2009-08-09
A tiro de piedra
Los megas del rencor
A menudo puedo leer en la internet algunos escritos preñados de rencor y de odio hacia la Iglesia Católica. Hace unos días me encontré con uno de esos, que calumnia a la jerarquía local, y ofende la memoria del Papa Juan Pablo II. ¡Qué pena! En lo profundo de tanta ignominia, yace un alma sufrida y huérfana de amor.
Si pudiéramos medir el rencor en megabytes, escritos como el aludido se llevarían el primer premio. ¿Cómo ocurrírsele siquiera que el monumento a Juan Pablo II representa la bendición del mercantilismo del centro comercial de Albrook? Sólo con observar la colocación y la posición de la estatua, cualquiera puede percatarse que está paralela a los edificios del centro, y que se sitúa en el lugar en que se colocó la tarima desde la cual el Santo Padre dirigió su mensaje a las familias de Panamá y Centroamérica. Pero el necio, ya sabemos, tiene ojos y no ve, oídos y no oye. No quiere ver ni oír, solamente existe su verdad.
Juan Pablo II, con su prédica y su caridad, hizo mucho más que los escritores y personajes, la mayoría marxista comunista, que tanto admira el autor del escrito. Por más venas abiertas que se mencionen, o revoluciones que se alaben, no pueden alcanzar el sitial que el Papa Juan Pablo II se ganó entre tanta gente del mundo. A diferencia de los líderes “socialistas” que se mandan a hacer estatuas, Juan Pablo II, sin pedirlo, se las ha ganado, por el amor que profesó, aquí en Panamá y otros países de los 5 continentes.
Otro tema del rencoroso escrito alude a la vigilia de los nasos, en la Plaza de la Independencia, frente a la Catedral. Según el articulista, la Iglesia Católica no se ha ocupado de ellos. Falso. La ayuda y el acompañamiento han sido patentes, en lo espiritual y material. Que no se haya actuado como quisiera el escritor, no significa que lo hecho por los organismos de la Iglesia tenga poco o ningún valor o, que algún resentido pretenda traerlo a menos.
Las necesidades del pueblo naso, y de los demás marginados del país, no se satisfacen con música y cantitos, cuyos organizadores se marchan a dormir en sus mullidas camas, y algunos con aire acondicionado, dejando a la intemperie, con frío, calor, sed y hambre, a los que dicen defender y, en apariencia, darle una solidaridad revolucionaria y popular, que en el fondo pobremente aporta.
Fuera del ingenio literario empleado para denigrar y ofender, se palpa la confusión propia del que escribe mucho y dice poco. Hasta llama gazebo, que es la marca comercial, a la glorieta de la plaza. Si no se sabe distinguir entre gillette y hoja de afeitar, ¿cómo puede pretenderse entender la dinámica social, libre de prejuicios, y el papel que corresponde a la institución eclesial, con respecto a los problemas de la sociedad? Peras al olmo no se pueden pedir, por lo que no espero cambio alguno en esas mentalidades. Lo que resta es avanzar, y conocer a cada árbol por sus frutos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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A tiro de piedra
Los megas del rencor
A menudo puedo leer en la internet algunos escritos preñados de rencor y de odio hacia la Iglesia Católica. Hace unos días me encontré con uno de esos, que calumnia a la jerarquía local, y ofende la memoria del Papa Juan Pablo II. ¡Qué pena! En lo profundo de tanta ignominia, yace un alma sufrida y huérfana de amor.
Si pudiéramos medir el rencor en megabytes, escritos como el aludido se llevarían el primer premio. ¿Cómo ocurrírsele siquiera que el monumento a Juan Pablo II representa la bendición del mercantilismo del centro comercial de Albrook? Sólo con observar la colocación y la posición de la estatua, cualquiera puede percatarse que está paralela a los edificios del centro, y que se sitúa en el lugar en que se colocó la tarima desde la cual el Santo Padre dirigió su mensaje a las familias de Panamá y Centroamérica. Pero el necio, ya sabemos, tiene ojos y no ve, oídos y no oye. No quiere ver ni oír, solamente existe su verdad.
Juan Pablo II, con su prédica y su caridad, hizo mucho más que los escritores y personajes, la mayoría marxista comunista, que tanto admira el autor del escrito. Por más venas abiertas que se mencionen, o revoluciones que se alaben, no pueden alcanzar el sitial que el Papa Juan Pablo II se ganó entre tanta gente del mundo. A diferencia de los líderes “socialistas” que se mandan a hacer estatuas, Juan Pablo II, sin pedirlo, se las ha ganado, por el amor que profesó, aquí en Panamá y otros países de los 5 continentes.
Otro tema del rencoroso escrito alude a la vigilia de los nasos, en la Plaza de la Independencia, frente a la Catedral. Según el articulista, la Iglesia Católica no se ha ocupado de ellos. Falso. La ayuda y el acompañamiento han sido patentes, en lo espiritual y material. Que no se haya actuado como quisiera el escritor, no significa que lo hecho por los organismos de la Iglesia tenga poco o ningún valor o, que algún resentido pretenda traerlo a menos.
Las necesidades del pueblo naso, y de los demás marginados del país, no se satisfacen con música y cantitos, cuyos organizadores se marchan a dormir en sus mullidas camas, y algunos con aire acondicionado, dejando a la intemperie, con frío, calor, sed y hambre, a los que dicen defender y, en apariencia, darle una solidaridad revolucionaria y popular, que en el fondo pobremente aporta.
Fuera del ingenio literario empleado para denigrar y ofender, se palpa la confusión propia del que escribe mucho y dice poco. Hasta llama gazebo, que es la marca comercial, a la glorieta de la plaza. Si no se sabe distinguir entre gillette y hoja de afeitar, ¿cómo puede pretenderse entender la dinámica social, libre de prejuicios, y el papel que corresponde a la institución eclesial, con respecto a los problemas de la sociedad? Peras al olmo no se pueden pedir, por lo que no espero cambio alguno en esas mentalidades. Lo que resta es avanzar, y conocer a cada árbol por sus frutos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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