2007-08-12
Editorial
Editorial
Muerte al inocente
Hace unos días un niño de 10 años fue muerto a tiros por un jovencito que se mantiene prófugo. No hubo motivo ni riña ni alguna otra cosa que, en apariencia, justificara ese acto inhumano o criminal. Sólo fue la acción de matar a un infante temeroso, que se acurrucó en un rincón cuando la pandilla entró disparando al patio en el que jugaba junto a otros pequeños.
La violencia armada que campea en ciertas zonas de la capital y otras ciudades del interior, se cobra con cientos de vidas al año. Unos de la misma calaña de los delincuentes; otros que resultan víctima de sus asesinos, sólo por el hecho de encontrarse en su camino.
Desde hace mucho advertimos, en este mismo espacio, del peligro que representa la proliferación de armas, tanto legales como ilegales. Caso omiso se hizo, y al pasar los años, las consecuencias que predecíamos, lastimosamente, se han producido.
Es necesario un mayor control sobre la posesión de armas, y sanciones ejemplares por su mal uso o pertenencia ilegal, sea quien sea el que incurra en tal falta o delito. La consigna de muerte al inocente que dictan algunos debe erradicarse, y solamente es posible hacerlo con leyes y autoridades capaces de frenar tan inhumana práctica.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
Hace unos días un niño de 10 años fue muerto a tiros por un jovencito que se mantiene prófugo. No hubo motivo ni riña ni alguna otra cosa que, en apariencia, justificara ese acto inhumano o criminal. Sólo fue la acción de matar a un infante temeroso, que se acurrucó en un rincón cuando la pandilla entró disparando al patio en el que jugaba junto a otros pequeños.
La violencia armada que campea en ciertas zonas de la capital y otras ciudades del interior, se cobra con cientos de vidas al año. Unos de la misma calaña de los delincuentes; otros que resultan víctima de sus asesinos, sólo por el hecho de encontrarse en su camino.
Desde hace mucho advertimos, en este mismo espacio, del peligro que representa la proliferación de armas, tanto legales como ilegales. Caso omiso se hizo, y al pasar los años, las consecuencias que predecíamos, lastimosamente, se han producido.
Es necesario un mayor control sobre la posesión de armas, y sanciones ejemplares por su mal uso o pertenencia ilegal, sea quien sea el que incurra en tal falta o delito. La consigna de muerte al inocente que dictan algunos debe erradicarse, y solamente es posible hacerlo con leyes y autoridades capaces de frenar tan inhumana práctica.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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