2009-08-09
Editorial
Pueblos indígenas
Nuestra América tiene una gran población proveniente de las naciones originarias del continente, gran parte de la cual vive, aún, en condiciones de marginación y pobreza extrema. A lo largo de cinco siglos, poco es lo que hemos logrado en cuanto al progreso y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros hermanos aborígenes.
Los pueblos indígenas del hemisferio americano ven pasar gobiernos y regímenes de diferentes ideologías y corrientes políticas, sin que ocurra mayor transformación para ellos. Monarquías, repúblicas, dictaduras, y democracias parlamentarias se cuentan entre esos gobiernos y regímenes. Liberales, conservadores, comunistas, socialistas, y militaristas, entre las ideologías y corrientes políticas. De todo hemos probado, y nada de cambio significativo.
Dentro de tanta injusticia y olvido, sólo la Iglesia ha sido compañera constante, procurando crear ambientes más humanos y solidarios entre las naciones indígenas, a partir de los valores evangélicos. Acompañamiento que, en no todos los casos, ha sido bien comprendido ni aceptado por los grupos de poder y los sectores que ven en la acción de la Iglesia, un obstáculo para sus banderías y sus planes de supuesto cambio revolucionario.
Hoy el reto es atender con urgencia a los pueblos indígenas, por la grave vulnerabilidad que padecen, pero, sobre todo, porque de ellos llevamos la herencia consanguínea y cultural, y el deber moral de liberarlos de una hipoteca de injusticia, que se ha cobrado con los altos intereses de la opresión y de la marginación de la vida nacional de cada estado del continente americano.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
Editorial
Pueblos indígenas
Nuestra América tiene una gran población proveniente de las naciones originarias del continente, gran parte de la cual vive, aún, en condiciones de marginación y pobreza extrema. A lo largo de cinco siglos, poco es lo que hemos logrado en cuanto al progreso y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros hermanos aborígenes.
Los pueblos indígenas del hemisferio americano ven pasar gobiernos y regímenes de diferentes ideologías y corrientes políticas, sin que ocurra mayor transformación para ellos. Monarquías, repúblicas, dictaduras, y democracias parlamentarias se cuentan entre esos gobiernos y regímenes. Liberales, conservadores, comunistas, socialistas, y militaristas, entre las ideologías y corrientes políticas. De todo hemos probado, y nada de cambio significativo.
Dentro de tanta injusticia y olvido, sólo la Iglesia ha sido compañera constante, procurando crear ambientes más humanos y solidarios entre las naciones indígenas, a partir de los valores evangélicos. Acompañamiento que, en no todos los casos, ha sido bien comprendido ni aceptado por los grupos de poder y los sectores que ven en la acción de la Iglesia, un obstáculo para sus banderías y sus planes de supuesto cambio revolucionario.
Hoy el reto es atender con urgencia a los pueblos indígenas, por la grave vulnerabilidad que padecen, pero, sobre todo, porque de ellos llevamos la herencia consanguínea y cultural, y el deber moral de liberarlos de una hipoteca de injusticia, que se ha cobrado con los altos intereses de la opresión y de la marginación de la vida nacional de cada estado del continente americano.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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