jueves, 14 de febrero de 2008

Al fin de cuentas

2008-02-10
Editorial
Al fin de cuentas

Acabó el jolgorio carnavalesco con su alegría momentánea y sus penas, dejando tras de sí un cúmulo de historias de dichas pasajeras, accidentes, toneladas de basura, y devolviéndonos a la realidad cotidiana que debemos afrontar en lo individual y lo colectivo, después de varios días de letargo nacional impuesto por lo feriado o por la fuerza de los acontecimientos.

El pueblo se dedicó a vivir estos días, según el sentir y el pensar de cada quien. Mientras unos participaban del ambiente bullanguero, otros buscaban la paz y la meditación. Mientras había quien zarandeaba el cuerpo entre el gentío que saltaba al ritmo de una comparsa o murga, otros más preferían las reuniones familiares o el paseo tranquilo y renovador lejos del bullicio.

Pasado el Carnaval, ahora empezamos la Cuaresma. Es el momento de hacernos el examen de conciencia que nos dirá cómo hemos caminado hasta el momento; qué hemos hecho de beneficioso, o perjudicial; y cómo enmendaremos los errores de cara a nuestra fe. Al igual que en otros casos, algunos buscarán los caminos del Señor de una manera más comprometida y madura; otros, en cambio, serán impulsados por su religiosidad. Unos guardarán el ayuno y practicarán la abstinencia en su alimentación; otros comerán pescado, irán en pos de las palmas benditas, y visitarán los siete templos.

Cualquiera que haya sido nuestra historia en estos días carnavalescos, y cualquiera que sea durante la Cuaresma, de todo hemos de responder ante Dios. Al fin de cuentas, sólo El conoce el fondo de nuestros corazones, y juzgará justamente lo que somos y lo que hacemos, según nuestra fe y la conciencia con la que realizamos nuestras obras, al procurar hacer su voluntad.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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