2008-10-05
Editorial
Ley de salud sexual y reproductiva
La presentación del proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva, ante la comisión legislativa competente, ha intensificado el debate público sobre el tema, lo que resulta sano porque es en ese escenario en donde debe discutirse toda norma que afecte a la sociedad.
El documento propuesto contiene aspectos que rechazamos, por entrar en conflicto con la doctrina y los principios cristianos, a pesar de la participación de representantes de la Iglesia en las reuniones de preparación. Aunque algunos planteamientos fueron aceptados, otros no. Por tanto, la asistencia a las reuniones previas y la inclusión de algunas observaciones, en manera alguna, debe interpretarse como un aval a todo el proyecto de ley de salud sexual y reproductiva.
Una legislación de este tipo es conflictiva, por las implicaciones que tiene y sus repercusiones en el tejido social y en el orden de los valores morales. Es por eso, que su discusión y análisis exige un discernimiento profundo sobre su texto y su contexto. Toda norma legal es obligatoria, y toda ley está sujeta a la reglamentación y la interpretación de las autoridades, razón por la cual toda duda y todo sentido ambiguo debe ser esclarecido o eliminado, según sea el caso.
Son esas dudas y esas ambigüedades las que, en este momento, flaco favor le hacen al proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva. Son algunos principios y términos contrarios a nuestra doctrina, los que, también, la hacen inaceptable para los cristianos. Y pensar de esta manera no es imponer la doctrina al resto, porque la Iglesia propone y el hombre, en su libre albedrío, acepta o no la creencia de fe. Lo que sí se impone es la ley y, en este caso, no somos los cristianos quienes queremos imponer una ley.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
Editorial
Ley de salud sexual y reproductiva
La presentación del proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva, ante la comisión legislativa competente, ha intensificado el debate público sobre el tema, lo que resulta sano porque es en ese escenario en donde debe discutirse toda norma que afecte a la sociedad.
El documento propuesto contiene aspectos que rechazamos, por entrar en conflicto con la doctrina y los principios cristianos, a pesar de la participación de representantes de la Iglesia en las reuniones de preparación. Aunque algunos planteamientos fueron aceptados, otros no. Por tanto, la asistencia a las reuniones previas y la inclusión de algunas observaciones, en manera alguna, debe interpretarse como un aval a todo el proyecto de ley de salud sexual y reproductiva.
Una legislación de este tipo es conflictiva, por las implicaciones que tiene y sus repercusiones en el tejido social y en el orden de los valores morales. Es por eso, que su discusión y análisis exige un discernimiento profundo sobre su texto y su contexto. Toda norma legal es obligatoria, y toda ley está sujeta a la reglamentación y la interpretación de las autoridades, razón por la cual toda duda y todo sentido ambiguo debe ser esclarecido o eliminado, según sea el caso.
Son esas dudas y esas ambigüedades las que, en este momento, flaco favor le hacen al proyecto de ley integral de salud sexual y reproductiva. Son algunos principios y términos contrarios a nuestra doctrina, los que, también, la hacen inaceptable para los cristianos. Y pensar de esta manera no es imponer la doctrina al resto, porque la Iglesia propone y el hombre, en su libre albedrío, acepta o no la creencia de fe. Lo que sí se impone es la ley y, en este caso, no somos los cristianos quienes queremos imponer una ley.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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