viernes, 19 de septiembre de 2008

Seguridad laboral

2008-09-21
Editorial
Seguridad laboral

Doloroso, por decir lo menos, resulta la muerte de personas por la falta de precaución en el ejercicio de sus labores. Tal es el caso de los trabajadores que murieron en las instalaciones de un supermercado de la ciudad, al inhalar los gases tóxicos que emanaban del tanque séptico que limpiaban.

Al momento ignoramos si hacían esa labor por instrucciones de la empresa, por iniciativa propia al percatarse de la inmundicia, o compelidos por alguna otra razón. Cualquiera que haya sido el motivo, les condujo a la muerte. Quienquiera que haya tomado la decisión de limpiar el tanque séptico, lo hizo sin respetar las reglas de seguridad laboral que se exigen para esos menesteres.

Las autoridades de trabajo, los empresarios, los sindicatos y toda persona que desempeñe un oficio o profesión deben instruirse, a carta cabal, las normas de seguridad laboral y practicarlas de manera estricta. Sólo bajo una sana disciplina con respecto a ellas, se logrará mitigar el riesgo de muerte en los sitios de trabajo, y erradicar la costumbre generalizada de subestimar el peligro que supone trabajar jugándose la vida, porque no va a pasar nada si se “sabe hacer” o si se tiene “experiencia y confianza en uno mismo”. Craso error, que a menudo se paga caro.

¿Cuántas muertes más se necesitan para que cambien las cosas? Tanto quien pide el trabajo, como quien lo ejecuta, tienen la obligación de exigir y respetar el cumplimiento de las normas de seguridad laboral. Y ojalá, en el caso que nos ocupa, la justicia sepa reclamarle a quien lo merezca, la parte de responsabilidad que le corresponde en el suceso de esa tragedia.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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