2009-08-23
Editorial
Abuso al conducir
Los últimos días han puesto sobre el tapete todo el drama que vivimos en las carreteras del país y, la mentalidad que existe en el sector del transporte nacional. Muerte, destrucción, lesionados, y daños diversos es el resultado de una cultura que se cobra, a precio de vida, la factura del afán de lucro.
Aunque, mayormente, el dedo acusador apunta hacia el transporte selectivo y colectivo de pasajeros, el resto de la actividad del transporte no está exenta. Prueba de ello son los dramáticos y fatales accidentes provocados, particularmente, en las recientes jornadas, por los conductores de camiones de carga. ¡Y no es la primera vez! Ya tienen un extenso historial de colisiones, atropello múltiple, destrucción en cadena de vehículos, y demolición de muros y viviendas al chocar contra ellos.
Cada gobierno intenta, con poco o ningún éxito, hacer que el sector transportista entre en razón y obedezca las reglamentaciones de tránsito. Por ratos se logra, pero vuelve la lluvia a caer. La conducta de algunos representantes del sector es elocuente: amenaza de paro cuando se les exige respetar la ley, irrespeto hacia el usuario y, en ciertos casos, hasta agresiones a golpes o con arma, la mentalidad de que la masa de fierro de sus vehículos es la patente de corso para abrirse paso en las vías, uso de drogas y alcohol, exceso de velocidad, desprecio hacia las señales de tránsito, y otras cuantas cosas más de su largo historial.
Sirvan de algo las muertes, las lesiones de las víctimas sobrevivientes, y el llanto de sus seres queridos, para actuar de una buena vez contra esa pléyade de insensatos. La ley debe aplicarse con firmeza y sentido justo, no pedimos más. Necesitamos cambiar la mentalidad existente y, así, devolvernos la tranquilidad en el andar por nuestras calles y carreteras. Es asunto de todos hacer lo que nos corresponde a cada quien, y hacerlo a carta cabal
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Abuso al conducir
Los últimos días han puesto sobre el tapete todo el drama que vivimos en las carreteras del país y, la mentalidad que existe en el sector del transporte nacional. Muerte, destrucción, lesionados, y daños diversos es el resultado de una cultura que se cobra, a precio de vida, la factura del afán de lucro.
Aunque, mayormente, el dedo acusador apunta hacia el transporte selectivo y colectivo de pasajeros, el resto de la actividad del transporte no está exenta. Prueba de ello son los dramáticos y fatales accidentes provocados, particularmente, en las recientes jornadas, por los conductores de camiones de carga. ¡Y no es la primera vez! Ya tienen un extenso historial de colisiones, atropello múltiple, destrucción en cadena de vehículos, y demolición de muros y viviendas al chocar contra ellos.
Cada gobierno intenta, con poco o ningún éxito, hacer que el sector transportista entre en razón y obedezca las reglamentaciones de tránsito. Por ratos se logra, pero vuelve la lluvia a caer. La conducta de algunos representantes del sector es elocuente: amenaza de paro cuando se les exige respetar la ley, irrespeto hacia el usuario y, en ciertos casos, hasta agresiones a golpes o con arma, la mentalidad de que la masa de fierro de sus vehículos es la patente de corso para abrirse paso en las vías, uso de drogas y alcohol, exceso de velocidad, desprecio hacia las señales de tránsito, y otras cuantas cosas más de su largo historial.
Sirvan de algo las muertes, las lesiones de las víctimas sobrevivientes, y el llanto de sus seres queridos, para actuar de una buena vez contra esa pléyade de insensatos. La ley debe aplicarse con firmeza y sentido justo, no pedimos más. Necesitamos cambiar la mentalidad existente y, así, devolvernos la tranquilidad en el andar por nuestras calles y carreteras. Es asunto de todos hacer lo que nos corresponde a cada quien, y hacerlo a carta cabal
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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