2008-01-06
A tiro de piedra
Electricidad y agua
La generación de electricidad y la provisión de agua potable son dos actividades estratégicas que debe controlar el estado. Cuando digo controlar no me refiero, necesariamente, a la administración total y caprichosa de las empresas o entidades encargadas de hacer esa labor; me refiero, expresamente, a la producción, la distribución, y la fijación del precio que deben pagar la población y los usuarios por la electricidad y el agua que consumen.
Si algo hemos hecho mal es la privatización de la generación, distribución, y facturación de la energía eléctrica, tal como la conocemos. Es una experiencia que nos resulta costosa e inconveniente. En mi opinión, el estado panameño debe recuperar el manejo de la generación y la distribución de la electricidad, y dejar la facturación en manos privadas. De esa forma se garantiza el carácter pleno de servicio público que debe tener la provisión de electricidad. También nos facilitaría que, si no nos gusta el servicio de la empresa que factura, nos podemos cambiar a otra sin necesidad de mudarnos a otro lugar, como ocurre hoy y que hace imposible que disfrutemos del beneficio de la competencia que, se supone, debe existir en un mercado de libre oferta y demanda.
Desde este momento debemos, como país, adoptar la estrategia para recuperar el control de la generación eléctrica, a través de una empresa estatal que pueda manejarse libre de la influencia política dañina. Ya lo hemos demostrado con el Canal, y bien podemos hacerlo con la electricidad y el agua.
El futuro inmediato para los países del mundo revela que el aprovisionamiento de energía y el manejo de los recursos hídricos son situaciones de vida o muerte para sus sociedades. Si no realizamos que ellas son prioridad estratégica para nosotros, estaremos comprometiendo la existencia de nuestra población, principalmente la urbana, que ya es mayoría entre nosotros.
Panamá no puede permitirse que electricidad y agua encarezcan o escaseen. No podemos comprometer nuestro futuro y nuestra propia vida, por dejar de prestar atención a este tema. Si dejamos la generación y distribución de la electricidad en manos del comercio, llegará el día en que aún produciéndola la veremos traspasar al mejor postor del extranjero. Si cometemos la equivocación de privatizar la producción de agua potable, mucha de nuestra gente beberá agua que no será apta para el consumo humano y que provocará enfermedades y malestares a nuestros habitantes por no poder pagar por aquella.
Quiera Dios y no perdamos más tiempo, antes de tomar una decisión al respecto. Electricidad y agua son vitales, y su control estratégico. Este es un principio irrenunciable, sobre el que nuestra conciencia y convicción nunca debe transigir, porque están en juego nuestras propias seguridad y vida nacional y personal.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Electricidad y agua
La generación de electricidad y la provisión de agua potable son dos actividades estratégicas que debe controlar el estado. Cuando digo controlar no me refiero, necesariamente, a la administración total y caprichosa de las empresas o entidades encargadas de hacer esa labor; me refiero, expresamente, a la producción, la distribución, y la fijación del precio que deben pagar la población y los usuarios por la electricidad y el agua que consumen.
Si algo hemos hecho mal es la privatización de la generación, distribución, y facturación de la energía eléctrica, tal como la conocemos. Es una experiencia que nos resulta costosa e inconveniente. En mi opinión, el estado panameño debe recuperar el manejo de la generación y la distribución de la electricidad, y dejar la facturación en manos privadas. De esa forma se garantiza el carácter pleno de servicio público que debe tener la provisión de electricidad. También nos facilitaría que, si no nos gusta el servicio de la empresa que factura, nos podemos cambiar a otra sin necesidad de mudarnos a otro lugar, como ocurre hoy y que hace imposible que disfrutemos del beneficio de la competencia que, se supone, debe existir en un mercado de libre oferta y demanda.
Desde este momento debemos, como país, adoptar la estrategia para recuperar el control de la generación eléctrica, a través de una empresa estatal que pueda manejarse libre de la influencia política dañina. Ya lo hemos demostrado con el Canal, y bien podemos hacerlo con la electricidad y el agua.
El futuro inmediato para los países del mundo revela que el aprovisionamiento de energía y el manejo de los recursos hídricos son situaciones de vida o muerte para sus sociedades. Si no realizamos que ellas son prioridad estratégica para nosotros, estaremos comprometiendo la existencia de nuestra población, principalmente la urbana, que ya es mayoría entre nosotros.
Panamá no puede permitirse que electricidad y agua encarezcan o escaseen. No podemos comprometer nuestro futuro y nuestra propia vida, por dejar de prestar atención a este tema. Si dejamos la generación y distribución de la electricidad en manos del comercio, llegará el día en que aún produciéndola la veremos traspasar al mejor postor del extranjero. Si cometemos la equivocación de privatizar la producción de agua potable, mucha de nuestra gente beberá agua que no será apta para el consumo humano y que provocará enfermedades y malestares a nuestros habitantes por no poder pagar por aquella.
Quiera Dios y no perdamos más tiempo, antes de tomar una decisión al respecto. Electricidad y agua son vitales, y su control estratégico. Este es un principio irrenunciable, sobre el que nuestra conciencia y convicción nunca debe transigir, porque están en juego nuestras propias seguridad y vida nacional y personal.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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