lunes, 27 de octubre de 2008

Moderar el tono

2008-10-26
Editorial
Moderar el tono

A medida que se acerca el momento de las elecciones generales de mayo de 2009, el tono del cuestionamiento al adversario se hace más fuerte por parte de quienes aspiran a un puesto de elección. Esto podría ser normal, bajo el punto de vista de la competición por el poder, porque cada quien debe echar mano de sus fortalezas y poner en evidencia las debilidades del contrario. Así funciona el discurso político, por lo que comprendemos que esa acción forma parte de la estrategia política por alcanzar el poder.

Sin embargo, las palabras denigrantes y el ataque artero resultan censurables, porque contribuyen poco al diálogo de altura que esperamos, y dejan heridas que dan paso al resquemor y al resentimiento. En poco o nada contribuyen a ejercer la participación democrática sana, a mantener el clima de respeto, y a crear el ambiente propicio para que el vencido reconozca el triunfo del vencedor y, a su vez, el vencedor reciba el respaldo cívico y se haga merecedor de la crítica honesta de quienes tengan que desempeñar el papel de opositores.

Es necesario moderar el tono de los ataques entre unos y otros, para que el proceso electoral se cumpla sin traumas ni situaciones que lo empañen. El insulto y cualquier otra forma moralmente cuestionable son, sin duda alguna, pasos hacia un camino tortuoso que llevará a la perdición. Cuídense los candidatos de transitarlo. Preocúpense, más bien, por preparar planes y programas creíbles y realizables, que le ganen la simpatía y el apoyo de los electores. Es así como debe llevarse una candidatura, para que resulte irreprochable y sirva para la edificación del ejercicio de la política.

Competir por la Presidencia de la República, una alcaldía o una diputación implica, al menos, convencer al ciudadano de las virtudes y aptitudes que adornan al candidato, para que dé su sufragio a favor del aspirante al puesto de elección. Tratar de ganar la simpatía del electorado a costa de los males y las fallas del contrincante o, lo que es peor, de acusaciones que no se puedan probar, flaco favor le hace a quien intenta aprovecharse de eso. Queremos una política libre de improperios, en donde la capacidad, los planes y programas, y la honorabilidad de los candidatos y candidatas primen sobre la injuria y todo aquello que en nada aprovecha para la edificación de la sociedad panameña.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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