viernes, 25 de enero de 2008

Año nuevo, busero viejo

2008-01-13
A tiro de piedra
Año nuevo, busero viejo

Vuelve el gremio de los buseros a amenazarnos con un aumento de la tarifa del pasaje de autobús, para lograr que el gobierno les haga más concesiones o los subsidie. Llevan, al menos, unos 15 años de reclamos, cambio de leyes, aumento de pasaje concedido, préstamos avalados por el estado, subsidio de combustible, y abuso en las calles capitalinas que se traduce en desorden, accidentes, y todo tipo de violaciones a las reglas de tránsito. Tres lustros en los que el transporte colectivo de pasajeros nada ha mejorado, salvo el aire acondicionado en algunos autobuses que ya se deterioran y envejecen en detrimento de su cualidad de servicio de lujo.

El transporte colectivo de pasajeros en la región metropolitana, que incluye la capital del país y sus aledaños, agotó el sistema vigente. Su estructura como actividad económica, su manera de prestar el servicio, sus insumos, y su relación laboral, son incompatibles con la necesidad actual. Simple y llanamente ha sido superado por el tiempo y el progreso de la sociedad. Que no lo acepten ni quieran entenderlo todos los que tienen esta parte del transporte como negocio, es otra cosa. El modelo está agotado.

Si el gobierno le sigue el juego a los buseros, continuará subsidiándolos y prolongando lo inminente: la desaparición del sistema actual. La decisión traerá, al menos, dos consecuencias: la liberación en el precio de la tarifa, que lo encarecería notablemente; y el advenimiento de una crisis que provocará la intervención del estado, arrastrando las pérdidas ocasionadas hasta ahora y las que vengan, hasta la crisis total.

Todo esto se sabe, y los cuatro últimos gobiernos han intentado solucionar el problema, pero no han podido por el obstáculo de los concesionarios de ruta y cupos, autodenominados transportistas, que impiden toda iniciativa al respecto.

De quererlo, el gobierno podría imponer un plan en el que una empresa estatal entre al ruedo. Una empresa que se administre con verdadera autonomía y transparencia, que opere un sistema de transporte moderno, eficiente, que atienda las necesidades del usuario en horario, frecuencia, y rutas. Si el estado tiene que subsidiar a un sistema de transporte malo y garantizarle la ganancia a los dueños de los buses, mejor que invierta el dinero de los contribuyentes en una empresa cuyo fin sea el servicio público de transporte colectivo de pasajeros, y no el negocio de un grupo cuyo propósito es el lucro personal.

Es tiempo de tomar decisiones. Que se suspendan las concesiones de ruta y el otorgamiento de los cupos en el área metropolitana. Se quedan los que ya están. Que se establezca un plazo para ir reemplazando las rutas con la nueva empresa, y se libere el precio de la tarifa del pasaje a los actuales concesionarios que operan en la misma ruta que la empresa estatal. Al final, quedaremos con dos sistemas: uno público y otro particular. Así veremos de cual cuero salen las mejores correas, y acabamos con un sistema de transporte de pasajeros ineficiente y caótico y que, tarde o temprano, morirá.

“Ni un busero más para diputado”.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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