2009-04-05
El Ojo del Profeta
Misericordia Señor
Inauguramos la última etapa de este tiempo fuerte que es la Cuaresma, con la Semana Mayor. Hemos recorrido el itinerario espiritual acompañados de la oración, el ayuno, la penitencia y la limosna, en pos de nuestro encuentro con el Señor en el gozo de la Pascua de Resurrección. Cada acto de amor, cada obra de misericordia, cada Vía Crucis, y cada Eucaristía, nos ayudan en nuestra conversión y en nuestra marcha hacia la Vida Eterna.
En esta Semana Santa que comienza con el Domingo de Ramos, asumamos con fe nuestro compromiso cristiano. Aprovechemos el tiempo favorable, para recibir vida en abundancia. Confesemos nuestros pecados y dejemonos reconciliar con Dios, por medio de su Hijo Amado. Levantemos nuestras manos, e impetremos a El por la misericordia y la piedad para nosotros y quienes nos rodean. Dios salva en comunidad, porque se ha elegido un pueblo que habrá de aclamarlo en la asamblea de los santos. Demos, pues, razón de nuestra fe y razón de nuestros hermanos, porque para amar verdaderamente a Dios, también, debemos amar al prójimo como a nosotros mismos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
Misericordia Señor
Inauguramos la última etapa de este tiempo fuerte que es la Cuaresma, con la Semana Mayor. Hemos recorrido el itinerario espiritual acompañados de la oración, el ayuno, la penitencia y la limosna, en pos de nuestro encuentro con el Señor en el gozo de la Pascua de Resurrección. Cada acto de amor, cada obra de misericordia, cada Vía Crucis, y cada Eucaristía, nos ayudan en nuestra conversión y en nuestra marcha hacia la Vida Eterna.
En esta Semana Santa que comienza con el Domingo de Ramos, asumamos con fe nuestro compromiso cristiano. Aprovechemos el tiempo favorable, para recibir vida en abundancia. Confesemos nuestros pecados y dejemonos reconciliar con Dios, por medio de su Hijo Amado. Levantemos nuestras manos, e impetremos a El por la misericordia y la piedad para nosotros y quienes nos rodean. Dios salva en comunidad, porque se ha elegido un pueblo que habrá de aclamarlo en la asamblea de los santos. Demos, pues, razón de nuestra fe y razón de nuestros hermanos, porque para amar verdaderamente a Dios, también, debemos amar al prójimo como a nosotros mismos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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