2008-01-13
El Ojo del Profeta
Duelo y asueto
Es la primera vez en 44 años que el país conmemora el 9 de enero de 1964 dividido entre asueto festivo y día de duelo nacional. Hace unos años se había intentado, pero la protesta pública obligó a reconsiderar ese intento. Hoy, simplemente, se ha aceptado sin mayor rechazo.
Los que murieron aquel día, defendiendo unos el honor patrio y, otros, aprovechándose de la situación para sus fines particulares, merecen el respeto y el recuerdo de la nación. En la sociedad panameña, que desde hace años se deshace de su historia a fuerza de día libre, hace falta arraigo por su historia, por su cultura, y por sus tradiciones. Agonizamos como nación, mientras que algunos, con el canto del dinero y la riqueza, pretenden llevarnos hacia lo que ellos llaman “primer mundo”, reemplazando lo autóctono por un modo de vida que no tiene ni tierra ni bandera.
Panamá puede progresar sin renunciar a su historia y a su cultura. Puede ser el crisol étnico y pluricultural que es, sin que ello implique convertir al panameño en un ser amorfo y sin identidad cultural. Retomemos el rumbo, y rindamos loor a cada hecho, figura e institución que nos hace ser panameños auténticos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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El Ojo del Profeta
Duelo y asueto
Es la primera vez en 44 años que el país conmemora el 9 de enero de 1964 dividido entre asueto festivo y día de duelo nacional. Hace unos años se había intentado, pero la protesta pública obligó a reconsiderar ese intento. Hoy, simplemente, se ha aceptado sin mayor rechazo.
Los que murieron aquel día, defendiendo unos el honor patrio y, otros, aprovechándose de la situación para sus fines particulares, merecen el respeto y el recuerdo de la nación. En la sociedad panameña, que desde hace años se deshace de su historia a fuerza de día libre, hace falta arraigo por su historia, por su cultura, y por sus tradiciones. Agonizamos como nación, mientras que algunos, con el canto del dinero y la riqueza, pretenden llevarnos hacia lo que ellos llaman “primer mundo”, reemplazando lo autóctono por un modo de vida que no tiene ni tierra ni bandera.
Panamá puede progresar sin renunciar a su historia y a su cultura. Puede ser el crisol étnico y pluricultural que es, sin que ello implique convertir al panameño en un ser amorfo y sin identidad cultural. Retomemos el rumbo, y rindamos loor a cada hecho, figura e institución que nos hace ser panameños auténticos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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