del 40% de nuestra población es pobre, y casi un tercio vive en condiciones de pobreza extrema. En un país con riqueza probada, donde en algunas partes se hace alarde de ella de manera visible, es un pecado grave que haya hambre en demasía.
El pan que vemos compartir al final de la liturgia de san Antonio, debe movernos a compartir el pan y los recursos que poseemos. En vez de amasar dinero en las cuentas bancarias, que se invierta para crear puestos de trabajo remunerados justamente. En vez del culto superfluo al dinero, que haya más generosidad en donar y asistir al pobre. Pidamos al Señor que nos dé el amor y la fortaleza de espíritu, para poder hacerlo.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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