2008-08-03
A tiro de piedra
Política electorera
La táctica de los partidos políticos del país coincide en muchos aspectos y sólo se diferencia en el saco de donde sale el dinero. Mientras de un lado brota de las arcas estatales, del otro proviene de las donaciones de una casta que está un ratito con el gobierno y otro con la oposición.
Debo aclarar que estoy a favor de la existencia de los partidos, de las instituciones democráticas, y de la democracia participativa. La crítica que hago es con la intención de contribuir, al menos de esta forma, a que algunas conciencias se despierten y, por esa vía, lograr que poco a poco nuestros políticos y los partidos abandonen la malsana práctica del clientelismo político y el reparto del poder a través de acuerdos y alianzas que le garantizan cinco años de usufructo gubernamental.
Cada ciudadano tiene el derecho y el deber de informarse plenamente acerca de lo que hacen los partidos, de criticarlos, de censurarlos, y de revocarle la cuota de poder por medio del sufragio. Por eso es fundamental que haya más de una elección cada lustro, para que el voto tenga el valor y el poder que merece. Mientras los partidos impongan, en el Código Electoral, sus reglas y sus intereses, la democracia estará incompleta. Debe separarse, y fraccionarse, la elección de las autoridades ejecutivas y legislativas, en periodos y años distintos. Actualmente, el poder total se pone en juego en un solo momento, y el ganador se lo lleva todo durante 5 años.
Ante esa realidad, los partidos luchan encarnizadamente por hacer-se del poder. La actual campaña, en particular, es una lucha de reparto de bolsas de comida, de bonos y becas, de tómbola de electrodomésticos, y de recriminaciones de variado tono y color y que poco edifican o dignifican la política criolla.
Los millonarios recursos estatales que se utilizan, por ambos bandos, deberían, al menos, retribuirse con una campaña de más altura y un debate que ilustre y ponga en evidencia quién es la persona más capaz para ser presidente, alcalde, diputado, representante de corregimiento o concejal. El oficialismo saca ventaja de estar en el gobierno, pero todos reciben el subsidio de los millones que da el Tribunal Electoral. Excepto, claro, los partidos nuevos que aún no han participado y sobrevivido en una elección.
Necesitamos cambiar la cultura política electorera por una cultura política de planes y programas. Erradicar el clientelismo de la pachita que mutó en bolsa de comida, para que imperen el civismo y el poder ciudadano. Superar la dádiva del puesto público y la promesa que sólo se hace en oposición, por la educación y el trabajo que nos permitan prescindir de la influencia política para ganarnos el pan. Nada más ni nada menos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Política electorera
La táctica de los partidos políticos del país coincide en muchos aspectos y sólo se diferencia en el saco de donde sale el dinero. Mientras de un lado brota de las arcas estatales, del otro proviene de las donaciones de una casta que está un ratito con el gobierno y otro con la oposición.
Debo aclarar que estoy a favor de la existencia de los partidos, de las instituciones democráticas, y de la democracia participativa. La crítica que hago es con la intención de contribuir, al menos de esta forma, a que algunas conciencias se despierten y, por esa vía, lograr que poco a poco nuestros políticos y los partidos abandonen la malsana práctica del clientelismo político y el reparto del poder a través de acuerdos y alianzas que le garantizan cinco años de usufructo gubernamental.
Cada ciudadano tiene el derecho y el deber de informarse plenamente acerca de lo que hacen los partidos, de criticarlos, de censurarlos, y de revocarle la cuota de poder por medio del sufragio. Por eso es fundamental que haya más de una elección cada lustro, para que el voto tenga el valor y el poder que merece. Mientras los partidos impongan, en el Código Electoral, sus reglas y sus intereses, la democracia estará incompleta. Debe separarse, y fraccionarse, la elección de las autoridades ejecutivas y legislativas, en periodos y años distintos. Actualmente, el poder total se pone en juego en un solo momento, y el ganador se lo lleva todo durante 5 años.
Ante esa realidad, los partidos luchan encarnizadamente por hacer-se del poder. La actual campaña, en particular, es una lucha de reparto de bolsas de comida, de bonos y becas, de tómbola de electrodomésticos, y de recriminaciones de variado tono y color y que poco edifican o dignifican la política criolla.
Los millonarios recursos estatales que se utilizan, por ambos bandos, deberían, al menos, retribuirse con una campaña de más altura y un debate que ilustre y ponga en evidencia quién es la persona más capaz para ser presidente, alcalde, diputado, representante de corregimiento o concejal. El oficialismo saca ventaja de estar en el gobierno, pero todos reciben el subsidio de los millones que da el Tribunal Electoral. Excepto, claro, los partidos nuevos que aún no han participado y sobrevivido en una elección.
Necesitamos cambiar la cultura política electorera por una cultura política de planes y programas. Erradicar el clientelismo de la pachita que mutó en bolsa de comida, para que imperen el civismo y el poder ciudadano. Superar la dádiva del puesto público y la promesa que sólo se hace en oposición, por la educación y el trabajo que nos permitan prescindir de la influencia política para ganarnos el pan. Nada más ni nada menos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario