martes, 30 de septiembre de 2008

Educación y elecciones

2008-09-28
La Voz del Pastor
Educación y elecciones

Coinciden las opiniones hoy en Panamá en cuanto a manifestar malestar sobre la educación y, en particular, sobre la educación que ofrece el Estado. Diálogos, inversión en investigaciones, declaraciones, etc., se han dado en abundancia, pero queda la sensación de que nada pasa, que nada se mueve, y seguimos en las mismas, lo cual es equivalente a empeoramiento. Sea injusta o no la apreciación, ésta es la que hay, por lo que, dado que quienes aspiran a ganar en las próximas elecciones andan a la búsqueda del voto ciudadano, no estará de más que los votantes pregunten qué piensan hacer en cuanto a educación. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Con qué? ¿Para qué sociedad? ¿Para qué perfil de persona? Sin olvidar que el dinero del Estado, que el Gobierno administra, es dinero del pueblo y debe ser destinado al bien común.

En estos últimos años, el tipo de propuesta que ha predominado en las voces de miembros de la sociedad civil, ha sido en función del modelo económico que rige y del mercado de trabajo. Sin embargo, sin quitar importancia a la economía y a la oferta laboral, no podemos olvidar que la educación es mucho más. En efecto, para continuar la construcción de las jóvenes generaciones que la familia comienza, la sociedad dispone de la escuela. En las sociedades democráticas, y la nuestra lo es, la misión de la escuela es la de formar personas autónomas, capaces de pensar por ellas mismas superando determinismos.

Como señala el Documento de Aparecida, “América Latina y El Caribe viven una particular y delicada emergencia educativa. En efecto, las nuevas reformas educacionales de nuestro continente, impulsadas para adaptarse a las nuevas exigencias que se van creando con el cambio global, aparecen centradas prevalentemente en la adquisición de conocimientos y habilidades, y denotan un claro reduccionismo antropológico, ya que conciben la educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado. Por otra parte, con frecuencia propician la inclusión de factores contrarios a la vida, a la familia y a una sana sexualidad. De esta forma, no despliegan los mejores valores de los jóvenes ni su espíritu religioso; tampoco les enseñan los caminos para superar la violencia y acercarse a la felicidad, ni les ayudan a llevar una vida sobria y adquirir aquellas actitudes, virtudes y costumbres que harán estable el hogar que funden, y que los convertirán en constructores solidarios de la paz y del futuro de la sociedad” (DA 329).

De esta misión están encargados maestros y profesores, cuya formación, reclutamiento y remuneración están confiadas al Estado. La escuela, en este sentido, no es un “servicio público” al estilo de como lo es la distribución eléctrica y el agua potable, ni tampoco un supermercado de conocimientos donde cada cual va a servirse como le viene en gana. La escuela tiene el encargo de constituir el lugar, el escenario de la formación integral.

El “deber” del docente no es, por lo tanto, sólo el transmitir conocimientos, formar para saber (y ojalá lo estén haciendo); el docente es también un guía. Enseñar es mostrar el camino, sabiendo acercarse de diversas maneras a una materia según las dificultades encontradas. Pero esto no lo hace un “director de equipo”, ni un simple facilitador. No es un entrenador deportivo ni sólo docente de una asignatura, enseñando una técnica o una habilidad: él contribuye a la formación de un ser libre.

Se expresan muchas críticas sobre la actuación de maestros y profesores, pero ¿realmente se les forma para la tarea a cumplir?

Y volviendo al tema electoral, leamos el Documento de Aparecida: “Pensemos cuán necesaria es la integridad moral en los políticos. Muchos de los países latinoamericanos y caribeños, pero también en otros continentes, viven en la miseria por problemas endémicos de corrupción. Cuánta disciplina de integridad moral necesitamos, entendiendo por ella, en el sentido cristiano, el autodominio para hacer el bien, para ser servidor de la verdad y del desarrollo de nuestras tareas sin dejarnos corromper por favores, intereses y ventajas. Se necesita mucha fuerza y mucha perseverancia para conservar la honestidad que debe surgir de una nueva educación que rompa el círculo vicioso de la corrupción imperante. Realmente necesitamos mucho esfuerzo para avanzar en la creación de una verdadera riqueza moral que nos permita prever nuestro propio futuro”. (DA 507)

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

El hogar de los mulos

2008-09-28
A tiro de piedra
El hogar de los mulos

Un acontecimiento histórico acaba de ocurrir: el cierre definitivo del estadio de los Yankees de Nueva York. Hace exactamente 35 años, el 30 de septiembre de 1973, el estadio fue cerrado para su remodelación, después de haber sido vendido a la ciudad. Dos años después, el equipo de béisbol lo tomaría en arrendamiento hasta hoy.

Soy fanático de los Yankees desde muy niño. Las grandes glorias como Baby Ruth, Lou Gehrig, Joe Dimaggio, Mickey Mantle, Yogi Berra y Roger Maris son leyendas que conozco por la historia del equipo. Sí recuerdo a Reggie Jackson, Catfish Hunter, Ron Guidry, Graig Nettles y el fallecido receptor Thurman Munson. Ni hablar de los más recientes como Andy Petite, Mariano Rivera, Derek Jeter y Roger Clemens, a quien admiraba con los Media Rojas de Boston, mi segundo equipo favorito. Y aquí no funciona la rivalidad conmigo, aunque prefiero a los Mulos del Bronx.

El nuevo estadio es una réplica moderna del anterior, casi con las mismas dimensiones. Pude verlo desde el exterior, en una escala de unos días en Nueva York, hace 5 meses, después de asistir a un partido en el viejo coliseo. La foto que ilustra mi columna en esta edición es mi homenaje al hogar de los mulos que ahora se clausura definitivamente (en noviembre será la ceremonia oficial).

Cada ciudad tiene algo que la distingue, y una de las piezas simbólicas de Nueva York es el estadio de los Yankees. Recuerdo hace unos años cuando querían construir uno nuevo fuera de la ciudad (en New Jersey, si no recuerdo mal), y se armó tal escándalo que fue imposible hacerlo. Aquí en la nuestra, sin embargo, no hay empacho en destruir, robarse o vender lo que identifica a nuestra ciudad.

Los Yankees tienen tanta tradición, que han tocado la vida de generaciones de personas, dentro y fuera de su ciudad de origen. Una buena parte de los panameños somos fanáticos, y no sólo ahora que está Mariano Rivera, sino desde mucho antes. Es como un legado que se pasa de padres a hijos. Habrá seguidores de otros equipos de béisbol, sin duda, pero los Yankees arrastran a buena parte de los gustadores de la pelota chica.

Me habría gustado estar en este partido de despedida del viejo estadio del Bronx, como un acontecimiento histórico. Me conformo, sin embargo, con la oportunidad que Dios me dio de estar allí en este mismo año de su cierre. Es un regalo especial que nunca imagine recibir, porque el viaje mismo fue un accidente.

La despedida del equipo de su estadio resulta un poco deslucida por la campaña que este año llevan. Soñaba con una final de la serie mundial o, al menos, por el banderín de la liga. No obstante, el último “out” cantado, el último “hit” o “homerun”, y la última “carrera” que se anote, quedarán inscritos en los libros de la historia del béisbol de las grandes ligas. Todo hará historia. El primer cuadrangular bateado por el Bambino Babe Ruth; y el último jonrón en el bate de Bengie Molina, que fue a parar justo a los números de la camiseta que lucían las leyendas del equipo. ¿Habrá mejor homenaje que este? Igualmente, el cierre desde el montículo de nuestro compatriota Mariano Rivera quedarán inscritos en los libros. Ahora nos resta esperar la inauguración del nuevo hogar de los Mulos del Bronx, cuando se grite por primera vez en su campo: Play Ball.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Ser catequista

2008-09-28
Editorial
Ser catequista

La desinteresada labor que realizan cientos de mujeres y hombres cristianos de enseñar el catecismo en todo el país representa, para nosotros los hijos de Dios, una misión invaluable que nos abre la puerta hacia el conocimiento de Dios Padre y del Hijo, nuestro Salvador. Infantes y adultos reciben la gracia de conocer los rudimentos de la doctrina cristiana, por medio de la fatiga y la entrega de los catequistas, a quienes el Señor ha llamado para trabajar en su viña; porque la mies es mucha y los obreros pocos.

En este trabajo no hay paga monetaria, porque el Dios es mucho más generoso en gracia y bendición que la retribución del dinero del hombre. Es una tarea que coadyuga a la construcción del Reino, y a ponerle sabor a la vida de quienes buscan vivir en comunión con su Creador.

Cada catequista tiene la misión de ser sal y fermento; luz y voz que clama. Es un oficio que parte de la vocación, y no de la elección personal. Es un don o carisma que Dios da y que está lejos de adquirirse en alguna escuela o universidad, porque el conocimiento de Dios es una revelación que nace del espíritu y no de la carne.

En este mes que hemos dedicado a las vocaciones, a los catequistas y a las Sagradas Escrituras, saludamos efusivamente a estos hombres y mujeres que han dado un sí decisivo cuando fueron llamados a ejercer el oficio de la catequesis. Dios les dará el premio que le tiene prometido al servidor fiel, y hará crecer el fruto de la semilla en la buena tierra que un día la acogió. Que el Señor les ilumine en su labor, y les conceda la sabiduría y la fortaleza para continuar el camino que les ha abierto quien es Camino, Resurrección y Vida.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Violencia Doméstica

2008-09-28
El Ojo del Profeta
Violencia Doméstica

Es uno de los males que tratamos de erradicar de nuestra sociedad, por las víctimas que produce y las secuelas que deja. Las mujeres son las que cargan y sufren la peor parte, tanto en golpes y daño sicológico como en muertes. También resultan afectados, aunque se cuantifica menos en las estadísticas de denuncia, un gran número de infantes y ancianos.

La tarea es ingente en la atención de este tema; más aún cuando los recursos son limitados y los factores culturales representan una barrera que tomará mucho tiempo superar. En la medida que se incorpore a esta labor, mayor cantidad de personas, la situación cambiará y veremos mejores resultados. Es importante, por tanto, reforzar la educación en valores y practicar el amor en el hogar, a través de la relación matrimonial estable y ejemplar, y la buena crianza de los hijos bajo sólidos principios en los aspectos espiritual, moral y afectivo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

viernes, 19 de septiembre de 2008

Benedicto XVI hace un balance de su viaje a Francia

2008-09-21
La Voz del Pastor
Benedicto XVI hace un balance de su viaje a Francia

Ofrecemos parte de la intervención que pronunció este miércoles 17 de septiembre Benedicto XVI durante la audiencia general que concedió a los peregrinos congregados en el Aula Pablo.

Queridos hermanos y hermanas:

El encuentro de hoy me ofrece la oportunidad de volver a recorrer los momentos de la visita pastoral que he llevado a cabo en los días pasados a Francia; visita culminada con la peregrinación a Lourdes, con ocasión del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen a santa Bernadette. Mientras doy fervientes gracias al Señor que me ha concedido una tan providencial posibilidad, expreso nuevamente un vivo reconocimiento al arzobispo de París, al obispo de Tarbes y Lourdes, a los respectivos colaboradores y a todos aquellos que de diversas formas han cooperado al éxito de mi peregrinación. Doy las gracias cordialmente también al presidente de la República y a las demás autoridades que me han acogido con tanta cortesía.

La visita empezó en París, donde he encontrado idealmente a todo el pueblo francés, honrando así a una amada nación en la que la Iglesia, ya desde el II siglo, ha desarrollado un fundamental papel civilizador. Es interesante que, precisamente en este contexto, haya madurado la exigencia de una sana distinción entre la esfera política y la religiosa, según el célebre dicho de Jesús: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Mc 12,17). Si en las monedas romanas estaba impresa la efigie del César y por esto se le debían dar, en el corazón del hombre está la impronta del Creador, único Señor de nuestra vida. La auténtica laicidad no es por tanto prescindir de la dimensión espiritual, sino reconocer que precisamente ésta, radicalmente, es garante de nuestra libertad y de la autonomía de las realidades terrenas, gracias a los dictados de la Sabiduría creadora que la conciencia humana sabe acoger y realizar.

En esta perspectiva se enmarca la amplia reflexión sobre el tema: "Los orígenes de la teología occidental y las raíces de la cultura europea", que desarrollé en el encuentro con el mundo de la cultura, en un lugar elegido por su valor simbólico. Se trata del Collège des Bernardins (Colegio de los Bernardinos, nde.), que el fallecido cardenal Jean-Marie Lustiger quiso revalorar como centro de diálogo cultural, un edificio del siglo XII construido por los cistercienses, donde han estudiado los jóvenes. Por tanto, allí está la presencia de esta teología monástica que ha originado nuestra cultura occidental. El punto de partida de mi discurso fue una reflexión sobre el monaquismo, cuya finalidad era buscar a Dios, quaerere Deum. En una época de crisis profunda de la civilización antigua, los monjes, orientados por la luz de la fe, eligieron la vía maestra: la vía de la escucha de la Palabra de Dios. Fueron, por tanto, los grandes cultivadores de la Sagrada Escritura, y los monasterios se convirtieron en escuela de sabiduría y escuelas dominici servitii, "del servicio del Señor", como los llamaba san Benito. La búsqueda de Dios llevaba a los monjes, por su naturaleza, a una cultura de la palabra. Quaerere Deum, buscar a Dios, lo buscaban en el surco de su Palabra y debían por tanto conocer cada vez más en profundidad esta Palabra. Era necesario penetrar en el secreto de la lengua, comprenderla en su estructura. Para buscar a Dios, que se nos ha revelado en la Sagrada Escritura, eran muy importantes las ciencias profanas, de cara a profundizar en el secreto de las lenguas. Se desarrolla en consecuencia en los monasterios aquella eruditio que habría consentido la formación de la cultura. Precisamente por esto, quaerere Deum - buscar a Dios, estar en camino hacia Dios, sigue siendo hoy como ayer la vía maestra y el fundamento de toda verdadera cultura.

De la búsqueda de Dios es expresión artística también la arquitectura, y no hay duda de que la catedral de Notre-Dame en París constituye un ejemplo de valor universal. Dentro de este magnífico templo, donde tuve la alegría de presidir la celebración de las Vísperas de la Beata Virgen María, exhorté a los sacerdotes, los diáconos, los religiosos, las religiosas y los seminaristas venidos de todas partes de Francia, a dar prioridad a la escucha religiosa de la divina Palabra, mirando a la Virgen María como modelo sublime. En el pórtico de Notre-Dame saludé después a los jóvenes, que habían acudido numerosos y entusiastas. A ellos, que iban a dar comienzo a una larga vigilia de oración, les entregué dos tesoros de la fe cristiana: el Espíritu Santo y la Cruz. El Espíritu abre la inteligencia humana a horizontes que la superan y le hace comprender la belleza y la verdad del amor de Dios revelado precisamente en la Cruz. Un amor del que nada podrá separarnos, y que se experimenta entregando la propia vida a ejemplo de Cristo. Tras una breve parada en el Instituto de Francia, sede de las cinco Academias nacionales: siendo yo miembro de una de las Academias, pude ver con gran alegría a mis colegas. Y después mi visita culminó con la celebración eucarística en la Explanada de los Inválidos. Haciéndome eco de las palabras del Apóstol Pablo a los Corintios, invité a los fieles de París y de toda Francia a buscar al Dios vivo, que nos ha mostrado su verdadero rostro en Jesús presente en la Eucaristía, alentándonos a amar a nuestros hermanos así como Él nos ha amado a nosotros.

Después me dirigí a Lourdes, donde pude unirme a miles de fieles en el "Camino del Jubileo", que recorre los lugares de la vida de santa Bernadette: la iglesia parroquial con la fuente bautismal donde fue bautizada; el "Cachot" (la cárcel, nde.) donde vivió de niña en gran pobreza; la Gruta de Massabielle, donde la Virgen se le apareció 18 veces. Por la tarde participé en la tradicional Procesión de las antorchas, estupenda manifestación de fe en Dios y de devoción a su y nuestra Madre. Lourdes es verdaderamente un lugar de luz, de oración, de esperanza y de conversión, fundadas sobre la roca del amor de Dios, que ha tenido su revelación culminante en la Cruz gloriosa de Cristo.

Por una feliz coincidencia, el domingo pasado la liturgia recordaba la Exaltación de la Santa Cruz, signo de esperanza por excelencia, porque es el máximo testimonio del amor. En Lourdes, en la escuela de María, primera y perfecta discípula de Cristo, los peregrinos aprenden a considerar las cruces de su propia vida a la luz de la Cruz gloriosa de Cristo. Apareciéndose a Bernadette, en la Gruta de Massabielle, el primer gesto que hizo María fue precisamente el Signo de la Cruz, en silencio y sin palabras. Y Bernadette la imitó haciendo a su vez el Signo de la Cruz, aunque temblándole la mano. Y así la Virgen dio una primera iniciación en la esencia del cristianismo: el Signo de la Cruz es la suma de nuestra fe, y haciéndolo con corazón atento entramos en el pleno misterio de nuestra salvación. ¡En ese gesto de la Virgen está todo el mensaje de Lourdes! Dios nos ha amado que se ha dado a sí mismo por nosotros: éste es el mensaje de la Cruz, "misterio de muerte y de gloria".

Queridos hermanos y hermanas, damos gracias juntos al Señor por este viaje apostólico rico de tantos dones espirituales. Particularmente, le alabamos porque María, apareciéndose a santa Bernadette, ha abierto en el mundo un espacio privilegiado para encontrar el amor divino que cura y salva. En Lourdes, la Virgen Santa invita a todos a considerar a la tierra como lugar de peregrinación hacia la patria definitiva, que es el Cielo. En realidad todos somos peregrinos, tenemos necesidad de la Madre que nos guía; y en Lourdes, su sonrisa nos invita a seguir adelante con gran confianza en la conciencia de que Dios es bueno, Dios es amor.

S. S. Benedicto XVI
Obispo de Roma

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Bella Vista

2008-09-21
A tiro de piedra
Bella Vista

El barrio que recorrí desde mi adolescencia con gran deleite languidece a pasos agigantados. Ninguna de las gigantescas torres que se levantan ahora tiene la belleza y el esplendor de las casas antiguas. Los espigados cajones de cemento y cristal devoran, con voraz apetito, los jardines y árboles, así como exquisito trabajo de la mampostería.

Bella Vista y La Exposición me son familiares desde hace mucho tiempo. Mi abuela vivió por esos lares durante muchos años, y yo la visitaba a menudo. Todos los viernes, al terminar la semana escolar, me allegaba desde el mediodía hasta la tarde, y los domingos después de misa, a partir de la media mañana hasta media tarde. Recorría el camino a pie desde mi escuela en Paitilla, y desde el Casco Antiguo. Sólo este último barrio tiene primacía sobre Bella Vista, en mi gusto por la ciudad capital. Pero los asesinos arquitectónicos no perdonan nada.

No soy enemigo del progreso: al contrario, me gusta; pero no a costa de lo que representa nuestra historia y nuestra particularidad como ciudad. Hay otros sitios donde pueden levantarse esas moles de concreto, y que bien podrían mejorar el urbanismo y la situación social de una parte de la población. Si la millonada que se ha gastado, y se gasta, en destruir Bella Vista se le hubiera dado a los moradores de Curundú, a algunos sectores de Pueblo Nuevo, y de Río Abajo y Juan Díaz, mucha gente tendría viviendas dignas y el urbanismo capitalino habría contribuido a la creación de una capital moderna y ordenada. Lamentablemente se decidió por destruir a Bella Vista y a San Francisco.

Durante estos días de vacaciones, si el tiempo es favorable, trataré de levantar un inventario fotográfico de lo que aún queda en pie en Bella Vista. Poco queda ya en pie, para lo que había antes. El hermoso conjunto arquitectónico bellavistino se pierde. Nada ocupará su lugar. Difícilmente encontramos una manzana en su estado original. Los gigantescos mamotretos semejan los dientes de una fiera, que se hincan despiadadamente sobre cualquier lote o propiedad que sucumba ante la presión de los millones que se ofrecen por ellos.

Si algo de honorabilidad tenemos como país, institucionalmente hablando, bien haríamos en atender el llamado de los vecinos de los barrios en peligro y de las asociaciones, como Alianza Pro Ciudad o la SPIA (Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos), que advierten sin descanso sobre el daño que constantemente se le inflige al entorno urbano citadino.

La belleza que atrajo a los inversionistas, la están destruyendo sin asco ni consideración. Ninguno de los rascacielos hasta ahora construidos supera, en belleza y gusto, a las construcciones bellavistinas. La vista y el ambiente bucólico que ofrecieron a los compradores se han trocado por otras. Si continúa la hecatombe, al final habremos perdido uno de los sectores más bonitos y representativos de la Ciudad de Panamá. Si no se hace algo urgente, solo nos quedará la nostalgia de alguna foto, tal como sucede con la Avenida Central. ¡Qué lástima!

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Seguridad laboral

2008-09-21
Editorial
Seguridad laboral

Doloroso, por decir lo menos, resulta la muerte de personas por la falta de precaución en el ejercicio de sus labores. Tal es el caso de los trabajadores que murieron en las instalaciones de un supermercado de la ciudad, al inhalar los gases tóxicos que emanaban del tanque séptico que limpiaban.

Al momento ignoramos si hacían esa labor por instrucciones de la empresa, por iniciativa propia al percatarse de la inmundicia, o compelidos por alguna otra razón. Cualquiera que haya sido el motivo, les condujo a la muerte. Quienquiera que haya tomado la decisión de limpiar el tanque séptico, lo hizo sin respetar las reglas de seguridad laboral que se exigen para esos menesteres.

Las autoridades de trabajo, los empresarios, los sindicatos y toda persona que desempeñe un oficio o profesión deben instruirse, a carta cabal, las normas de seguridad laboral y practicarlas de manera estricta. Sólo bajo una sana disciplina con respecto a ellas, se logrará mitigar el riesgo de muerte en los sitios de trabajo, y erradicar la costumbre generalizada de subestimar el peligro que supone trabajar jugándose la vida, porque no va a pasar nada si se “sabe hacer” o si se tiene “experiencia y confianza en uno mismo”. Craso error, que a menudo se paga caro.

¿Cuántas muertes más se necesitan para que cambien las cosas? Tanto quien pide el trabajo, como quien lo ejecuta, tienen la obligación de exigir y respetar el cumplimiento de las normas de seguridad laboral. Y ojalá, en el caso que nos ocupa, la justicia sepa reclamarle a quien lo merezca, la parte de responsabilidad que le corresponde en el suceso de esa tragedia.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Sueño caro

2008-09-21
El Ojo del Profeta
Sueño caro

Los panameños que han sido apresados por trabajar sin documentos en los Estados Unidos son, apenas, una muestra de la tragedia que viven miles de extranjeros que buscan, en las naciones ricas, la oportunidad de ganar el dinero que no pueden obtener en sus países de origen. Es un drama mundial que reclama la instauración de una política social global, que tienda a mejorar la educación de toda la humanidad, y la práctica de relaciones laborales justas en todos los estados del mundo.

Nuestro país puede proveer, si aprendemos a apreciarlo y a sentirlo como nuestro hogar. Que ningún hijo o hija de esta tierra panameña se vea forzado a salir, para conseguir mejores condiciones de vida. Tenemos el ingenio y los recursos; sólo nos hace falta la voluntad y la conversión a Dios, para amarlo a El y al prójimo como a nosotros mismos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

La presencia de Cristo en la Sagrada Escritura y en la Eucaristía

2008-09-14
La Voz del Pastor
La presencia de Cristo en la Sagrada Escritura y en la Eucaristía

El próximo sínodo, sobre “La Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia”, está en íntima relación de continuidad con el precedente, sobre la Eucaristía, Sacramentum Caritatis, Fuente y Culmen de la Vida y Misión de la Iglesia.

En la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, se nos recomienda vivamente destacar la unidad intrínseca del rito de la santa Misa. No se deben yuxtaponer las dos partes del rito, la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, como si fuesen independientes una de otra, pues ambas están íntimamente unidas entre sí y forman un único acto de culto, al que se suman la introducción y la conclusión.

En la liturgia de la Palabra de la eucaristía, se proclama y renueva la fe de la Iglesia en el misterio pascual de Jesucristo, latente en el Antiguo Testamento y patente en el Nuevo. Ella es, por lo tanto, proclamación y testimonio (Kerigma y martyria).

En la liturgia eucarística, se celebra este misterio, haciendo presente de manera incruenta, por el Sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor, el único sacrificio Redentor del Señor, realizado una vez por todas, de modo cruento en el Calvario. Y es que la eucaristía es memorial de la pascua del Señor: su pasión y muerte salvíficas y su resurrección gloriosa.

Del costado abierto del Señor nace la Iglesia, sacramento de unidad, misterio de comunión y misión, sacramento de salvación, y los siete ritos fundamentales llamados sacramentos.

Como la eucaristía es acción del Sumo y Eterno Sacerdote, según el rito de Melquisedec, Cabeza del nuevo pueblo de Dios, que nace de los sacramentos de iniciación cristiana, y peregrina hacia la madurez de Cristo nutriéndose con la eucaristía, auténtico viático, la eucaristía también es liturgia (leitourgia).

Los que participan en ella con fe, comiendo el Cuerpo del Señor y bebiendo su Sangre, entran en comunión de vida, vocación y misión con Él, Pan de Vida y Siervo del Señor, que se inmola para que muchos tengan vida. Por eso, la eucaristía también es diaconía o servicio.

Proclamación y testimonio, liturgia y diaconía, no son compartimentos estancos, sino vasos comunicantes. La fe en el misterio pascual de la Palabra encarnada, que se oye, se ve, se palpa, se celebra y se comunica como servicio pastoral de entrega de la propia vida por amor, desemboca necesariamente en un servicio de amor por parte de los discípulos, similar al de su maestro, y una pastoral social. Así pues, “se ha de tener constantemente presente que la Palabra de Dios, que la Iglesia lee y proclama en la liturgia, lleva a la eucaristía como a su fin connatural” (Sacramentum Caritatis 44).

El instrumento de trabajo para el próximo Sínodo quiere ahondar en la doctrina precedente. Recuerda que el Espíritu es quien proclama la Palabra de Dios contenida en la Escritura (cf 2 Tim 3:16-17. 2 Pt 1:20-21). De la misma forma que obró antes para que la Palabra, vivencia comunitaria de la fe, se transformase en Libro, hace ahora, en la liturgia, que el Libro se transforme en Palabra, acontecimiento. No sin razón la tradición alejandrina discierne una doble epíclesis: Invoca al Espíritu antes de la proclamación de las lecturas y luego también después de la homilía. El Espíritu guía al “presidente en la misión profética de comprender, proclamar y explicar adecuadamente la Palabra de Dios a la asamblea y, paralelamente, lo lleva a invocar una justa y digna recepción de la Palabra, de parte de la comunidad reunida”. (cf Euchologion Serapionis, 19-20).

“La asamblea litúrgica, gracias al Espíritu Santo, escucha a Cristo, “pues, cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla” (SC 7), y acepta la alianza que Dios renueva con su pueblo. Escritura y liturgia convergen, por lo tanto, en el único fin de llevar al pueblo al diálogo con el Señor. La Palabra que sale de la boca de Dios, y es atestiguada en las Escrituras, vuelve a Él en forma de respuesta orante del pueblo (cf Is 55: 10-11)… La Sagrada Escritura, más que un libro escrito, ha de ser considerada como una proclamación y un testimonio del Espíritu Santo sobre la persona de Cristo”. (Instrumentum laboris 34) (cf 2 Tim 3:16-17. 2 Pt 1:20-21).

La estrecha unidad entre Palabra y eucaristía se colige de la misma Escritura (cf Jn 6). Puede aducirse también el testimonio de algunos Padres de la Iglesia, corroborados por el Concilio Vaticano II (cf Sc 48, 51, 56; DV 21, 26; AG 6, 15; PO 18; PC 6). Especialmente significativas son algunas expresiones conservadas por la gran tradición de la Iglesia, según las cuales “Corpus Christi intelligitur etiam […] Scriptura Dei (también la Escritura de Dios se considera Cuerpo de Cristo) (Waltramus, De unitate Ecclesiae Conservanda p. 33), y “ego Corpus Iesu Evangelium puto” (considero el Evangelio Cuerpo de Jesús) (Orígenes, In Ps 147).

También san Jerónimo destaca la relación entre Palabra de Dios y eucaristía, que el Sínodo quiere explorar: “La carne del Señor, verdadero alimento, y su sangre, verdadera bebida, –ha dicho–, constituyen el verdadero bien que nos está reservado en la vida presente: nutrirse de su carne y beber su sangre, no sólo en la eucaristía, sino también en la lectura de la Sagrada Escritura. En efecto, la Palabra de Dios es verdadero alimento y verdadera bebida, que se alcanza a través del conocimiento de las Escrituras”. (S. Jerónimo, Commentarius in Ecclesiasten, 313).

Mons. Oscar Mario Brown J.
Obispo de Santiago

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Chico

2008-09-14
A tiro de piedra
Chico

Cuarenta años en la esquina de la Calle 10ª con la Avenida Central, junto a la antigua sede del First National Ciy Bank, vendiendo raspados, pasó Chico hasta hace poco. Sus fuerzas ahora mermadas y su enfermedad pulmonar, le impiden ganarse la vida con su oficio y depende de la buena voluntad de los transeúntes y conocidos.

Hace poco me enteré de su padecimiento, un enfisema pulmonar que le corta la respiración y apenas le permite hablar con dificultad. Había preguntado por él, porque no lo veía en su puesto. Un hermano de la comunidad parroquial me dio la noticia, y me dijo que Chico pide limosna frente al viejo edificio de la Lotería Nacional, en el Casco Antiguo, muy cerca de donde solía instalar su carretilla de raspados. Me quedé impresionado al momento y pensé en encontrarlo para saludarlo y darle alguna palabra de aliento.

Chico ha sido un hombre trabajador, y muchos lo conocimos cuando éramos niños y pasábamos junto a su carretilla. El ruido de la máquina al raspar el hielo y el olor al sirope que preparaba hacía que más de uno deseara un raspado. A veces no había para comprarlo, y teníamos que conformarnos con la mirada y el olor. A veces esa mirada era tan conmovedora, que Chico fiaba o regalaba el raspado. No en pocas ocasiones había que negarse, porque nuestros padres nos instruían acerca de aceptar regalos en la calle o tomar cosas encontradas para nosotros.

Por la apariencia de Chico, algunos decían que era italiano. En esa creencia estuve por años, hasta que un día se lo pregunté. Chico, con una sonrisa me dijo: soy italiano de Chiriquí. Ya hecho adulto, al igual que otros, mi saludo y conversación con Chico eran más de un amigo o de alguien agradecido por la amabilidad y el consejo bueno que, de niño, recibió de aquel hombre.

El año pasado un presentador de televisión le hizo un reconocimiento, y le regaló una carretilla nueva para la venta de sus raspados. Quizá es el único homenaje público que se le ha hecho en su vida.

A mediados de la semana pasada lo encontré sentado en el umbral del otrora almacén de Peikard & Kardonski, allí donde me dijeron, frente a la vieja Lotería. Iba yo en la procesión de Santa María La Antigua y me acerqué a él. Le saludé efusivamente y conversamos un rato. Aún en el evidente malestar, Chico sonríe. Sabe que no le queda mucho tiempo. Se conmueve al ver las caras conocidas y se emociona; tanto que los ojos se le humedecen, pero habla con ánimo, aunque trabajosamente. Me dijo que se sienta ahí los martes y los viernes, a esperar lo que venga de la Divina Providencia.

Chico está agradecido por la vida que le ha dado Dios. A pesar de su realidad, no reniega. Un hombre trabajador; un humilde vendedor de raspado, ahora vive del amor y la caridad del prójimo. Nunca fue vago ni mal hablado, en estos últimos 40 años que estuvo en la esquina de la Calle 10ª y Central. Ahora cumple otra jornada doblemente dolorosa: el no poder trabajar, y el tener que pedir limosna. Gracias al Señor tiene conocidos y gente que lo aprecia, y que cultivó por muchos años con el buen decir y la actitud de un hombre honrado y respetuoso a carta cabal, que le dan el auxilio del día. La mano que se extendía para entregar el raspado, y vaciar el sirope, la leche y la miel generosamente, ahora se extiende para poder comer. Quiera Dios que las otras se extiendan, también, generosamente.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Candidatos

2008-09-14
Editorial
Candidatos

Ya casi cerrado el proceso de elección interna de los partidos políticos, el país cuenta con los candidatos a puestos de elección que aspiran a integrar el gobierno en las instituciones administrativas y legislativas de la república. Miles son los que desean llegar al cargo que pretenden, y para ello harán uso de tácticas y estrategias de campaña que le ganen el favor de los electores.

Sobre esto último es obligante recordarles que cada cargo electoral, desde la Presidencia y la Vicepresidencia hasta el de representante de corregimiento y concejal, pasando por los alcaldes y diputados, debe ejercerse con verdadero sentido de servicio y con clara conciencia de búsqueda del bien común de la comunidad y la nación.

Que en el trayecto del camino electoral prime la decencia, impere el respeto hacia el adversario, y prevalezca la honestidad en cada uno de los actos de los candidatos y candidatas. El ataque artero, la ofensa y la mentira deben erradicarse de los discursos de campaña; igualmente debe vencerse la tentación de superar al adversario con frases y acusaciones falsas o denigrantes. Nada justifica esos medios para alcanzar el fin de hacerse elegir.

Especial deber le cabe también al pueblo, en el escrutinio de los candidatos y de su trayectoria. Que cada persona, hombre o mujer, que aspira a un puesto de elección sea auscultada minuciosamente por los electores. Es preciso averiguar acerca de su honradez, su buena fama, su disposición de servicio, y sus virtudes éticas y morales. Ninguno que repruebe este examen merece ser elegido, por más abrazos y besos o canchas de juego que prodigue. Si queremos cambiar la forma de gobierno, en nuestras manos está al momento de ejercer el sufragio. Aún estamos a tiempo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Aniversario

2008-09-14
El Ojo del Profeta
Aniversario

Hace 7 años fueron estrellados 2 aviones contra las torres gemelas de Nueva York, en un irracional atentado que cobró miles de vidas. El ataque no diferenció raza, sexo, edad, ni nacionalidad. Los victimarios, enceguecidos por su ideología, creyeron estar haciendo algo agradable a Dios, según la interpretación de su doctrina político religiosa. ¿Cómo puede Dios misericordioso aceptar como sacrificio agradable tal barbarie? Dios es claro en su mandamiento: quiere que todos los hombres se conviertan y se salven; que lo amemos a El y al prójimo como a nosotros mismos. Oremos por la paz en el mundo, para que la humanidad no sufra el horror de las guerras y el terrorismo que retrotrae al hombre a la animalidad, alejándolo de la humanidad y de la santidad que Dios quiere para él.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

jueves, 11 de septiembre de 2008

La fiesta de Santa María La Antigua

2008-09-07
La Voz de Pastor
La fiesta de Santa María La Antigua

El próximo martes 9 de septiembre celebraremos la fiesta de Santa María La Antigua, patrona de la Catedral Metropolitana, de la Arquidiócesis y de la República de Panamá.

Al honrar ese día a nuestra madre celestial, bajo la advocación de Santa María La Antigua, no sólo estamos alabando a Dios por haber elegido a María como madre de su hijo, sino también damos gracias a Jesucristo porque la hizo Madre nuestra. El apelativo de “la Antigua” nos permite evocar la primera definición dogmática que el Magisterio de la Iglesia hizo sobre la Santísima Virgen proclamándola oficialmente como “Madre de Dios” (THEOTOKOS) en el Concilio de Efeso, en el año 431.

Pensando en nuestra Iglesia Católica de Panamá, la fiesta de Santa María La Antigua, fijada por la Santa Sede para el 9 de septiembre, nos permite no sólo refrescar nuestra historia, sino también identificarnos con ella, haciendo memoria de tantos acontecimientos en los que por casi cinco siglos Dios ha intervenido y se ha manifestado para dar a nuestra Iglesia y nuestro país su identidad cristiana, católica y mariana.

Debemos tener presente que la advocación de Santa María La Antigua fue primero traída a tierra firme a inicio del siglo XVI por Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa. Con este nombre se designó oficialmente el primer pueblito fundado por los conquistadores en la tierra firme del nuevo mundo, en la parte occidente del río Atrato, quitando el nombre de la Guardia y reemplazándolo por el de esta advocación mariana, en cumplimiento de una promesa a la virgen venerada en la Catedral de Sevilla.

Cuando el Papa León X, respondiendo a la súplica del Rey Felipe II, funda la primera Diócesis en tierra firme, llamada Castilla de Oro, eleva la capillita de Santa María La Antigua a rango de Catedral, constituye el pueblito en ciudad y nombra el primer Obispo en la persona de Fray Juan de Quevedo, franciscano.

Correspondió al segundo Obispo de Santa María La Antigua, el dominico Fray Vicente Peraza, o.p., trasladar la sede de la Diócesis, con su catedral y su cabildo catedralicio, a la recién fundada ciudad de Panamá, a instancias de su fundador, el gobernador Pedro Arias Dávila, en el mes de julio de 1524. Todavía el nuevo continente ni se llamaba América, ni se había separado de España; por tanto, no estaban configuradas las naciones con sus nombres y límites. Había dos grandes regiones: Nueva Andalucía y Castilla de Oro, a la que pertenecía nuestro istmo con sus respectivos gobernadores. Tenemos a la mano fuentes históricas que dan fe de este traslado de la sede de la ciudad de Santa María La Antigua a la ciudad de Panamá.

En esta segunda catedral en Panamá (hoy Panamá la vieja, con su campanario restaurado) la titular sigue siendo Santa María La antigua, en fidelidad a la Bula de creación de la Diócesis conocida por sus primeras palabras latinas: “PASTORALIS OFFICII DEBITUM” (para cumplir con nuestro deber pastoral) del Papa León X, con la que éste la asignó a perpetuidad como patrona (“y a nadie será lícito cambiar sin incurrir en la ira de Dios”).

A raíz de la destrucción de la primera ciudad de Panamá, en enero de 1671, ésta se refunda el 21 de enero de 1673 en las cercanías del cerro Ancón, y corresponde al Obispo Don Antonio De León bendecir el sitio de la catedral. Ésta es la tercera. Durante su larga etapa de edificación ésta sufrió dos incendios hasta que, finalmente, gracias a la tenacidad del primer Obispo panameño, Don Francisco Javier de Luna, se terminó y fue consagrada el 4 de abril de 1796 por el Obispo Remigio de la Santa y Ortega, reafirmando el título de la patrona Santa María La Antigua.

El 9 de septiembre de 1998, Santa María La antigua fue declarada patrona de la Arquidiócesis de Panamá, acto ratificado por la Santa Sede el 20 de diciembre del mismo año.

El 9 de septiembre del año jubilar (2000), la Conferencia Episcopal Panameña, en el gimnasio Roberto Durán, ante más de diez mil fieles, con la presencia del Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, y el presidente del Secretariado del Episcopado Centroamericano, S. E. R. Monseñor Raúl Corriveau, proclamó a Santa María La Antigua patrona de la República de Panamá.

Esta proclamación fue ratificada por la Santa Sede en febrero de 2001, a solicitud no sólo de la Conferencia Episcopal Panameña, sino también del Gobierno nacional representado en ese momento por la Sra. Doña Mireya Moscoso, presidenta de la República de Panamá.

Celebremos con entusiasmo y gratitud la fiesta de Nuestra Madre y patrona Santa María La antigua.

Mons. José Dimas Cedeño Delgado
Arzobispo de Panamá

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Salud, educación y transporte

2008-09-07
A tiro de piedra
Salud, educación y transporte

Los tres sectores que han apoyado con más fuerza el reciente día de paro son, paradójicamente, los que en mayor crisis están. El angustioso servicio de salud, la deficiente educación y el catastrófico servicio de transporte de pasajeros de la capital hablan por sí solos.

Si contáramos la cantidad de paros y huelgas que estos sectores han realizado en los últimos diez años, tendríamos una idea del daño causado a la población. Población que incluye a la niñez escolar, los ancianos que necesitan atención médica, y cuantas otras personas que dependen de la salud, la educación y el transporte para alcanzar una calidad de vida más humana y mejor.

Por estos días he escuchado a algunos dirigentes de esos tres sectores, justificando el paro y achacando todos sus males al gobierno. Sea cierto o no que el responsable de todo es el gobierno, lo cierto es que no se puede resolver justamente un mal con otro mal; especialmente a quien no lo ocasiona: la población que no tiene los medios para pagar por la salud, la educación y adquirir un medio de transporte propio.

Resulta incomprensible que dos de esos sectores, el médico y el docente, renuncien a encontrar otros métodos de reclamo efectivos y menos perjudiciales para la población. Se supone que unos y otros pasan largos años estudiando para servir. Unos para curar y aliviar dolencias con la ciencia; otros para instruir a los futuros profesionales de diversas ramas del saber, incluidos los médicos. Una huelga o un paro se le ocurre a cualquiera, la invención de la protesta civilizada y eficaz está reservada para los grandes dirigentes, cuya visión trasciende los límites de lo vulgar.

Personajes como Gandhi, Luther King, Simon Wiesenthal, Teresa de Cálcuta, Melina Mercuri, Corazón Aquino, o Rose Parks han hecho revoluciones sin necesidad de responder con la violencia a la violencia y la persecución contra ellos desatadas. Movimientos como el de las Madres de Mayo en Argentina y nuestra propia Cruzada Civilista de la década de 1980, con la protesta en las aceras cada mediodía, nos dan ejemplo de la lucha que no requiere de dejar trabajar ni conculca el derecho ajeno de hacerlo o a transitar libremente, a pesar de toda la represión que se sufría.

Los argumentos que se esgrimen para justificar las acciones de paro en los sectores de salud, educación y transporte tienen algo de validez en ciertos aspectos, no así en todos. Tampoco es del todo cierto que se lucha por el pueblo, cuando es al pueblo a quien se le somete al escarnio y al sufrimiento. Están primero por ellos y, si algo queda, eso será para los demás, quienes pagan con creces y en carne propia por el triunfo o las “conquistas” que los primeros han alcanzado o pretenden alcanzar.

Nada justifica el reclamo de una mejor educación, cuando los estudiantes han perdido gran parte de sus clases este año lectivo y se les hace perder más. Nada justifica la lucha por mejor salud para el pueblo, cuando necesitan atención médica y se les niega y posterga por más tiempo, mientras su enfermedad empeora. Nada justifica un paro de transporte contra la introducción de un proyecto de transporte, cuando diariamente se deja al pasajero esperando en la parada, se le hace viajar en un escandaloso estado de hacinamiento, y no se quiere llevar a los estudiantes porque pagan menor tarifa de pasaje, o se abusa de ellos cobrándoles más caro.

Si alguna vez los dirigentes de esos sectores deciden mejorar su atención y su servicio, y se vean los resultados en la salud, la educación y el transporte, sin duda pasarán de la estima actual que se les tiene a ser héroes y heroínas. Mientras tanto, seguirán en su papel de verdugos del pueblo.

“Ni un busero más para diputado”.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Matrimonio

2008-09-07
Editorial
Matrimonio

El matrimonio es la institución que le da legitimidad a la familia ante los hombres y la sociedad; por eso el estado la defiende y la fomenta. La unión legítima de dos personas, en el matrimonio, garantiza su patrimonio y el de los hijos de la pareja, así como la obligación que tienen los progenitores hacia sus vástagos y, también, entre los propios contrayentes.

Por esto nos parece plausible el gesto de las autoridades del Distrito de San Miguelito, al facilitar a 50 parejas la formalización de su unión conyugal en el vínculo matrimonial. Sin embargo, estos hombres y mujeres que ahora han alcanzado el casamiento civil, aún deben completar sus esponsales ante Dios.

La vida espiritual de cada ser humano es importante para la consecución de su felicidad y, por ende, de su salvación. Vivir unidos por la ley de los hombres es un acto jurídico que preserva y fortalece la institución del matrimonio; unirse como marido y mujer ante el mandato divino es una gracia, que le da sentido a la vida de pareja y provee el equilibrio espiritual y de conciencia que le dan fundamento sólido a la unión conyugal.

Tanto el hombre como la mujer, en su condición de criaturas e hijos de Dios, necesitan del ejercicio sacramental para practicar su fe a plenitud. Dios quiere que tengamos vida en abundancia, para encontrar la felicidad en El. Completar esa unión matrimonial bajo la protección divina, le dará un significado mayor en el amor y les permitirá amarse mutuamente y amar al resto de su familia en la dimensión en que el mismo Dios nos ha amado.

Deseamos que ese primer paso dado por las parejas que han unido sus vidas en este matrimonio colectivo que nos ocupa, sea el inicio hacia ese otro paso que es la relación matrimonial bajo Dios. Que así lo hagan, para que tengan una vida de esposos dichosa, más allá de los obstáculos terrenos, y la vejez juntos que les auguramos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Sagradas Escrituras

2009-09-07
El Ojo del Profeta
Sagradas Escrituras

La Biblia es el medio que Dios ha legado a los hombres para que encuentren la felicidad. En ella se narra la Historia de la Salvación, desde la creación del mundo hasta el nacimiento del Mesías, su Pasión, Muerte y Resurrección gloriosa. En ella encontramos el significado de la humanidad, la bondad y la maldad del hombre, y las vías para la paz, la fraternidad y la esperanza en la venida del Reino de Dios, tanto en la tierra como en el cielo. Para aceptar y creer en las Sagradas Escrituras es preciso hacerlo desde el ser espiritual; sólo así el Espíritu de Dios revelará al hombre sus misterios y sus designios. La Biblia es un libro de fe, más que un libro de historia o religiosidad. Y en este mes dedicado a la Biblia, leerla y escucharla en la proclamación de la Palabra, ha de ser tarea de todos los fieles; porque el que tenga oídos oirá, y el que tenga ojos, verá.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI al final del rezo del Santo Rosario en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida

2008-08-31
La Voz del Pastor
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI al final del rezo del Santo Rosario en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida

Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado; amados religiosos y todos vosotros que, impulsados por la voz de Jesucristo, lo habéis seguido por amor; estimados seminaristas, que os estáis preparando para el ministerio sacerdotal; queridos representantes de los Movimientos eclesiales, y todos vosotros, laicos que lleváis la fuerza del Evangelio al mundo del trabajo y de la cultura, en el seno de las familias, así como a vuestras parroquias. ¡Qué hermoso es estar aquí reunidos en nombre de Cristo, en la fe, en la fraternidad, en la alegría, en la paz, "en la oración con María, la Madre de Jesús"! (cf. Hch 1, 14).

¡Qué hermoso es, queridos presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y familias cristianas, estar aquí en el santuario nacional de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, que es morada de Dios, casa de María y casa de los hermanos, y que en estos días se transforma también en sede de la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe! ¡Qué hermoso es estar aquí, en esta basílica mariana hacia la que, en este tiempo, convergen las miradas y las esperanzas del mundo cristiano, de modo especial las de América Latina y del Caribe!

Hoy, en vísperas de la apertura de la V Conferencia general de los obispos de América Latina y del Caribe, que tendré el gusto de presidir, siento el deseo de deciros a todos vosotros cuán importante es el sentido de nuestra pertenencia a la Iglesia, que hace a los cristianos crecer y madurar como hermanos, hijos de un mismo Dios y Padre. Queridos hombres y mujeres de América Latina, sé que tenéis una gran sed de Dios. Sé que seguís a aquel Jesús que dijo: "Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Por eso el Papa quiere deciros a todos: La Iglesia es nuestra casa. Esta es nuestra casa. En la Iglesia católica tenemos todo lo que es bueno, todo lo que es motivo de seguridad y de consuelo. Quien acepta a Cristo, "camino, verdad y vida", en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en ésta y en la otra vida. Por eso, el Papa vino aquí para rezar y confesar con todos vosotros: vale la pena ser fieles, vale la pena perseverar en la propia fe. Pero la coherencia en la fe necesita también una sólida formación doctrinal y espiritual, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, más humana y cristiana. El Catecismo de la Iglesia católica, incluso en su versión más reducida, publicada con el título de Compendio, ayudará a tener nociones claras sobre nuestra fe. Vamos a pedir, ya desde ahora, que la venida del Espíritu Santo sea para todos como un nuevo Pentecostés, a fin de iluminar con la luz de lo alto nuestros corazones y nuestra fe.

Con gran esperanza me dirijo a vosotros que os encontráis dentro de esta majestuosa basílica o habéis participado en el santo rosario desde fuera, para invitaros a ser profundamente misioneros y a llevar la buena nueva del Evangelio a todos los puntos cardinales de América Latina y del mundo.

Pidamos a la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, que cuide la vida de todos los cristianos. Ella, que es la Estrella de la evangelización, guíe nuestros pasos en el camino al reino celestial. (Extracto)

S. S. Benedicto XVI
Obispo de Roma

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Sin Mi País, pero con Patria

2008-08-31
A tiro de piedra
Sin Mi País, pero con Patria

Durante el recibimiento del medallista de oro olímpico Irving Saladino, fue muy emocionante para mí verlo junto a otras glorias deportivas que, en su momento, también le dieron la alegría del triunfo al pueblo panameño. Roberto Durán, Davis Peralta y Eusebio Pedroza, entre otros, acompañaron al campeón mundial de salto largo.

La escena del pueblo volcado hacia Irving me hizo pensar en otros atletas que, con valor y honor, también lo dieron todo por los colores patrios en las justas olímpicas. Nombres como Leslie Kenion, Ildefonso Lee, Alexis Batista, Eilen Coparropa y Donaldo Arza, no se pueden olvidar. Arza, si mal no recuerdo, ocupó un quinto lugar en carrera. Como era yo un jovencito en aquellos tiempos, no me acuerdo con exactitud en qué prueba competía. Habrá otros panameños y panameñas olímpicos de quienes también debemos hacer memoria, desde Adán Gordón hasta Saladino, pasando por Lloyd Labeach.

Pero no sólo el deporte ha hecho vibrar de emoción a Panamá. La canción Patria de Rubén Blades, ya un himno popular como la Marcha Panamá o el Canto a la Bandera, también nos hacen sentir muy profundo. Verlo cantarla tan emocionado, nos hace olvidar su condición de funcionario del actual gobierno. Así como Durán en el boxeo, Rubén siempre será grande como cantautor.

Hay otro panameño a quien hace poco me encontré en un restaurante de la ciudad, y que ahora es desconocido para la juventud: Orlando Ruíz. Me conmovió verlo abrazado a su guitarra y cantando la canción Mi País, con la que ganó un premio en Argentina. Es una canción de su autoría, que nuestros vecinos ticos han adoptado para identificarse con su tierra. Confrontándome a mi mismo, me pongo a pensar si los costarricenses la han apreciado más que nosotros. Nos quedamos sin Mi País, pero tenemos Patria.

Si fuéramos más agradecidos con nuestra propia gen-te, más consecuentes con nuestra historia, y más coherentes en lo que somos, tal vez sabríamos traspasar el umbral de lo inmediato y perpetuar en un monumento la memoria histórica de nuestra nación. ¿Dónde están las plazas con los nombres de nuestros héroes y heroínas? ¿Dónde las estatuas? ¿Dónde las placas en las calles y avenidas? Los espacios públicos escasean, las estatuas están ausentes, y las placas de bronce alimentan el apetito mercantilista de los fundidores que alientan a los rateros y vagos callejeros a hurtarlas y conseguir por ella un par de dólares malhabidos.

Panamá adolece de esa amnesia histórica, en un alarde de incultura y pobres civismo e intelecto. Nos complace más ser marea roja, que baja y sube entre olas que no se repiten y que se pierden en la inmensidad de un océano de pasiones y emociones que, no pocas veces, traicionan el raciocinio y desvirtúan el ser nacional. Somos el Panamá poseído por los instintos; el Panamá que ha olvidado la sapiencia. Todo sentimiento se expresa en los sentidos, pero es cual flor de un día, que muere al ponerse el sol.

Ya llegarán momentos mejores. Mientras tanto, prefiero soñar con el cambio y no matar los sueños; creer en la esperanza y no resignarme al “así somos y esto no lo compone nadie”; ver en cada esfuerzo de un atleta y un artista nuestro un pedazo de Patria, que se da como trozo de pan a un pueblo hambriento de gloria, que aún se debate en la lucha de descubrirse como tal.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

El precio de una huelga

2008-08-31
Editorial
El precio de una huelga

El derecho a huelga le asiste a todo trabajador que reclama lo justo frente al abuso del más fuerte. Es un acto que resulta legítimo cuando jurídica y moralmente está justificado a plenitud. Su uso y abuso dependen, inexorablemente, de la conciencia y la calidad humana de quienes a él recurren.

Desde hace algunos días se anuncia una huelga de advertencia, que pretende anunciar otra mayor, en protesta contra el alto costo de la vida y el retraso en el pago de seis partidas del décimo tercer mes que se adeudan desde hace casi 20 años, y, además, para pedir la renuncia del ministro de educación y otros funcionarios. De los tres motivos, los dos primeros son suficientes para protestar y reclamar; sin embargo, preocupa el hecho que el llamado a huelga se extienda al sector docente, por las decenas de miles de estudiantes que resultarían víctimas de la consecuencia de la huelga.

Sin pretender menoscabar su derecho, nos vemos en la necesidad de pedirle a los educadores que depongan toda intención de huelga o medida que resulte en un daño al proceso de enseñanza y aprendizaje. Ya bastante perjuicio hay con la pérdida de clases por causa de la contaminación con la fibra de vidrio. Aunque sea justificada con los argumentos que sirven para convocarla, la huelga en el sector educativo reclama una decisión moral.

La niñez que compone el alumnado, entre infancia y adolescencia, necesita ser protegida en un acto de humanidad sin barreras. Los estudiantes necesitan recibir sus clases; ese es un derecho inalienable que ellos tienen. Por más difícil que resulte comprenderlo y aceptarlo, el derecho de unos no puede defenderse conculcando el ajeno. Hay otras formas de protestar y luchar por las convicciones, y deben buscarse y practicarse. Esa sería la mejor lección para un gobernante por parte de un gobernado, y para un alumno por parte de su maestro.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

La fuerza del agua

2008-08-31
El Ojo del Profeta
La fuerza del agua

El agua es un elemento vital. Es vida. También purifica y limpia. Su fuerza, igualmente, es aprovechada para regadío y producir energía. Cuando se conmueven las fuerzas de la naturaleza, el agua arrasa y causa estragos. Esto es lo que vemos en los últimos días, con inundaciones y huracanes que destruyen la obra humana. Sin embargo, después de esos fenómenos renace la tierra y se hace más fértil, aunque el hombre tenga que reconstruir lo arrasado y proveerse de viviendas más seguras y, ojalá, mejores. Aprendamos las lecciones, y hagámonos más humildes y menos pretenciosos en nuestra ciencia y nuestras ambiciones. Al menos, así, nos purificaremos y tendremos una mejor vida.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital