2009-03-08
La Voz del Pastor
Ella fue a contárselo a los suyos (Marcos 16, 10)
Como es bien sabido, estamos viviendo un periodo de mutación histórica. Esta, por lo que corresponde al mundo occidental, está montada en tres bases interactuantes: la revolución tecnológica, la que ha venido en llamarse globalización y la inserción social de la mujer. Las tres tienen en sus semillas de origen y en su dinámica de expansión, una honda marca cristiana. Las tres van a continuar en su expansión y para que el crecimiento sea de vida y no de cáncer, responsabilidad tenemos los discípulos y las discípulas del Señor de cumplir nuestra misión. Por lo mismo y, en particular en el papel de la mujer, de seguir aprendiendo de su Palabra, hecha carne en María, mujer, receptora del Espíritu Santo en la Anunciación y en Pentecostés; de la Palabra, a los pies de la cual se puso la discípula María, la hermana de Marta; de la Palabra, Vida Nueva, que María Magdalena y otras mujeres, fueron las primeras en anunciar.
El Día Internacional dedicado a la Mujer nació de un trágico acontecimiento sufrido por mujeres trabajadoras reclamando sus derechos. Sin embargo, el estilo de vida de nuestro desarrollo socio-económico ¿favorece el desarrollo también de la mujer, como trabajadora, esposa, madre? ¿Lo tienen en cuenta los programas electorales, las políticas públicas?
La falta de coordinación de horarios escolares y jornada laboral, las vacaciones escolares más prolongadas que las que disfrutan los trabajadores/as y las enfermedades de los niños y niñas son problemas que encuentran las familias, y acentuados si se vive lejos del centro de trabajo. Los actuales modelos de protección y cuidado de la infancia (¿los hay?) ¿son compatibles con el mercado laboral? Las mujeres se ven obligadas a buscar estrategias individuales basadas en la red familiar extensa, mayoritariamente las abuelas, hasta con el riesgo de caer en el síndrome de la “abuela esclava". A sumar que la mujer también es la principal proveedora de la protección de las personas mayores y con discapacidad. ¿Convendría revisar la flexibilidad laboral, tanto en el uso de horarios como en los permisos de maternidad, paternidad y cuando se tengan hijos menores?
Por otra parte, el problema no se reduce exclusivamente a las responsabilidades familiares, sino también a toda una serie de tareas invisibles que realizan en general las mujeres y que forman parte de la trama misma del orden social: por ejemplo, la gestión de la economía familiar y el consumo, del ocio y las vacaciones, las relaciones con las instituciones y con los servicios del bienestar (salud, educación, servicios sociales), las relaciones personales y familiares, la vida asociativa y de la barriada, la parroquia o grupo religioso. ¿Nos acordamos que una mujer fue la que nos enseñó a hablar y nos introdujo así en la cultura?
En el Día Internacional de la Mujer también se visibiliza aquello que Simone de Beauvoir afirmaba de que en la prostitución “se resumen, a la vez, todas las figuras de la esclavitud femenina”. La prostitución es incompatible con los derechos humanos y, sin embargo, se presenta una actitud que tiende a una visión neutra del fenómeno, situándolo como una forma más de trabajo, siempre que formalmente se presente como fruto de una libre decisión de las mujeres. Con este razonamiento “empresarial” se está colaborando a invisibilizar la prostitución. Concepción androcéntrica que quiere presentarnos como inevitable la mercantilización de un vínculo entre el deseo del varón y la naturaleza complaciente de la mujer (según esta concepción, recalco); implícito visión de la sexualidad masculina como algo irrefrenable, cuya represión comportaría peligros colaterales. Sistema cultural que reduce la relación sexual humana a un servicio prestado por un objeto sexual subordinado y dócil, cuya propia sexualidad resulta negada. O también, con la consideración bien lejana de la realidad, de que en prostitución la mujer actúa como sujeto autónomo, dueña del ejercicio de su propia sexualidad.
Mucho nos falta de seguir aprendiendo de Cristo Jesús; de aprender y de poner en práctica con creativa inteligencia porque no todo el que dice Señor, Señor, está actuando como discípulo, discípula.
Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar
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Ella fue a contárselo a los suyos (Marcos 16, 10)
Como es bien sabido, estamos viviendo un periodo de mutación histórica. Esta, por lo que corresponde al mundo occidental, está montada en tres bases interactuantes: la revolución tecnológica, la que ha venido en llamarse globalización y la inserción social de la mujer. Las tres tienen en sus semillas de origen y en su dinámica de expansión, una honda marca cristiana. Las tres van a continuar en su expansión y para que el crecimiento sea de vida y no de cáncer, responsabilidad tenemos los discípulos y las discípulas del Señor de cumplir nuestra misión. Por lo mismo y, en particular en el papel de la mujer, de seguir aprendiendo de su Palabra, hecha carne en María, mujer, receptora del Espíritu Santo en la Anunciación y en Pentecostés; de la Palabra, a los pies de la cual se puso la discípula María, la hermana de Marta; de la Palabra, Vida Nueva, que María Magdalena y otras mujeres, fueron las primeras en anunciar.
El Día Internacional dedicado a la Mujer nació de un trágico acontecimiento sufrido por mujeres trabajadoras reclamando sus derechos. Sin embargo, el estilo de vida de nuestro desarrollo socio-económico ¿favorece el desarrollo también de la mujer, como trabajadora, esposa, madre? ¿Lo tienen en cuenta los programas electorales, las políticas públicas?
La falta de coordinación de horarios escolares y jornada laboral, las vacaciones escolares más prolongadas que las que disfrutan los trabajadores/as y las enfermedades de los niños y niñas son problemas que encuentran las familias, y acentuados si se vive lejos del centro de trabajo. Los actuales modelos de protección y cuidado de la infancia (¿los hay?) ¿son compatibles con el mercado laboral? Las mujeres se ven obligadas a buscar estrategias individuales basadas en la red familiar extensa, mayoritariamente las abuelas, hasta con el riesgo de caer en el síndrome de la “abuela esclava". A sumar que la mujer también es la principal proveedora de la protección de las personas mayores y con discapacidad. ¿Convendría revisar la flexibilidad laboral, tanto en el uso de horarios como en los permisos de maternidad, paternidad y cuando se tengan hijos menores?
Por otra parte, el problema no se reduce exclusivamente a las responsabilidades familiares, sino también a toda una serie de tareas invisibles que realizan en general las mujeres y que forman parte de la trama misma del orden social: por ejemplo, la gestión de la economía familiar y el consumo, del ocio y las vacaciones, las relaciones con las instituciones y con los servicios del bienestar (salud, educación, servicios sociales), las relaciones personales y familiares, la vida asociativa y de la barriada, la parroquia o grupo religioso. ¿Nos acordamos que una mujer fue la que nos enseñó a hablar y nos introdujo así en la cultura?
En el Día Internacional de la Mujer también se visibiliza aquello que Simone de Beauvoir afirmaba de que en la prostitución “se resumen, a la vez, todas las figuras de la esclavitud femenina”. La prostitución es incompatible con los derechos humanos y, sin embargo, se presenta una actitud que tiende a una visión neutra del fenómeno, situándolo como una forma más de trabajo, siempre que formalmente se presente como fruto de una libre decisión de las mujeres. Con este razonamiento “empresarial” se está colaborando a invisibilizar la prostitución. Concepción androcéntrica que quiere presentarnos como inevitable la mercantilización de un vínculo entre el deseo del varón y la naturaleza complaciente de la mujer (según esta concepción, recalco); implícito visión de la sexualidad masculina como algo irrefrenable, cuya represión comportaría peligros colaterales. Sistema cultural que reduce la relación sexual humana a un servicio prestado por un objeto sexual subordinado y dócil, cuya propia sexualidad resulta negada. O también, con la consideración bien lejana de la realidad, de que en prostitución la mujer actúa como sujeto autónomo, dueña del ejercicio de su propia sexualidad.
Mucho nos falta de seguir aprendiendo de Cristo Jesús; de aprender y de poner en práctica con creativa inteligencia porque no todo el que dice Señor, Señor, está actuando como discípulo, discípula.
Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar
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