jueves, 14 de febrero de 2008

Itinerario Cuaresmal

2008-02-10
La Voz del Pastor
Itinerario Cuaresmal

Ya en el umbral de la importante época de la cuaresma conviene que hagamos un alto en el camino para reflexionar sobre el significado y los programas que todos debemos cumplir a fin de cosechar abundantes frutos espirituales en esta nueva oportunidad que el Señor nos regala.

Necesitamos en primer lugar comprender que estamos preparándonos para celebrar (no sólo recordar o conmemorar) el misterio pascual, es decir, la muerte y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. Por él hemos sido regenerados y hemos pasado de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz.

En este tiempo litúrgico de Cuaresma dedicaremos cuarenta días a vivir un programa muy especial que nos ayudará a redescubrir y valorar el sentido del cristianismo, viendo en él no sólo un conjunto de verdades reveladas, normas éticas o unos cuantos ritos o ceremonias externas que nos recuerdan el pasado. Se trata de un nuevo modo de pensar y de vivir según el modelo de Jesucristo.

Necesitamos urgentemente una "metanoia", es decir una verdadera y sincera conversión.

Al contemplar el misterio de la cruz en el que todo un Dios hecho hombre sufre, se inmola para la salvación del género humano, descubrimos el eterno amor de nuestro Padre Dios y sobre todo su infinita misericordia. Esta consideración nos tiene que llevar a responder al amor divino con nuestro propio amor y a manifestar a nuestros hermanos el amor y la misericordia que de Dios recibimos.

El Santo Padre Benedicto XVI nos ha presentado un mensaje claro y conciso como medio de vivir fructuosamente este Sagrado tiempo de Cuaresma. Nos ha recordado tres grandes áreas para nuestra actividad cristiana, las cuales si las tomamos en serio nos llevarán a la conversión y a la profunda y verdadera renovación de la mente y del corazón; es decir, la oración, el ayuno y la limosna.

El Papa en su mensaje cuaresmal, se concentra en este último punto: la limosna. Tenemos que recuperar y purificar el concepto de LIMOSNA. No debemos entenderla como tradicionalmente lo hemos hecho, en sentido peyorativo, entendiéndola como dar lo que nos sobra. No se trata de dar lo que ya no nos sirve y de lo cual tenemos que deshacernos poniéndolo en manos de los demás. En este sentido, estaríamos utilizando a los más necesitados como un cesto de basura degradando así su condición y su dignidad de hijos de Dios y de hermanos nuestros.

Nos recuerda el Papa que dar limosna es ante todo "compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina". Esto lo hacemos en forma concreta en la colecta cuaresmal en favor de los programas de la Pastoral Social de cada Diócesis cuyo objeto es ayudar de muchas maneras a los más desprotegidos. No debemos ayudar a los más pobres para tranquilizar nuestra conciencia humillándolos y despreciando su valor humano y cristiano. Los ayudamos y tratamos de promover su dignidad y su condición de hijo de Dios.

Nos recuerda el Santo Padre, y ésto es fundamental: "no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino ADMINISTRADORES, por tanto no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama a cada uno de nosotros a ser medio de su providencia hacia el prójimo". "Los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal" (cat. de la Ig. Cat.No.2404).

Al compartir con los demás algo de lo mucho que Dios nos ha dado gratuitamente hagámoslo sin buscar gloria humana o recompensa terrenal. "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha" (Mateo 6, 3-4). "La preocupación del discípulo es que todo vaya a la Gloria de Dios". Si cuando ayudamos nos buscamos a nosotros mismos perderemos la recompensa en el reino de los cielos. ("Brille así vuestra luz para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos" (Mateo 5, 16).

Compartir con alegría nuestros bienes con los más necesitados es la verdadera limosna evangélica, no es simple filantropía sino expresión de la caridad y esto exige conversión. "Sirve de bien poco", añade el Santo Padre, "dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello".

El Apóstol Pablo nos recuerda unas palabras de Jesús, las que hay que tener siempre ante nuestros ojos: "hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hechos 20, 35). San Pedro también nos dice que la caridad cubre multitud de pecados" (1 Pedro 4, 18).

Finalmente nos dice el Santo Padre que "la limosna acercándonos a los demás nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los demás".

Aprovechamos esta cuaresma para reiniciar nuestra conversión y participar con mayor eficacia del misterio pascual.

Mons. José Dimas Cedeño Delgado
Arzobispo Metropolitano

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