jueves, 28 de agosto de 2008

Camarón legislativo

2008-08-24
A tiro de piedra
Camarón legislativo

Al presidente le metieron un golazo con el camarón legislativo que permite la pesca de atún en las aguas del Parque Nacional Coiba. Si la dicha del pueblo es un gol de la selección, la desdicha sería el autogol. Y aquí hubo autogol; no del presidente hacia sí mismo, sino del gobierno hacia el propio gobierno.

Esos camarones se han hecho comunes desde hace un par de años, en un acto que pone a pensar si hay ineptitud o corrupción. ¿Cómo no darse cuenta que una ley que habla de liebres no debe hablar de gatos? Si se confunden estos dos animales, la ineptitud sale a flote; si se mete gato por liebre de manera intencionada, entonces hay corrupción. ¿Qué ocurrió en este caso? Un gol que no ha sido anulado.

La pesca ilegal es cosa común en nuestros mares, por causa de tres factores. Primero, la actitud deshonesta e inmoral de los capitanes y propietarios de los barcos pesqueros. Segundo, nuestra limitada capacidad de vigilar las aguas de nuestras costas. Tercero, la corrupción de las autoridades que aceptan el soborno a cambio de dar las coordenadas de las patrulleras o hacerse de la vista gorda. Fuera de éstas, como razón de peso, sólo tendría que agregar la endeble sanción que se le aplica a los infractores cuando los agarran.

Proteger las áreas marinas que han sido declaradas como reserva natural es un acto de supervivencia, por todo lo que implica. Si no cuidamos la naturaleza y el ambiente, al final nos mataremos. En el caso de la pesca, la protección ayuda a que las especies marinas se reproduzcan y se conserve el número suficiente para pescarlo. Transgredir los límites de esas reservas es suicidio, tanto para nosotros como para la pesca en gran escala.

Frente a la bellaquería de algunos, dentro y fuera del negocio pesquero, debemos tomar acciones más efectivas. Una de ellas es la denuncia de los corruptos, la difusión de esas denuncias, y la divulgación de los nombres de los responsables de manera masiva. La sociedad tiene que conocerlos y aplicarles la sanción moral correspondiente; cosa que hemos perdido por seguirle el juego al permisivismo que quiere enquistarse en todos los aspectos de la vida colectiva.

Compartir el mundo reclama de nuestra responsabilidad para ejercer nuestra libertad, para corregir al otro, y para mantener un ambiente moral y natural sano. Solo así garantizaremos el derecho de los demás y la herencia de los que nos sucederán. Es la eterna lucha entre lo que es bueno y malo, lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo inmoral. En ello unos estarán a favor y otros en contra, pero esa es la mecánica y debemos aplicarla para que alcancemos la edificación y el progreso de la sociedad humana.

“Ni un busero más para diputado”. No lo olvidemos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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