2009-03-22
El Ojo del Profeta
La verdad ante todo
Dicen las escrituras que todo hombre debe cuidarse de las falsedades y mentiras, para caminar con rectitud durante su vida. Hacer de la boca la cárcel de la lengua, es prudencia y sabiduría. Asimismo, toda autoridad y todo gobernante debe procurar hablar con la verdad y resguardarse, en todo tiempo, de proferir palabra empujado por el enojo y por la ira. Que su respuesta sea siempre sí, cuando sea sí, y no, cuando sea no. Así podrá gobernar y hacer justicia de manera justa.
En el caso de los agentes de la guardia presidencial que prestaron servicio de escolta a un millonario colombiano, ahora encarcelado en su país, hay de todo aquello un poco. Su actuación, con consentimiento o sin él, ha perjudicado a ellos y al presidente que se supone deben resguardar, tanto en su integridad física como en su reputación. Es un fallo fatal que, sin dudas, tendrá un alto costo para los involucrados y para el país.
Vuelta atrás es imposible dar, pero sí se puede averiguar y decir toda la verdad sobre el asunto. Que no quede un hilo suelto ni oculto a ultranza, para que, al menos en este caso, pueda restituirse la credibilidad perdida de la institución presidencial.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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El Ojo del Profeta
La verdad ante todo
Dicen las escrituras que todo hombre debe cuidarse de las falsedades y mentiras, para caminar con rectitud durante su vida. Hacer de la boca la cárcel de la lengua, es prudencia y sabiduría. Asimismo, toda autoridad y todo gobernante debe procurar hablar con la verdad y resguardarse, en todo tiempo, de proferir palabra empujado por el enojo y por la ira. Que su respuesta sea siempre sí, cuando sea sí, y no, cuando sea no. Así podrá gobernar y hacer justicia de manera justa.
En el caso de los agentes de la guardia presidencial que prestaron servicio de escolta a un millonario colombiano, ahora encarcelado en su país, hay de todo aquello un poco. Su actuación, con consentimiento o sin él, ha perjudicado a ellos y al presidente que se supone deben resguardar, tanto en su integridad física como en su reputación. Es un fallo fatal que, sin dudas, tendrá un alto costo para los involucrados y para el país.
Vuelta atrás es imposible dar, pero sí se puede averiguar y decir toda la verdad sobre el asunto. Que no quede un hilo suelto ni oculto a ultranza, para que, al menos en este caso, pueda restituirse la credibilidad perdida de la institución presidencial.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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