2009-04-05
A tiro de piedra
Devociones y tradiciones de Semana Santa
Nuestro pueblo es rico en devociones y tradiciones que son practicadas durante la Semana Mayor o Semana Santa. Unas provienen desde el tiempo de la colonia; otras, surgen desde la propia cultura istmeña. Juntas constituyen el patrimonio religioso y cultural de la nación panameña.
Aunque algunas han sido abandonadas por causa del desarraigo hacia nuestras costumbres y creencias populares, aún subsisten otras que han sobrevivido a esa crisis de falta de vocación histórica nacional y de creencias que otrora el pueblo tenía, y que un resto de la población conserva y transmite a las nuevas generaciones.
Una tradición piadosa que todavía está viva, es el ejercicio piadoso de la visita a las siete iglesias o templos, el Jueves Santo. También, otras personas lo hacen el Viernes Santo, a pesar de que, litúrgicamente, el viernes Santo o Viernes de Dolores no está expuesto el Santísimo Sacramento en el monumento. Según pude averiguar, ya desde la época colonial existía la costumbre de ir ambos días. Desde hace un tiempo, la visita en la jornada del jueves es más concurrida; posiblemente por la difusión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que renovó la práctica religiosa y le dio mayor sentido al ejercicio de la devoción popular.
Otras creencias y tradiciones no han tenido mucha suerte. Por ejemplo: abstenerse de nadar en el río y el mar, trepar árboles, y hasta trabajar. Lo que nos decían los viejos, se tomó literalmente y se aniquiló a fuerza de argumentar que eran tabúes, fantasías o mentiras. Ninguna preocupación hubo de escudriñar el fondo de la enseñanza, sino que los detractores se quedaron en la forma, matando el espíritu de aquello que se quería inculcar.
Es cierto que ninguno puede mutar en pez o en mono, si nada en el río o sube a un árbol en Viernes Santo; sin embargo, esa era una forma sencilla de aquietar a los niños, para que observaran el ambiente de recogimiento y respeto que esa jornada merece. Cuando se hacían adultos, sabían perfectamente cuál era la verdad del asunto. Era una manera de enseñar, como muchas otras, ya en la escuela, ya en el hogar, que se utilizaba en aquellos tiempos; método que es injusto juzgar con los criterios actuales.
Si entendemos la humanidad como una sociedad que practica y defiende el respeto hacia nuestros semejantes, bien podemos guardar la consideración y la actitud respetuosa hacia la creencia ajena. Cristianos, judíos, musulmanes, budistas y practicantes de otros credos, no deben ser objeto de burla ni discriminación. En el caso particular de la Semana Santa, eso es fundamental. Quien no lo vea con ojos de fe, al menos debe verlo desde el derecho humano o el patrimonio cultural de nuestro pueblo. Cristo murió por la salvación de todos los hombres, incluidos los que reniegan de él y tratan con desprecio a sus seguidores.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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A tiro de piedra
Devociones y tradiciones de Semana Santa
Nuestro pueblo es rico en devociones y tradiciones que son practicadas durante la Semana Mayor o Semana Santa. Unas provienen desde el tiempo de la colonia; otras, surgen desde la propia cultura istmeña. Juntas constituyen el patrimonio religioso y cultural de la nación panameña.
Aunque algunas han sido abandonadas por causa del desarraigo hacia nuestras costumbres y creencias populares, aún subsisten otras que han sobrevivido a esa crisis de falta de vocación histórica nacional y de creencias que otrora el pueblo tenía, y que un resto de la población conserva y transmite a las nuevas generaciones.
Una tradición piadosa que todavía está viva, es el ejercicio piadoso de la visita a las siete iglesias o templos, el Jueves Santo. También, otras personas lo hacen el Viernes Santo, a pesar de que, litúrgicamente, el viernes Santo o Viernes de Dolores no está expuesto el Santísimo Sacramento en el monumento. Según pude averiguar, ya desde la época colonial existía la costumbre de ir ambos días. Desde hace un tiempo, la visita en la jornada del jueves es más concurrida; posiblemente por la difusión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que renovó la práctica religiosa y le dio mayor sentido al ejercicio de la devoción popular.
Otras creencias y tradiciones no han tenido mucha suerte. Por ejemplo: abstenerse de nadar en el río y el mar, trepar árboles, y hasta trabajar. Lo que nos decían los viejos, se tomó literalmente y se aniquiló a fuerza de argumentar que eran tabúes, fantasías o mentiras. Ninguna preocupación hubo de escudriñar el fondo de la enseñanza, sino que los detractores se quedaron en la forma, matando el espíritu de aquello que se quería inculcar.
Es cierto que ninguno puede mutar en pez o en mono, si nada en el río o sube a un árbol en Viernes Santo; sin embargo, esa era una forma sencilla de aquietar a los niños, para que observaran el ambiente de recogimiento y respeto que esa jornada merece. Cuando se hacían adultos, sabían perfectamente cuál era la verdad del asunto. Era una manera de enseñar, como muchas otras, ya en la escuela, ya en el hogar, que se utilizaba en aquellos tiempos; método que es injusto juzgar con los criterios actuales.
Si entendemos la humanidad como una sociedad que practica y defiende el respeto hacia nuestros semejantes, bien podemos guardar la consideración y la actitud respetuosa hacia la creencia ajena. Cristianos, judíos, musulmanes, budistas y practicantes de otros credos, no deben ser objeto de burla ni discriminación. En el caso particular de la Semana Santa, eso es fundamental. Quien no lo vea con ojos de fe, al menos debe verlo desde el derecho humano o el patrimonio cultural de nuestro pueblo. Cristo murió por la salvación de todos los hombres, incluidos los que reniegan de él y tratan con desprecio a sus seguidores.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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