viernes, 23 de noviembre de 2007

Luis Herrera Campins

2007-11-25
A tiro de piedra
Luis Herrera Campins

Hace un par de semanas se informó de la muerte del expresidente venezolano Luis Herrera Campins, político de fuerte vocación democrática, a quien los panameños le estamos agradecidos por su contribución diplomática para recuperar la democracia en nuestro país.

Mi experiencia con el presidente Herrera Campins se circunscribe a dos ocasiones: la primera como periodista en una rueda de prensa que ofreció cuando él ejercía la presidencia de su país. La segunda, ya como ex mandatario, cuando estuvo atento a mi regreso de Caracas, después de anuladas las elecciones en mayo de 1989 aquí en Panamá.

Yo había viajado a Venezuela el mismo día que Guillermo Endara, Ricardo Arias Calderón, y Guillermo Ford fueron atacados por los Batallones de la Dignidad de Manuel Antonio Noriega, en la Plaza de Santa Ana. Recuerdo que era el día de mi cumpleaños, y en vez de quedarme junto a los míos, decidí aceptar un ofrecimiento de la Federación Latinoamérica de Trabajadores de la Prensa (FELATRAP), para denunciar la violación de los derechos humanos en nuestro país.

Aquel día, desde Santa Ana y con equipaje en mano, logré evadir el cerco que se había impuesto en muchas partes de la ciudad. El último obstáculo fue en el cruce donde estaba la estatua de Roosevelt, a la entrada de San Miguelito, donde el Batallón 2000 empezaba a bloquear el paso. Crucé en medio de ellos, con la ayuda de Dios, y finalmente llegué al aeropuerto. Logré subir al avión y partir. Ya había salido; me esperaba la odisea del regreso.

Una vez en Caracas me reuní con algunos contactos del Congreso Venezolano, con los exiliados panameños, y con dirigentes de la prensa. Muchas entrevistas, reuniones con activistas continentales de los derechos humanos, y las declaraciones que circulaban por el mundo. Volver a Panamá sería el itinerario de un hombre marcado, y “sedicioso” por añadidura.

Luis Herrera Campins, al enterarse de mi situación, me ofreció su ayuda, ya que viajaba en el mismo vuelo para Panamá. Uno de sus asistentes me vigilaría a distancia, para saber si me tomaban preso o salía ileso del aeropuerto. Planeamos una estrategia durante el trayecto a Panamá, y la seguimos al pie de la letra. Después de pasar el control de migración, seguimos con la segunda parte del plan. En el área de las tiendas, se me acerca un funcionario de migración. Un poco de sospecha, por su actitud. Brevemente me dijo: soy hermano de la hermana Margarita; el padre Guardia lo espera afuera. Un poco de alivio. Sólo faltaba el control de aduanas, que pude pasar después de un instante de alegato, porque llevaba un equipaje ligero. Salí de allí, y afuera me esperaba el padre Guardia con el secretario de la Nunciatura, y otros compañeros de la Curia. A lo lejos el presidente Campins dejaba el aeropuerto en automóvil. Nunca más lo volví a ver, pero le estuve eternamente agradecido.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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