2008-01-20
Editorial
Crecimiento económico
Hace poco se anunció con gran optimismo que el país tendrá un crecimiento de 8% para este año 2008. Crecimiento que, en teoría, debe mejorar la vida de la población y estrechar la brecha entre ricos y pobres. En la realidad, tal crecimiento se queda en algunos sectores, pero poco o nada alcanza a casi dos quintas partes de nuestros habitantes.
Como sociedad tenemos el gran reto de revisar las estructuras del sistema social, para garantizar que el crecimiento económico beneficie a más de las tres cuartas partes de la población, y reducir, así, el nivel de pobreza extrema en el país. No es tarea fácil, lo sabemos; pero en la dificultad está, precisamente, el desafío de lograr la justicia social y la equidad que tanto anhelamos.
El mecanismo de distribución del ingreso y la riqueza tiene, en los salarios y la actividad emprendedora, dos pilares que, cuando son fuertes, son capaces de soportar el peso del aumento del costo de vida y la carencia de necesidades básicas que nos golpea. Hacia esa meta debemos dirigirnos.
Necesitamos que los planes nacionales de desarrollo, tanto del sector público como del sector privado, funcionen y sean acogidos como verdadero compromiso de ambos. El tiempo transcurre, y quizá el optimismo por el crecimiento económico se desvanezca antes que logremos acortar la distancia entre los que mucho tienen y los que muy poco o nada poseen.
Actuemos sin dilación, que para luego es tarde.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Crecimiento económico
Hace poco se anunció con gran optimismo que el país tendrá un crecimiento de 8% para este año 2008. Crecimiento que, en teoría, debe mejorar la vida de la población y estrechar la brecha entre ricos y pobres. En la realidad, tal crecimiento se queda en algunos sectores, pero poco o nada alcanza a casi dos quintas partes de nuestros habitantes.
Como sociedad tenemos el gran reto de revisar las estructuras del sistema social, para garantizar que el crecimiento económico beneficie a más de las tres cuartas partes de la población, y reducir, así, el nivel de pobreza extrema en el país. No es tarea fácil, lo sabemos; pero en la dificultad está, precisamente, el desafío de lograr la justicia social y la equidad que tanto anhelamos.
El mecanismo de distribución del ingreso y la riqueza tiene, en los salarios y la actividad emprendedora, dos pilares que, cuando son fuertes, son capaces de soportar el peso del aumento del costo de vida y la carencia de necesidades básicas que nos golpea. Hacia esa meta debemos dirigirnos.
Necesitamos que los planes nacionales de desarrollo, tanto del sector público como del sector privado, funcionen y sean acogidos como verdadero compromiso de ambos. El tiempo transcurre, y quizá el optimismo por el crecimiento económico se desvanezca antes que logremos acortar la distancia entre los que mucho tienen y los que muy poco o nada poseen.
Actuemos sin dilación, que para luego es tarde.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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