2007-07-22
Editorial
Justicia modelo
La administración de justicia para la democracia es como el agua pura para los peces; pero cuando ambas se contaminan o pierden su transparencia, devienen en un ambiente dañoso y poco fiable para quien depende de ellas, ya sea por necesidad o como parte del entorno en el cual desarrolla su vida.
Tomemos el ejemplo de nuestra bahía, cuyas aguas no son aptas para pescar o bañarse. Si por indolencia o descuido o, lo que es peor, por intereses sectarios, permitimos que la administración de justicia de nuestro país se corrompa y su imagen se deteriore gravemente, llegará el día en que será insensato confiar en o recurrir a ella.
Así como tenemos un plan y hacemos el esfuerzo para sanear y descontaminar la bahía, de igual manera necesitamos extirpar de la administración de justicia todo aquello que le es dañino y compromete su solvencia moral, su imparcialidad, y su institucionalidad como tribunal supremo en el que se administre justicia en nombre de la República de forma honesta, expedita, y sin discriminación ni fueros ni privilegios de ninguna índole.
Panamá necesita una justicia modelo, así como necesita de un ambiente natural sano. Quizá ahora en la bahía alguno se arriesgue a bañarse y consumir lo que pesca, pero eso no es lo correcto ni lo que queremos. Tal vez una administración de justicia venal podrá encontrar quien sobreviva y se siente a gusto con ella, pero no es lo correcto ni lo que queremos. Queda, pues, meditar y actuar sobre este hecho, para que tengamos la administración de justicia que en la moral y en el derecho se merece el país.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Justicia modelo
La administración de justicia para la democracia es como el agua pura para los peces; pero cuando ambas se contaminan o pierden su transparencia, devienen en un ambiente dañoso y poco fiable para quien depende de ellas, ya sea por necesidad o como parte del entorno en el cual desarrolla su vida.
Tomemos el ejemplo de nuestra bahía, cuyas aguas no son aptas para pescar o bañarse. Si por indolencia o descuido o, lo que es peor, por intereses sectarios, permitimos que la administración de justicia de nuestro país se corrompa y su imagen se deteriore gravemente, llegará el día en que será insensato confiar en o recurrir a ella.
Así como tenemos un plan y hacemos el esfuerzo para sanear y descontaminar la bahía, de igual manera necesitamos extirpar de la administración de justicia todo aquello que le es dañino y compromete su solvencia moral, su imparcialidad, y su institucionalidad como tribunal supremo en el que se administre justicia en nombre de la República de forma honesta, expedita, y sin discriminación ni fueros ni privilegios de ninguna índole.
Panamá necesita una justicia modelo, así como necesita de un ambiente natural sano. Quizá ahora en la bahía alguno se arriesgue a bañarse y consumir lo que pesca, pero eso no es lo correcto ni lo que queremos. Tal vez una administración de justicia venal podrá encontrar quien sobreviva y se siente a gusto con ella, pero no es lo correcto ni lo que queremos. Queda, pues, meditar y actuar sobre este hecho, para que tengamos la administración de justicia que en la moral y en el derecho se merece el país.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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