2008-03-16
El Ojo del profeta
Ambiente y Desarrollo
La vida en el planeta debe mantener un sano equilibrio entre la naturaleza y las actividades humanas. Ambas, hombre y creación, se complementan y hacen una unidad a partir de los designios de Dios. No puede el hombre realizar su misión de dominar la tierra si la destruye o daña por avaricia, desidia o placer; eso sería atentar contra Dios y desobedecer su voluntad. Así como el hombre fue hecho para poblar y dominar la tierra, la tierra fue creada para que el hombre sacara de ella el sustento y le sirviera para vivir feliz bajo los mandatos del Creador.
Nuestro terruño, Panamá, sufre las consecuencias de un mal manejo de los recursos naturales, por la contaminación, la destrucción de la naturaleza, la codicia por toda clase de terrenos ribereños o contiguos a las áreas de belleza natural y la explotación indiscriminada, como se dan casos, de la minería, la generación de energía y el llamado turismo residencial.
Como en otras ocasiones, repetimos el llamado para mejorar la legislación existente y garantizar primero a los indígenas y a los campesinos la tenencia y el uso de la tierra que forman parte de su existencia. El desarrollo sólo es posible con equidad y preservación de la vida natural y la dignidad humana de los que tienen la tierra como parte de su diario vivir. Permitir lo contrario es atentar contra la vida; y todo atentado contra la vida, es un atentado contra Dios.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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El Ojo del profeta
Ambiente y Desarrollo
La vida en el planeta debe mantener un sano equilibrio entre la naturaleza y las actividades humanas. Ambas, hombre y creación, se complementan y hacen una unidad a partir de los designios de Dios. No puede el hombre realizar su misión de dominar la tierra si la destruye o daña por avaricia, desidia o placer; eso sería atentar contra Dios y desobedecer su voluntad. Así como el hombre fue hecho para poblar y dominar la tierra, la tierra fue creada para que el hombre sacara de ella el sustento y le sirviera para vivir feliz bajo los mandatos del Creador.
Nuestro terruño, Panamá, sufre las consecuencias de un mal manejo de los recursos naturales, por la contaminación, la destrucción de la naturaleza, la codicia por toda clase de terrenos ribereños o contiguos a las áreas de belleza natural y la explotación indiscriminada, como se dan casos, de la minería, la generación de energía y el llamado turismo residencial.
Como en otras ocasiones, repetimos el llamado para mejorar la legislación existente y garantizar primero a los indígenas y a los campesinos la tenencia y el uso de la tierra que forman parte de su existencia. El desarrollo sólo es posible con equidad y preservación de la vida natural y la dignidad humana de los que tienen la tierra como parte de su diario vivir. Permitir lo contrario es atentar contra la vida; y todo atentado contra la vida, es un atentado contra Dios.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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