lunes, 15 de diciembre de 2008

Administrar bien

2008-12-14
Editorial
Administrar bien

La costumbre de comprar y gastar que se ha impuesto en el mes de diciembre, aupada por la publicidad, empuja a muchas personas a actuar como compradores compulsivos. El sistema económico provee de bonificaciones, ingresos extraordinarios y ahorros de ocasión incitados con el fin de gastarlos al final del año.

Ante el mencionado hábito se impone el discernimiento de las personas, para evitar el despilfarro del ingreso extra que se recibe, o del esfuerzo de todo un año para ahorrar una cantidad de dinero que bien podría resolver necesidades familiares que son más importantes que los regalos o los artículos suntuarios que suelen comprarse con esa plata.

Saber administrar el ingreso personal y familiar es de sabios; malgastarlo, de necios. Si se desea hacer buen uso del dinero adicional que se recibe por estos días, lo primero que debe hacerse es una lista de aquello en que se piensa gastar o invertir, separando una parte para las necesidades y otra, para las compras de ocasión. Después de calcular bien, entonces se procede a usar el dinero como conviene y sin excederse de la capacidad que se tiene realmente.

Navidad no es gastar alocadamente, sino una actitud de vida y un escrutinio espiritual que nos ayuda a ser mejores y a enderezar lo que en nosotros está torcido. No es el regalo más costoso el que da muestra de mayor amor, ni el derroche de suntuosidad en el arreglo de la casa lo que dice más de nosotros. Lo que en realidad perdura es el don de gentes, el trato afable y fraterno hacia el prójimo, y la práctica de valores y virtudes que nos hacen más humanos y nos acercan a Dios. Sepamos, pues, administrar bien: no sólo el dinero, sino nuestra propia manera de ser y vivir.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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