viernes, 26 de octubre de 2007

Noche de brujas

2007-10-28
Editorial
Noche de brujas

Lo que parece ser un juego inocente y sin consecuencias para la fe, puede convertirse en algo que riñe con la práctica cristiana. Nos referimos a la celebración de la noche de brujas, o halloween, que desde hace un cuarto de siglo se ha entronizado marcadamente en el país, especialmente en el área metropolitana.

El sentido de esa fiesta pagana y extraña a nuestra cultura, está en la exaltación del poder de las tinieblas, que se expresa en la personificación de seres de ultratumba, demoníacos, y algunos personajes del cine de terror, que poco o nada tienen de dignos de imitar.

Ya sea por acción u omisión, el pecado de la herejía y la blasfemia está latente en todo aquel cristiano que acepta la práctica de celebrar la noche de brujas. No podemos estar con Dios cuando, aunque sea en broma, incurrimos en la exaltación y personificación del poder de las tinieblas.

No por casualidad la noche de brujas tiene su contraparte en la Solemnidad de Todos los Santos, que celebramos al día siguiente del aquelarre de la noche anterior. Cristianamente, es lo que debemos celebrar: la asamblea de los santos que alaba a Dios, y que constituye la multitud inconmensurable vestida de blanco que se parará ante la presencia del Señor, para cantar a una voz: Santo, santo, santo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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