viernes, 25 de julio de 2008

Los jóvenes en el momento actual

2008-07-27
La Voz de Pastor
Los jóvenes en el momento actual

Amados hermanos hoy es para nosotros un reto muy grande superar nuestros prejuicios sobre la realidad juvenil de nuestra época. Todos sabemos y conocemos que la vida nos enseña muchas posibilidades de superar y comprender los retos que con mucha facilidad son superables para los jóvenes cuando se les da la oportunidad de encontrar vías de realización, sobre todo, teniendo en cuenta la agresividad, espíritu aventurero, capacidad de rehacerse después de los pequeños fracasos y tantas otras posibilidades que se les van presentando. Pero los mayores tenemos que dar las oportunidades necesarias para que los jóvenes sean capaces de demostrar sus posibilidades y capacidades para llevar adelante muchos proyectos de diversa índole.

Con mucha facilidad olvidamos que fuimos jóvenes y la experiencia y los golpes que hemos asumido de la vida nos han impulsado a creer que somos los únicos que tenemos la verdad de las cosas, cuando debemos vivir con humildad nuestras propias ignorancias; el mundo se va haciendo más diversificado y debemos darnos cuenta que tenemos muchas posibilidades de aprender de los mismos jóvenes; por eso es bueno hacernos la invitación de vivir de una manera más solidaria nuestro deseo de integrarnos unos con otros y compartir las experiencias que desde la juventud y desde la madurez nos ayudan a sentirnos mejores protagonistas de cambio, buscando un mundo mejor donde todos podamos realizar nuestros roles sin destruir la obra del otro y respetando las ideas y propuestas que puedan venir de un lado y del otro de la realidad humana, sabiendo que, en la complementariedad, lograremos encontrar mejores propuestas que hagan cambiar el rostro de un mundo hostil hacia un mundo más humano, para eso debemos partir de la experiencia que el Papa Benedicto XVI compartió con los jóvenes en Barangaroo, cuando les comparte la experiencia de los Apóstoles: “Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22, 54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos del Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepentíos, bautizaos, recibid el Espíritu Santo”. Esa nueva y joven comunidad que se iniciaba tuvo la valentía de enfrentar toda la maquinaria fuerte y difícil de doblegar del judaísmo decadente. Es la invitación que puedo hacer hoy a la juventud actual. Ella debe asumir un compromiso fuerte y valeroso de vida cristiana, sabiendo que el pensamiento actual es un movimiento débil y decadente, donde se deben adquirir nuevas bases con buenos dinamismos que nos ayuden a transformar la realidad; por eso necesitamos del potencial juvenil que nos haga salir de ideas establecidas e imposibles de mantener en la actualidad.

La juventud hoy debe sentirse interpelada por la acción del Espíritu Santo, testimoniando el amor y la verdad sobre Cristo y su Evangelio, de esta manera podemos contribuir a la misión de la Iglesia, con un potencial especial como discípulos misioneros de Jesucristo, impulsando una vitalidad especial para que nuestros pueblos tengan vida en abundancia con un rostro juvenil que ayude a asumir los compromisos del amor del Padre que desea seguirse manifestando a la humanidad con mejor expresión cambiando actitudes negativas que no ayudan al fortalecimiento de la fe de personas con buena voluntad y maravillosos deseos de cambiar el ritmo de la vida en perspectiva diversificada y con potenciales nuevos capaces de superar nuestros errores juveniles para servir mejor a Dios y a los humanos.

Si analizamos la realidad herida de la humanidad desde su ecología erosionada por la mano del hombre y su poca visión de futuro, podríamos caer en un pesimismo radical que nos llevaría a sentirnos muertos en vida; pero debemos recordar que a lo largo de los siglos el ingenio humano va adquiriendo nuevos logros. La calidad y la satisfacción de la vida de la gente crece constantemente de muchas maneras, tanto por el progreso de las ciencias médicas como por la creatividad plasmada en el arte. El mundo que vivimos abre un abanico de posibilidades, donde lo que prima es la juventud que dinamiza y empuja a nuevos derroteros dentro de líneas fuertes como el estudio, el deporte, la música, la danza entre otros; también existen posibilidades de desarrollar e implementar aspectos de la justicia social, otros asumen compromisos de servicio y voluntariado que ayudan a desarrollar a pueblos en vías de perfeccionamiento.

Mi invitación hoy es a reflexionar sobre las heridas que a nivel natural como social han ido dejando cicatrices profundas difíciles de borrar. Pero esto nos ayuda a descubrir aquellos aspectos que están fuera de lugar y que, con nuestra juventud podemos ser protagonistas para marchar en búsqueda de la paz del corazón y de la solidaridad entre las personas, superando las barreras que nos hemos dejado imponer para vivir una expresión nueva y diferente de la fraternidad. Hagamos que nuestros mayores cambien la mentalidad que tienen sobre nosotros como consumidores de un mundo sin valores o personas compulsivas que nos dejamos llevar por la visión de la propaganda indiferenciada. Cristo nos ofrece todo y podemos asumir nuestras opciones desde un ámbito de libertad. El nos lo ofrece todo y nosotros podemos vivir desde una perspectiva cristiana auténtica respaldando los nuevos retos de nuestra tierra amada y querida siendo fieles a lo que nuestros antepasados nos legaron para construir una realidad istmeña que sea expresión de la bondad y la belleza de Dios entre nosotros.

Mons. Pedro Hernández Cantarero
Vicario Apostólico de Darién

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