2007-11-18
Editorial
Salud de cuerpo y alma
Una sociedad saludable es aquella que goza de una buena calidad de vida moral y material, porque su desarrollo y progreso pueden medirse no solamente en el bienestar económico de su población, sino en la gobernabilidad, la paz social, y la resolución civilizada de los conflictos; y todo esto se comprueba en sus bajos niveles de corrupción, criminalidad, y marginación.
En Panamá hablamos, al mismo tiempo, de progreso y atraso; de riqueza y pobreza; de inclusión y marginación; y de mucho bienestar para unos, y poco o nada para otros. Esta disparidad, en un país que tiene suficientes recursos para los pocos habitantes que posee, obedece más a la fragilidad de sus valores que a la escasez de su riqueza material.
La coyuntura actual que pone sobre el tapete el tema del sistema público de servicios médicos que atiende la salud corporal de la población, también debe ser aprovechada para hacer un diagnóstico del estado de salud del alma de la sociedad panameña.
Necesitamos hombres y mujeres que tengan un profundo sentido de la moral, la honestidad, el civismo, la laboriosidad, la solidaridad, y el aprecio por los particulares valores que inspiraron a los constructores de nuestra nación. Necesitamos hombres y mujeres temerosos de Dios, que sepan hacer vida su palabra y transmitir sus enseñanzas a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Si nos esforzamos en esta empresa, tendremos una sociedad con alma saludable, que tendrá en alta estima la humanidad que ahora, en muchos aspectos, nos hace falta.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Salud de cuerpo y alma
Una sociedad saludable es aquella que goza de una buena calidad de vida moral y material, porque su desarrollo y progreso pueden medirse no solamente en el bienestar económico de su población, sino en la gobernabilidad, la paz social, y la resolución civilizada de los conflictos; y todo esto se comprueba en sus bajos niveles de corrupción, criminalidad, y marginación.
En Panamá hablamos, al mismo tiempo, de progreso y atraso; de riqueza y pobreza; de inclusión y marginación; y de mucho bienestar para unos, y poco o nada para otros. Esta disparidad, en un país que tiene suficientes recursos para los pocos habitantes que posee, obedece más a la fragilidad de sus valores que a la escasez de su riqueza material.
La coyuntura actual que pone sobre el tapete el tema del sistema público de servicios médicos que atiende la salud corporal de la población, también debe ser aprovechada para hacer un diagnóstico del estado de salud del alma de la sociedad panameña.
Necesitamos hombres y mujeres que tengan un profundo sentido de la moral, la honestidad, el civismo, la laboriosidad, la solidaridad, y el aprecio por los particulares valores que inspiraron a los constructores de nuestra nación. Necesitamos hombres y mujeres temerosos de Dios, que sepan hacer vida su palabra y transmitir sus enseñanzas a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Si nos esforzamos en esta empresa, tendremos una sociedad con alma saludable, que tendrá en alta estima la humanidad que ahora, en muchos aspectos, nos hace falta.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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