2007-08-12
El Ojo del Profeta
Nuestra población indigena
Durante siglos nuestra población indígena ha sufrido la marginación y el despojo de sus tierras y sus recursos. Antes fue la conquista y la colonización europea; después la instauración de las naciones independientes. De los 500 años que llevamos como sociedad americana, al menos durante 200 han estado bajo nuestra responsabilidad como estado nacional.
La situación de las poblaciones indígenas, en la actualidad, es achacable a nuestros países y sus gobiernos; a nadie más. Lo que hemos hecho, o hagamos, es decisión y acción nuestra como sociedad. Querer justificarnos con el pasado colonial, o con gobernantes anteriores, es demagogia pura.
Ayudar a salir de la marginación a nuestros hermanos indígenas, de quienes la mayoría de los habitantes de América llevamos algo de su sangre, implica evaluar lo realizado hasta ahora, eliminar los prejuicios culturales y sociales, y consultar con ellos hacia donde quieren caminar como pueblo indígena y como integrantes de los estados nacionales. Esa ruta es difícil, por las diferencias políticas, económicas, sociales y culturales que podamos tener, pero es la que, al final, nos dará la oportunidad de alcanzar la igualdad para todos los hijos e hijas de América.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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El Ojo del Profeta
Nuestra población indigena
Durante siglos nuestra población indígena ha sufrido la marginación y el despojo de sus tierras y sus recursos. Antes fue la conquista y la colonización europea; después la instauración de las naciones independientes. De los 500 años que llevamos como sociedad americana, al menos durante 200 han estado bajo nuestra responsabilidad como estado nacional.
La situación de las poblaciones indígenas, en la actualidad, es achacable a nuestros países y sus gobiernos; a nadie más. Lo que hemos hecho, o hagamos, es decisión y acción nuestra como sociedad. Querer justificarnos con el pasado colonial, o con gobernantes anteriores, es demagogia pura.
Ayudar a salir de la marginación a nuestros hermanos indígenas, de quienes la mayoría de los habitantes de América llevamos algo de su sangre, implica evaluar lo realizado hasta ahora, eliminar los prejuicios culturales y sociales, y consultar con ellos hacia donde quieren caminar como pueblo indígena y como integrantes de los estados nacionales. Esa ruta es difícil, por las diferencias políticas, económicas, sociales y culturales que podamos tener, pero es la que, al final, nos dará la oportunidad de alcanzar la igualdad para todos los hijos e hijas de América.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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