2008-03-30
Editorial
El hombre y el pecado
Hace poco las agencias de noticias difundieron las declaraciones de un obispo católico europeo, que se interpretaron de manera errónea y le atribuyeron una lista de supuestos "nuevos pecados" que conmocionaron a muchas sociedades en el planeta.
Ya se aclaró que no existen tales "nuevos pecados", sino que son la expresión contemporánea de los pecados que desde antiguo corrompen al hombre; los mismos pecados por los que Cristo murió para redimirnos y liberarnos de la esclavitud que le imponen al ser humano.
El hombre y el pecado coexisten en el mundo, y en esa coexistencia se plantea una lucha que tiene como escenario la conciencia del hombre. El mundo busca atraer al hombre por medio de sus debilidades; el hombre busca zafarse a través de la moral y, en el caso de los creyentes, por la práctica de la fe y la enseñanza religiosa.
Los pecados que dañan al hombre son los mismos ayer y hoy, pero no lo serán mañana si hacemos la voluntad de Dios, que es amarlo a él, creer en su Enviado y amar al prójimo como a nosotros mismos. Todo lo que atenta contra esto es pecado, y el pecado nos lleva a la muerte y a la perdición, tanto en la vida terrena como más allá de ella.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
Editorial
El hombre y el pecado
Hace poco las agencias de noticias difundieron las declaraciones de un obispo católico europeo, que se interpretaron de manera errónea y le atribuyeron una lista de supuestos "nuevos pecados" que conmocionaron a muchas sociedades en el planeta.
Ya se aclaró que no existen tales "nuevos pecados", sino que son la expresión contemporánea de los pecados que desde antiguo corrompen al hombre; los mismos pecados por los que Cristo murió para redimirnos y liberarnos de la esclavitud que le imponen al ser humano.
El hombre y el pecado coexisten en el mundo, y en esa coexistencia se plantea una lucha que tiene como escenario la conciencia del hombre. El mundo busca atraer al hombre por medio de sus debilidades; el hombre busca zafarse a través de la moral y, en el caso de los creyentes, por la práctica de la fe y la enseñanza religiosa.
Los pecados que dañan al hombre son los mismos ayer y hoy, pero no lo serán mañana si hacemos la voluntad de Dios, que es amarlo a él, creer en su Enviado y amar al prójimo como a nosotros mismos. Todo lo que atenta contra esto es pecado, y el pecado nos lleva a la muerte y a la perdición, tanto en la vida terrena como más allá de ella.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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