2009-05-31
Editorial
Ley inmoral, no es ley
El propósito de toda ley es normar, bajo la justa razón y lo que rectamente corresponde, cualquier situación o hecho que deba tutelar, para garantizar el bien común de la sociedad. Su finalidad, por tanto, tiende a darle igualdad al débil frente al fuerte, y a evitar los abusos de los poderosos sobre el resto de la población.
Con el intento fallido de ciertos diputados que intentaban recibir dinero del estado, más allá del periodo que le fijó la última reforma constitucional, se puso de manifiesto la torcedura de la ley a favor de unos cuantos, y en detrimento de la mayoría representada en los contribuyentes. Muy pocas voces, si no una, se levantaron en el seno del Órgano Legislativo. No así fuera de ese círculo, donde el inmoral acto provocó el rechazo y la censura.
Toda ley que atente contra la moral está muy lejos de ser una ley buena. Si su objetivo es beneficiar a unos pocos, a costa de los muchos, pierde su sentido de búsqueda del bien común. Peor aún si se impone, porque sólo obtendrá la legalidad en su forma, pero, jamás, la legitimidad que nace de la esencia que otorga la justicia y la rectitud moral que la hace buena y aceptable a los ojos y la conciencia del resto de la sociedad.
Tras esta experiencia, esperamos que se haya aprendido la lección, y que ésta motive a otros grupos de privilegiados a renunciar a las prebendas y los privilegios que un día, por la imposición de una norma, le fueran otorgados sin otro propósito que beneficiarlos en menosprecio del sentir y el bienestar de la comunidad panameña.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Ley inmoral, no es ley
El propósito de toda ley es normar, bajo la justa razón y lo que rectamente corresponde, cualquier situación o hecho que deba tutelar, para garantizar el bien común de la sociedad. Su finalidad, por tanto, tiende a darle igualdad al débil frente al fuerte, y a evitar los abusos de los poderosos sobre el resto de la población.
Con el intento fallido de ciertos diputados que intentaban recibir dinero del estado, más allá del periodo que le fijó la última reforma constitucional, se puso de manifiesto la torcedura de la ley a favor de unos cuantos, y en detrimento de la mayoría representada en los contribuyentes. Muy pocas voces, si no una, se levantaron en el seno del Órgano Legislativo. No así fuera de ese círculo, donde el inmoral acto provocó el rechazo y la censura.
Toda ley que atente contra la moral está muy lejos de ser una ley buena. Si su objetivo es beneficiar a unos pocos, a costa de los muchos, pierde su sentido de búsqueda del bien común. Peor aún si se impone, porque sólo obtendrá la legalidad en su forma, pero, jamás, la legitimidad que nace de la esencia que otorga la justicia y la rectitud moral que la hace buena y aceptable a los ojos y la conciencia del resto de la sociedad.
Tras esta experiencia, esperamos que se haya aprendido la lección, y que ésta motive a otros grupos de privilegiados a renunciar a las prebendas y los privilegios que un día, por la imposición de una norma, le fueran otorgados sin otro propósito que beneficiarlos en menosprecio del sentir y el bienestar de la comunidad panameña.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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