2008-02-17
El Ojo del Profeta
Seguridad en la construcción
El auge de la construcción en Panamá es alabado por algunos sectores y considerado como un signo del progreso del país. Mucho es el bien que hace esta actividad ofreciendo empleo, generando trabajo indirecto, y dándole un aspecto renovado al ambiente urbano de la ciudad capital y otras ciudades del interior. También provoca daño ambiental, destroza calles, contribuye a congestionar el tráfico durante y después de terminar los edificios, y es escenario de accidentes por descuidos y por desatender las reglas de seguridad.
No en vano los vecinos de las construcciones, los activistas civiles, y los trabajadores de la construcción se quejan por el incumplimiento de las normas de seguridad. Los trabajadores, en particular, han realizado protestas en estos días, porque aún está por ponerse en práctica el reglamento de seguridad en las construcciones.
Si queremos vivir en paz, especialmente en una ciudad plagada de construcciones, debemos volver al principio de respetar al otro, y no hacerle aquello que no me gusta que me hicieran a mí. Que la seguridad sea más que arneses, mallas, y equipo seguro, sino la calidad en los materiales, la vivienda ventilada y con buena iluminación, el espacio para el esparcimiento y el peatón; pero, sobre todo, el evitar lograr los propios fines por encima de cualquier cosa y de cualquiera de mis semejantes.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
Seguridad en la construcción
El auge de la construcción en Panamá es alabado por algunos sectores y considerado como un signo del progreso del país. Mucho es el bien que hace esta actividad ofreciendo empleo, generando trabajo indirecto, y dándole un aspecto renovado al ambiente urbano de la ciudad capital y otras ciudades del interior. También provoca daño ambiental, destroza calles, contribuye a congestionar el tráfico durante y después de terminar los edificios, y es escenario de accidentes por descuidos y por desatender las reglas de seguridad.
No en vano los vecinos de las construcciones, los activistas civiles, y los trabajadores de la construcción se quejan por el incumplimiento de las normas de seguridad. Los trabajadores, en particular, han realizado protestas en estos días, porque aún está por ponerse en práctica el reglamento de seguridad en las construcciones.
Si queremos vivir en paz, especialmente en una ciudad plagada de construcciones, debemos volver al principio de respetar al otro, y no hacerle aquello que no me gusta que me hicieran a mí. Que la seguridad sea más que arneses, mallas, y equipo seguro, sino la calidad en los materiales, la vivienda ventilada y con buena iluminación, el espacio para el esparcimiento y el peatón; pero, sobre todo, el evitar lograr los propios fines por encima de cualquier cosa y de cualquiera de mis semejantes.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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