2008-10-26
La Voz del Pastor
El Papa Pablo VI en mi recuerdo
Hace como un mes, PANORAMA CATOLICO publicó un sencillo reportaje sobre la visita que, en agosto de 1968, el Papa Pablo VI realizó a Bogotá, que él mismo describió como “una visita a toda América Latina y a cada una de sus naciones”. PANORAMA hizo también referencia a los ciento diez años del nacimiento y treinta de la muerte de Giovanni Battista Montini, Pablo Papa VI. Ello me ha hecho recordar mi encuentro con este Papa, en mi primera visita a Roma y al Vaticano.
El Papa Pablo VI tuvo a bien nombrarme prelado de la misión de Bocas del Toro, en marzo de 1970. Y en febrero de 1972, obispo titular de Paucera y prelado de Bocas del Toro. Pero no pude conocerla hasta mayo de 1975, cuando con obispos de todo el mundo llegué a Roma, invitado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para unas jornadas de reflexión y animación misioneras. Para el último día de las jornadas, estaba programada una audiencia extraordinaria con el Papa.
Yo, estaba emocionado. Era mi primera visita a Roma, con la oportunidad de encontrarme con el Papa. Llegado el día, como era joven, me fue fácil recorrer los amplios corredores del palacio vaticano, llegar, entre los primeros, al salón de audiencias y ocupar en él un lugar estratégico.
Llegó el Papa con dos monseñores. Desde un pequeño estrado nos habló en italiano. Yo, que era todo ojos y oídos, no entendí nada, pues desconozco el italiano, ya que nunca he vivido en Roma. Terminada su alocución, el Papa bajó de su estrado, para saludar a los obispos. Previendo ese momento, me había ubicado, en segunda fila junto al pasillo central; así que apenas adiviné el movimiento, me planté junto al Papa.
De una vez tomé su mano para besarla. El tomó la mía entre las suyas. Me animé y puse mi otra mano sobe las de él. Así que nuestras manos quedaron entrelazadas, mirándonos frente a frente. Sentí que el momento era único, que debía decir algo. Yo estaba tranquilo, no obstante las prisas con que nos apremiaban los monseñores. Me parecía que el Papa era mío, lo tenía agarrado con mis manos y él nada hacía para deshacerse de mí.
Pude, pues, expresar lo que en esos momentos sentía, más o menos así: “Santo Padre; vengo de Panamá. Es la primera vez que llego a Roma. Panamá es un país lejano, y yo un obispo misionero pobre. Ahora he podido venir, porque me han pagado el viaje. Pero, yo lo quiero mucho, Santo Padre”.
Algunos obispos se reían, no se si por mi atrevimiento, mi ingenuidad o mi falta de protocolo. Pero el Papa me miraba con sus ojos profundos, en actitud humilde, como el padre que escucha a su hijo un poco travieso, o si en esos momentos no tuviese nada más que hacer.
Y para mostrarme que sí me escuchaba, iba repitiendo en italiano, lo que yo le decía en castellano: “Panamá lontano…primera volta che vieni a Roma…vescovo missionario povero… ti hanno pagato il biglietto… tu mi vuoi bene…”.
Al fin besé sus manos y me arranqué de él. No recuerdo qué pasó después. Me vi saliendo del salón de la audiciencia, gozoso, en el tropel de obispos. Seguía viendo la mirada penetrante del Santo Padre, sintiendo su actitud acogedora, oyendo su voz cálida: Panamá lontano… tu mi vuoi bene…
Muchos recordarán a Pablo VI como el profeta de la nueva evangelización, el Papa de los afanes posconciliares, el hombre providente para aquellos momentos de zozobra… Yo lo recuerdo como un hermano acogedor, como un padre cercano. Recuerdo su mirada comprensiva, serena… Así es Pablo VI en mi recuerdo.
Monseñor José Agustín Ganuza, o.a.r.
Obispo emérito de Bocas del Toro
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2008-10-26
A tiro de piedra
Recuerdos de Ruhpolding 1989
El próximo diciembre la Unión Católica Internacional de la Prensa (UCIP) se reunirá en Roma para conmemorar los 20 años de las Universidades de Verano, que a través de este tiempo ha generado nuevas iniciativas de encuentro para los periodistas católicos. Lejanos están los días en que 400 jóvenes periodistas nos reunimos en Ruhpolding, Alemania, para la Primera Convención Internacional, en octubre de 1989.
Guardo gratos recuerdos de aquella jornada, que fue consecuencia de la creación de la Red de Periodistas Jóvenes en 1987. Nuestra correspondencia se hacía por carta y fax. No existía la Internet y menos el e-mail o el Chat. Ni pensar en facebook. No teníamos cámaras digitales ni celulares. Eso sí, nos sobraba entusiasmo y decidimos lanzarnos en aquella aventura que, hoy, da frutos al ciento por uno.
Fue una gran emoción aquel otoño de 1989 en el pueblo bávaro de Ruhpolding. Muchachos y muchachas de Africa, Asia, Europa, Oriente Medio y América del norte, centro y sur. Cientos de nosotros íbamos y veníamos por sus calles adornadas con banderas, que anunciaban la Convención y el Congreso de la UCIP. Esa primera convención le imprimió nueva vida a la UCIP y la fortaleció con nuevos miembros y una presencia mayor en los 5 continentes.
Tengo muy bellos recuerdos de las personas que conocí entonces. Guardo especial cariño por una amiga filipina, con quien compartí experiencias y momentos gratos. A ella le gustaba el español e intentaba hablarlo conmigo. Me acuerdo que me llamó cuando mi país fue invadido por los Estados Unidos, para derrocar al general Noriega. ¡No hacía falta el e-mail, porque nos sobraba voluntad y compartíamos los mismos ideales! Tampoco me olvido que intenté ayudarla a bajar su equipaje del tren en Bonn: Un gran saco militar. Consecuencia: mi equipaje quedó en el andén, mientras ella, nuestros dos compañeros brasileños y yo fuimos a parar a Colonia. Me acuerdo también de la muñeca que le gustó en una tienda de Munich, y que después lamentó no comprar.
Un momento imborrable fue cuando visitamos el muro de Berlín y desafiamos a los guardias del lado oriental. Desde una tarima apuntábamos nuestras cámaras hacia ellos. Dos semanas después, el muro caería. Pudimos ver algo del éxodo inicial, porque permanecimos más tiempo que el resto. Era nuestra recompensa por haber ganado los premios internacionales por continente y por país. Éramos 25, entre los que estaba Ashley De Mello, de la India, a quien encontré el mes de abril pasado en Roma.
Muchos otros recuerdos tengo. Y sabe Dios cuánto me gustaría acompañarlos en Roma, pero no me es posible. Me encantaría volver a ver algunos rostros, darles un abrazo y estrechar las manos de los amigos. Sólo puedo saludarlos y decirles que los llevo en mi mente y en mi corazón. A los actuales miembros de la Red mi saludo, y un encargo especial: hacer memoria de todos los que, hace 20 años, tuvimos el coraje y la osadía de fundar la Red Internacional de Jóvenes Periodistas. ¡Saludos!
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-26
Editorial
Moderar el tono
A medida que se acerca el momento de las elecciones generales de mayo de 2009, el tono del cuestionamiento al adversario se hace más fuerte por parte de quienes aspiran a un puesto de elección. Esto podría ser normal, bajo el punto de vista de la competición por el poder, porque cada quien debe echar mano de sus fortalezas y poner en evidencia las debilidades del contrario. Así funciona el discurso político, por lo que comprendemos que esa acción forma parte de la estrategia política por alcanzar el poder.
Sin embargo, las palabras denigrantes y el ataque artero resultan censurables, porque contribuyen poco al diálogo de altura que esperamos, y dejan heridas que dan paso al resquemor y al resentimiento. En poco o nada contribuyen a ejercer la participación democrática sana, a mantener el clima de respeto, y a crear el ambiente propicio para que el vencido reconozca el triunfo del vencedor y, a su vez, el vencedor reciba el respaldo cívico y se haga merecedor de la crítica honesta de quienes tengan que desempeñar el papel de opositores.
Es necesario moderar el tono de los ataques entre unos y otros, para que el proceso electoral se cumpla sin traumas ni situaciones que lo empañen. El insulto y cualquier otra forma moralmente cuestionable son, sin duda alguna, pasos hacia un camino tortuoso que llevará a la perdición. Cuídense los candidatos de transitarlo. Preocúpense, más bien, por preparar planes y programas creíbles y realizables, que le ganen la simpatía y el apoyo de los electores. Es así como debe llevarse una candidatura, para que resulte irreprochable y sirva para la edificación del ejercicio de la política.
Competir por la Presidencia de la República, una alcaldía o una diputación implica, al menos, convencer al ciudadano de las virtudes y aptitudes que adornan al candidato, para que dé su sufragio a favor del aspirante al puesto de elección. Tratar de ganar la simpatía del electorado a costa de los males y las fallas del contrincante o, lo que es peor, de acusaciones que no se puedan probar, flaco favor le hace a quien intenta aprovecharse de eso. Queremos una política libre de improperios, en donde la capacidad, los planes y programas, y la honorabilidad de los candidatos y candidatas primen sobre la injuria y todo aquello que en nada aprovecha para la edificación de la sociedad panameña.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-26
El Ojo del Profeta
Minería
La explotación de los recursos naturales ayuda al hombre a mejorar su nivel de vida y a extraer materiales que le son de utilidad en su progreso tecnológico y social. Sin embargo, todo recurso debe usarse con sentido racional y sin destruir o dañar gravemente el ambiente.
El caso de una minera en la provincia de Colón, sobre la que recaen fuertes sospechas de daño ambiental, debe verse con mayor cuidado y asegurar que el perjuicio a la naturaleza continúe dándose sin control. Son necesarias medidas de mitigación y el res-peto al medio ambiente y a las comunidades que resultaren afectadas por la explotación de la mina de Petaquilla.
Conviene escuchar y atender los reclamos de la comunidad, porque son los pobladores del área los que están más cerca de la situación. Si las quejas y denuncias se comprueban, la autoridad debe actuar de inmediato. Cada momento de dilación puede contribuir a provocar daños irreversibles al ecosistema. La explotación minera debe hacerse responsablemente, porque, de lo contrario, la pérdida será mayor en la confianza de la comunidad hacia esas empresas, y en todo aquel daño que ahora podría evitarse.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-19
La Voz del Pastor
El Anuncio del Evangelio, misión de la Iglesia
La gracia de la creación, de la redención y la salvación del hombre son un misterio de Dios; sin embargo somos llamados a participar de este misterio. Este mes de octubre la Iglesia nos invita a asumir el compromiso de anunciar el Evangelio. No es sólo en el mes de octubre de cada año que debemos recordar nuestra obligación, sino que cada día tenemos que ser conscientes de nuestra misión; sin embargo, la Iglesia quiere que durante este mes oremos, hagamos sacrificios y demos nuestro aporte económico para las misiones.
Dios, en su infinito amor ha creado al hombre pero quiere que participe de la salvación que Él ofrece: “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” ( 1 Tim2,4). Razón por la cual envía a su hijo y nos da el Espíritu Santo para que le conozcamos y le amemos. Nuestro corazón anhela la felicidad, pero esta felicidad solo la podemos encontrar en Dios.
El Dios Padre confía a la Iglesia este mandato de anunciar el mensaje de Salvación que nos ha traído Jesucristo a todos los hombres. Y es tan necesario este anuncio, que el hombre tiene derecho a llenar ese vacío que sólo Dios puede saciar. Solo Jesucristo puede liberar al hombre del pecado y convertirlo en Hijo de Dios. Por esto, es necesario anunciar a todos, de modo sereno y positivo, la verdad cristiana en su integridad, armonía y belleza que es fascinante y atractivo también al hombre de nuestros tiempos. De este modo el hombre puede conocer la Verdad total que es Cristo y vivir su existencia con sentido y en felicidad.
Todo cristiano tiene el derecho y el deber de anunciar a Jesucristo. Podemos decir que este derecho y deber se convierte en una exigencia profunda de la vida de Dios en él. Esta necesidad de anunciar a todos el evangelio, nace en el cristiano del deseo de compartir con los demás, todo aquello que es gracia y que es el gran don de la fe. El mismo Jesús envía sus discípulos: “ Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda creatura; el que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc.16, 15-16).
La Iglesia siempre ha cumplido esta misión y la seguirá cumpliendo. Es derecho y deber de la Iglesia anunciar todo el evangelio a todos los hombres, en el modo más fiel posible, evitando ambigüedades y reservando a este anuncio el primer lugar dentro de todas sus actividades. Toda la actividad de la Iglesia debe ser inseparable del empeño de ayudar a todos a encontrar a Cristo en la fe. Esta norma de conducta ha sido válida durante toda la historia de la Iglesia y continuará siéndolo siempre.
La acción evangelizadora de la Iglesia no puede venir nunca a menos, porque nunca faltará la presencia del señor con la fuerza del Espíritu Santo, según su promesa “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. ( Mt 28,20).
La sociedad actual tiene necesidad del anuncio del evangelio “ porque el mismo no lleva al empobrecimiento o desaparición de todo lo que cada hombre, pueblo, nación y cultura reconocen y realizan en la historia como bien, verdad y vélelas. Es más, el evangelio induce a asimilar, desarrollar y vivir todos estos valores con magnanimidad y alegría, y a completarlos con la misteriosa y sublime luz de la revelación” (Slavorun Apostoli No.18).
De allí nuestra misión de anunciar a Jesucristo, para que el hombre viva en armonía consigo mismo, con la sociedad, con la naturaleza y con Dios su Padre; así mismo la sociedad podrá ser orientada hacia el bien común y el respeto a los demás, valorando todo lo bueno que Dios ha creado para la felicidad y el bien de todos.
Monseñor Audilio Aguilar
Obispo de Colón
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2008-10-19
A tiro de piedra
Y las fiestas patrias ¿qué?
El afán mercantilista de algunos comercios provoca que en vitrinas e interiores, los almacenes hayan adelantado la decoración navideña. Para este tipo de comerciante pareciera no existir otra cosa que les ayude en sus ventas. Ni siquiera las fiestas patrias les mueve a decorar, al menos con una bandera, sus estanterías y sus salas de exhibición.
Indigna sobremanera esa afrenta contra la patria, porque es la tierra que acoge y cobija al nacional y al extranjero que encuentra en ella el lugar para realizarse, ya sea como persona, profesional o como empresario. Y no es fenómeno nuevo, porque Gaspar Octavio Hernández, periodista y patriota panameño, murió ante su máquina de escribir, precisamente, cuando redactaba un editorial censurando, en el siglo pasado, una situación similar a la que me ocupa.
La relajación de nuestro civismo es dañina en grado sumo, porque nos desarraiga del patriotismo que nos liga a la nación y a nuestra historia, para convertirnos en seres amorfos que sólo se arropan con la bandera frente a un festival de goles o algún otro espectáculo que, por igual, se comparte con el confite y con el güaro. Cuán bajo hemos caído.
Nuestros símbolos patrios, principalmente la bandera, deben exhibirse con respeto y fervor en cada vitrina, cada balcón y cada ventana de locales y viviendas. Es una forma de expresar nuestra vocación como pueblo y nación, que debe manifestarse de manera conciente de lo que hemos sido y lo que somos; de nuestro origen y de lo que queremos ser. Un dólar se gana hoy o se pierde mañana, pero el patriotismo se siente y se lleva aquí y acullá.
¿Dónde están ese panameño y esa panameña de verdad? ¿Dónde el nacionalismo de los chateadores que, al competir una compatriota nuestra con una tica, se lanzaron a la calle a gritar Panamá, Panamá, hasta quedar con ronquera? Quiero ver a esos hombres rudos y mujeres bellas que, según Gaspar Octavio Hernández, en patriotismo férvido se inflaman. Ya hay pocos, porque ahora prima el tener y no el ser. Nos consume el cáncer de la masificación y del día libre para “rumbear”. Ni siquiera visitamos las tumbas de nuestros ancestros, porque eso es cosa de viejas y aburridos, convirtiendo en bastardos sociales a los que ya no saben ni quién era su abuelo o su abuelo, y menos sus bisabuelos o tatarabuelos. ¡Qué desgracia!
Poco a poco nos mata la avaricia mercantilista, que ni siquiera tiene audacia o el ingenio de sacar provecho monetario del patriotismo. Y esos, que saben bien donde sacar un dólar, ya conocen que de patriotismo el panameño tiene poco o nada. La bandera ya no despierta emoción, porque la han convertido en una capa que deviene en vestimenta para arroparse en el estadio. La han trastocado en un objeto de plástico, que se tira al suelo de la calle y la acera por ser un artículo desechable.
Si un resabio de patriota queda en alguno de nosotros, que no nos acobardemos ante tanta ignominia. Enseñemos al que no sabe a apreciar y respetar la bandera. Digámosle que por ella han muerto muchos y que, en ella, también, se han inspirado los que han alcanzado triunfos y éxitos representando a Panamá. Repitamos con el poeta: ¡Bandera de la Patria! Sube…sube hasta perderte en el azul…Y luego de flotar en la tierra del querube, de flotar junto al velo de la nube, si ves que el hado ciego en los istmeños puso cobardía, desciende al istmo convertida en fuego y extingue con febril desasosiego a los que amaron tu esplendor un día.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-19
Editorial
Cuña controversial
La reciente noticia que el Ministerio Público investiga de oficio una cuña radial, que se opone a ciertos artículos de la pretendida ley sobre derechos sexuales y reproductivos, es un hecho que provocará polémica y pondrá a prueba el sistema de investigación criminal.
Según se informó, la pesquisa de la Procuraduría General de la Nación se hace de oficio y no porque alguien se haya quejado formalmente ante la autoridad judicial. La investigación, bajo esta forma, es iniciativa del propio Ministerio Público, y sobre esa institución recae la responsabilidad plena de investigar y demostrar si en este caso existe apología del delito.
A nuestro modo de ver, la intención de los auspiciadores de la cuña está lejos de esa situación, porque es difícil pensar que se haga apología de lo que se rechaza y se censura. Esto, al menos, desde el punto de vista de la motivación y del propósito que se persigue con ella. Si hay alguna falla en el lenguaje, desde la visión jurídica, eso no prueba, sin lugar a duda razonable, la intención de sus autores de querer ensalzar un delito e incitar al crimen.
Comprendemos que la autoridad debe investigar todo hecho punible, por lo que debemos esperar el resultado de su investigación. Pero, también hemos de entender el clamor de no pocos ciudadanos, quienes cuestionan el papel de la justicia que demora en actuar ante crímenes evidentes, que tarda en enjuiciar y dictar sentencia en muchos casos, y que falla en probar la culpabilidad de algunos que recobran la libertad por tecnicismos legales o errores procesales.
En el fondo, para nosotros, la cuña es el ejercicio del derecho a disentir, a manifestarse y a expresar las propias convicciones. Si algo de malo hay en ella, la razón es ajena a la intención, porque al igual que el proyecto de ley que cuestiona, a veces no es tanto lo que se dice, sino lo que se quiere decir.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-19
El Ojo del Profeta
Margarita
La escogencia de Margarita Henríquez como Latin American Idol 2008, es motivo de alegría para la mayoría de nuestra población. Sus atributos como persona sobresalen e invitan a imitarlos, tanto para los jóvenes como para los adultos del país. Sencilla, sincera y obediente a sus padres, Margarita es una chiquilla de 17 años que vive grandes emociones en esta su juventud.
Ahora deberá enfrentar el reto de lidiar con la fama, las ofertas artísticas y la presión propia de un mundo de farándula que exige fortaleza y firmeza de carácter, para resistir los embates de un ambiente que puede llevar a la perdición, si los valores y los principios de la persona se desmoronan. A Dios gracias porque Margarita cuenta con una familia unida y un padre y una madre que guían sus pasos, lo que le permitirá afrontar los retos apoyándose en los suyos.
Esperamos que Margarita sea la inspiración de muchos otros jóvenes de Panamá, y más que en el deseo de alcanzar el triunfo en algún concurso artístico, en vivir una juventud sana, con lazos familiares fuertes y con la sencillez y la humildad de esta niña de La Villa de Los Santos, que hoy es el foco de atención de esta tierra nuestra. Que Dios la bendiga y le conceda la sabiduría para discernir entre lo que realmente le aprovechará y aquello que es intrascendente en su vida.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-12
La Voz del Pastor
Del Amor y los Trasplantes
Hay personas que tienen una percepción del catolicismo como estrechamente ligado a cuestiones de sexualidad, tanto que es su cuestión central. Quizás porque es temática que fácilmente puede verse reflejada en medios de comunicación social, o porque les ha llegado en aire de polémica. Sin embargo, lo que es clave para el catolicismo es Jesucristo y lo que Él dice y hace, que nos llega por los Evangelios; y ellos nos hablan del amor de Dios por nosotros, todos los humanos, en particular los más pobres, vulnerables, y del mandato de que amemos así como Jesús nos ha amado y nos ama, amor del Padre en fuerza del Espíritu. De esto se trata, del amor manifestado en Cristo Jesús.
Sin este amor no hay catolicismo y es movidos por este amor que no se puede ser indiferente ante cuestiones tan hondamente humanas como matrimonio, familia, sexualidad, organización social, economía, y tantas otras. No hay pretensión de imponer la visión a quien no comparte la misma fe; y aún dentro de ésta caben y se dan distintas sensibilidades. Pero racionalmente se encuentran puntos comunes con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. No es exclusiva de los católicos la defensa y promoción de la dignidad humana, del valor de la vida humana desde su inicio hasta su término natural, por ejemplo. Es terreno compartido; y también lugar donde el católico con testimonio dialogante invita a la excelencia.
Otro campo común en la defensa de la vida y promoción de la dignidad humana, del bien integral de la persona humana, es el que nos ha abierto la gran conquista de la ciencia al servicio del hombre: el trasplante de órganos. Toda auténtica cultura es cultura de vida; por ello debemos sensibilizar y promocionar la donación de órganos para ofrecer oportunidades de vida a enfermos, quizás hasta desahuciados desde luego, que para trasplantes realizados según criterios éticamente aceptables. En particular, nuestra gente joven es tan generosa que en la invitación que se les hace a vivir el amor de Jesucristo, se les abre el horizonte de que una expresión de este amor lo puede ser la decisión, en su momento, de donar sus propios órganos. Pero esto es también necesario para toda la población, lograr una cultura de donación de órganos.
Es claro que la donación de un órgano, sin ninguna recompensa, es un acto de amor y una decisión de gran valor ético; porque se trata de donar no simplemente algo que nos pertenece como una cosa, sino de donar algo de la misma persona, del propio cuerpo, para la salud y bienestar de otra persona. Por lo mismo, todo procedimiento encaminado a comercializar órganos humanos o a considerarlos como artículos de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, dado que usar el cuerpo "como un objeto" es violar la dignidad de la persona humana.
Ahora bien, quien voluntariamente se presente para donar un órgano o para firmar un documento autorizándolo en el momento de la muerte, debe recibir todo lo necesario para que se trate de un “consentimiento informado” sobre los procesos que implica; así podrá expresar, de modo consciente y libre, su consentimiento o su negativa. Aquí, análogamente, el consentimiento de los parientes tiene su validez ética cuando falta la decisión del donante. Lógicamente, los órganos vitales singulares sólo pueden ser extraídos después de la muerte, es decir, del cuerpo de una persona ciertamente muerta, lo cual implica los "criterios" para certificar la muerte que la medicina utiliza hoy, en lo que la Iglesia no hace opciones científicas y se limita a, evangélicamente, confrontar los datos que brinda la ciencia médica con la concepción cristiana de la unidad de la persona y el posible riesgo de poner en peligro el respeto a la dignidad humana, si lo hubiere; siempre buscando la certeza moral para el actuar.
También cuestión ética de importancia es la de la asignación de los órganos do-nados. Habiendo más necesidad médica de órganos que donaciones hay, se necesita confeccionar listas de espera o establecer prioridades, según criterios claros y bien razonados. Estos no serán "discriminatorios" (basados en la edad, el sexo, la raza, la religión, la condición social, etc.) o "utilitaristas" (basados en la capacidad laboral, la utilidad social, etc.). Lo que sí hay que tomar en cuenta son los factores inmunológicos y clínicos.
Que en este campo de defensa de la vida también crezcamos como país y como discípulos misioneros.
Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar
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2008-10-12
A tiro de piedra
Pobreza
Me sorprende escuchar que una de las causas de la pobreza es tener varios hijos y que, por eso, hay que evitar que los pobres tengan tantos. La pobreza es provocada por la falta de oportunidades y la opresión que unos pocos avariciosos ejercen sobre el resto de sus congéneres. Si las personas reciben buena educación y tienen acceso al trabajo bien remunerado, entonces pueden decidir, responsablemente, tener los hijos que puedan mantener.
Ese cuento de querer sacar de la pobreza a la población controlándole la natalidad, ya no es creíble. ¿Cuántos jóvenes en soltería, con varios años de haber salido de la escuela, continúan pobres? ¿Cuántos hombres y mujeres de 30 años, y sin hijos, llevan más de 10 años de trabajar y siguen en la pobreza? Y en China, con todo el control natal por medio siglo y la danza de millones actual, ¿cuántos millones viven en la pobreza? Hay otros factores que causan la pobreza extrema, y no los hijos.
Nuestras poblaciones indígenas y campesinas, por ejemplo, tienen grandes números de personas extremadamente pobres, como consecuencia de la marginación y la falta de oportunidades en educación y trabajo. Hace casi 30 años visité la hidroeléctrica de Bayano y la de Fortuna, en aquel tiempo en construcción, y pude ver que los habitantes cercanos no tenían electricidad. Unos años después de concluida la construcción de las hidroeléctricas, la luz llegaba a áreas distantes de allí, pero en las cercanías no.
Desde mi juventud, como estudiante primero y como periodista después, he recorrido las nueve provincias del país. He visto gente descalza, por cientos. He visitado lugares donde el máximo nivel de educación que se puede aspirar es el sexto grado de primaria.
He constatado, personalmente, que existen sitios donde no hay centros de salud y, en algunos que tienen, no hay ni médico ni enfermera ni medicinas.
Algunos estudios sobre el ser humano demuestran que en condiciones de desnutrición y hambruna, la mujer es más fértil. Hasta se piensa que es un método natural de preservación de la especie. Si quieren que los pobres tengan menos hijos, que le den pan, trabajo y educación. Pero, no: es más fácil cortarle las tripas a las mujeres, o los conductos seminales a hombres.
Aunque es difícil que éstos lo permitan sin luchar.
Nuestro país no está sobrepoblado. Es más, las estadísticas de natalidad nos ubican por debajo de la línea demográfica aconsejable y, en el mejor de los casos, apenas la superamos. Lo que nos hace falta es distribuir la riqueza y el ingreso a través de una mejor educación, del trabajo bien remunerado y el fomento de la mentalidad de ahorro, entre otras cosas.
Que a cada quien se le respete el derecho de tener los hijos que quiera, pero educándolo para que tome su decisión de manera conciente y responsable, sin atentar contra el derecho a la vida y a la dignidad que cada uno de nosotros tiene como hijos e hijas de Dios Creador.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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2008-10-12
Editorial
El derecho de todos
Con la presentación del proyecto de ley de salud sexual y reproductiva ante la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional observamos ciertos hechos preocupantes, especialmente en la manera en que algunas personas que lo apoyan se refieren a los cristianos, tanto católicos como evangélicos, que lo adversan.
Tildar de fanáticos, retrógrados y fundamentalistas, entre otros epítetos, a los cristianos que se oponen a algunos conceptos propuestos en el proyecto de ley mencionado es, sin duda, un acto de discriminación y conculcación de los derechos humanos que tiene toda persona de profesar su fe y sus creencias públicamente. Es una actitud peligrosa para la convivencia pacífica de la sociedad.
El hecho de discrepar y tener posiciones diferentes en cuanto a ciertas materias de la ley de salud sexual y reproductiva, no da motivo para tratar a un creyente de fanático o estúpido. Eso es ofensa y nada más que eso. Si la ley es buena, que nos convenzan de las bondades de esa ley, con argumentos y hechos irrefutables; si tiene aspectos perjudiciales o negativos, entonces, que se corrijan. Así debe darse el debate.
Recurrir al insulto y a la ofensa, por la condición de profesar una fe, es un acto incivilizado y poco edificante; más aún cuando hay quienes también se oponen, y no son conocidos por ser practicantes o militantes de alguna iglesia. El derecho de disentir y expresarse es de todos; no lo olvidemos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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2008-10-12
El Ojo del Profeta
Seguridad alimentaria
Los cambios globales del último decenio en la economía y la producción mundial han alterado las estructuras de la mayoría de los países. Algunos se han enriquecido y otros empobrecido; algunos se han hecho más exportadores y, otros, mayores importadores y dependientes. Después de varios años de globalización e intercambio comercial, las secuelas de esa actividad se reciente en las naciones que, bajo el influjo de lo moderno, abandonaron o mediatizaron su sistema de producción, especialmente en el sector agrícola.
En la actualidad, el principal reto de los países es la seguridad alimentaria; no sólo por el encarecimiento de los productos, sino por la escasez que se da en ciertos rubros y en algunas regiones del planeta. La vuelta al campo es el nuevo fenómeno que vivimos, pero enfrentado a los problemas de acceso al crédito y a la capacitación de la mano de obra calificada para practicar esa actividad de manera eficiente y rentable. Restaurar lo dañado ahora cuesta y tarda, por causa de las decisiones apresuradas que llevaron al error y al desmantelamiento de las estructuras agrarias. Ahora nos queda afrontar el reto y aprender de la experiencia.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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2008-10-05
La Voz del Pastor
San Pablo y los Apóstoles
Extracto general de la audiencia general, que Su Santidad Benedicto XVI dirige a los peregrinos en la Plaza de San Pedro, del miércoles 24 de septiembre de 2008
Hoy quiero hablar sobre la relación entre san Pablo y los Apóstoles que lo habían precedido en el seguimiento de Jesús. Estas relaciones estuvieron siempre marcadas por un profundo respeto y por la franqueza que en san Pablo derivaba de la defensa de la verdad del Evangelio. Aunque era prácticamente contemporáneo de Jesús de Nazaret, nunca tuvo la oportunidad de encontrarse con Él durante su vida pública. Por eso, tras quedar deslumbrado en el camino de Damasco, sintió la necesidad de consultar a los primeros discípulos del Maestro, que Él había elegido para que llevaran su Evangelio hasta los confines del mundo.
En la carta a los Gálatas san Pablo elabora un importante informe sobre los contactos mantenidos con algunos de los Doce: ante todo con Pedro, que había sido elegido como Kephas, palabra aramea que significa roca, sobre la que se estaba edificando la Iglesia (cf. Ga 1, 18); con Santiago, "el hermano del Señor" (cf. Ga 1, 19); y con Juan (cf. Ga 2, 9): san Pablo no duda en reconocerlos como "las columnas" de la Iglesia. Particularmente significativo es el encuentro con Cefas (Pedro), que tuvo lugar en Jerusalén: san Pablo se quedó con él 15 días para "consultarlo" (cf. Ga 1, 19), es decir, para informarse sobre la vida terrena del Resucitado, que lo había "atrapado" en el camino de Damasco y le estaba cambiando la vida de modo radical: de perseguidor de la Iglesia de Dios se había transformado en evangelizador de la fe en el Mesías crucificado e Hijo de Dios, que en el pasado había intentado destruir (cf. Ga 1, 23).
¿Qué tipo de información sobre Jesucristo obtuvo san Pablo en los tres años sucesivos al encuentro de Damasco? En la primera carta a los Corintios podemos encontrar dos pasajes que san Pablo había conocido en Jerusalén y que ya habían sido formulados como elementos centra-les de la tradición cristiana, una tradición constitutiva. Él los transmite verbalmente tal como los había recibido, con una fórmula muy solemne: "Os transmito lo que a mi vez recibí". Insiste, por tanto, en la fidelidad a cuanto él mismo había recibido y que transmite fielmente a los nuevos cristianos. Son elementos constitutivos y conciernen a la Eucaristía y a la Resurrección; se trata de textos ya formulados en los años treinta. Así llegamos a la muerte, a la sepultura en el seno de la tierra y a la resurrección de Jesús (cf. 1 Co 15, 3-4).
Tomemos ambos textos: las palabras de Jesús en la última Cena (cf. 1 Co 11, 23-25) son realmente para san Pablo centro de la vida de la Iglesia: la Iglesia se edifica a partir de este centro, llegando a ser así ella misma. Además de este centro eucarístico, del que vuelve a nacer siempre la Iglesia –también para toda la teología de san Pablo, para todo su pensamiento–, estas palabras tuvieron un notable impacto sobre la relación personal de san Pablo con Jesús. Por una parte, atestiguan que la Eucaristía ilumina la maldición de la cruz, convirtiéndola en bendición (cf. Ga 3, 13-14); y por otra, explican el alcance de la misma muerte y resurrección de Jesús. En sus cartas el "por vosotros" de la institución se convierte en "por mí" (Ga 2, 20)– personalizando, sabiendo que en ese "vosotros" él mismo era conocido y amado por Jesús– y, por otra parte, en "por todos", (2 Co 5, 14); este "por vosotros" se convierte en "por mí" y "por la Iglesia" (Ef 5, 25), es decir, también "por todos" del sacrificio expiatorio de la cruz (cf. Rm 3, 25). Por la Eucaristía y en la Eucaristía la Iglesia se edifica y se reconoce como "Cuerpo de Cristo" (1 Co 12, 27), alimentado cada día por la fuerza del Espíritu del Resucitado.
La importancia que san Pablo confiere a la Tradición viva de la Iglesia, que transmite a sus comunidades, demuestra cuán equivocada es la idea de quienes afirman que fue san Pablo quien inventó el cristianismo: antes de proclamar el evangelio de Jesucristo, su Señor, se encontró con Él en el camino de Damasco y lo frecuentó en la Iglesia, observando Su vida en los Doce y en aquellos que lo habían seguido por los caminos de Galilea. En las próximas catequesis tendremos la oportunidad de profundizar en las contribuciones que san Pablo dio a la Iglesia de los orígenes; pero la misión que recibió del Resucitado en orden a la evangelización de los gentiles necesita ser confirmada y garantizada por aquellos que le dieron la mano a él y a Bernabé, como señal de aprobación de su apostolado y de su evangelización, así como de acogida en la única comunión de la Iglesia de Cristo (cf. Ga 2, 9).
S. S. Benedicto XVI
Obispo de Roma
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2008-10-05
A tiro de piedra
Tecnología para la educación
Los intentos por equipar a las escuelas de computadoras y otras tecnologías de la informática son loables; sin embargo, la inversión material podría perderse si el recurso humano docente permanece lejos del manejo de esos adelantos, detrás del conocimiento actualizado de los alumnos.
Modernizar la educación reclama de las instituciones y los actores un esfuerzo real y concreto, para que sean capaces de alcanzar la meta que se propone. ¿De qué vale tener las más modernas computadoras, si muchos de los docentes aún ignoran el mundo del correo electrónico? La resistencia de los educadores al cambio impide el desarrollo de una educación moderna, porque parte de su lucha está cargada de una ideología que persigue objetivos políticos ajenos a la educación y que disfraza, con sentido reivindicativo, su verdadero fin.
El proceso de instrucción escolar tiene dos piezas importantes: el educador y el educando. Ambos interactúan en el ambiente institucional que da forma completa al aparato educativo. Quien enseña debe ser capaz de transmitir los conocimientos de manera eficaz, para que quien aprende pueda desarrollar sus habilidades plenamente. Si el docente se anquilosa o deja de ejercitar la tarea de adquirir nuevos conocimientos, el resultado de la instrucción que imparte será deficiente y, por ende, todo lo que a partir de esa limitada enseñanza se derive.
Opino que los primeros en aprender a usar las computadoras y las nuevas tecnologías deben ser los docentes. Sé que se han hecho esfuerzos, algunos a través del Inadeh (Instituto para el Desarrollo Humano), pero con mucha dificultad; más por causa del factor humano que por otra cosa. La situación demanda de los educadores un esfuerzo mayor, porque el actual es insuficiente para lograr la meta de modernizar la educación. Parte de ese esfuerzo, sin duda, es que deje de usarse la enseñanza como arma política. Las reivindicaciones, especialmente las monetarias, pueden reclamarse por otra vía que no sea la pérdida de clases y el rechazo al cambio tecnológico por acción u omisión.
Mientras más tarde el cambio de mentalidad, más grande será la distancia que nos separará de la excelencia académica. Superar la mediocridad actual es un desafío a la voluntad de los actores de la educación, principalmente los docentes. Gobiernos van y vienen en el corto periodo de vida constitucional de 5 años, pero el educador permanece más de 20 años en el sistema educativo. Quien puede realmente hacer la diferencia es el docente, porque está más tiempo en el aula. Los gobiernos y los padres de familia duran lo que una elección le permite o el tiempo que sus hijos asistan a la escuela. El cambio debe empezar por los educadores.
Transformar la educación nos compete a todos, porque a todos nos afecta. Al alumno que saldrá pobremente preparado para enfrentarse al mundo, al padre de familia que busca lo mejor para su hijo y ve desperdiciado su esfuerzo, a las empresas que no podrán ofrecer trabajo a la mayoría, y al docente que también pierde la posibilidad de progresar en su conocimiento y su carrera. Si los obstáculos se vencen, podremos alcanzar la meta de la modernización de la educación con ganancia para todos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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2008-10-05
Editorial
Ley de salud sexual y reproductiva
La presentación del proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva, ante la comisión legislativa competente, ha intensificado el debate público sobre el tema, lo que resulta sano porque es en ese escenario en donde debe discutirse toda norma que afecte a la sociedad.
El documento propuesto contiene aspectos que rechazamos, por entrar en conflicto con la doctrina y los principios cristianos, a pesar de la participación de representantes de la Iglesia en las reuniones de preparación. Aunque algunos planteamientos fueron aceptados, otros no. Por tanto, la asistencia a las reuniones previas y la inclusión de algunas observaciones, en manera alguna, debe interpretarse como un aval a todo el proyecto de ley de salud sexual y reproductiva.
Una legislación de este tipo es conflictiva, por las implicaciones que tiene y sus repercusiones en el tejido social y en el orden de los valores morales. Es por eso, que su discusión y análisis exige un discernimiento profundo sobre su texto y su contexto. Toda norma legal es obligatoria, y toda ley está sujeta a la reglamentación y la interpretación de las autoridades, razón por la cual toda duda y todo sentido ambiguo debe ser esclarecido o eliminado, según sea el caso.
Son esas dudas y esas ambigüedades las que, en este momento, flaco favor le hacen al proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva. Son algunos principios y términos contrarios a nuestra doctrina, los que, también, la hacen inaceptable para los cristianos. Y pensar de esta manera no es imponer la doctrina al resto, porque la Iglesia propone y el hombre, en su libre albedrío, acepta o no la creencia de fe. Lo que sí se impone es la ley y, en este caso, no somos los cristianos quienes queremos imponer una ley.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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2008-10-05
El Ojo del Profeta
La vida es de Dios
La muerte es el gran misterio del hombre y la que aún no alcanza a comprender. Para unos es el destino y el final del hombre, pero para otros muchos es la antesala a la otra vida. Más allá de la muerte física existe, también, la muerte espiritual del ser humano, que lo sume en estados de angustia, desesperación y agobio que le impiden ser feliz.
Si el grano de trigo no muere, le es imposible dar fruto. Muerte y vida son parte de la existencia, la diferencia está en la forma que las asumimos. Toda vida es de Dios, y Dios es la vida: sepamos, pues, calcular nuestros años y aprovecharlos de cara a la voluntad de nuestro Creador, para descubrir la felicidad en el que es Camino, Verdad y Vida.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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