viernes, 17 de abril de 2009

Política deslucida

2009-04-19
Editorial
Política deslucida

Lo que empieza mal, acaba mal, dice el refrán. Si lo aplicamos al actual proceso electoral, viene muy al pelo. El insulto, la demagogia y el engaño son los elementos que más resaltan en el mensaje político. Candidaturas invalidadas por causas que debieron preverse, dudosa solvencia moral, e incredulidad y desconfianza en sus actos, también se suma al bagaje de los partidos y sus candidatos.

Por más que hemos pedido, junto a otras voces, que se deponga el gesto amenazante y la denigración mutua, poco se ha logrado. ¿Cómo pretenden algunos asumir importantes cargos públicos, si está en entredicho su honestidad? ¿Cómo pueden otros pensar en gobernar, si buscan el poder señalando el defecto ajeno sin fijarse en el propio? ¿Cómo se aspira a gobernar dentro de un clima de respeto y paz social, si los cimientos de la convivencia pacífica y la gobernabilidad han sido estremecidos hasta resquebrajarlos?

El futuro social del país está en peligro, pero el ansía de poder obnubila la razón. El bienestar de la nación está en riesgo, pero el interés propio cubre con un grueso velo la conciencia. ¿Acaso nuestra clase política no se da cuenta de la amenaza que se cierne sobre ella misma y el resto de la sociedad? Zahiere y entristece tanta indolencia e insensatez.

Una vez más pedimos, en el nombre de Dios, que se ponga alto a tanta práctica insana y destructiva. Que se tenga el valor de reconocer los errores; que se actúe con honestidad, coraje e integridad; y que se gane la simpatía del elector con planes y programas que ayuden a decidir por quienes harán el mejor trabajo como autoridad. Al menos, en estos últimos días de campaña electoral, eso nos merecemos los panameños.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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