2008-03-09
Editorial
Alto en el camino
En cada carrera de la vida conviene hacer un alto, para reflexionar y evaluar el camino recorrido. En este tiempo de Cuaresma, en el que nos desprendemos de nuestras comodidad, ambición, egoísmo y búsqueda exclusiva del propio interés, esa parada nos ayuda a crecer y a mirar al otro como prójimo y no como enemigo.
Nuestra vida comunitaria, como pueblo y nación, luce agitada y desesperanzadora, a ratos. La violencia, las protestas, la corrupción, la desatención, la indolencia y el oportunismo, nos matan a diario. Lo bueno, lo edificante, lo laborioso, lo honesto y el trabajo honrado, es superado en el sentir y en el decir; en la comunicación privada y la colectiva. Unos no tienen ni desean tener esperanza; otros se esfuerzan por mantenerla viva; y, otros más, simplemente aprovechan la situación para alcanzar sus fines utilizando la falacia y la astucia como medio.
Los pocos días que nos faltan para la Semana Santa y la celebración de la Pascua del Señor, queremos que nos sirvan para detenernos en nuestros afanes y voltear la mirada hacia los demás. Que la protesta dé paso a la reflexión; que la violencia ceda ante el diálogo; que la carrera política se detenga, para hacerle lugar a la crítica responsable y capaz de dar soluciones.
Hacer ese alto por un par de semanas no es mucho pedir; lo que sí ha de costar, en virtud de la naturaleza humana, es deponer el gesto amenazante, la soberbia, la tozudez y el querer “ganar yo” y “siempre yo”. Allí está el reto, ¿quién lo afrontará?
Editorial
Alto en el camino
En cada carrera de la vida conviene hacer un alto, para reflexionar y evaluar el camino recorrido. En este tiempo de Cuaresma, en el que nos desprendemos de nuestras comodidad, ambición, egoísmo y búsqueda exclusiva del propio interés, esa parada nos ayuda a crecer y a mirar al otro como prójimo y no como enemigo.
Nuestra vida comunitaria, como pueblo y nación, luce agitada y desesperanzadora, a ratos. La violencia, las protestas, la corrupción, la desatención, la indolencia y el oportunismo, nos matan a diario. Lo bueno, lo edificante, lo laborioso, lo honesto y el trabajo honrado, es superado en el sentir y en el decir; en la comunicación privada y la colectiva. Unos no tienen ni desean tener esperanza; otros se esfuerzan por mantenerla viva; y, otros más, simplemente aprovechan la situación para alcanzar sus fines utilizando la falacia y la astucia como medio.
Los pocos días que nos faltan para la Semana Santa y la celebración de la Pascua del Señor, queremos que nos sirvan para detenernos en nuestros afanes y voltear la mirada hacia los demás. Que la protesta dé paso a la reflexión; que la violencia ceda ante el diálogo; que la carrera política se detenga, para hacerle lugar a la crítica responsable y capaz de dar soluciones.
Hacer ese alto por un par de semanas no es mucho pedir; lo que sí ha de costar, en virtud de la naturaleza humana, es deponer el gesto amenazante, la soberbia, la tozudez y el querer “ganar yo” y “siempre yo”. Allí está el reto, ¿quién lo afrontará?
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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